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Lenta, pero casi inexorablemente, el mundo entero avanza hacia una política que permita que el conocimiento generado con fondos públicos esté disponible de forma abierta y gratuita, de manera que pueda ser consultado por la propia comunidad científica pero también por las sociedades, que, en definitiva, son las que financian las investigaciones. En este contexto, la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) lanzó la plataforma Silo, que permite acceder a los repositorios, es decir, a las bibliotecas virtuales que contienen tesis de grado, maestría y doctorado, además de artículos científicos y notas, de varias instituciones del país. En breve, entrando a Silo, cualquier persona, se trate de un estudiante, un científico o de apenas un curioso, accederá en un único lugar a artículos y documentos que hasta hace poco estaban desperdigados en los repositorios existentes –y otros que se están generando– de la Universidad de la República (Colibrí), la ANII (Redi), la Biblioteca Nacional, el Consejo de Formación en Educación, la Fundación Ceibal, el Latu y las universidades privadas ORT, Católica, de Montevideo y de la ACJ (hoy Silo permite acceder sólo a los repositorios de la Universidad de la República, la Universidad ORT y de la propia ANII, a los que se irán sumando los de las otras instituciones).

Como dice en el sitio web, “Silo es el sistema nacional de repositorios de acceso abierto de ciencia y tecnología de Uruguay” que tiene por objeto promover “el acceso y la visibilidad de la producción científica y tecnológica nacional”. Con el modelo de “acceso abierto” se busca que “la producción científica y tecnológica se encuentre disponible a través de internet sin otras barreras económicas, legales o técnicas que las que supone el acceso a internet, para que cualquier usuario las pueda consultar, descargar, reproducir o utilizar para cualquier otro propósito legal, respetando el derecho de los autores a mantener el control sobre la integridad de las mismas y a ser adecuadamente reconocidos y citados”.

Presentado en sociedad la semana pasada en la sala Zavala Muniz del teatro Solís, Silo forma parte de la Red Federada de Repositorios Institucionales de Publicaciones Científicas (LA Referencia), lo que permite también acceder a los repositorios de los países miembros de la red, hoy integrada por Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, México, Perú y, desde 2018, también por Uruguay. Como señaló en el evento de presentación el director de la ANII, Fernando Brum, esto también es importante en el sentido contrario: da visibilidad a la investigación uruguaya, ya que estará disponible en un solo lugar y con acceso abierto para la comunidad científica. A propósito de Silo, el acceso al conocimiento generado en el país y cómo acompaña Uruguay los cambios que se están produciendo en el mundo de las publicaciones académicas, conversamos con Omar Barreneche, secretario ejecutivo de la ANII.

¿Cómo surge Silo?

Silo parte de una preocupación que teníamos. El portal Timbó está desde hace muchos años, y veíamos que resultaba más fácil acceder a una publicación internacional que a lo que estaba ocurriendo en el país. Si bien acá todos nos conocemos, no era sencillo ni eficiente acceder a lo publicado por las distintas instituciones. Por otro lado, hay toda una producción de conocimiento que no veíamos dónde quedaba; por ejemplo, los trabajos de maestrías que hemos financiado, tanto de gente que sale al exterior como que trabaja en nuestro país. En el fondo, la idea es que si el país invierte en generar conocimiento, lo generado debería quedar disponible para la población.

¿Esto se va a aplicar a los fondos que otorga la ANII?

Lo que estamos promoviendo ahora es que en los contratos de los proyectos de investigación que se financian por medio de la agencia se establezca que el trabajo generado quede en un repositorio abierto, bajo el principio de que lo que se ha financiado con dinero públicos quede también accesible para el público. Obviamente, hay que tomar ciertos recaudos, por ejemplo en el caso de que haya algo que pueda ser patentable, y que al publicarse antes de tiempo se pueda perder el derecho al patentamiento por estar en el dominio público. Lo que queremos es que, luego de cumplidos todos los requisitos de la propiedad intelectual, ese conocimiento quede disponible para todo el mundo. A veces uno ve que en estas cosas de la ciencia y la investigación hay conocimiento que se originó hace mucho tiempo, que por alguna razón pasó inadvertido, pero que de repente alguien necesita acceder a él, por lo que hay que conservarlo. Eso es lo que estamos tratando de generar con este sistema nacional de repositorios digitales que es Silo.

