Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
El breve incidente de los últimos días entre los presidentes Donald Trump y Gustavo Petro merece una reflexión. El mandato del estadounidense recién comienza, los daños que puede hacer son innumerables y es necesario, en nuestra región y en el resto del mundo, un aprendizaje para gestionar la situación del modo más inteligente y eficaz que sea posible.
Trump asumió la semana pasada con una larga lista de propósitos. Es probable que, tal como sucedió en su primer período de gobierno, varios de sus proclamados planes carezcan de viabilidad y que no tenga realmente intenciones de cumplir varios otros. Pero habrá también, como en su anterior mandato, muchas iniciativas peligrosas que anunció y llevará adelante, esta vez con mayor control de los organismos de gobierno correspondientes, y muchas otras que surgirán sobre la marcha. Es un problema en escala planetaria, que corresponde afrontar en forma planificada y coordinada.
Uno de los primeros gestos de Trump fue comenzar con la deportación de inmigrantes indocumentados, a quienes llama “extranjeros criminales”. Según ha dicho, va a expulsar a millones; por ahora, algunos cientos de personas han sido enviadas a sus países de origen, en aviones y esposadas de pies y manos. Entre los destinos de los vuelos hubo varios países de América Latina, cuyos poderes ejecutivos reaccionaron de distintas maneras.
Uno de los aviones llegó al aeropuerto internacional de Manaos, al norte de Brasil. Las condiciones humillantes en que estaban las personas deportadas motivaron una protesta diplomática, pero antes que nada las autoridades brasileñas se ocuparon de proteger y recibir a sus connacionales. En México, la presidenta Claudia Sheinbaum rechazó un vuelo porque en él venían personas venezolanas y haitianas.
En Colombia, Petro le negó autorización al aterrizaje de dos aviones por las condiciones vejatorias del traslado, y se apresuró a expresar su posición en redes sociales, con duras críticas a Trump en el terreno que este prefiere. El presidente de Estados Unidos respondió por la misma vía con rapidez, anunciando que duplicaría los aranceles a productos colombianos, llevándolos a 25%. Petro replicó que Colombia aplicaría la misma tasa a los productos estadounidenses, pero pronto decidió dar marcha atrás y aceptó las condiciones de deportación que antes había rechazado. Trump ganó el primer round apenas con un amague de puñetazo.
En Honduras, la presidenta Xiomara Castro también criticó a Trump y amenazó con cerrar una base militar estadounidense establecida en su país si continuaban las expulsiones de personas hondureñas, pero también resolvió convocar a una reunión urgente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), cuya presidencia ocupa, para tratar el asunto. Esto último es, sin duda, mucho mejor que un conjunto de reacciones aisladas entre sí.
Es probable que haya posiciones diversas en esa cumbre, pero parece obvio que quienes están dispuestos a resistir esta atropellada de Trump y las que vendrán deben buscar acuerdos, articular sus acciones y procurar apoyos en el resto del mundo. Si no hacen política en gran escala, pueden ser presas fáciles.
Hasta mañana.