Ante la pregunta “Si usted pudiera decidir cómo distribuir el dinero del Estado, ¿aumentaría el gasto en ciencia y tecnología o no lo aumentaría?”, incluida en la IV Encuesta nacional de percepción pública sobre ciencia, tecnología, innovación y emprendimientos realizada en octubre de 2021 por la empresa Cifra a instancias de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), 79% de las 1.108 personas consultadas telefónicamente contestaron que sí lo aumentarían.

Los resultados de la encuesta, dados a conocer hace pocos días, indican que la ciudadanía también aumentaría la inversión en educación (95% lo haría), salud (91%), soluciones de vivienda (90%) y en innovación y emprendimientos (83%). Del menú de seis opciones para aumentar el gasto, la menor adhesión se registró en la consideración de lo oportuno de aumentar la inversión en agricultura y ganadería, que pese a ser la más baja de todas igual fue apoyada por 51% de los encuestados. Con la próxima rendición de cuentas a punto de ingresar al parlamento en los próximos días, y ante una rendición pasada que dejó un enorme descontento y desazón de la comunidad científica, que esperaba señales claras del gobierno tras la pandemia de Covid-19, los datos divulgados pueden resultar oportunos.

Más allá de lo que la población considera sobre lo que se invierte en ciencia, tecnología e innovación, que en la pregunta sobre asignación de fondos de la encuesta aparecen separadas y se asocia por primera vez en esta medición la innovación con los emprendimientos, la encuesta intenta evaluar “las principales percepciones del público sobre Ciencia, Tecnología e Innovación”. Así que, teniendo en cuenta que se trata apenas de una encuesta, una foto tomada desde una cámara, que incide en la fotografía obtenida, buceemos un poco sobre alguna de las imágenes obtenidas. Como toda encuesta, su mayor valor no está en lo que dice, sino en lo que podemos pensar a partir de ello.

Un tema complejo

Medir las percepciones de una población acerca de la ciencia, la tecnología y la innovación (dejamos aquí por fuera los emprendimientos porque no necesariamente tienen que ver con esta sección) presenta sus desafíos. “Este relevamiento encuentra su base metodológica y conceptual en el Manual de Antigua realizado por la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología, buscando homogeneizar las fuentes de datos sobre la percepción pública de la CTI con la finalidad de democratizar la discusión, el acceso y las decisiones en torno a estos temas” señala el documento de la ANII en que se comunican los resultados de la encuesta. El Manual de Antigua, redactado por la mencionada red en 2015, justamente proponía una metodología que, si bien no solucionaba dificultades señaladas para otras formas de abordar estos temas, por ejemplo, cómo medir el grado de alfabetización científica de la ciudadanía, al menos sí hace posible obtener resultados que permitan hacer comparaciones entre los países de Iberoamérica.

De esta forma, el documento que analiza y divulga los resultados de la encuesta, firmado por Lucía Monteiro, Clara Reyes y Ximena Usher, sostiene que el objetivo es tratar de “conocer los niveles de información e interés sobre los temas de CTI, conocer actitudes generales de la CTI contemplando aspectos como la consideración científica de algunas disciplinas, detectar una aproximación al patrón de actividades científico-culturales de los uruguayos, y percepciones de desarrollo de la CTI”. Como se trata de la cuarta encuesta de este tipo (las anteriores se realizaron en 2008, 2011 y 2014), también sostienen que el presente informe “presenta la evolución de la percepción de los indicadores” de ciencia, tecnología e innovación” así como incorporan “nuevas preguntas”, por ejemplo lo ya mencionado sobre los emprendimientos.

Interés, información e involucramiento

“La autoevaluación de la población en relación a distintos temas de la agenda social permite conocer el nivel de interés y el nivel de información de la misma” destaca el informe. Por su parte, el involucramiento “es construido sumando quienes declaran tener interés y quienes declaran tener información sobre los temas de alimentación, ciencia y tecnología, deportes, medicina y salud, medioambiente y ecología e innovación”. Pese a que en el menú de temas de interés no se incluyen otros que sí están en el Manual de Antigua (como política, economía y empresas, cine, arte y cultura), en el informe se señala que “los resultados permiten ver cómo se posiciona la ciencia, la tecnología, la innovación y los emprendimientos en relación a los otros temas preguntados, así como permite identificar brechas de información entre aquellos temas que son declarados de interés pero presentan magros niveles de información”.

