Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Además de los perjuicios para la salud pública y la producción, la crisis hídrica parece haber estimulado la circulación de razonamientos curiosos. A principios de esta semana, por ejemplo, el intendente de Maldonado, Enrique Antía, y el expresidente José Mujica coincidieron en una especie de “ruralismo vengativo” cuando afirmaron, con sus respectivos matices, que la opinión pública pasó a interesarse por el tema del agua sólo cuando empezó a afectar a los montevideanos. Uno se imagina que lo que quisieron transmitir era una queja por la falta de atención del gobierno a los contratiempos que la sequía le venía generando al agro, pero lo que se escuchó fue una comparación entre una coyuntura que afecta a ciertas actividades económicas y un problema sanitario muy grave en la zona metropolitana, donde vive la mayor parte de la población del país.

Otro tipo de argumentos que se escucha por estos días es una variante del relato de la “herencia maldita”. Según esta narrativa, los gobiernos anteriores no tomaron las medidas necesarias para afrontar los sostenidos problemas hídricos del país –que incluyen ciclos de inundaciones y sequías– con la intención de perjudicar a sus sucesores, fueran adversarios políticos, correligionarios o nietos de correligionarios. Como relato, puede prender si se lo asocia a nociones de incompetencia o mala gestión, pero no se sostiene si se recuerda que tanto de los proyectos más ambiciosos (Neptuno/Arazatí) como de los transitorios (Casupá, embalses provisorios) se viene conversando desde hace varias administraciones.

Una variante más especulativa se basa en pensar, como se hace en muchas historias de ficción, “qué habría pasado si...”. La semana pasada, los periodistas del programa Desayunos informales le preguntaron repetidamente a la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, si no hubiera sido mejor invertir en la represa de Casupá que hacerlo en completar el Antel Arena, como efectivamente se hizo en el último año del último gobierno del Frente Amplio. Cosse, como dirigente política más claramente embanderada con el proyecto en torno al ente de las telecomunicaciones, rechazó la conexión entre ambos temas. Esta semana, los conductores de Periodistas hicieron una pregunta similar, pero no dirigida a Cosse sino al exministro de Economía y Finanzas y exvicepresidente Danilo Astori, quien, sorprendentemente, dio a entender que se había opuesto a la construcción del Antel Arena.

Las palabras de Astori reavivaron la polémica, y en nuestra edición de hoy pueden leer distintos argumentos en contra de comparar la construcción del complejo de espectáculos con la de la represa, que van desde lo técnico y administrativo a lo directamente político. Por mi parte, y en la tradición uruguaya que impone pensar en edificios escolares para calibrar el costo de grandes proyectos o imaginarse estadios Centenario a la hora de calcular cantidades de personas, les propongo dejarnos llevar por esta fiebre especulativa. ¿Cuántas represas podría haber ahora si se hubiera reformado hace diez años la Caja Militar? ¿Cuántos aviones de transporte se podría haber comprado con la plata que se gastó en aparatos de guerra anticuados como los Hércules? ¿Cuántas plantas desalinizadoras se podría haber traído rápidamente en ese avión de transporte?

Hasta mañana.