Si los investigadores que accedan a financiación, por ejemplo por medio de fondos como el María Viñas o el Clemente Estable, van a estar obligados a colocar los resultados de su investigación en un repositorio de acceso abierto accesible mediante Silo, ¿cómo se resuelve el interés de los autores en publicar en determinadas publicaciones, que no sólo tienen más prestigio, sino que además, por sus índices de impacto, puntúan mejor para las evaluaciones a las que están sujetos?

Se va a contemplar la exigencia que tienen las distintas revistas, que, por ejemplo, pueden ser de un año de exclusividad. Cumpliremos con los requisitos de períodos de embargo, pero lo que tenemos que ver también es que la iniciativa se basa en que tenemos que tener acceso a todo lo que se publica en nuestro país. Por otro lado, lo que nos preocupa es que hay mucha producción que no llega a las revistas internacionales. La que ya está en esas revistas internacionales no nos preocupa tanto, porque hoy las condiciones contractuales permiten que haya una publicación en un sitio de acceso abierto de la mayoría de los artículos que se publican en las revistas de renombre. Creo que sólo queda una que aún es terminante y que no permite que se publique en acceso abierto. Las demás permiten que el pre print, o la versión que se envió al editor, se publique en un sitio personal o de la institución, y Silo está perfectamente dentro de eso. A los que están en condiciones de publicar en esas revistas no les afecta en nada la condición de publicar en nuestros repositorios abiertos. Pero lo que nos preocupaba es otra cantidad de producción, de tiempo y trabajo de gente que se ha dedicado a hacer cosas que no se publican o terminan en una tesis que queda en un cajón. ¿Por qué eso tiene que quedar en un cajón si, de repente, aunque no sea la gran investigación, a alguien le puede ahorrar tiempo, en la medida en que le provea de un material de otra persona que ya trabajó en el tema, aunque más no sea para que cuando necesite armar un equipo sepa quiénes han trabajado un poco en el tema. Este es un tema de buen aprovechamiento de las inversiones que hemos hecho.

Silo es un repositorio de conocimiento generado en el país que lo que hace es integrar lo que hay disponible en distintas plataformas de distintas instituciones. ¿Cómo se relaciona con Timbó, el portal de la ANII que permite acceder hoy a la investigación científica?

Silo es un cosechador. Técnicamente, lo que hace es cosechar la información que cada institución tiene en sus repositorios. Para ello se instaló o se está instalando un software en cada repositorio que permite que Silo dialogue con cada uno de ellos. De esa manera, les informa que hay un usuario que está buscando algo que contenga determinadas palabras claves, o determinado autor interroga a estos repositorios y obtiene los resultados. Silo sería un aspecto de Timbó, y otro sería Foco, que es el navegador nuevo. Así como antes el viejo navegador de Timbó buscaba en las revistas a las que estamos suscritos, Foco también busca en Silo.

Si el conocimiento fueran granos, Silo es un acopiador de granos a granel...

En realidad, lo que guarda silo son las etiquetas de dónde están los granos.

Supongo que esto implica que luego se trabaje con transferencias de tecnología y recursos para que cada acopiador de granos esté en óptimas condiciones para cumplir con el desafío. Es decir, si cada repositorio no actualiza sus colecciones, Silo, que lee estos repositorios, tampoco va a estar muy actualizado.

Desde el punto de vista de la infraestructura tecnológica, la conseguimos con LA Referencia. Yo creo que el principal motivador, que va a llevar a que cada repositorio esté actualizado, es el mismo que hace que cada investigador publique. El progreso de ellos en la carrera académica se produce en base a la calidad de su producción, y no solamente porque sea una producción de calidad, sino que además sea reconocida, que se sepa qué es lo que hace. Esperamos entonces que haya un factor que va a estar presionando a las instituciones, que los investigadores quieran que se sepa qué es lo que hicieron, por tanto, que sus trabajos estén disponibles para que vengan otros y los citen. Otro factor que suponemos que impulsará esto es que las instituciones querrán mostrar la calidad de su producción, y una de las maneras importantes de mostrar esa calidad es mostrar cuántos artículos tienen publicados. Espero que se produzca una competencia amistosa entre las instituciones, que digan, por ejemplo, que tal universidad es muy buena en ingeniería y lo demuestre con la cantidad de materiales publicados, o lo mismo con centros de investigación. Son aspectos que a las universidades y a los institutos de investigación les interesan, porque luego les permiten atraer nuevos estudiantes, nuevos proyectos, buenos profesores, etcétera. Por otro lado, están las dificultades que conlleva hacer funcionar todo esto. Nosotros podemos llegar hasta donde podemos llegar.

