La revista dedicará en su próximo número una página en la sección “Dónde trabajo” al investigador de la Unidad de Bioquímica Analítica de la Facultad de Ciencias de la Udelar e investigador asociado del Institut Pasteur de Montevideo; el artículo ya puede leerse en línea.

“¿Por qué no nos vamos a hacer las preguntas que son más inquietantes hoy día para nosotros si tenemos el conocimiento, las capacidades y los recursos para hacerlo?”, decía el biólogo molecular Juan Pablo Tosar en las instalaciones del Centro de Investigaciones Nucleares de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República cuando lo entrevistamos a propósito de la vez anterior que su trabajo fue elogiado por la renombrada revista Nature en junio de 2020.

Su declaración tenía mucho que ver tanto con el trabajo que realiza como con el hecho de que llamara la atención a nivel internacional: Juan Pablo Tosar y sus colegas, entre ellos Alfonso Cayota, Julio Berbejillo, Sergio Bianchi, Valentina Blanco, Mauricio Castellano, Bruno Costa, Ernesto Cuevasanta, Pablo Fagúndez, Fabiana Gámbaro, María Rosa García, Marco Li Calzi, Mariana Pereyra y Tania Possi, lograron adentrarse en la frontera del conocimiento de las células y del ARN. Como lo define el propio Tosar, el ARN “es el hermano no tan conocido del ADN”, pero, tal como sucede algunas veces, el hermano no tan conocido es tanto o más talentoso que el que tiene fama. En este caso, el ARN es fundamental para la expresión y síntesis de las proteínas, entre otras cosas de relevancias conocidas y otras por conocer. Y si nos vamos más lejos, el ARN podría haber sido la molécula con la que comenzó la vida, y luego vino el ADN.

El trabajo que llevan adelante nuestros investigadores de la Unidad de Bioquímica Analítica del Centro de Investigaciones Nucleares de la Facultad de Ciencias y del Laboratorio de Genómica Funcional del Institut Pasteur de Montevideo ha permitido comprender algunas cosas de sumo interés. Por ejemplo, fueron los primeros en dilucidar cómo el ARN de transferencia, que es una molécula bastante inestable como el resto de los ARN, gracias a que se organiza de una forma particular –un dúplex, en el que forma una cadena doble– es más resistente y logra de esa manera sobrevivir más tiempo no sólo fuera de la célula, sino también fuera de las vesículas extracelulares.

Pero el asunto no acaba allí. Siguiendo con sus investigaciones, desarrollaron un método que permite ver el ARN que hay por fuera de las células antes de que sea degradado por las proteínas que lo destruyen. Con ese método incluso encontraron, por primera vez para la ciencia, ARN ribosomal fuera de las vesículas que están fuera de las células. Investigando aún más, encontraron ribosomas completos en el medio extracelular, algo jamás observado antes. El hecho es maravilloso, ya que en los ribosomas es donde se fabrican las proteínas, y el paradigma de la biología actual sostiene que las proteínas se producen únicamente dentro de las células. No han comprobado que esto efectivamente sea así, pero como decía en junio, el “artículo en Nature de alguna forma reconoce que nuestro trabajo abre la puerta a por lo menos atreverse a considerar la posibilidad”. De hecho, su trabajo es tan prometedor que en diciembre de 2020 el artículo “La fragmentación de ribosomas y ARN de transferencia extracelulares define el RNAoma extracelular”, en el cual Tosar y los suyos detallan los avances de su trabajo, fue elegido para ilustrar la portada de la revista Nucleic Acids Research.

Siguiéndole la pista

Consciente de lo estimulante que es para la ciencia el trabajo que Tosar y sus colegas vienen realizando respecto del ARN extracelular, ahora la revista Nature vuelve a hablar de las investigaciones de Tosar en su sección “Dónde trabajo”, que saldrá impresa en el número del próximo jueves 29 de abril, aunque ya puede leerse en línea.

Allí, en un breve texto, Juan Pablo explica algunas de las cosas que realiza en su laboratorio con relación a ese ARN que está por fuera de las células y que, además de ayudarnos a entender cómo es la biología de los seres vivos, tiene otras consecuencias que pueden ser de futura utilidad, como por ejemplo la detección precoz de algunos tipos de cáncer.

