Pocos nidos de aves deben de haber en el mundo más fáciles de reconocer que los de los horneros (Furnarius rufus). Construidos en barro y con apariencia de horno –de allí parte su nombre científico– los nidos de estos pájaros han cautivado la atención de los humanos de Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia y Paraguay, pero pese a ello, aún no sabemos bien por qué los construyen de esa manera, de qué forma deciden sus constructores hacia dónde se orientará la abertura e incluso por qué algunos nidos tienen su entrada volcada a la izquierda del nido y otros a la derecha. En un intento por entender un poco más sobre el tema, los investigadores argentinos Lucía Mentesana y Nicolás Adreani crearon Hornero, “un proyecto de ciencia ciudadana en el que los ciudadanos recolectamos observaciones de nidos de horneros para conocer más sobre el comportamiento de un ave típica del sur de Sudamérica”.

Miles más que dos

El objetivo de Hornero es claro y así lo explican en su página web (nidohorneros.com.ar): “Saber más sobre el comportamiento de construcción del nido y su estructura”. En particular les interesa estudiar la asimetría a la hora de construir el nido: “Si miramos un nido de frente, observamos que algunos tienen la abertura a la derecha, mientras que en otros está a la izquierda. Queremos estudiar si esta lateralización está influenciada o no por factores ambientales, como la temperatura, el viento o la lluvia”. Pero más allá de ese objetivo científico, ya de por sí extremadamente válido, el proyecto se plantea un objetivo social: “Acercar a las personas (independientemente de su formación) a la naturaleza e incentivarlas a ser parte de un proceso de construcción de conocimiento científico colectivo”.

Es que por muchos años la ciencia fue una actividad propia de los científicos en la que, tristemente, el celo por los datos obtenidos estaba en contradicción con su característica de construcción colectiva. Parte de una apertura y una nueva forma de hacer ciencia –la ciencia ciudadana– implica no sólo reconocer que los datos son patrimonio de todos y todas, sino que además se pueden obtener más y mejores datos si se involucra a la gente, ya sea porque debido a su despliegue en el territorio les permite un contacto más estrecho con los fenómenos a observar o porque el interés de muchos es más provechoso que el de unos pocos. Partiendo de esta forma de involucrar a todos en la generación del conocimiento científico, Mentesana y Adreani decidieron que, dado que el nido de hornero es fácil de reconocer tanto por niños como por ancianos, por amantes de la naturaleza como por fanáticos de las grandes urbes, había miles de miles de potenciales observadores que les permitieran hacer mejor ciencia sobre la lateralización de los nidos. Para ello lanzaron una aplicación sencilla –desarrollada por Tomás Córdoba–, que puede descargarse en los teléfonos con sistema operativo Android y que permitirá que cualquier persona que esté en cualquiera de los países en los que habita el hornero pueda ser un científico de campo. Dado que tanto la hembra como el macho horneros construyen el nido trabajando a la par, Hornero nace también como un proyecto de construcción colectiva.

Dos pensando en volver

No deja de ser curioso que los responsables del proyecto, Lucía y Nicolás, vivan en este momento en un país en el que no hay nidos de horneros. Mientras cursan sus doctorados en Alemania, los dos se muestran felices de hablar de su proyecto de ciencia ciudadana y explican que, en realidad, es justamente estar en Europa y lejos de casa lo que más fuerza les dio para emprender esta aventura: “La motivación subyacente es, básicamente, el exilio”, dice adreani sonriendo en el Skype, y agrega: “Nuestra intención siempre es volver, y para poder hacerlo de alguna forma hay que tener redes activas a nivel local, por lo que todos los años tratamos de armar un proyecto que nos ancle a Argentina, Uruguay o un lugar al que podamos volver en un futuro cercano”. Cabe aclarar que ni el doctorado de Mentesana ni el de Adreani tienen nada que ver con nuestras aves: “Esto surgió de la curiosidad y las ganas de trabajar con el hornero. Hace dos años estuvimos en Uruguay, en el INIA [Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria] Las Brujas, estudiando fisiología del comportamiento del hornero en un proyecto que para notros también tenía bastante de hobby. Nos gustó la experiencia y nos dijimos que teníamos que seguir con estas investigaciones porque valían la pena”, acota Mentesana, que cuenta que para poder concretarlo se presentaron a una pequeña beca –“para poder pagarle al programador”– y no escatimaron en esfuerzos personales –“todo lo que hacemos lo concentramos en las horas que nos quedan luego de nuestros trabajos o en los fines de semana”–.

Lucía Mentesana

Lucía Mentesana

Sobre por qué estudiar la ubicación de la entrada de los nidos, Adreani afirma: “El tema de la asimetría surgió a partir de una charla de una colega nuestra que trabaja sobre asimetría morfológica en peces. Tras escucharla, se nos prendió la lamparita y pensamos que los nidos de horneros no son simétricos: si les hacés un corte transversal ves como un espiral, que en algunos casos va en sentido horario pero en otros en sentido antihorario. Supimos entonces que había algo para investigar, porque evidentemente hay muchas cosas que no sabemos”. Si bien hay cosas que no sabemos, el investigador señala que estas aves presentan algunas particularidades que las hacen especiales: “Los horneros no sólo dividen la tarea de construcción de forma paritaria, sino que todo lo que sigue después –la incubación y la alimentación– también lo hacen con un equilibrio casi perfecto entre los sexos. Eso no es común en las aves. La parejas de hornero forman un equipo muy sinérgico en el proceso de reproducción”. Si Alfredo Zitarrosa hubiera sabido esto, seguro se las habría ingeniado para incluirlo en alguna de las memorables estrofas de “Canción de los horneros” de Yupanqui, en la que la felicidad de estas aves le recuerda al cantor lo que ha perdido.