Cuando se le pregunto a las 1.108 personas encuestadas si se interesaban en seis áreas (alimentación, ciencia y tecnología, deportes, medicina y salud, medioambiente y ecología, innovación y emprendimientos), apenas 17% dijo tener mucho interés en la ciencia y la tecnología y 20% en innovación y emprendimientos. Si bien las cifras no son altas, sirve de comparación saber que los tres tópicos más puntuados son la alimentación (32%), medicina y salud (29%) y el deporte (27%). Por alguna extraña razón, en el reporte de la ANII no figura el porcentaje de mucho interés que suscitó el tópico medioambiente y ecología (más allá de que cabría preguntarse por qué la ecología, una rama de la ciencia de crucial vigor tanto en el mundo como en nuestro país, está por fuera del ítem ciencia y tecnología, pero como dijimos, las encuestas son cámaras de foto que inciden en la imagen que toman). Cabe la posibilidad de que el ambiente y la ecología no susciten mucho interés en nadie, algo un poco extraño pero tal vez posible en la muestra.

En relación a las encuestas pasadas, tanto la ciencia como la salud escalaron en la tabla. A modo de ejemplo, en la encuesta de 2014 apenas 7% dijo que la ciencia le despertaba mucho interés. Pero como sólo 13% dijo, en este entonces, estar interesado en el deporte, cabría preguntarse si en aquel año hubo una apatía generalizada (salud y alimentos también midieron menos que en 2021) o si hay algo allí que está interfiriendo con cualquier razonamiento que podamos hacer desde el presente. Pero sigamos.

Luego de preguntarle a las personas si se interesaban por ese menú de seis temas, se les considero si estaban informadas sobre ellos. 37% respondió que estaba informado sobre ciencia y tecnología, porcentaje idéntico al que dijo estarlo sobre innovación y emprendimientos. Parecería entonces que hay algunos ciudadanos y ciudadanas que, pese a que esos temas no les interesan mucho, se informan sobre ellos. Lo opuesto sucede con el deporte: mientras le interesaba mucho a apenas al 27%, los que dijeron estar informados fueron 54%. ¿Exceso de oferta? ¿No los dejan cambiar de radio o canal? ¿Alguien las habla aunque no les interese tanto? Vaya uno a saber, pero la diferencia entre ambos porcentajes podría indicar algo para alguien que se interese en el asunto.

En comparación con las encuestas anteriores, el informarse sobre ciencia y tecnología parece haber ganado terreno o al menos haber recobrado el nivel de información que suscitó en 2011, cuando 35% dijo informarse sobre el tema (la diferencia está dentro del margen de error de la encuesta de 2021): en 2008 el porcentaje era sólo de 27% y en 2014 de 30%.

Luego viene la medición del “involucramiento” con los temas de ciencia, tecnología e innovación. Como no entiendo mucho el asunto –involucrase para uno significa algo más que buscar información sobre lo que le interesa– cito una vez más el texto del informe: “en base a las dos preguntas anteriores, se presenta un indicador de involucramiento de la población” en esos temas. En el informe de ANII se dice entonces que “en 2021, tres de cada diez uruguayos están involucrados con los temas de ciencia, tecnología, innovación y emprendimientos, cifra que aumenta en relación a las mediciones anteriores”. Veamos el asunto.

17% de las personas dijo en 2021 tener mucho interés en la ciencia. Esto es, 1,7 personas cada diez. Otro tanto dijo que le interesaba mucho la innovación y los emprendimientos. Supongamos que son los mismos del 17% de la ciencia, siguen siendo entonces 1,7 personas de cada diez las interesadas. A la hora de informarse, 37% lo hace sobre ciencia y tecnología y 37% sobre innovación y emprendimientos. Si nuevamente, fueran las mismas personas, 3,7 de cada diez uruguayos se informarían sobre ciencia. Busco en el documento cómo se llega a decir que “tres de cada diez uruguayos están involucrados con los temas de ciencia, tecnología, innovación y emprendimientos” y no lo encuentro. Supongo que, una vez más, lo que falla es mi entendimiento. O que tal vez con datos más precisos sobre el interés, además del mucho por ejemplo, poner el “bastante” y el “algo”, es decir todos los que no son “nada”, tendríamos un mejor panorama.

