En conferencia de prensa virtual, a través de la plataforma Zoom, convocada por la Universidad de la República (Udelar), el Institut Pasteur de Montevideo, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE), se dieron a conocer los primeros resultados obtenidos a partir de la secuenciación del genoma completo del virus SARS-CoV-2, que causa la enfermedad COVID-19, a partir de muestras obtenidas en diez personas enfermas durante la primera semana del brote en Uruguay. La conferencia, además de contar con la participación de autoridades e investigadores de las instituciones convocantes, también contó con la presencia, desde el rectorado de la Udelar, del ministro de Salud Pública, Daniel Salinas.

El primero en hacer uso de la palabra fue el rector de la Udelar, Rodrigo Arim, quien anunció formalmente “la creación de un grupo de trabajo entre las cuatro instituciones” convocantes, con la idea de “desarrollar un trabajo colaborativo y en redes, nacionales e internacionales, que nos permita dar respuestas desde la academia y desde la ciencia, lo más rápido posible, conectando ese conocimiento con las políticas públicas”. También agradeció “nuevamente la presencia del ministro de Salud Pública, que por segunda vez nos acompaña en un evento académico de esta naturaleza, en el que todas las instituciones, provenientes del sector público y sostenidas a partir de políticas públicas de larga data, nos congratulamos en generar un espacio de trabajo conjunto”. A partir de entonces, los protagonistas fueron los investigadores.

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Hablan los genes del coronavirus: de dónde y cuándo

Por el Institut Pasteur hablaron Pilar Moreno, del Laboratorio de Virología Molecular de la Facultad de Ciencias, Gonzalo Moratorio, del mismo laboratorio y del Laboratorio de Evolución Experimental de Virus del Institut Pasteur, y Gregorio Iraola, del Laboratorio de Genómica Microbiana.

Los virus secuenciados provienen, dijo Iraola, de la “fase temprana de la epidemia”, ya que pertenecían a diez personas diagnosticadas entre el 16 y el 19 de marzo, “la primera semana desde que se diagnosticó el primer caso, el 13 de marzo”. Esa secuenciación de los genes de los virus en los primeros casos de covid-19 permitió entonces observar “aspectos de la dinámica de la epidemia en esa fase temprana”. El investigador consideró oportuno aclarar que son “una foto de lo que estaba pasando en ese momento”, por lo que secuenciaciones genéticas posteriores podrían arrojar otros resultados en cuanto a las cepas del SARS-CoV-2 que circulan por el país, por lo que recalcó que “es imprescindible continuar haciendo este tipo de estudios”.

Entre los resultados más destacables, Iraola señaló que la secuenciación de los genomas permitió establecer que en Uruguay hubo “tres introducciones del virus desde tres continentes distintos”. En concreto, los orígenes de la llegada del coronavirus a Uruguay apuntan, desde el análisis genético, a una introducción desde España, Canadá y Australia. Sobre la procedencia de Canadá, dijo que se trata de una variante “que está circulando solamente por América del Norte y Australia y que no circula ni en Asia ni en Europa”. Fue así que señaló que “de esos diez genomas analizados podemos concluir que durante las etapas tempranas de la epidemia en Uruguay hubo al menos tres introducciones independientes del virus”.

Pero la secuenciación del genoma de los virus de pacientes que arrojaron test positivos durante la primera semana de reporte de casos no sólo permite saber desde dónde vinieron los virus, sino también cuándo. “Estos análisis nos permiten inferir los rangos de fechas más probables en los cuales esos virus llegaron a Uruguay”, sostuvo Iraola, y agregó que los análisis indicaron, con 95% de probabilidad, “un rango de fechas desde el 20 de febrero hasta la primera semana de marzo”.

