La murga Cayó la Cabra estuvo en el foco de las discusiones en noviembre de 2021, tras dar la prueba de admisión para el Concurso Oficial de Carnaval 2022, por una cuarteta que hablaba sobre la muerte del exministro del Interior Jorge Larrañaga.
El texto decía, en concordancia con el tema del espectáculo “En una”: “‘Hay orden de no aflojar’ fue la promesa de Larrañaga. Y hasta último minuto, parece, fuerte la militaba. Aún no se sabe mucho de su partida inoportuna, lo que todo el mundo sabe es que estaba en una”.
Maira Sepúlveda, integrante de Cayó la Cabra, dijo a la diaria que decidieron abordar el tema porque “la murga viene a decir lo que los medios no dicen, muchas veces toma vox populi, rumores y mitos que se generan en el ámbito social y los pone al servicio del espectáculo. Entonces el nuestro se prestaba justamente para eso, para decir que ‘estaba en una’. Después cada persona hace una interpretación diferente”.
La familia de Larrañaga, políticos y figuras del ambiente del carnaval se pronunciaron en contra de la cuarteta. Jorge Larrañaga Vidal, hijo del exministro, tuiteó tras conocer el contenido original del texto: “Si @cayolacabra está tan interesado en saber cómo murió mi padre, me puede llamar y le saco las dudas. Es triste que se intente hacer humor con un hecho tan doloroso. Los invito a reflexionar y pedir disculpas. Nuestra familia las va a recibir con gusto”.
Sobre esta repercusión Sepúlveda aseguró que “para nosotros es como que nos estamos riendo de una situación que no estamos viendo, no de que el tipo se murió, pero entendemos que una persona que vea el carnaval fuera de contexto piense eso”.
El tema generó diversas discusiones, que la murguista “celebra”, aunque afirma que el conjunto recibió mucha violencia, lo que les hizo pensar que quizás podría pasar algo más, “porque hay gente que es muy fanática y que realmente vive la muerte y la reputación de la gente una vez muerta como algo muy fuerte”.
La crítica sirvió también para “ver cómo personas que nunca vieron carnaval decodifican el lenguaje propio que tiene, donde determinados chistes son legitimados. Si estás metido en el espectáculo y en lo que el grupo te propone, es imposible que no lo entiendas. Nos dimos cuenta claramente de que era gente que no había visto carnaval y que no manejaba ese código [la que se ofendía]. De todas maneras, eso lo tomamos y lo resignificamos a lo largo del espectáculo”, dijo Sepúlveda.
A la primera rueda en el Teatro de Verano la murga llegó con el contenido reconfigurado. “Nos parecía que no podíamos sacar la cuarteta y no hacer nada con eso, porque en realidad todo lo que generó fue un montón. Estuvimos semanas saliendo en diarios, en medios, sin haber dado una sola nota; lo único que levantaban era la cuarteta y lo que alguien pensaba que habíamos dicho. Nosotros no quisimos armar más polémica e ir a programas, la murga habla arriba del escenario”, explicó la integrante de la murga.
La cuarteta del salpicón quedó así:
–“Hay orden de no aflojar” fue la promesa de Larrañaga.
–¡No no no!
–Hay orden de no aflojar fue la promesa de Larrañaga…
–¡No no no!
El tema vuelve a aparecer en el cuplé sobre las constelaciones familiares, en el que cada voz presenta un problema que necesita resolver. El chiste dio paso a una reflexión, siempre cargada de la comicidad y la picardía características de la murga, sobre los límites del humor y la relación entre política y carnaval:
–Soy Cayó la Cabra y tengo un tema, mucho no me importa tu problema, tuve un desacierto, me reí de un muerto y han pedido censura.
–Ya pasó con Tenfield, no tiene suerte alguna esta murga cabruna, murga quiso hacer chiste, murga no sabía que alguien se iba a ofender, murga está arrepentida, aunque murga tal vez lo volvería a hacer. Era sólo un chiste, chiste, chiste, sólo un chiste.
–Buenas, me presento, soy el chiste.
–No fue un chiste feliz.
–Es muy cierto, soy un chiste triste, me reprodujeron fuera de contexto y se ofendió El País.
–Yo soy El País que te repudia, fue muy ofensivo lo de Puglia, qué politizada y siempre tan sesgada, eso no es carnaval.
–Soy el carnaval y me presento, El País me chupa bien…
–Un límite, un límite.
–No tiene límites el humor.
–Tiene sí.
–No tiene, si no mostrame dónde está.
–Yo soy el límite del humor.
–¿Y dónde estás?
–Acá.
Decidieron transformar el texto porque, dijo Sepúlveda, “sabíamos que no lo podíamos cantar igual, y no queríamos, porque ya no iba a tener ni siquiera la misma gracia, se habló tanto del tema que perdía un poco como su idea inicial. Estábamos hablando sobre el chiste cuando la idea era hablar sobre la situación, o sea, estábamos como reexplicando el chiste todo el tiempo. Es retriste explicar un chiste”.
El proceso para transformar el texto “fue bastante caótico”. La murga tuvo reuniones grupales en las que cada quien expresó su sentir con respecto al tema; “había de todo, porque en realidad somos un montón de personas y todas tenemos un sentido del humor y límites del humor distintos”.
También se generaron discusiones sobre el tabú que hay sobre la muerte, qué cosas se pueden decir y qué cosas no. “La realidad es que a nadie le había llamado la atención hasta que llegó ese momento”, se sinceró Sepúlveda. “Sabíamos que era ir un paso más, porque la persona que se sintió ofendida por lo otro se puede sentir ofendida también por esto. De alguna manera es jugar con eso, porque lo que nos pareció interesante fue la discusión, ver qué ofende a cada uno”.
Larrañaga Vidal dio una entrevista en el programa Algo contigo este lunes en la que afirmó: “Yo no pedí censura, pero podría haber existido una reflexión, una procesión interna de la gente para pedir una disculpa, es lo que corresponde, sobre todo cuando la burla alcanza el nivel más bajo que puede existir, que es sobre el fallecimiento de una persona hace pocos meses, donde todavía el dolor está muy fresco. No hubo nadie que llamara por lo menos a conversar”.
Consultada sobre la respuesta inmediata de la clase política a algunos relatos del carnaval, la murguista aseguró que “no está pasando sólo en el carnaval, pasó en la educación, en los sindicatos. Hay una forma de gobernar de derecha neoliberal que quiere tener control sobre todo lo que se dice y cómo se dice. Es bastante grave la situación. Tiene que ver con la imposibilidad de recibir determinadas críticas, con asociarlas directamente a que estás colaborando a desestabilizar una forma de gobernar. Y te quieren hacer sentir culpable. Es una forma de hacer y gobernar que tiene que ver con la censura, con la imposibilidad de diálogo, y no es patrimonio de este gobierno, es algo histórico. Las murgas tenemos que saber que no es algo personal y ellos tienen que entender que no vamos a ceder en eso”.
Además, en opinión de Sepúlveda, “la gente de derecha encontró como un campo fértil para empezar a instalar rumores, como que las murgas nunca critican a la izquierda, y eso es fácilmente rebatible. Hay pocas murgas, creo, que se identifican con un partido político. Sí nos identificamos mucho más con la izquierda, porque la izquierda tiene una sensibilidad social que tiene que ver con la forma en la que nosotros vemos el mundo, con democratizar la cultura, con poder llegar con nuestros espectáculos a todos los barrios y trascender las clases sociales. Pero siempre la puerta está abierta para que la derecha pueda sacar productos artísticos que la representen. Eligen que no suceda”.
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