Por otro lado, cabría preguntarse si encontrar información sobre lo que a uno le interesa es algo que está garantizado para todos los ciudadanos y ciudadanas o sí, tal vez, inciden allí cuestiones de mercado, de oferta de información, de costos, de inequidades, oportunidades y demás. Repaso el Manual de Antigua y hay algunas cosas que veo que no están en este informe. Pero como tienen relación con lo que viene a continuación, las abordamos después.

Más adelante, en la encuesta se le preguntaba a quienes habían declarado estar “poco” o “nada” informados en temas de ciencia y tecnología por qué pensaban que no lo estaban. Las opciones eran “no entiendo”, “no tengo tiempo”, “no me gusta”, “no despierta mi interés” o “no sé cómo o a dónde acceder a ese tipo de información”. De aquel 63% que dijo que no estaba informado sobre el tema, el resumen de la ANII señala que 52% declaró que no lo estaba por desinterés, 36% por “barreras de acceso” y 12% por “falta de tiempo”. Sin embargo, en el informe de ANII se destaca que “de los resultados se desprende la importancia de generar interés en estos temas en la población uruguaya”, ya que “Una de cada dos personas no está interesada en informarse en CTI”. Aquí debe haber un error: o se traspapeló que los que dijeron que no les interesaba el tema era el 52% del 63% que no estaba informado sobre el tema, o entonces recién ahora se nos revela que a más de la mitad de los encuestados no le interesan estos temas. Leyendo el reporte no tenemos cómo optar por una de las dos opciones o pensar una tercera.

Cultura y consumo

Tras decir que a la mitad de la población del Uruguay no les interesan los temas de ciencia y tecnología, pero mostrando que hay un gran altruismo en uruguayas y uruguayos, ya que 79% sostiene que hay que darle más dinero a algo que no le interesa en lo personal, el informe pasa al capítulo “Cultura científica y consumo de contenidos de la población uruguaya”.

“En este apartado se presentan los resultados vinculados al consumo de actividades científico culturales, así como la intensidad y los medios utilizados para el consumo de contenido científico. Estos indicadores nos permiten conocer la cultura vinculada al acercamiento a la ciencia y su vivencia ciudadana” señala el texto. Veamos qué preguntaron para conocer algo tan complejo.

“¿Mira programas o documentales que pasa la televisión sobre ciencia, tecnología o naturaleza? ¿Con frecuencia, de vez en cuando, rara vez?” era la pregunta 11 del cuestionario telefónico. “¿Lee noticias científicas que se publican en los diarios?” era la 12. “¿Escucha secciones o programas de radio que tratan sobre ciencia y tecnología?” la 13. “¿Lee revistas de divulgación científica?” la siguiente. “¿Lee libros de divulgación científica?”, “¿Usa Internet para buscar información científica?”, “¿Usa redes sociales para buscar información científica? Y “¿Sigue las redes sociales de instituciones de ciencia y tecnología?” las siguientes.

“De acuerdo a los resultados, 7 de cada 10 uruguayos utilizan internet para buscar información científica y miran programas o documentales por televisión sobre ciencia, tecnología o naturaleza. Le siguen la lectura en diarios de las noticias, la búsqueda de información en redes sociales y la escucha de secciones de radio referidas a la temática. Las prácticas menos usadas son la lectura de revistas y los libros de divulgación científica” señala el texto. Ahora, dado que el 36% del 52% que dijo que no consumía información sobre ciencia, tecnología e innovación declaró que no lo hacía por “barreras de acceso”, este reparto de la torta existente de la oferta debería al menos hacer hincapié en el asunto. Pero no se hace. Sólo se señala que “en cuánto a la frecuencia de uso de estos distintos canales la tendencia es la misma, es más frecuente el uso en internet y televisión. Estos resultados consolidan el cambio de preferencias en el consumo de contenido científico que se viene observando a lo largo de las distintas mediciones de la encuesta”.

