En nuestro país hacer investigación científica involucrando a más de dos instituciones es poco frecuente. La sola formación del consorcio Grupo de Trabajo Interinstitucional de Leptospirosis, que nucleó a investigadores del Institut Pasteur de Montevideo, del laboratorio Miguel C. Rubino de la División de Laboratorios Veterinarios (Dilave) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), del Instituto de Higiene de la Facultad de Medicina y del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA) para trabajar el tema leptospirosis en Uruguay ya sería una noticia de por sí. Si a ello se le suma la participación, Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) mediante, de tres laboratorios (Microsules, Virbac-Santa Elena y Prondil-Merck Animal Health), el panorama es aun más extraordinario. Sin embargo, lo verdaderamente llamativo es que este esfuerzo de más de 20 investigadores permitió caracterizar, por primera vez en un país agropecuario, las cepas de la bacteria Leptospira que circulan naturalmente en el ganado vacuno.

¿Por qué estudiar las leptospiras?

El trabajo de nuestros investigadores, publicado en una revista internacional dedicada específicamente a las enfermedades olvidadas o desatendidas, es relevante ya que estas bacterias, que infectan a un amplio rango de animales silvestre y domésticos, entre los que en un país como el nuestro se destaca el ganado, pueden causar la enfermedad transmisible de animales a humanos más extendida del mundo: la leptospirosis. La enfermedad en el ganado es doblemente indeseable: por un lado afecta la reproducción porque causa abortos, entre otras cosas, lo que provoca pérdidas económicas a los productores, mientras que por otro, en un país como el nuestro, en el que hay cuatro vacas por cada habitante, en el campo el ganado constituye un reservorio muy importante de las bacterias patógenas (rol que en la ciudad recae en las ratas). La transmisión de animales a humanos puede darse por contacto directo con la orina de los animales infectados o por medio de la exposición indirecta en ambientes infectados, como suelos o agua contaminados, por lo que afecta en particular, como dicen los investigadores en su trabajo, a “veterinarios, personal de mataderos, peones rurales, cazadores e incluso científicos que manejan animales de laboratorio o durante el trabajo de campo”.

Los autores del artículo señalan que, pese al marcado perfil ganadero de nuestro país, “no sabemos qué especies de Leptospira y qué serovariantes circulan entre el ganado uruguayo”. Según estimaciones aportadas por el equipo del Instituto de Higiene, la leptospirosis afecta a 15 de cada 100.000 uruguayos al año, “pero los datos precisos no están determinados debido al subreporte de casos”. Conocer qué cepas de Leptospira, qué especies y qué serotipos circulan en el país, es de vital relevancia: los métodos de diagnóstico utilizados y las efectividad de la vacunación dependen justamente del serotipo de cada cepa.

Tras realizar el análisis de sangre y orina de 963 ejemplares vacunos de 48 establecimientos de ganado lechero y de carne, y hacer un examen de orina extraída en pinchazos en la vesícula y riñón de 577 animales de 22 mataderos, los investigadores procedieron a aislar las distintas cepas –superando grandes desafíos–. En el trabajo publicado en setiembre de este año, los científicos comunican que lograron aislar 40 cepas de Leptospira patógenas que pertenecen a tres especies distintas (Leptospira interrogans, Leptospira noguchii y Leptospira borgpetersenii) de hasta 13 serotipos. Sin embargo, Alejandro Buschiazzo, del Laboratorio de Microbiologıía Molecular y Estructural del Institut Pasteur y coordinador del proyecto multicéntrico, me confiesa que han seguido trabajando y que hoy las cepas aisladas en nuestro ganado son 61. En el trabajo concluyen que la especie más encontrada fue L. interrogans, con la serovariable Kennewicki(serogrupo Pomona) y Canicola (serogrupo Canicola), demostrando a su vez que “ambos serotipos de L. interrogans también han sido aisladas en pacientes humanos con leptospirosis en el país”. En el artículo además señalan que no escapó a su atención que “gran parte de las seroviariantes que reportamos no están incluidas en las vacunas que actualmente producen las compañías y están disponibles para los productores ganaderos de Sudamérica”.

