El planeta se está calentando. Lo viene haciendo desde hace tiempo como consecuencia del gran éxito que ha tenido la especie Homo sapiens en ocupar casi cualquier rincón del globo y, en especial, luego del inicio de la revolución industrial. De hecho, el impacto de la humanidad sobre distintos aspectos del planeta es tan grande y notorio que se ha propuesto denominar Antropoceno a la era en la que vivimos, poniendo fin al Holoceno, que había comenzado hace unos 11.700 años.

A lo largo de la segunda mitad del siglo XX quedó claro que el calentamiento global y su consecuencia, el cambio climático, venían de la mano de la emisión de gases de efecto invernadero, siendo el más conocido el dióxido de carbono (CO2) proveniente de la quema de combustibles fósiles. Tras intensos debates y acuerdos multinacionales, quedó claro que había que parar de alguna manera con la emisión de tales gases y se fijó como meta procurar que la temperatura promedio del planeta no aumente más allá de los 2° C respecto de los registros preindustriales.

Como bajar las emisiones resulta difícil sin cambiar las formas de producción contemporánea y los niveles de consumo, también se hacen esfuerzos por aumentar la captura del C02 atmosférico. Si bien todas las plantas utilizan CO2 para hacer la fotosíntesis, se hace especial énfasis en la protección y conservación de los bosques, llegando incluso a considerar a algunos de ellos, por ejemplo los del Amazonas, como los pulmones de la Tierra. Aun cuando la deforestación no es el único cambio del uso del suelo que agrava la pérdida de biodiversidad y la emisión de gases de efecto invernadero, cuanto mejor les vaya a los bosques nativos, más chances tendremos para luchar contra el calentamiento global.

En un mundo al que le gusta socializar los costos del calentamiento global pero no las ganancias de las actividades productivas que han llevado a él, se pone una mirada atenta sobre la deforestación, estando los bosques a proteger por lo general en los países en desarrollo y no en los países responsables de las mayores emisiones de gases de efecto invernadero (y menos aún si tomamos el acumulado emitido por cada país desde la revolución industrial hasta nuestros días). Aun cuando sea injusto, ver qué hacemos con los bosques que nos quedan aún en pie es un tema de importancia.

A ese tema de cómo protegemos los bosques hace un aporte un artículo de reciente publicación en la revista Land Use Policy por parte de dos investigadores de la Universidad de Zhengzhou, en China. Titulado “El impacto de la ideología de los gobiernos en la preservación de los bosques: evidencia a partir de datos de varios países”, el trabajo de Quan-Jing Wang, de la Escuela de Negocios, y su colega Yi-Hong Sun, de la Escuela de Finanzas Públicas y Tributación, que incluye datos de Uruguay, arroja algunas conclusiones que no sorprenden para quienes venimos viendo lo que sucede en Brasil tras años de gobierno de Jair Bolsonaro. Vayamos a ello.

Bosque amigo

Según reseñan en su trabajo Wang y Sun, la degradación de los bosques y la deforestación contribuyen entre 17% y 25% a la emisión anual de gases de efecto invernadero. En este sesgo hacia la conservación de los bosques, que no deja ver, por ejemplo, que hay otros ecosistemas bajo igual o peor amenaza, como es el caso de los pastizales en el sur de Brasil, Uruguay y parte de Argentina, agregan que “un bosque en buen estado beneficia al control de la erosión del suelo, la supervivencia de miles de especies, y produce alimentos y frutas que mejoran la felicidad de las personas”.

Si bien reconocen que “la tasa de deforestación viene cayendo desde 2010”, apuntan que los bosques actuales “no son suficientes para alcanzar los requerimientos sociales”, por lo que su protección es clave para cumplir con el plan REDD+ de la Organización de las Naciones Unidas, que corresponde a la Reducción de Emisiones por la Deforestación y la Degradación de los bosques. Y entonces dicen que si bien una “amplia literatura trató de identificar a los impulsores que afectan a la protección forestal, como incendios, infraestructura, expansión urbana”, para ellos, “pocos estudios prestan atención a la influencia de los gobiernos de derecha o de izquierda en la conservación de los bosques, ni a qué factores determinan el impacto de la ideología gubernamental en la conservación de los bosques”. Eso es, justamente, lo que se propusieron abordar.

“Este artículo da un paso más para abrir la “caja negra” entre la ideología política y la conservación de los bosques, y explora qué factores pueden cambiar el papel de la ideología gubernamental en la conservación de los bosques”, dicen a continuación. Asomémonos y veamos qué había en la caja negra.

