Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Es muy interesante la forma en que el nuevo gobierno nacional está modulando su discurso acerca de la situación económica que recibió.

En general, todo el oficialismo señala dos hechos básicos: el estado de las cuentas públicas, con niveles de gasto y de endeudamiento mayores que los de 2019, le deja poco margen; y el crecimiento de la economía en los últimos cinco años estuvo lejos de lo deseable. En la tradición histórica uruguaya, este tipo de datos ha sido acompañado con frecuencia por lamentos y acusaciones, pero el ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone, opta por subrayar que la situación es “frágil” pero “manejable” y en especial que, aunque todavía no cuenta con información completa sobre las deudas asumidas en el período pasado y pendientes de pago, “no está en los planes del gobierno” aumentar la carga impositiva, pero se propone encontrar el modo de cumplir con el programa frenteamplista.

Hay oficialistas que se acercan más al terreno de las quejas sobre una “herencia maldita”, pero lo novedoso es la actitud de Oddone, que contrasta con lo habitual y, particularmente, con el relato del anterior equipo económico, empeñado desde el comienzo hasta el final de su gestión en culpar a los gobiernos frenteamplistas de gran parte de sus problemas. Es probable que esto sea parte de una orientación estratégica.

El nuevo gobierno tiene por delante un período de cambios internacionales turbulentos, con aumento del proteccionismo, descenso en los precios de productos que nuestro país exporta, encarecimiento del crédito y, por lo menos a mediano plazo, cambios de las normas mundiales sobre beneficios a la inversión extranjera que pueden afectar en forma considerable a Uruguay. Por lo tanto, es muy relevante salvaguardar el valor de la estabilidad macroeconómica y la confiabilidad técnica de las autoridades.

Por otra parte, la nueva composición del Parlamento y el estilo político del presidente Yamandú Orsi implican la búsqueda de acuerdos para hacerles frente a varios problemas de gran magnitud que probablemente incluirán, en el corto plazo, la asistencia a instituciones como el Casmu y la Caja de Profesionales Universitarios. Con esta perspectiva, no parece muy atinado lanzar una ofensiva contra el oficialismo anterior.

Además, no se buscarán solamente acuerdos entre partidos, sino también con organizaciones sociales, y entre ellas no sólo a las que tienen posiciones afines con las del Frente Amplio, sino también a sectores empresariales nacionales y extranjeros. Entre otras cosas, es previsible que los cambios a los que aspira este gobierno en el sistema de protección social, su disposición a mejorar los salarios y su intención de generar “espacio fiscal” para costear nuevas políticas causen resistencias, y será preciso hilar fino para recortar algunos beneficios que le dan poco rendimiento al país, contrapesándolos con medidas de estímulo al crecimiento económico mejor focalizadas.

Todo esto exige evitar la instalación prematura de desconfianzas y antagonismos que impidan el diálogo y acoten aún más el margen de maniobra. Es verosímil que Oddone, y por encima de él Orsi, lo estén teniendo muy en cuenta.

Hasta mañana.