Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Se empiezan a perfilar candidaturas para las elecciones departamentales montevideanas del año que viene en el Frente Amplio (FA) y la Coalición Republicana. Serán las octavas desde que el frenteamplismo las ganó por primera vez con Tabaré Vázquez en 1989, e inició un largo ciclo de predominio ininterrumpido, con altibajos pero siempre cómodamente por delante de sus adversarios. Van a ser 36 años, y en principio parece muy probable que se agreguen cinco más. Se trata sin duda de una gran demostración de fuerza, pero ha traído consigo algunas debilidades poco discutidas.

La Intendencia de Montevideo (IM) fue considerada durante muchos años una “tumba de los cracks”, que ponía fin, o por lo menos techo, a las trayectorias políticas. Basta con señalar que Mariano Arana fue, en 2005, el primer y hasta hoy único intendente montevideano que logró la reelección, y que Tabaré Vázquez fue el primero y hasta hoy único frenteamplista que llegó desde ese cargo a la presidencia de la República, aunque le llevó una década recorrer el trayecto.

De todos modos, el fenómeno previamente inédito de Vázquez hizo que el FA mirara de otro modo a la IM, que pasó a ser una potencial plataforma de ascenso político. En la última década, Daniel Martínez primero y Carolina Cosse después dejaron el gobierno departamental para procurar el nacional, sin alcanzarlo. Antes, se puede plantear que en el FA hubo sectores y dirigentes interesados en que la IM tuviera a su frente personas que no fueran “presidenciables”, para evitar que se repitiera la trayectoria de Vázquez, y esto fue particularmente claro cuando se bloqueó la postulación de Martínez en el 2000.

En todo caso, el FA, confiado desde hace décadas en que no va a perder Montevideo, ha politizado en extremo las postulaciones a la IM en desmedro de la elaboración de un programa departamental dentro de esa fuerza política. Además, como las candidaturas surgen después del registro de relaciones de fuerzas en las elecciones nacionales, las personas que compiten tienen pocos meses para formar equipos y desarrollar propuestas.

En las sucesivas gestiones no faltaron obras, programas y reestructuras internas, con variaciones de la orientación en varias áreas básicas, grandes logros y también insuficiencias. Lo que pasa es que desde hace tiempo esto no surge de una planificación desde el FA, sino en gran medida desde la propia IM, a partir de los distintos equipos de gobierno que se suceden en ella, muy a menudo integrados más en función del vaivén de alianzas y equilibrios sectoriales que con el criterio de buscar a las mejores personas. Con frecuencia ha importado más quiénes gobiernan que para qué lo hacen.

Las evaluaciones de la gestión frenteamplista también se han politizado en extremo. Período tras período, la oposición departamental afirma cada día que Montevideo es una enorme catástrofe, y el oficialismo defiende la gestión, en buena medida, porque es suya, sin entrar en un debate programático profundo. Hay poca observación de los procesos con perspectivas independientes. La situación puede cambiar si el FA se propone superar sus debilidades, y también si un día estas lo llevan a perder.

Hasta mañana.