A fines de mayo el Grupo de Trabajo del Antropoceno (AWG, por su sigla en inglés), emitió un comunicado en el que anunciaba que, siguiendo los lineamientos de la subcomisión de Estratigrafía Cuaternaria y de la Comisión Internacional de Estratigrafía, procedió a realizar una votación vinculante sobre el Antropoceno y cómo definirlo. En la votación, que se dio a conocer el 21 de mayo, participaron 33 de los 34 miembros del grupo de trabajo, y se aprobó con 88% de los votos emitidos (29 a favor, cuatro en contra) la moción de “considerar el Antropoceno como una unidad cronoestratigráfica formal” y también con 88% la de considerar que “la primera guía para la base del Antropoceno sea una de las señales estratigráficas cercanas a la mitad del siglo XX”. De esta manera el grupo, que deberá seguir trabajando, se encamina a cumplir con todos los pasos formales para elevar su postura a los órganos competentes y hacer que el término tenga validez científica para nombrar una etapa de la historia de nuestro planeta.

De qué hablamos

Primero lo primero. En el documento divulgado por el Grupo de Trabajo del Antropoceno, se establece que “Antropoceno es un término ampliamente usado desde que fue acuñado por Paul Crutzen y Eugene Stoermer en el año 2000 para señalar el presente intervalo del tiempo geológico, en el que muchas condiciones y procesos de la Tierra están profundamente alterados por el impacto humano”. Ese impacto del Homo sapiens sobre el planeta se ha venido intensificando “significativamente desde el inicio de la industrialización, llevándonos fuera del estado típico de la Era del Holocoeno”. La frase parece sencilla, pero encierra en sí un significado enorme: en su corta estadía en la Tierra, los seres humanos han desarrollado una capacidad tal de alterar el planeta, tanto que el impacto de esos cambios queda registrado en las rocas y el registro geológico, que ahora ese pequeño mamífero bípedo y de escaso pelo se pone a la par de asteroides, erupciones volcánicas, glaciaciones y fenómenos planetarios como para dejar mojones claros que distinguen períodos históricos y que nos sacan de la era del Holoceno, que había comenzado con la última glaciación hace unos 11.700 años.

Pero dado que el término Antropoceno se ha empleado desde su creación para designar múltiples fenómenos que son consecuencia de la actividad humana, que van desde lo cultural a lo ambiental, el Grupo de Trabajo considera pertinente aclarar que su trabajo examina al Antropoceno “como una unidad temporal geológica (cronoestratigrafía) y su potencial adición a la Escala de Tiempo Geológico en consonancia con la postura original de Crutzen y Stoermer”. Cuando uno lee cuáles son los fenómenos asociados al Antropoceno que definen los expertos, es difícil que el aliento no se entrecorte: “Un incremento de un orden de magnitud en la erosión y el transporte de sedimentos asociados con la urbanización y la agricultura; marcadas y abruptas perturbaciones antropogénicas de los ciclos de elementos como el carbón, nitrógeno, fósforo y varios metales junto con nuevos compuestos químicos; cambios medioambientales generados por esas perturbaciones, incluyendo el calentamiento global, el aumento del nivel del mar, la acidificación de los océanos y la extensión de ‘zonas muertas’ oceánicas; cambios rápidos en la biósfera, tanto en la tierra como en el mar, como resultado de pérdidas de hábitat, predación, explosión de las poblaciones de animales domésticos y las invasiones de especies; y la proliferación y dispersión global de muchos nuevos ‘minerales’ y ‘rocas’, incluido el concreto, la ceniza volátil y los plásticos, y la miríada de ‘tecnofósiles’ producidos por estos y otros materiales”. ¿Todo eso hemos logrado en menos de 200.000 años? Sí, todo eso. Pero hay más.

“Muchos de estos cambios persistirán por milenios o aun más tiempo, y están alterando la trayectoria del Sistema Tierra, a veces con efectos permanentes. Estos cambios se están reflejando en el cuerpo de un estrato geológico distintivo que se acumula, con potencial para ser preservado en el futuro lejano” dice el Grupo de Trabajo. Es decir, no sólo hemos provocado semejantes impactos, sino que sus efectos son permanentes y dejan su marca en las capas estratigráficas. Así como cada vez que nos lastimamos la experiencia se traduce en una cicatriz, las consecuencias de nuestros actos está dejando marcas indelebles en el planeta.