Analizando datos

Si bien el artículo tiene algunos problemas de redacción (y por tanto de edición, algo que se supone que no debería pasar en una revista del poderoso grupo Elsevier), los autores describen cómo llevaron adelante su trabajo, que analizó un estudio sobre lo que sucede en 101 países.

En primer lugar, usaron datos sobre “la tasa de cambio neto de la cubierta forestal para capturar la conservación del bosque”, siendo un valor positivo en este indicador una muestra de que “la reforestación es más que la deforestación”. Bajo ese esquema uno debería esperar que un bosque conservado como está quede en un número ni positivo ni negativo, pero también dicen que un mayor guarismo en ese valor “indica una mejor conservación del bosque”. Más allá de que hay algo que no lograron explicar bien, señalan que estos datos los tomaron de Faostat, un sitio de estadísticas de la FAO.

Por otro lado, se quedaron sólo con los datos de 101 países, entre ellos Uruguay, porque fueron aquellos en los que pudieron acceder a información sobre la orientación política de sus gobiernos, si tienen mayoría parlamentaria y otros datos, a través de la Base de Datos de Instituciones Políticas 2020 (DPI) del Banco Interamericano de Desarrollo. Asignaron como gobierno de derecha a todos los gobiernos cuyo jefe del ejecutivo perteneciera a un partido descrito como “conservador, demócrata cristiano o de derecha” en esa base de datos. Por su parte, consideraron de izquierda “si el partido del jefe ejecutivo es comunista, socialista, socialdemócrata o de izquierda”. El período analizado abarcó los gobiernos de estos 101 países entre 1991 y 2018.

Bosque deforestado para plantar palma aceitera  en Colombia.

Bosque deforestado para plantar palma aceitera en Colombia.

Foto: Paúl Furumo

También usando datos de esa base, cuantificaron el poder político de cada uno de esos gobiernos de izquierda o de derecha, “calculando a partir de la proporción de escaños que pertenecen a los partidos gobernantes en el órgano legislativo”. Si tenían mayoría parlamentaria, los gobiernos se consideraron con más poder, dado que “el poder político es fundamental para que los partidos de gobierno tomen las decisiones como lo prefieren, lo que determina el papel de la ideología gubernamental en la conservación de los bosques”.

En base a estos datos, y otros que usaron como variables que podrían afectar la política de los gobiernos, como el nivel de democracia, la población de cada país, el nivel de globalización, etcétera, llevaron a cabo “una prueba empírica del impacto de la ideología gubernamental en la conservación de los bosques” utilizando el “método de los momentos generalizado” (GMM por su sigla en inglés).

“Los gobiernos de derecha hacen algo de daño a la preservación de los bosques, mientras que los de izquierda tienden a ser mejores para la preservación de los bosques”. Wang y Sun

Bosques de izquierda y bosques de derecha

Al analizar los datos que obtuvieron, señalan que “en comparación con los gobiernos de derecha, los gobiernos de izquierda beneficiarían la preservación de los bosques”. Al respecto, aclaran que “el impacto positivo de los partidos de izquierda en la preservación de los bosques aún se confirma mientras se controlan otros factores que pueden afectar la preservación de los bosques”. Más adelante, afirman que “los gobiernos de derecha hacen algo de daño a la preservación de los bosques, mientras que los de izquierda tienden a ser mejores para la preservación de los bosques”.

El hallazgo, dicen, no los sorprende, en parte, porque Wang viene publicando trabajos en esta misma dirección en diversas áreas: en 2019 publicó uno titulado “Los impactos de la ideología del gobierno en la innovación”; en 2021, “Los impactos de la democracia en la innovación”; y en 2022, “La influencia de la ideología política en las emisiones de gases de efecto invernadero”. De esta manera, en el presente artículo señalan que “el hallazgo empírico de que los gobiernos de izquierda a menudo expresan una mejor conservación de los bosques que su contraparte es consistente” con su anterior trabajo, que muestra que “los partidos de izquierda a menudo expresan menores emisiones de gases de efecto invernadero”, así como con otra publicación de otros autores, de 2016, que halló que “la ideología gubernamental ejerce algún impacto en el desempeño ambiental”.

“Sólo cuando la participación del partido gubernamental es superior a 50% se confirma la influencia de la ideología gubernamental en la conservación de los bosques”. Wang y Sun

Al analizar cómo influía la concentración de poder en esta influencia de la orientación política de los gobiernos en la protección de los bosques, reportan que “el impacto de la ideología política en la preservación de los bosques es mayor cuando se toma en cuenta el poder político”. Nuevamente, esto coincide con el trabajo previo de Wang, que vio que tener mayorías parlamentarias “refuerza el impacto de la ideología de los partidos gobernantes en el cambio climático”. Así que señalan que “sólo cuando la participación del partido gubernamental es superior a 50% se confirma la influencia de la ideología gubernamental en la conservación de los bosques”.

