Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Pablo Álvarez, presidente de la Comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales del Frente Amplio (FA), fue entrevistado para esta edición y evaluó su trabajo al frente del organismo desde octubre del año pasado. Es una ocasión propicia para considerar, antes de un nuevo gobierno nacional frenteamplista, algunas críticas frecuentes de quienes le reclaman a esa fuerza política que condene a regímenes como los de Venezuela, Nicaragua y Cuba.

En la fundación del FA participaron organizaciones con fuertes y contrapuestos alineamientos internacionales, así como otras que reivindicaban el no alineamiento. Estas discrepancias fueron encaradas, al igual que otras de igual o mayor importancia, con el criterio de que lo fundamental eran los acuerdos colectivos referidos a las bases programáticas para el gobierno de Uruguay y a la acción política permanente en nuestro país como “coalición y movimiento”, mediante organismos comunes desde la base hasta la cúpula. Este es uno de los aspectos que, como señala Álvarez en la entrevista, llaman hasta hoy la atención de militantes e investigadores procedentes de otros países.

En este terreno, como en otros, el FA aprovechó la experiencia exitosa de unificación sindical en la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), que había reunido a corrientes con diversas posiciones ideológicas, correspondientes a distintas federaciones internacionales. La CNT decidió relacionarse con todas para mantener una posición equilibrada, sin impedirles a los sindicatos que mantuvieran vínculos por su cuenta.

En forma similar, el FA acordó en 1971 sobre principios generales de política internacional, como los de autodeterminación y no intervención, y se comprometió a desarrollar una “política exterior independiente” si llegaba al gobierno, mediante “relaciones con todos los países”. Más allá de esto, y en todo lo que no contradijera definiciones colectivas, los sectores y las personas quedaron en libertad de expresar y cultivar sus propias afinidades.

La comisión que Álvarez preside tiene tareas de asesoramiento a los organismos de dirección frenteamplistas y participa en la representación ante “organizaciones y personalidades del exterior”, sin tomar definiciones acerca de gobiernos o conflictos fuera de Uruguay. Al igual que sucede con otros organismos internos asesores, no le compete intervenir en las tareas de gobierno, y cuando al FA le tocó conducir la política exterior, lo hizo sin que su diversidad interna creara conflictos.

Es oportuno señalar que en esto los frenteamplistas no son distintos del bloque oficialista saliente, que tampoco tiene alineamientos internacionales colectivos. En él conviven sectores afines a la socialdemocracia internacional y a la ideología ultraderechista del estadounidense Donald Trump, el argentino Javier Milei o el salvadoreño Nayib Bukele, al globalismo y al antiglobalismo, al proteccionismo y al libre comercio, al sionismo y al antisemitismo. Una cosa es la diversidad interna, otra las definiciones comunes de cada partido o bloque, y otra los principios históricos que orientan la política internacional uruguaya, con variaciones en función del gobierno de turno.

Hasta mañana.