¿Cómo ser un científico de campo?

– Bajar la aplicación Hornero en Google Play (en breve también para iOS).
– Cuando encuentres un nido, te llevará pocos minutos seguir los pasos de la aplicación para indicar datos como orientación, altura, ubicación de la entrada, etcétera.
– Para tomar los datos de los nidos no es necesario tener internet ni línea (sólo será necesaria internet para enviar luego los datos).
– Un mismo usuario puede colectar datos en cualquier departamento o país.

¿Horneros zurdos y diestros?

Pese a que sabemos de ese trabajo codo a codo entre la pareja de horneros, es más lo que no sabemos. “La orientación de los nidos y la asimetría siguen siendo una incógnita”, dice Mentesana, que agrega: “Respecto de la orientación, la mayoría de lo que hay son mitos populares, y eso es interesantísimo, porque parecería que cada ciudad tiene su concepción particular. La gente de Mendoza nos dice que allí todos apuntan hacia el norte, mientras que en lugares donde hay viento nos dicen que siempre apuntan al sur. Se ve que hay cierta relación entre el clima y la orientación, que juega un rol, pero no sabemos cuál es. El único estudio que se hizo hasta ahora sobre este tema, que salió hace poquito, se hizo en Jujuy y los autores no encontraron una relación fuerte en el sentido de orientación del nido”. Los datos que suministren los usuarios mediante la app, indicando hacia qué punto cardinal apuntan los nidos, seguramente sean el mayor relevamiento realizado hasta ahora y podría permitir establecer asociaciones más robustas entre factores como el viento, el clima, la altitud y la orientación.

En cuanto a la asimetría –es decir, si la abertura del nido está más hacia la izquierda o más hacia la derecha–, los investigadores se hacen varias preguntas. Dado que ambos miembros del casal construyen el nido a la par, Adreani señala que les intriga saber “si la pareja contribuye en esta asimetría, si es uno solo el que la determina o si los dos tienen que estar de acuerdo”. Como buen científico, confiesa que les “cuesta un poco pensar que haya algún valor adaptativo en que la abertura se haga de un lado o del otro”. Ha pensado sobre el asunto de la asimetría y los escenarios son tres: “El primero es que la asimetría se dé al azar, que ninguno de los miembros de la pareja la defina, y que simplemente ocurra. Otro escenario posible es que haya algo durante el proceso de construcción que implique que la pareja tenga que ponerse de acuerdo en la construcción; o que uno de los dos tenga predisposición hacia un lado –como la lateralización en los humanos, por la que son zurdos o diestros– y entonces ese es el que define el lado y el otro lo sigue. La tercera opción es que haya algún factor ambiental, o algo que no estamos pudiendo captar a nivel del ambiente y del contexto, que defina la asimetría”. Los dos sostienen que el tercer escenario “es el menos probable”.

Su sospecha se centra en la segunda hipótesis, que para ellos se divide en dos: “En una hay un aprendizaje involucrado, y en el otro hay un componente netamente genético: individuos con predisposición genéticamente hacia la izquierda o hacia la derecha”. En la ciencia las hipótesis deben ponerse a prueba, y Mentesana y Adreani pensaron al respecto: “Si este fuera el caso, en poblaciones que aparecieron a partir de pocos fundadores, uno esperaría encontrar un desbalance muy grande entre izquierda y derecha, y en poblaciones mucho más grandes, con mayor variabilidad genética, una proporción mucho más parecida al 50 y 50”.

Construir compartiendo

Hasta el momento, los usuarios de la aplicación han reportado más de 2.000 nidos –el registro #2.000 es de Los Titanes, Canelones– en que pautaron su orientación, lateralización de la apertura, coordenadas geográficas y hasta una fotografía. Es un número muy importante de observaciones, muy superior a las que podría recabar en el mismo tiempo un equipo de campo “tradicional”. Sin embargo, son cautos a la hora de adelantar tendencias o conclusiones son cautos: “Elegimos activamente no empezar a mirar eso para no generar ningún tipo de sesgo inconsciente”, adelanta Mentesana, que dice que el año que viene piensan venir a recabar datos, “y siempre es bueno ser neutral respecto de las hipótesis”. El análisis de la información recabada por la aplicación lo dejarán para el final, y por el momento están atentos a la cantidad de gente que participa y a aspectos de distribución geográfica y de demografía.

Nicolás Adreani

Nicolás Adreani

Pero como la intención de los investigadores no es usar a la gente sino generar conocimiento colectivo, cuando tengan datos analizados, sus colaboradores serán los primeros en conocerlos. “Vamos a ir reportando los resultados en las redes sociales y la página web, porque para hacerlo mediante la app requeriríamos más horas de programación y eso implica un dinero que no tenemos” afirma Lucía. Nicolás agrega: “Cuando termine la etapa de colecta de datos, en setiembre del año que viene, las figuras y la información serán compartidas antes en las redes sociales que en el paper que podamos llegar a publicar”. Prometen que comunicarán los resultados “de una forma en que no haga falta un background académico para que se entienda”, y uno no puede dejar de esperar a que llegue ese momento que evidenciará que, también en la ciencia, juntos y juntas somos más.

Contacto Hornero

Si querés saber más para participar en este gran proyecto de ciencia ciudadana, tenés varias vías:

Web: nidohorneros.com.ar (se puede ver un mapa con todos los nidos reportados hasta el momento)
Facebook: nidohorneros
Twitter: nidohorneros
Instagram: nidohorneros

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