¿Está bueno cambiar?

Más adelante, Wang y Sun reconocen que “el cambio de ideología gubernamental es fundamental para las políticas que se formulan y provoca el cambio social y económico, por lo que podemos inferir que no sólo la ideología gubernamental puede afectar la conservación de los bosques, el cambio de ideología gubernamental también puede tener un impacto en la protección de los bosques”. Así que trataron de ver qué pasaba cuando la orientación de los gobiernos pasaba de izquierda a derecha o de derecha a izquierda. El asunto es relevante, por ejemplo, si uno mira las encuestas de lo que está pasando con la intención de voto en Brasil de cara a las elecciones de este año.

Mediante el análisis de los datos y los coeficientes, el trabajo señala que “si la ideología gubernamental cambia a la derecha, la preservación de los bosques experimenta alguna pérdida”, algo que se da sólo cuando el gobierno pasa de izquierda a derecha, sino también de centro a derecha.

Para la base de datos IPI que utilizaron, los gobiernos del Frente Amplio fueron considerados de izquierda, así como el actual gobierno del Partido Nacional figura como de derecha. Los bosques de Uruguay igual pueden estar medianamente tranquilos: aquí el problema ambiental no pasa tanto por la deforestación -los bosques están protegidos por ley-, sino por la forestación, que junto con la expansión agrícola implica pérdida de ecosistemas como el del pastizal. Sin embargo, en el trabajo de Wang de 2019 los giros a la derecha no parecen favorecer al ambiente.

“El impacto de la ideología gubernamental en la conservación de los bosques es menor en los países con mayor globalización que en los países con menor globalización”. Wang y Sun

Por otro lado, en el artículo encuentran que la incidencia de la ideología del gobierno sobre los bosques y su conservación puede verse afectada por otros factores. Y uno de ellos es la globalización. “El impacto de la ideología gubernamental en la conservación de los bosques es menor en los países con mayor globalización que en los países con menor globalización”, señalan.

Al intentar justificar por qué la globalización parece favorecer a los bosques, sostienen que “esto se debe principalmente a que la importancia de la conservación de los bosques en el cambio climático es ampliamente aceptada a nivel mundial, por lo que una mayor globalización puede mejorar la conciencia social de la conservación de los bosques, lo que debilitaría el papel del partido gobernante”.

También reportan que “una mayor densidad de población reduce el impacto positivo de los gobiernos de izquierda en la conservación de los bosques”, al tiempo que “si la contaminación del aire es mayor, el impacto de la ideología gubernamental en la preservación de los bosques es menor”. Al respecto conjeturan que “la razón potencial de esto” podría deberse a que puesto que “el bosque es poderoso para reducir la contaminación del aire, es necesario aumentar el bosque para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero, independientemente del gobierno de derecha o de izquierda”.

¿Y entonces?

El trabajo encuentra tendencias globales fuertes. Los gobiernos con orientación hacia la izquierda parecen hacer más por los bosques que aquellos con orientación de derecha. Pero como dicen sus autores, el artículo “es el primero que examina empíricamente el impacto de la ideología gubernamental y el cambio de ideología gubernamental en la conservación de los bosques, así como el primero que investiga el efecto moderador de otros indicadores y el efecto interactivo de las características de los regímenes políticos en el impacto de la ideología gubernamental en los bosques, llenando así los vacíos entre las literaturas existentes”. Como todo trabajo pionero, habrá cosas que serán mantenidas, algunas ampliadas y otras tal vez superadas por más y mejores análisis. Pero esta es la foto de Wang y Sun.

De hecho, los autores reconocen que “debido a la disponibilidad de datos, este estudio sólo se concentró en la preservación de los bosques”, pero advierten que “se debe realizar una mayor investigación sobre el impacto de la ideología gubernamental en la deforestación o reforestación una vez que los datos estén disponibles”.

En un país altamente politizado como el nuestro, pensar lo ambiental en clave de derecha e izquierda puede ser un ejercicio entretenido. Aun cuando el ambiente no ha estado entre las prioridades del gobierno actual ni de los pasados, Wang y Sun nos dan un marco para observar y poner en perspectiva los matices de sus gestiones.

Artículo: “The impact of governmental ideology on forest preservation: Evidence from cross-country data”
Publicación: Land Use Policy (agosto de 2022)
Autores: Quan-Jing Wang y Yi-Hong Sun.