Superando escollos

Además del desafío organizacional, los investigadores enfrentaron dificultades para cultivar muchas cepas de las bacterias que encontraron. Su éxito no pasará desapercibido, y así lo explica Buschiazzo: “En la jerga las Leptospira son unas bacterias que llamamos ‘fastidiosas’, porque es difícil hacerlas crecer, son muy lentas y quisquillosas en cuanto a sus requerimientos nutricionales. Haber logrado hacer crecer algunas cepas delicadas es un aporte en la región, porque casi no había aislamientos. Los colegas argentinos, chilenos y brasileños nos están llamando para que les pasemos las técnicas que nos permitieron hacerlas crecer”.

Determinar los serotipos de las cepas que hay en nuestro país es de vital relevancia: “Los laboratorios que se encargan del diagnóstico oficial en nuestro país pertenecen a la División de Laboratorios Veterinarios, que recibe todos los casos en los que los productores o veterinarios sospechan que tienen leptospirosis. El único método que hay hasta ahora es un método serológico que se basa en aglutinar las bacterias vivas de un panel de referencia”, explica Buschiazzo. Para ello, toman la muestra de sangre del animal sospechoso, el suero se se mezcla con las distintas bacterias de los diferentes serotipos de referencia y si tiene anticuerpos las aglutina y por tanto se considera un caso positivo. “El resultado depende de qué cepas y especies tenga el panel de referencia. En nuestro país se utilizaba un panel con nueve serotipos, por lo que podían no detectar aquellas variantes que no sabíamos que estaban circulando”, relata Buschiazzo, que adelanta que tras el trabajo, ese panel se amplió, “lo que podrá mejorar la sensibilidad diagnóstica”.

Para vacunarte mejor

Dada la gran cantidad de cepas encontradas, es interesante saber contra cuáles protegen las vacunas que se aplican en el país. Como vimos, para ello es determinante conocer el serotipo: “De las 61 cepas cepas aisladas de tres especies, al día de hoy, hemos identificado entre ocho y 13 serotipos distintos, porque hay cinco que no aglutinan con ningún anticuerpo específico conocido y aún nos queda parte del trabajo para poder decir con certeza si son cinco serotipos nuevos o no. De ese grupo de entre ocho y 13 serotipos detectados, sólo dos están presentes en las vacunas que se comercializan en el país (Canicola y Hardjo). No es que los otros seis u 11 serotipos que encontramos sean nuevos en el mundo, pero no están en las vacunas”.

Esta necesidad de determinar la variantes que circulan en el medio es lo que recomiendan los organismos internacionales. “La Organización Internacional de Epizootias recomienda claramente que para la leptospirosis hay que usar vacunas formuladas con las cepas que circulan en un país o una región dada”, especifica Buschiazzo, y agrega: “Si bien es lo más obvio, eso implica investigación y desarrollo en cada país y en cada región, y eso no siempre se da. En ese contexto, los laboratorios afirman que es mejor aplicar una vacuna que no aplicar nada. Sin embargo, hoy, que tenemos esta información, el vínculo con los laboratorios debe ser trabajado para demostrar, y dado el caso, convencer a todos los actores sobre la necesidad de reformular las vacunas”.

Dado el tamaño de Uruguay, le pregunto si habrá que esperar que se repliquen estudios como el realizado en Uruguay en los demás países de la región, como Argentina o Brasil, para tener algo así como una ecozona ganadera de donde circulan estas cepas, y por tanto un mercado grande que justifique la reformulación. “Lo hemos conversado con los laboratorios y sin dudas ese es un elemento a explorar. Cambiar las vacunas, reformular las cepas, requiere una inversión” contesta Buschiazzo. Pero además de ese factor epidemiológico y de mercado, que dice que ya está parcialmente evacuado porque “hay reportes individuales en Brasil y Argentina, que muestran la presencia del mismo tipo de cepas que las aisladas en nuestro país”, el coordinador de este enorme trabajo colectivo sostiene que hay otros dos elementos a tener en cuenta.

