Aparecieron por primera vez a la venta en Londres, en 2004. Nuestro amigo inglés va al headshop, una de esas tiendas donde se venden elementos y parafernalia para el consumo de cannabis y tabaco, y pregunta por el “incienso herbal” Spice. El vendedor le da un sobre pequeño, brillante y atractivo, decorado con un gran ojo en el medio. Nuestro amigo nota que la etiqueta dice “no apto para el consumo humano”, mira al vendedor, guiño guiño, paga y se va.

Cada paquete contiene material vegetal cortado chico, y desde el logo del paquete y el lugar donde se comercializa, es claro que fumar esa mezcla de hierbas genera un efecto psicoactivo. Poco a poco Spice alcanzó otros países; para 2008 era promocionado como un sustituto legal del cannabis y, dado que se podía comprar por internet, se hizo notorio rápidamente y aumentó su popularidad. Aunque a veces se usa el nombre de Spice de forma genérica para referirse a estas drogas, ya no es la única. Hoy existen literalmente cientos de marcas, como K2, o las sugerentes Black Mamba, Napalm, Widow Maker, Voodo Kid y hasta Scooby Snax, que en el paquete tiene la cara de Scooby Doo en pleno viaje psicodélico. Es un buen marketing y su efectividad se refleja en que hasta el día de hoy se escucha hablar de los cannabinoides sintéticos como una alternativa legal de la marihuana (en países donde sigue siendo ilegal) o como “marihuana sintética”, a pesar de que sabemos que no lo es. Pero la situación da a la confusión: hablamos de cannabinoides sintéticos, pero son plantas picadas y no son de plástico. ¿Qué es todo esto?

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Dentro de la bolsa de Spice hay de 0,5 a 3 gramos de diferentes plantas procesadas. Los vegetales presentes en cada envase varían, y algunos de ellos, como Pedicularis densiflora o Leonotis leonurus, podrían generar un efecto psicoactivo al fumarse en cierta cantidad. Pero el efecto de estas drogas no va por ahí. A pesar de que en muchos paquetes dice que sólo contiene “material natural” o que no tiene aditivos sintéticos, los cannabinoides, que son el componente activo principal de estas drogas, se fabrican en un laboratorio y luego se los rocía en espray sobre el material vegetal. De esta forma se genera la ilusión de estar consumiendo algo “natural” similar a la marihuana.

El problema es que aunque el efecto esté provocado por cannabinoides rociados sobre una planta, esto no significa para nada que sea lo mismo que la marihuana. Se los clasifica como cannabinoides porque comparten ciertas similitudes en su estructura química, y gracias a eso pueden unirse a los receptores cannabinoides de nuestro cerebro. Sin embargo, ninguno de ellos es THC. Los cannabinoides sintéticos son moléculas que no están presentes en la naturaleza. Actúan sobre los mismos receptores que el THC, pero sin la acción de los otros compuestos y cannabinoides de la planta, como el cannabidiol, que atenúa y regula algunas acciones del THC.

Acá es importante poner pausa y decir que los receptores cannabinoides de nuestro cerebro no llegaron a estar allí a través de millones de años de evolución para que algún día el Homo sapiens sapiens pudiera comer brownies especiales. Tenemos receptores cannabinoides (y no sólo en el cerebro, sino en todo el cuerpo) porque tenemos nuestras propias moléculas del tipo cannabinoide, llamadas endocannabinoides, que ayudan a controlar y cuidar cosas como la motivación, el sueño, la memoria, la presión sanguínea y el dolor, entre otras. Los cannabinoides externos, ya sean sintéticos o del cannabis, sobreestimulan estos sistemas.

Formalmente, los cannabinoides sintéticos como Spice forman parte de las llamadas nuevas sustancias psicoactivas (NSP). Las NSP, entre las que se encuentran además las catinonas sintéticas (conocidas como “sales de baño”), son sustancias que buscan causar efectos similares a los de otras drogas ilegales, pero que a diferencia de estas, no están reguladas ni controladas por las convenciones internacionales sobre drogas. En muchos casos basta con hacer un mínimo cambio en la estructura molecular de una sustancia psicoactiva: la molécula puede seguir generando un efecto y, al mismo tiempo, quedar por fuera de las sustancias controladas porque, estrictamente hablando, es otra molécula. Esto permite satisfacer la demanda con menos riesgos de meterse en problemas con la ley. Algunos cannabinoides sintéticos se prohibieron en diferentes países, pero simplemente fueron remplazados por otros. Al día de hoy se han reportado más de 240 cannabinoides sintéticos, y ellos solos constituyen 32% de todas las NSP conocidas.