Pero si no están los granos, el silo por sí mismo no cumple su cometido...

El éxito de esto es colectivo, y lo único que nosotros podemos hacer es financiar el cosechador, ayudar a las instituciones con una persona –de las dos que trabajan en esto– que va y ayuda a instalar el software y a lograr la interconexión. Por otro lado, les pedimos a los investigadores que aquello que investiguen tenga que estar publicado en algún repositorio abierto como parte de la obligación contractual.

La ANII se caracteriza por el seguimiento de los proyectos que financia, fijándose en el cumplimiento de distintos hitos y observando indicadores de cumplimiento. ¿Cuáles serían los indicadores para evaluar que Silo va por el buen camino?

Por un lado, vamos a tener un indicador en el porcentaje de investigaciones que financiamos, que publica material en el repositorio. La Udelar financia más investigación que nosotros, y si bien a ellos no los podemos obligar a seguir la misma política de publicación que nosotros, sí podemos mirar cuánto de la producción de la Udelar termina en estos repositorios. Nosotros no podemos obligar, pero podemos incentivar. Hay muchos mecanismos, por ejemplo, a la hora de evaluar a los investigadores para acceder a fondos de investigación; se mira mucho la publicación en revistas internacionales, pero también podemos hacer que la publicación abierta en repositorios o revistas nacionales también puntúe.

Un mundo cambiante

El mundo de las publicaciones académicas está cambiando. Hoy el modelo de que se pague a las editoriales por leer los artículos parece estar dejando lugar a distintos modelos de acceso abierto.

Hoy, por medio del portal Timbó, estamos pagando una cifra importante a las editoriales para acceder a sus artículos.
Timbó sale 2,5 millones de dólares por año. Es un montón de plata. Está todo muy fluido, tenemos que ver hacia dónde va el modelo de negocio de la publicación científica. Pero hay un principio que es que lo que pagamos con dinero público tiene que estar a disposición de la gente. Y tenemos que ver también que el negocio editorial está cambiando debido al impacto de las tecnologías digitales. Elsevier, la mayor editorial de artículos científicos, accedió por primera vez a un acuerdo transicional hacia un nuevo modelo que todavía está emergiendo. Por un lado, hay mecanismos disruptores que permiten que todo el mundo acceda a la información, más allá del contrato que la editorial le hizo firmar al investigador. Sería el caso de Sci-Hub y otros sitios, que están haciendo que ocurra con las publicaciones científicas lo mismo que ocurrió con la llegada del mp3. Todo el mundo escuchaba mp3, pero nadie compraba un disco. La industria discográfica sufrió muchísimo, tuvieron que adaptarse y surgieron nuevos modelos de negocio. En esto está pasando un poco eso. Nosotros estamos mirando con atención qué pasa.

¿Sci-Hub, que permite el acceso a los artículos científicos de todas partes, ha implicado un menor uso de Timbó?
Según estadísticas que tenemos de un período de seis meses en el que podemos ver qué pasa en Sci-Hub desde Uruguay, vemos un crecimiento de consultas desde nuestro país y un decrecimiento, que más o menos se corresponde, de consultas en Timbó. Lo más notable es que el artículo más buscado en ese período en Sci-Hub ya lo teníamos pago por medio del acuerdo con Elsevier. Por eso fue que nos propusimos simplificar el uso de Timbó, que tenía que ser más amigable, y terminamos generando Foco. 2,5 millones de dólares es mucha plata. Es prácticamente el dinero de los fondos María Viñas y Clemente Estable. Casi la mitad, cerca de 1.200.000 dólares, es el acuerdo con Elsevier.

¿Sci-Hub entonces va a ayudar a negociar con Elsevier?
Claro. Es evidente que el negocio está cambiando. Y, de hecho, ya no firmamos contratos por cinco años, sino que el año pasado negociamos con Elsevier firmar contratos por dos. En diciembre de 2020 hay que negociar de vuelta. Entonces veremos hacia dónde va todo esto, porque es algo que está cambiando todos los días.