A pesar de toda esta evidencia, el grupo señala que “El Antropoceno no es actualmente una unidad geológica formalmente definida dentro de la Escala Geológica Temporal”, por lo que “oficialmente aún vivimos en la Edad Megalayense de la Época del Holoceno”. De tener éxito el trabajo de este panel de expertos, el Antropoceno pondría fin a esa edad y también al Holoceno como época; sería definido por lo que coloquialmente se conoce como un “clavo dorado”, que corresponde a “una sección y punto estratotipo global del límite”, y su inicio sería emplazado a mediados del siglo XX, “coincidiendo con la variedad de señales geológicas preservadas en los estratos recientemente acumulados resultantes de la ‘Gran Aceleración’ del crecimiento de la población, industrialización y globalización”. También señalan que “la señal más notoria y sincrónica a nivel global, que podría formar un marcador primario, consiste en los radioisótopos artificiales esparcidos mundialmente por las pruebas de las bombas termonucleares de principios de la década del 50 del siglo XX”.

Para que el Antropoceno sea científicamente aceptado como un término geológico formal debe cumplir con ciertas condiciones, por ejemplo que “su señal geológica, que se produce actualmente en los estratos, debe ser significativamente grande, clara y distintiva”, cosas que el grupo ha demostrado que efectivamente se cumplen. Por otro lado, es necesario que el término sea “útil como término formal para la comunidad científica”, lo que también parece haberse cumplido. Como dicen en su trabajo, “el término informal ‘Antropoceno’ ya ha demostrado ser altamente útil para la comunidades científicas que estudian los cambios globales del Sistema Tierra” y citan múltiples trabajos científicos que se refieren a él. Lamentablemente, todo parece estar encaminado para que los humanos reclamen una época propia.

Trabajando por el Antropoceno: habla un protagonista

El Grupo de Trabajo del Antropoceno está formado por 35 expertos de varias nacionalidades. Entre ellos está Alejandro Cearreta, investigador del Departamento de Estratigrafía y Paleontología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco. Desde Bilbao, Cearreta se hace un tiempo para conversar con la diaria sobre esta histórica votación y sobre el camino que aún le queda recorrer al Antropoceno para ser una época geológica formal.

¿Podría considerarse que el Antropoceno, más allá de sus connotaciones negativas sobre lo que le estamos haciendo al planeta, está marcado en el suelo de la Tierra y que servirá de referencia como los límites de otras eras que han servido para datar y contar su historia?
En este momento, si introducimos la palabra “Antropoceno” en un buscador como Google comprobaremos que hay miles de citas que utilizan este concepto y que tratan de diferentes temáticas que no son sólo de carácter geológico. Es decir, se trata de un concepto que se utiliza para expresar el impacto humano sobre el planeta en el momento actual y puede referirse a obras de arte, textos jurídicos, letras de canciones, etcétera. Por tanto, hay muchos “antropocenos” coexistiendo, y con significados diferentes. La idea original de este concepto, acuñado en el año 2000, hacía referencia a un nuevo tiempo geológico y, por tanto, necesariamente debe estar caracterizado por una serie de evidencias geológicas que aparezcan en los sedimentos y rocas recientes y que deberán perdurar durante miles y millones de años en el registro geológico de nuestro planeta. El análisis de esas evidencias y de ese Antropoceno geológico es la tarea del Grupo de Trabajo del Antropoceno con el fin de determinar si esas señales tienen suficiente entidad como para diferenciar los materiales geológicos del Antropoceno respecto de los de la época anterior, Holoceno y, por tanto, para entrar en la Escala del Tiempo Geológico. Esta escala es la que divide la historia de la Tierra en una serie de etapas (grandes y pequeñas) que reflejan los procesos y acontecimientos que han tenido lugar en nuestro planeta a lo largo de sus 4.500 millones de años. Por tanto, sí, el Antropoceno marcará (si se aprueba oficialmente) la última de esas etapas mientras duremos los humanos sobre este planeta, ya que, una vez que nuestra especie desaparezca, la Escala del Tiempo Geológico (como cualquier otra construcción intelectual humana) no tendrá valor alguno para las demás especies, ya que será incomprensible para ellas.

Hubo cuatro miembros del AWG que no votaron las mociones. ¿Es porque no están de acuerdo con cuestiones técnicas, como el hecho de marcar su inicio con los ensayos nucleares, o esgrimieron otros motivos?
En la votación dentro del AWG votamos todos sus miembros excepto uno. De todos los votos emitidos, cuatro miembros del grupo votaron negativamente las dos preguntas formuladas por diferentes razones. Por ejemplo, porque consideran que el impacto humano es diacrónico y creciente a lo largo del tiempo, o porque las preguntas estaban formuladas de modo muy restrictivo.

