Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Al presidente Luis Lacalle Pou no le gusta salir a escena cuando tiene muy poco para ganar. Esto se le notó ayer en la breve conferencia de prensa realizada para anunciar que estamos formalmente en “emergencia hídrica” y algunas medidas al respecto.
Esquivo, al borde del mal humor y como apurado por terminar, estuvo muy lejos del personaje que componía en las conferencias de prensa sobre la emergencia sanitaria por covid-19. Caben pocas dudas de que esto se debió a que no está al alcance del Poder Ejecutivo ofrecer soluciones en un corto plazo para el que se esperan malas noticias. La obra de embalse y tendido de cañerías para sumar agua del río San José al abastecimiento del área metropolitana es un paliativo que no revertirá los problemas causantes de la actual crisis.
La emergencia se podría haber declarado bastante antes y no se vincula con ningún agravamiento inesperado de la situación. Como estaba previsto, no hubo ni se avizoran por ahora lluvias capaces de revertir la tendencia a la disminución de las reservas de OSE, y esto significa que la calidad del suministro será aún peor. Lacalle Pou optó por hablar del asunto en forma muy vaga, pero dijo que “seguramente” aumentará la salinidad y que el Ministerio de Salud Pública irá diciendo, en función de esta variable, quiénes y hasta qué niveles pueden consumir agua de la canilla.
Aunque el presidente insistió en definir ese líquido como “bebible”, y afirmó que la primera meta es mantenerlo digno de ese adjetivo, lo único que prometió es que no se va a interrumpir el suministro, a clara distancia de las promesas anteriores de su secretario, Álvaro Delgado, quien aseguró el 16 de mayo que no iban a empeorar ni el suministro ni su calidad.
Lacalle Pou no lo dijo, pero si el suministro se mantiene con agua de cada vez peor calidad, puede suceder que esta deje de ser incluso “bebible”, y sólo se pueda utilizar para saneamiento y limpieza. En tal caso, no será sólo la población más vulnerable la que requerirá que se le asegure el acceso a agua embotellada.
El primer mandatario aceptó finalmente exonerar de impuestos ese producto, cuyas ventas se han multiplicado hasta por cinco, pero que el costo para las empresas sea menor no significa necesariamente que el precio de venta al público disminuya en forma proporcional. Lacalle Pou se limitó a decir que en el Ejecutivo suponen que va a disminuir. Lo que no va a disminuir es la tarifa de OSE, pese a que su servicio va de mal en peor.
La emergencia afecta muy especialmente a los departamentos de Montevideo y Canelones, pero el presidente ni siquiera mencionó a sus intendencias, pese a que sin ninguna duda deberá trabajar con ellas para afrontar la situación. Tampoco hubo la menor referencia a trabajar con organizaciones sociales para afinar los diagnósticos de necesidades y organizar las respuestas. El Ejecutivo mantiene la actitud de presunta autosuficiencia que desplegó durante la emergencia sanitaria, aunque en este caso tenga mucho menos que ofrecer.
Hasta mañana.