Lamentablemente, a veces con las personas sucede como con las estrellas: sólo podemos asomarnos a lo que fueron con la luz que irradiaron hace mucho tiempo. Cuando los biólogos Ana Silva y Guillermo Lamolle aceptaron coordinar una serie de textos escritos por uno de los pioneros de las neurociencias de nuestro país, Ruben Budelli, el objetivo era repasar con él los hitos y personas que hicieron posible esta disciplina y así hacer que el pasado, procesado por la memoria, constara en el presente. Pero cuando se embarcaron en esta tarea Budelli aún vivía y, por tanto, su brillante presencia, a diferencia de la de las estrellas, también era puro presente. “El fallecimiento de Ruben nos dejó con la tarea a medio hacer, y terminarla se convirtió en una especie de imperativo moral”, dicen en el prólogo los coordinadores de libro.

A través de las palabras de Silva y Lamolle, y de las de varios de sus colegas que se encargan de capítulos del libro, como Leonel Gómez, Francesco Rossi y Juan Ignacio Gil Pérez, llenas de cariño, admiración y respeto científico por Budelli, el lector puede hacerse una idea de la dimensión gigante que tenía esta estrella de la constelación neurocientífica del país. Al mismo tiempo, grandes tramos del libro están escritos o dictados por el propio Budelli, cuyo relato ayuda a comprender cómo se fue armando el puzle de la disciplina en los fermentales años de la década de 1950, cuando Elio García-Austt y Eduardo Migliaro fundaron el primer Laboratorio de Neurofisiología en la Facultad de Medicina, cómo eso fue evolucionando hasta involucrar a las primeras computadoras de la Universidad de la República, que se usaron para el procesamiento de las señales bioeléctricas hacia la década de 1970, la importancia del núcleo del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, los años difíciles durante la dictadura y el exilio de varias de las figuras más notorias, para luego, con la vuelta de muchos de ellos y el impulso de varios jóvenes, promover el desarrollo moderno de la disciplina a partir de la década de 1990.

El libro no hace foco en los descubrimientos ni en el conocimiento generado por estos pioneros, sino en cómo se fue forjando una comunidad de investigadores que impulsaron las neurociencias. Intercaladas entre los textos aparecen fichas de figuras relevantes (imposible nombrarlas a todas, pero se destacan, por ejemplo, Omar Trujillo, Washington Buño, Omar Macadar o Juan Antonio Roig). Al terminar el libro al lector le queda un panorama bastante completo de quiénes se pusieron la disciplina al hombro, al tiempo que se incluye una lista de investigadores que hoy hacen neurociencia, ya sea en el país o en el extranjero. Más allá de este ejercicio de memoria, este contar la historia para que no se pierda, tal vez el mayor aporte del libro sea dejarnos ver cómo quienes hoy hacen neurociencia en Uruguay admiran y se inspiran en los gigantes que los precedieron. Aunque muchos ya no estén presentes, su luz sigue ayudando a navegar en ese intrépido viaje que lleva a la frontera del conocimiento.

Neurociencias en Uruguay a través del relato de Ruben Budelli. Ana Silva y Guillermo Lamolle (coordinadores). Fin de Siglo, Montevideo, 2019. 96 páginas.