¿Podría alguien preguntarse si de cierta manera la oferta puede incidir en la demanda? ¿Importa con qué frecuencia la ciencia aparece en los medios aquí señalados? ¿Hay sitios, programas, libros, revistas de acceso completamente gratuito para el acceso a la información de ciencia, tecnología e innovación? La encuesta no nos dice nada al respecto.

Por ejemplo, en el citado Manual de Antigua, se propone generar “indicadores de evaluación de la ciencia en los medios de comunicación”. Para ello se sugiere preguntar si el encuestado está de acuerdo o no con diversos enunciados, por ejemplo, si “la cantidad de noticias de ciencia y tecnología que se publica es suficiente” en diarios y medios televisivos, si “las noticias son de buena calidad”, si “Las noticias discuten los posibles riesgos del desarrollo de la ciencia y la tecnología”, si “las noticias destacan los aportes de la ciencia y la tecnologías nacionales” o si son “noticias útiles”. Otras preguntas sugeridas para analizar la calidad de la información sobre estos temas en los medios son más directas. Por ejemplo, preguntarle a la población “¿usted piensa que los informativos de la televisión/los diarios le dan más importancia a la investigación científica y el desarrollo tecnológico que se hace en nuestro país, en Europa o Estados Unidos?”.

Aquí el trabajo de la ANII se queda corto y no analiza ni cuál es la oferta informativa sobre ciencia, tecnología e innovación ni cómo la oferta existente es evaluada por la población. Sacar conclusiones sobre el consumo de lo que hoy hay sin pensar en lo que podría haber o en lo que se demanda que haya, podría ser un ejercicio menos rico que el que habría si se incluyeran estas opciones. Más aún cuando se dice que entre los objetivos de este tipo de encuestas está “pensar públicos objetivos de campañas de divulgación destinadas a aumentar el interés de la población en la ciencia, la tecnología, la innovación y los emprendimientos” o “generar acciones de políticas dirigidas a la sensibilización y a la apropiación de la ciencia, la tecnología, la innovación y los emprendimientos”. Las audiencias, como las políticas, se construyen. Y para ambas cosas se necesitan indicadores.

Percepciones

Tras el capítulo del consumo, llega el de las percepciones sobre la ciencia, la tecnología, la innovación y el agregado de los emprendimientos. “Esta dimensión engloba indicadores vinculados a distintos tipos de valoraciones”, aclarando que esos indicadores “se han elaborado en torno al concepto de 'alfabetización científica'” a través de tres “formas de medición diferentes” que abarcan la “comprensión de términos y conceptos científicos clave (por ejemplo, conocimiento de contenidos de la ciencia)”, la “comprensión de las normas y métodos de la ciencia (por ejemplo, la naturaleza de la actividad científica y sus procesos)” y la “conciencia y comprensión del impacto de la ciencia y la tecnología en la sociedad”.

Las preguntas para acceder a este conocimiento fueron, por ejemplo, “cuando se habla de ciencia, ¿cuál es la primera palabra en la que usted piensa?” De esta manera, se generó una nube de palabras donde las más grandotas son “tecnología”, “inventos”, “innovación”, “investigación” y “medicina”, todas ya mencionadas en las otras 29 preguntas anteriores. Menos mencionadas, pero escapando a las que figuraban en las propias preguntas, aparecen vocablos como “robot”, “desarrollo”, “evolución”, “física” y “química”. ¿De qué manera sabemos entonces el grado de alfabetización científica de la población? El trabajo no lo dice, pero señala que las “familias de conceptos aparecen nombradas en las ediciones anteriores de la encuesta”. Cómo de allí podemos llegar a tener una idea de la “comprensión de las normas y métodos de la ciencia (por ejemplo, la naturaleza de la actividad científica y sus procesos)” es algo que no está claro.