Sin embargo, algo llama la atención: si bien la nota está redactada en primera persona (dice, por ejemplo, “soy un biólogo molecular y deseo entender cómo las células se hablan entre ellas usando su ARN”), el artículo, además de acreditar que la foto que lo ilustra fue sacada por Pablo Alvarenga, dice que Tosar fue “entrevistado por Sara Reardon”. Juan Pablo cuenta que es un “formato medio raro” de nota. “Tuvimos en febrero una charla larga por Zoom, y luego ella escribió con libertad en base a lo dicho por mí... es su pluma”, cuenta el desentrañador de los secretos del ARN.

Más allá de la incomodidad de esa primera persona que no es tal –hace que la nota le haga decir que el Laboratorio de Genómica Funcional, que dirige Alfonso Cayota, es suyo, algo que no sólo no es cierto sino que además va en contra de la humildad de Tosar y su respeto y admiración por el trabajo colectivo–, Juan Pablo dice que “no hay que dejar que el árbol tape el bosque; la realidad es que Nature, como reflejo de la comunidad científica internacional, está mirando cada vez más la ciencia que se está haciendo en este pequeño país”. Si bien está acostumbrado a buscar formas de dar respuestas a preguntas profundas, para esta todavía no tiene pistas de por dónde arrancar. “Se ve que algo les llama la atención, porque esto no es un caso aislado; salió Gonzalo Moratorio como científico destacado en diciembre, en junio habían reseñado nuestro trabajo; me parece que se está consolidando algo que es interesante”.

Juan Pablo Tosar en el Centro de Investigaciones Nucleares de Facultad de Ciencias de la UDELAR en Montevideo.

Juan Pablo Tosar en el Centro de Investigaciones Nucleares de Facultad de Ciencias de la UDELAR en Montevideo.

Foto: Javier Calvelo, adhocFOTOS

Actualizando el tanteador

Rafael Radi, coordinador del Grupo Asesor Científico Honorario, recurre frecuentemente a las metáforas futboleras para acercar la ciencia sobre la covid-19. Si hiciéramos lo mismo, dado que el trabajo de Tosar ya fue reseñado por Nature el año pasado, podríamos decir “Tosar 2-1 Moratorio”. Tras la breve risa que provoca el chiste, le señalo a Tosar que si bien el reconocimiento al trabajo de Moratorio y sus colegas por el desarrollo de los kits de diagnóstico que permitieron tener a raya a la pandemia durante 2020 es valioso, merecido y nos llena de orgullo, en este caso sucede lo mismo pero con un aditivo extra: va más allá de la pandemia.

“Gonzalo es un compañero de trabajo excepcional y un gran amigo”, es lo primero que reconoce Tosar. “Pero creo que también está bueno el mensaje para el resto de nuestra sociedad de que la ciencia no es solamente algo que es bueno reconocer mientras hay una pandemia y que cuando termine se desdibuje la razón de por qué es necesario tener una Facultad de Ciencias e institutos de investigación. La ciencia que hacemos la hacemos porque estamos convencidos de que, como país, la necesitamos en el largo plazo, con o sin pandemia. Y lo que me gusta de la ciencia que hacemos en nuestro grupo es que representa justamente eso, porque quizás no hay ningún trabajo más descontextualizado del presente inmediato que el que hacemos nosotros. Estamos tratando de comprender cómo funciona la biología, cómo funcionamos los seres vivos. Obviamente que entendiendo eso podemos después, en el futuro, idear nuevas estrategias para combatir o diagnosticar precozmente ciertas enfermedades, particularmente el cáncer, pero en sí mismo no estamos trabajando en la formulación de un fármaco para dentro de un año, estamos lejos de eso conceptualmente”.