¿Sería correcto decir que en la base del reconocimiento del Antropoceno está el hecho de que la humanidad se pone “a la altura” de asteroides, volcanes, placas tectónicas y los grandes fenómenos meteorológicos en su capacidad de dejar marcas en la geología del planeta?
El Antropoceno implica que la especie humana se ha convertido en un agente geológico de primer orden capaz de alterar radicalmente los procesos geológicos que operan sobre la superficie terrestre, como lo han hecho a lo largo de la historia del planeta algunos asteroides o la dinámica de las placas tectónicas. Esto es una novedad ya que hasta ahora se había considerado que las fuerzas naturales que impulsan la geología de nuestro planeta operan a una escala tan grande y a tan largo plazo que cualquier tipo de impacto humano, por comparación, era prácticamente insignificante. Sin embargo, esta opinión comenzó a cambiar hace unas décadas, cuando la magnitud del cambio geológico provocado por la humanidad se hizo más evidente y apareció ya registrado en los sedimentos. Todo ello motivó a la Comisión Internacional de Estratigrafía a formar un grupo de trabajo que examinara con detalle esta cuestión y que inició sus actividades en el año 2009.

¿Por qué elegir las pruebas atómicas, a mediados del siglo pasado, como inicio del Antropoceno?¿Por qué no el comienzo de la revolución industrial, la práctica de la agricultura, la domesticación de animales o la construcción de ciudades, entre otras cosas?
La razón es que el inicio del Antropoceno, como el de cualquier otro tiempo geológico, debe ser sincrónico y global en todo el planeta. Es decir, del mismo modo que todo el planeta entró a la vez en el Jurásico o el Cretácico y que su inicio, su final y su duración son los mismos en cualquier parte, el Antropoceno debe igualmente cumplir esta regla fundamental de la geología. Por tanto, para que el Antropoceno pueda ser considerado un tiempo geológico debe cumplir estas condiciones básicas de sincronicidad y globalidad. Esto no sería necesario para definir el Antropoceno como un tiempo cultural. Para la arqueología no es un problema conceptual que en nuestro planeta puedan convivir sociedades humanas con un estado de desarrollo cultural diferente (por ejemplo, sociedades paleolíticas, neolíticas o industriales en diferentes lugares pero simultáneamente en el tiempo). En la geología esto no es posible. Todo el planeta, en un momento determinado de su historia, se encuentra exclusivamente en el Jurásico, el Cretácico, el Holoceno o el Antropoceno, que se van reemplazando uno a otro, pero nunca el planeta puede estar en dos etapas geológicas de modo simultáneo. Por ello, la revolución neolítica (domesticación de animales y plantas) que tuvo lugar en lugares independientes del planeta y en diferentes momentos históricos, o la revolución industrial que se inició en el siglo XVIII en Gran Bretaña y se fue extendiendo durante más de dos siglos por diferentes continentes (por ejemplo, hoy en China o India) no pueden servir de base para el Antropoceno. El único proceso humano sincrónico y global que explica el inicio del Antropoceno es la denominada “Gran Aceleración” a mediados del siglo XX, que se caracteriza por evidencias sincrónicas y globales en todo el planeta, por ejemplo, los isótopos radioactivos artificiales producidos por las pruebas nucleares en la atmósfera detonadas por las superpotencias que aparecen en todos los sedimentos acumulados desde 1952 en cualquier latitud y altitud en el planeta.

¿Ya tienen definidos dónde establecer los estratotipos globales?
No, ese es el trabajo que estamos desarrollando en este momento dentro del AWG. Ahora estamos trabajando con detalle en el Mar Báltico, la bahía de San Francisco, el lago Crawford (Canadá), el lago Huguangyan (China), en sondeos de hielo en Antártida, y en otros lugares con el fin de identificar las mejores localizaciones que contengan la mayor cantidad de diferentes indicadores/señales del Antropoceno y con la mejor resolución temporal posible, idealmente anual.

¿Cómo sigue ahora este proceso de validación y reconocimiento del Antropoceno como era geológica? ¿Hay fecha para su votación en la Comisión Internacional de Estratigrafía?
Este trabajo de identificar la localización de candidatos para el estratotipo global y otros posibles estratotipos auxiliares nos llevará los próximos dos o tres años. A partir de entonces compilaremos nuestro informe, que incluirá asimismo los trabajos y resultados que hemos ido publicando en los últimos años sobre diferentes aspectos del Antropoceno. Todo esto constituirá la base de una propuesta formal para la definición de una unidad geológica Antropoceno que irá en primer lugar al órgano inmediatamente superior, la Subcomisión de Estratigrafía del Cuaternario (SQS). Si esta SQS emitiera una recomendación favorable por un voto supermayoritario (60%), la propuesta pasaría a ser votada en la Comisión Internacional de Estratigrafía, aunque cualquier decisión favorable aún necesitaría ser ratificada por el Comité Ejecutivo de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas. Si todas estas condiciones pudieran completarse satisfactoriamente, entonces el Antropoceno se convertiría en una unidad formalmente aceptada de la Escala del Tiempo Geológico.