Establecer la llegada del virus en la última semana de febrero, cuando el primer test positivo se obtuvo el 13 de marzo, podría hacer pensar que el virus circuló fuera de los radares sanitarios por unos diez o 15 días. Sin embargo, los plazos coinciden bastante con los del período de incubación, momento en el que, pese a tener el virus, las personas no presentan síntomas. La introducción desde tres puntos distintos, explicó Iraola, no quiere decir necesariamente que las personas hayan venido de esos países, sino que también podrían haber sido infectadas en aeropuertos u otros lugares por personas con cepas de esas zonas. ¿Qué dice esta triple introducción sobre Carmela Hontou? Absolutamente nada: nunca se la acusó de haber introducido el virus –nadie se contagia voluntariamente–, sino el haber concurrido a un evento social sabiendo que estaba infectada o que, al menos, venía de Europa, donde el virus ya estaba circulando y, por lo tanto, debería haber guardado cuarentena. Mientras se considera que una persona con covid-19 contagia a entre dos y tres personas más, el “efecto Carmela”, como lo definen algunos analistas de datos, la ubica como un “supervector”, ya que contagió por sí sola a unas 50 o 60 personas más.

Otro resultado de los análisis de los genomas de las cepas de los diez pacientes de Uruguay es que mostraron que “no están epidemiológicamente relacionadas con cepas de países vecinos, como Argentina y Brasil”, aunque Iraola aclaró que eso refiere a las “cepas para las cuales hay genomas disponibles de esos países”. “La foto que nosotros tenemos de ese momento nos indica que al menos lo que conocemos no está relacionado epidemiológicamente con lo que circula en Argentina y Brasil”.

Mutante en pocas semanas

Por otro lado, Iraola comentó que un tercer resultado de este trabajo consistió en notar que algunos de estos virus que aislaron y secuenciaron en Uruguay “han adquirido algunos cambios genéticos, algunas mutaciones particulares”. Iraola confesó que todavía no saben, ni ellos ni colegas de otras partes del mundo, qué implican estas mutaciones “en el desarrollo y la severidad de la enfermedad o en la sintomatología”, pero dijo que es importante “ir conociendo cuáles son las variantes genéticas que están presentes en el país, para que, cuando el esfuerzo internacional que se está realizando logre identificar si algunas variantes tienen alguna implicancia, tanto en la respuesta terapéutica como en el desarrollo de la enfermedad, la sintomatología o la severidad, sea posible actuar en consecuencia”.

Pilar Moreno tomó la palabra para decir que las mutaciones encontradas “eran lo que esperaban encontrar”, dado que el SARS-CoV-2 es un virus ARN y, por tanto, muta rápidamente. La investigadora de la Facultad de Ciencias aprovechó para aclarar que eso no debe generar ningún tipo de alarma: las mutaciones son naturales. Remarcó que “la idea de tener test de diagnóstico y de conocer lo que circula en el país y en la región es poder adaptar los test de manera que detecten las variantes que circulan en el país”. Moreno señaló que ese conocimiento y esa capacidad de adecuación a lo local constituyen “un plus respecto de los test y las cosas que viven del exterior, diseñados para variantes que circulan en otros lugares”.

Ante la pregunta de a qué cepas en concreto pertenecían las tres que secuenciaron en la primera semana con casos de covid-19 en Uruguay, Iraola hizo referencia a “la velocidad con que está cambiando tanto el virus como la información que contamos sobre él”, y recordó que hace una semana y pocos días, cuando anunciaron la secuenciación exitosa de genoma completo, “a nivel mundial se hablaba de una clasificación en tres grupos de acuerdo a mutaciones específicas”, mientras que hoy “la comunidad científica adoptó otra nomenclatura y otro sistema de clasificación” para este virus. “Eso resalta el hecho de que esto lo estamos viendo en tiempo real, y también los resultados que nos está proporcionando la comunidad científica internacional cambian en tiempo real. Tenemos que adaptarnos a eso cuando estudiamos este tipo de cosas”, reflexionó. En particular, dijo que las cepas secuenciadas en Uruguay se encuentran dentro de los grupos A y B, y en el B “tenemos específicamente el virus que se clasifica en el subgrupo B1”. Pese a que esa información “puede resultar muy técnica”, es importante saber a qué grupos pertenecen las cepas que circulan en el país, a fin de estar preparados cuando la comunidad científica, tanto local como internacional, comience a generar conocimientos más específicos. Gonzalo Moratorio agregó que ver “esta variabilidad genética nos da una fortaleza”, y señaló que “existe la probabilidad, aunque es baja, de que esa variabilidad pueda interferir en su diagnóstico molecular”.