A lo que va Tosar es algo que sería bueno se tuviera en cuenta en muchos ámbitos. “Es importante de alguna forma que empecemos a valorar a la ciencia no sólo cuando nos da soluciones en el corto plazo, sino también a la ciencia que se está haciendo las preguntas fundamentales”, apunta. “De alguna forma siento que este destaque a nuestro trabajo reivindica esa ciencia guiada por curiosidad y nos llama a no olvidarnos de ella y a no olvidarnos de la ciencia cuando se termine la pandemia, porque se va a terminar y sería una pena que volviéramos al lugar en que estábamos en cuanto a su valorización social”, reflexiona, y sostiene también que habría que aprovechar este contexto “para dar un paso más y dejar de pensar en cómo podemos apoyar más a nuestros científicos y empezar a pensar en cómo podemos apoyarnos más en nuestros científicos”.

¿Efecto Mateo?

Ya es la segunda vez que Tosar sale retratado en Nature. Pero, como dijimos antes, no sólo es un excelente investigador, sino que también es una gran persona. La ciencia siempre es un trabajo colectivo. Y si bien se entiende que el impacto para la revista es distinto si muestra una cara en lugar de una foto con decenas de personas, nuestro biólogo molecular no se marea. “No quisiera que la gente pensara que como salí dos veces en Nature soy un genio, eso no es así”, aclara.

De hecho, tiene alguna idea de por qué vuelve a aparecer en esta sección que dice que es “medio como de Galería pero en una revista de ciencias”. Entonces arranca: “Lo de la nota anterior fue increíble. Pero una vez que caés en el radar, es más fácil que venga una segunda nota, y una tercera. Esas dinámicas que se retroalimentan son muy comunes en muchos ámbitos de la sociedad, y también en la ciencia”. Juan Pablo señala que el tema está bastante estudiado: se denomina “efecto Mateo”. Explica que, por ejemplo, un laboratorio que gana un proyecto, como tiene más dinero, contrata a más estudiantes, publica entonces más artículos que luego le permiten ganar más proyectos.

“Creo que ahora estamos en la agenda de los editores de Nature, y cuando tienen que producir algún segmento para la revista, de repente acuden a nosotros”, dice bajando la pelota al piso (bueno, no todas las metáforas futboleras las emplea Radi). “Sería un grave error creérnosla y pensar que somos algo excepcional. Obviamente siento que el trabajo que hemos hecho es bueno, pero sería igual de bueno si no lo hubiera recogido Nature en ningún momento. Y hay muchísimos otros trabajos muy buenos que se están haciendo todos los días. No hay aquí una cuestión de excepcionalidad; en todo caso, nos toca la suerte de representar a la ciencia uruguaya en este contexto”, aclara.

Pero no se detiene allí. “Y además, a la interna del grupo, hay muchos otros actores. Y en particular está la figura de Alfonso Cayota, que es el responsable del Laboratorio de Genómica Funcional del Institut Pasteur y grado 5 de la Facultad de Medicina, aunque se jubiló el año pasado; de alguna forma es el ideólogo de esta línea de investigación. Yo hice el doctorado con él y continué, pero esto ya existía de antes, y así como me formé con el trabajo de María Rosa García, ahora se están formando nuevos estudiantes que van a proseguir, si les apasiona, con esta línea de investigación”, sostiene Tosar. “Esto es una continuidad. Y por una forma de ser que tiene Alfonso, que prefiere que brillen quienes trabajan con él, yo termino teniendo este tipo de destaque. Obviamente esto me pone muy contento, porque además hemos iniciado colaboraciones con grupos de investigación que antes de la anterior nota de Nature ni sabían que existíamos, pero no se trata de la excepcionalidad de una persona o siquiera de un grupo de investigación”.

Uno entonces no tiene más remedio que aceptar que sí, que en el caso de Tosar y el trabajo que viene desarrollando con sus colegas hay un efecto Mateo. Cuando se está ante personas que maravillan con preguntas nuevas que desafían lo que conocemos sobre los seres vivos, cuando se deja todo en el laboratorio y se demuestra que se puede hacer ciencia de nivel internacional, pero, además, se tienen los pies sobre la tierra, se defiende el trabajo colectivo, se reivindica la importancia de la ciencia y todo eso sin mareos, claro que uno quiere volver a conversar cuanto antes con este y todos los otros Juanes y Juanas Pablos Tosar que pueda.