Pero lo más importante de los cannabinoides sintéticos, y en lo que más se distinguen de la marihuana, es que pueden ser mucho más potentes. Y por mucho, quiero decir mucho: hasta 100 veces más potentes. Esto se debe a que, originalmente, los cannabinoides sintéticos se fabricaron para realizar investigación. Por ello se buscó que las moléculas se unieran lo mejor posible a los receptores del cerebro, y por tanto son muy eficaces. Algunos cannabinoides sintéticos, sin efectos psicoactivos, se utilizan hoy en día en la salud. Un ejemplo es la Nabilona, fármaco que se usa para controlar las náuseas y vómitos en personas que están recibiendo quimioterapia. De hecho, el nombre de los cannabinoides sintéticos presentes en el Spice se identifican con las iniciales del investigador que lo fabricó por primera vez o de la universidad a la que pertenecía: JWH-018 por John W Huffman o HU-210 por Hebrew University (universidad y grupo de Raphael Mechoulam, profesor que aisló e identificó por primera vez la molécula del tetrahidrocannabinol o THC).

La mayor potencia de los cannabinoides sintéticos, sumada a las variedades químicas que hay, hacen que el contenido de una bolsa de Spice sea una cuestión de suerte, y por lo tanto, sus efectos y las consecuencias de consumirlo, impredecibles. Por ello las NSP, y en especial los cannabinoides sintéticos, son drogas que, una vez que se las ha decidido consumir, conviene hacerlo con cuidado. Sin embargo, en la práctica suele pasar lo contrario: al promocionarse como “marihuana sintética” o “marihuana falsa” y presentarse de forma similar a la marihuana, da la sensación de que fueran drogas hermanas y se genera una baja percepción de riesgo en los consumidores. Esta noción equivocada ha llevado varias veces a algunas situaciones complicadas, incluso en consumidores de cannabis experimentados.

Foto del artículo 'No está hablando del faso: ¿qué son los cannabinoides sintéticos?'

Foto: Ramiro Alonso

En el cuerpo

Los efectos de los cannabinoides sintéticos pueden ser extraordinariamente variados, dependiendo de la cantidad de consumo, el contexto y situación personal en ese momento, y la cantidad y naturaleza de los cannabinoides sintéticos que hayan tocado. Esta variabilidad queda patente en foros como Erowid (www.erowid.org), uno de los reservorios más grandes de experiencias con drogas. Allí, las personas que consumieron la droga que sea pueden escribir y relatar su experiencia para que sirva de referencia a otras personas antes de consumir. Para los cannabinoides sintéticos, los relatos ocupan todo el espectro, desde efectos suaves y placenteros hasta largas descripciones de paranoia y ataques de pánico legendarios rematados con promesas de no volver a consumir.

Al igual que el cannabis, los cannabinoides sintéticos también activan el receptor CB1, por lo que tiene varios efectos similares, pero dada su variabilidad y potencia, también pueden presentar efectos que el cannabis no genera. Entre los efectos similares aparecen los sentimientos de relajación, las risas poco justificadas y los cambios en la percepción. También pueden aparecer los efectos no deseados más comunes del cannabis, aunque generalmente con más frecuencia e intensidad, como ansiedad, nerviosismo, paranoia y confusión. No importa qué tanta experiencia se tenga o si se es un consumidor habitual de cannabis; eso no protege de ninguna forma frente a la posibilidad de los efectos no deseados de los cannabinoides sintéticos.

Dentro de los posibles efectos adversos diferentes de los del cannabis, se encuentran pérdidas temporales de visión, arritmias y problemas cardíacos, vómitos, fallo renal agudo y convulsiones, e incluso se han descripto casos de coma y muerte. Al ser tantas y tan cambiantes las sustancias utilizadas, cuando un consumidor de cannabinoides sintéticos llega a la emergencia, el personal de salud suele no tener demasiadas pistas sobre el origen del malestar o cómo tratarlo correctamente.