Trabajo interinstitucional e interdisciplinario

En la mesa de rectorado de la Udelar participaron también Carlos Batthyány, director ejecutivo del Institut Pasteur de Montevideo, Pablo Zunino, presidente del Consejo Directivo del IIBCE, Miguel Sierra, presidente del Consejo Nacional de Innovación, Ciencia y Tecnología (Conicyt), y José Paruelo, gerente de Investigación del INIA. La instancia se prestaba para que cada institución contara de qué manera, con equipos, materiales, investigadores y otros recursos, estaba colaborando a generar conocimiento y capacidades de diagnóstico.

Miguel Sierra, que también trabaja en el INIA, destacó que “esta plataforma interinstitucional e interdisciplinaria genera un antecedente país muy importante y relevante”. “Nosotros en el INIA hablamos de ‘una sola salud’ y creemos que esta enfermedad lo confirma. La salud animal, la salud humana y la salud ambiental cada vez están más vinculadas y, por tanto, este tipo de fenómenos deben verse cada vez con lógicas más sistémicas”, y expresó su deseo de que “estas plataformas de trabajo hayan venido para quedarse”.

Ya más desde su rol de presidente del Conicyt, Sierra reflexionó que “esta experiencia interinstitucional e interdisciplinaria también jerarquiza la importancia de tener ciencia y tecnología nacional de calidad y soberana”, y destacó que “no podemos copiar recetas ni fórmulas que vienen de otras partes, porque no son las adecuadas para las condiciones de Uruguay, ya sea cuando hablemos de vacunas, de distintas técnicas de diagnóstico, etcétera. Esas herramientas necesariamente tienen que estar referidas a las cepas y a los problemas concretos que tenemos en Uruguay, y esto es algo que se repite en distintas áreas de trabajo. Copiar y traer fórmulas o tecnologías desde el exterior puede parecer más barato y más accesible, pero muchas veces se trata de soluciones que no están adecuadas a las problemáticas reales que tenemos acá”. También señaló que “esas problemáticas locales solamente se identifican con grupos de excelencia, de calidad, como los que estamos viendo hoy, que definen realmente los requerimientos del país”.

Sierra reconoció que la pandemia “nos ha alineado en un desafío país, algo que no siempre logramos entre los actores de ciencia, los actores políticos, los servicios públicos y los actores privados”. Expresó su deseo de que “el alineamiento de actores diversos en torno a desafíos país también sería una muy buena iniciativa a mantener en el futuro”.

Test serólogicos

A diferencia de los test de diagnóstico que se están utilizando en Uruguay, que consisten en amplificar determinados genes del virus colectado con hisopos en los enfermos de covid-19, existen también test serológicos que detectan, en sangre obtenida de las personas, si hay anticuerpos generados por el virus. Estos test, que son más rápidos y más sencillos de hacer, son imprescindibles para saber no sólo cuántos casos de personas infectadas hay, sino también los casos de personas que estuvieron infectadas y ya no lo están. Más aún, con estos test es posible saber quiénes han generado anticuerpos para el virus, por lo que, a la hora de pensar en comenzar a abandonar paulatinamente las medidas de distanciamiento social, son de extrema utilidad.

Consultado sobre qué tan avanzada está la elaboración de test serológicos en Uruguay, Carlos Batthyány, director ejecutivo del Institut Pasteur, señaló que “un importante número de investigadores está trabajando en el desarrollo de un test serológico que le permita al país empezar a abrir las compuertas con datos basados en evidencia, pero al día de hoy lo que podemos anunciar es que se está trabajando en ello. No tenemos resultados todavía”. Agregó que “tampoco existen a nivel mundial kits que tengan la confiabilidad y la sensibilidad suficiente, y los que hay no están disponibles para comprarlos en forma masiva”. Para finalizar confesó que esperan “que en las próximas semanas los responsables de esta investigación, tanto de la Udelar como del Institut Pasteur y de las dos instituciones que estamos acá representadas, puedan darnos buenas noticias”.

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