Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
La situación en el Partido Colorado (PC) está llena de incertidumbres, que no se refieren sólo a quién ganará las internas del año que viene, sino también a quiénes competirán en ellas, e incluso a qué tipo de votantes intentará representar en las próximas elecciones nacionales.
En 2019 el triunfo de Ernesto Talvi sobre la corriente interna dirigida por Julio María Sanguinetti abrió expectativas de cambio después de 15 años en los que el coloradismo, muy maltrecho desde que terminó el gobierno de Jorge Batlle, quedó relegado a un papel secundario dentro de la oposición a los gobiernos frenteamplistas. En ese período, el principal dirigente fue Pedro Bordaberry, cuyo perfil conservador hizo irrecuperable el apoyo electoral de sectores de centro y centroderecha, pero tampoco logró competir en forma significativa con las corrientes herreristas del Partido Nacional.
Luego de que Bordaberry anunciara que no volvería a presentarse como candidato en las elecciones de 2019, pareció que el sanguinettismo volvería a ser el sector con más peso interno, pese a que su líder estaba obviamente en el ocaso de su larga trayectoria, pero la irrupción de Talvi lo cambió todo. La cosecha electoral del PC no mejoró, pero la pérdida de votantes que se identificaban con el liderazgo de Bordaberry se vio compensada por la captación de otros con un perfil menos conservador, que en buena medida habían apoyado antes a sectores moderados del Frente Amplio (FA).
Esto reposicionó a los colorados, que estaban en la retaguardia del bloque opuesto al FA y pasaron a competir en la frontera con este (perjudicando de paso al Partido Independiente, que disminuyó mucho su respaldo con relación al de 2014, aunque es probable que en esto haya influido también su apoyo a Luis Lacalle Pou).
No se puede asegurar qué habría ocurrido si Talvi hubiera seguido al frente de Ciudadanos, el sector fundado para apoyar su precandidatura, y como principal dirigente del PC. Hubo indicios de que se proponía mantener un fuerte perfil propio, no subordinado al liderazgo de Lacalle Pou, hostil en la relación con Cabildo Abierto y abierto al diálogo en algunos temas con el FA, haciendo pesar el hecho de que los votos de Ciudadanos en el Parlamento son indispensables para que el oficialismo tenga mayoría. Si hubiera seguido en esa línea con cierto grado de éxito, quizá el regreso de Bordaberry a la política habría podido convertir al PC en un partido con dos corrientes fuertes y el sanguinettismo en una posición intermedia.
La realidad actual es muy distinta. Ciudadanos no ha logrado proyectar a una figura potente de relevo y se desdibujó, Sanguinetti nunca se ha caracterizado por facilitar el crecimiento de quienes lo siguen, y el eventual regreso de Bordaberry sería probablemente un retroceso a la situación previa a 2019.
Hoy los colorados no asoman como una opción promisoria para quienes deseaban que el actual gobierno aplicara medidas más radicalmente opuestas a las de sus predecesores frenteamplistas, y tampoco para el sector del electorado que decide en cada elección si vota al FA o a sus adversarios. Con este panorama, parece muy poco probable que se logre un repunte.
Hasta mañana.