Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
José Batlle y Ordóñez tuvo varios éxitos duraderos en lo que hoy algunos llamarían su “batalla cultural” por la laicidad del Estado, pero no logró que se arraigara en Uruguay la denominación oficial del 25 de diciembre como Día de la Familia. Cabe acotar que tampoco predomina la asociación católica de este día con el nacimiento de Jesús, y que para muchísima gente Navidad significa cenas, arbolitos adornados, regalos y una imagen publicitaria popularizada por la empresa Coca-Cola desde comienzos del siglo pasado.
En todo caso, esta columna no puede transmitir hoy, lamentablemente, un mensaje de esperanza con “espíritu navideño”, porque ayer la Comisión Permanente de Derechos Humanos y Género del Senado recibió a autoridades del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) para tratar problemas sórdidos.
En los últimos meses, informes del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Institución Nacional de Derechos Humanos, así como investigaciones periodísticas de la plataforma openDemocracy, señalaron graves situaciones en el sistema de protección adolescente del INAU, entre ellas las vinculadas con el departamento de Rivera, donde salió parcialmente a la luz una trama de explotación sexual de muchachitas a cargo de esa institución tras la muerte de una de ellas, que tenía 16 años y estaba embarazada de 32 semanas, probablemente a raíz de “salidas no acordadas”.
Aquel escándalo estalló a comienzos de julio, dos meses después del fallecimiento de la adolescente tras una cesárea realizada en Salto. El país estaba en plena campaña electoral y el presidente del directorio del INAU, Guillermo Fossati, trató de minimizar las responsabilidades políticas alegando que ella “mostraba indiferencia” ante los peligros a los que se exponía y ventilando aspectos de su vida personal.
Ya pasadas las elecciones, Fossati reconoció en el Parlamento que el INAU tiene “asignaturas pendientes fuertes en prevención primaria” y pone “parches” sin atender “el problema estructural”. Sin embargo, reincidió en la práctica de acusar a otras personas para defenderse: arguyó que la crisis es “histórica” y se debe a deficiencias de gobiernos anteriores, porque “los adolescentes de hoy que están presentando todas estas realidades eran los niños de tiempo atrás”.
Durante la campaña electoral, desde todos los partidos hubo promesas de atender en forma prioritaria situaciones de vulnerabilidad infantil, e incluso un compromiso formal firmado por los dos candidatos a la presidencia que compitieron en el balotaje, pero no se trata sólo de diseñar nuevas políticas. Las normas actuales están llenas de disposiciones que no se cumplen debido a la carencia de recursos indispensables, a que la precariedad es un caldo de cultivo para la negligencia, el embrutecimiento y las prácticas criminales, y a que los organismos estatales responsables suelen ser el último orejón del tarro para el sistema partidario.
La Navidad cristiana evoca el nacimiento de un niño en situación de pobreza, parido en un establo pero con la protección de sus padres. Más de 20 siglos después, la situación de la infancia uruguaya nominalmente protegida por el Estado es peor.