Dados todos estos efectos, no sorprende a nadie que los estudios señalen que más de 90% de los consumidores de cannabinoides sintéticos prefieren los efectos de la marihuana. Pero frente a la prohibición que existe en diferentes países, muchos se acercan a los sintéticos como alternativa para no tener problemas con la ley, muchas veces ignorando que son drogas de naturaleza diferente. Otra razón por la que algunos optan por los cannabinoides sintéticos, a pesar de que tengan más riesgos asociados que el cannabis, es que no suelen detectarse en las pruebas de drogas de rutina, lo que es útil para aquellos que estén sometidos a testeos regulares.

Spice en Uruguay y reducción de riesgos

Estimar la presencia y el consumo de cannabinoides sintéticos puede ser algo complicado. No aparecen en la Encuesta Nacional de Hogares sobre el Consumo de Drogas que realiza periódicamente el Observatorio Uruguayo de Drogas (Junta Nacional de Drogas) y no hay datos de incautaciones, aunque esto último puede deberse a que muchos cannabinoides sintéticos no están en las listas de control y suelen ser declarados como otras sustancias de uso común. Además, hoy en día, aunque no son tan habituales, también se venden en otros formatos, como líquidos para vaporizar o hasta en polvo.

En 2015 la Unidad de Medio Ambiente, Drogas y Doping del Instituto Polo Tecnológico de Pando (Facultad de Química) realizó un estudio para testear la presencia de NSP en una fiesta electrónica de Montevideo. Se tomaron muestras anónimas de orina mediante el uso de un baño público acondicionado (sí, un baño científico), y mediante kits inmunológicos y cromatografía de gases acoplada a espectrometría de masas se constató la presencia de 17 cannabinoides sintéticos. Esta presencia se detectó en 11% de las muestras analizadas, lo que confirmó oficialmente la circulación de estas drogas en Uruguay. Sin embargo, el mismo estudio se repitió en noviembre del año pasado y esta vez brillaron por su ausencia. Esto no quiere decir que ya no se consuman o que hayan desaparecido por completo en dos años, pero al tener en cuenta todos los datos, podemos aventurar que el consumo de cannabinoides sintéticos no está muy extendido en nuestro país.

Es probable que la ley de control y regulación del cannabis, y su progresiva implementación, haya sido beneficiosa para minimizar y prevenir la expansión del consumo de cannabinoides sintéticos. Como se dijo antes, los consumidores prefieren el cannabis, pero recurren a los sintéticos a pesar de tener muchos más riesgos asociados, como “alternativa legal”, principalmente en países donde el cannabis es ilegal.

De todas formas, aunque sea en pequeñas dosis, siempre existe la experimentación. Consumir estas sustancias es arriesgado, porque no sabemos realmente qué se consume ni casi nada de muchas de las moléculas nuevas que se sintetizan. Esto hace imposible prever qué tanto se inclina la balanza en relación a los placeres, riesgos y daños. Pero si aun así una persona decide experimentar con cannabinoides sintéticos, siempre es útil recordar algunas recomendaciones básicas de precaución y reducción de riesgos.

Lo ideal sería analizar qué es lo que vamos a consumir. Estos productos no tienen ningún tipo de control de calidad, y conocer la composición permite tener una mejor idea del efecto que vamos a experimentar, así como saber si es una sustancia tóxica o dañina. El análisis de sustancias para consumidores es una potente estrategia de reducción de riesgos y daños, pero lamentablemente existe en pocos lugares. Acá, Imaginario Nueve, colectivo dedicado a promover la gestión de riesgos y placeres, hace, entre otras actividades, el análisis gratuito de sustancias en contextos de fiestas. Su idea es informar y promover un uso más seguro de las sustancias psicoactivas. Los resultados de estas jornadas pueden verse en su página de Facebook, aunque por ahora, la falta de acceso a mejores tecnologías genera algunas limitaciones en cuanto a la especificidad y sustancias a analizar.

Otra cosa importante a tener en cuenta con estas sustancias es ser prudente, respetarlas, y comenzar de a poco. Es mejor probar con dosis pequeñas y acompañado de alguien que no consuma. También considerar que cualquier mezcla con otras drogas hace aun más impredecibles los efectos y los riesgos, así que mejor no mezclar. Por último, una vez que se sabe lo que se va a consumir, lo mejor es informarse lo más y mejor que se pueda sobre sus efectos, dosis, duración, riesgos de efectos secundarios y demás. Esto aplica para todo, en realidad, pero especialmente en el tema drogas, es importante tener en mente que más información siempre es igual a menos riesgos y más libertad.