“Otro elemento importante para demostrar la pertinencia de usar las cepas aisladas para fabricar mejores vacunas es la epidemiología, es decir, la foto de cuáles son las cepas más prevalentes y las que no. El trabajo que publicamos no pretende ser epidemiológico”, señala, al tiempo que adelanta que ya se están moviendo para que el proyecto continúe en esa dirección. “Un tercer elemento tiene que ver con la virulencia de las cepas y su capacidad protectora. No todas las cepas van a ser igual de importantes para proteger a los animales”, agrega, y cuenta que para demostrar eso hay discrepancias de modelos –ellos piensan que probar la virulencia de las cepas en hámsters, como recomiendan las agencias internacionales, es óptimo para la enfermedad humana pero no tanto para entender qué pasa en las vacas–, pero que igual van a hacerlo. “Esas serían las tres cosas: si pudiéramos tener la foto epidemiológica, asegurar que, como ya se está viendo, esto es extensible a toda la región, y que las cepas son protectoras, va a ser muy difícil negarse a reformular las vacunas si resulta necesario. No lo podemos asegurar y podemos dejar como hipótesis posible que las vacunas actuales sean perfectamente eficaces, aunque no es lo que creemos que va a ocurrir” dice Buschiazzo, razonando como un buen científico dispuesto a aceptar la evidencia contraria y a discutir con los datos sobre la mesa.

Muerto el que infecta al perro, muerta la rabia

Además de las ventajas para los productores rurales que supondría contar con vacunas que incluyan nuestras cepas –aumentando así el rendimiento reproductivo de su ganado–, la estrategia veterinaria también ayudaría a la salud humana. “No es que con tantas cepas circulando haya riesgo de tener un problema sanitario en humanos, sino que efectivamente lo tenemos”. Si bien señala que los datos exactos de la incidencia de la enfermedad aún están siendo trabajados, afirma que en nuestro país “todos los años hay muertos por leptospirosis, muchos de ellos trabajadores rurales”. Hay que aclarar que la leptospirosis puede provocar la muerte de la persona sólo si no se trata a tiempo, y Buschiazzo agrega: “De todas formas, es una enfermedad muy dura que nadie se quiere agarrar”. Para el investigador, la Leptospira es “una bacteria que se mueve muy rápido, se mete en el cuerpo y es un muy invasiva y virulenta; alcanza con que diez bacterias de un serotipo virulento de Leptospira interrogans ingresen al cuerpo para producir la enfermedad”.

Evitar su circulación en el ganado parece, entonces, una estrategia inteligente. “Una vacuna veterinaria es un arma útil, y está demostrado porque hay un modelo exitoso implementado en Nueva Zelanda que logró bajar la incidencia en leptospirosis humana sin necesidad de una vacuna humana, aplicando la vacuna veterinaria en un reservorio que sea relevante”. Buschiazzo agrega: “Si logramos demostrar la sospecha de que la leptospirosis tiene una prevalencia en vacunos cercana a 20%, lo que quiere decir que una de cada cinco vacas está excretando leptospiras en la orina, y desarrollamos una vacuna veterinaria eficaz que logre reducir esa prevalencia a 5% o 1%, vamos a reducir enormemente la incidencia en humanos”. Que investigadores, productores, Estado y laboratorios hayan avanzado un casillero en esa dirección, lejos de significar un paso pequeño para el país, es todo un gran salto para la investigación y desarrollo basados en ciencia local.

Artículo: Isolation of pathogenic Leptospira strains from naturally infected cattle in Uruguay reveals high serovar diversity, and uncovers a relevant risk for human leptospirosis.

Publicación: PLoS Neglected Tropical Diseases (2018).

Autores: L Zarantonelli, A Suanes, P Meny, F Buroni, C Nieves, X Salaberry, C Briano, N Ashfield, C Silveira, F Dutra, C Easton, M Fraga, F Giannitti, C Hamond, M Macías-Rioseco, C Menéndez, A Mortola, M Picardeau, J Quintero, C Ríos, V Rodríguez, A Romero, G Varela, R Rivero, F Schelotto, F Riet-Correa, A Buschiazzo.