Un poco más jugosa es la información que se deriva de la pregunta sobre si la profesión científica “tiene mucho prestigio, bastante prestigio, poco prestigio o nada de prestigio”. 27% señaló que tiene mucho y 43% bastante. Los que señalaron que tiene poco prestigio fueron 25%, mientras que los que dijeron que no tiene nada de prestigio fueron apenas 3%. Los porcentajes, a la luz de la pandemia que se acaba de enfrentar, reflejan lo que se vivió día a día con el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH).

También se preguntó a los encuestados si podían recordar el nombre de algún científico o científica destacado del país tanto a nivel nacional como internacional. Nuevamente, los datos se representan en una nube con palabras donde el tamaño refleja la cantidad de veces que se mencionó a esa persona. El efecto pandemia se nota: el científico más nombrado fue Gustavo Moratorio, y la más nombrada Pilar Moreno. Pero sólo 19% fue capaz de recordar un nombre tanto de científico como de científica destacados y apenas 6% de científica destacada. “Esta diferencia en las cifras de recordación permite pensar en la importancia de políticas de divulgación de trabajos de científicas, utilizando los principales medios de consumo declarados” señala el trabajo.

Posturas

Finalmente, en el informe de la ANII hay un quinto capítulo sobre las posturas sobre estas temáticas. En el reporte se informa que “47% de la población entiende que existen actualmente políticas de ciencia, tecnología, innovación y emprendimientos que buscan soluciones a problemas cotidianos de la población mientras que el 24% señala que no hay y el 29% afirma no saber si existen”. Las cosas se ponen nuevamente raras. Sólo 17% expresó mucho interés en el tema. Apenas 37% dijo estar informado. ¡Pero 47% sabe de la existencia de políticas de ciencia, tecnología e innovación que buscan soluciones a problemas cotidianos! Más allá de eso, siempre es posible pensar que la gente sabe que hay políticas sobre algo que no le interesa y de lo que no se informa.

Otro dato importante es que ante la pregunta “¿qué le parece que es lo mejor que nos puede brindar la ciencia y la tecnología?”, 22,2% de los encuestados contestó conceptos englobados en la categoría “adelantos, avance, progreso, innovación”, 13,9% en aquellos englobados como “aprender, conocimiento, investigación, educación” y 13,8% en los que cayeron en la categoría “crecimiento económico, desarrollo, trabajo”. En el espectro negativo (“¿qué es lo peor que trae la ciencia y la tecnología?”), las respuestas se agruparon en “nada”(14,7%), “sedentarismo, adicción, alienación, aislamiento” (13,2%), “desempleo, automatización” (12,3%) y en cuarto lugar “contaminación” (9,7%).

Finalmente también se hizo una pregunta destinada a relevar “el conocimiento de las instituciones del país que se dedican a gestionar, desarrollar, diseñar e implementar este tipo de políticas”. Se comunica entonces que “en las ediciones anteriores entre 3 y 4 de cada 10 uruguayos mencionaban conocer instituciones que se dedicaran a la ciencia y la tecnología. En 2021 se preguntó por el conocimiento de la institucionalidad de CTIE el 41% declara conocer la existencia de estas instituciones”. Sin embargo, la forma de preguntar por esto es un poco llamativa.

La pregunta 27 del cuestionario dice “¿Usted sabe si en nuestro país existe un Ministerio, Secretaría, Dirección o Agencia dedicado a apoyar la ciencia, la tecnología y la innovación?”. Las respuestas posibles son existe, no existe o no sabe. En el caso de que la persona diga que existe, se le pregunta “¿Cómo se llama? (no sugerir-anotar) ¿Y hay algún otro?”. Preguntar si existe un Ministerio o Agencia no es lo mismo que preguntar si conoce alguna institución que se dedica a la ciencia y la tecnología. La pregunta siguiente es muy frecuente: quien encarga la encuesta tiene sus intereses. Entonces se pregunta abiertamente a la persona si “¿ha escuchado hablar alguna vez de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII)?”.

En el informe se afirma que “41% declara conocer la existencia de instituciones que se dedican a gestionar, desarrollar, diseñar e implementar políticas de CTIE”. Es algo que se extrae de una pregunta que no preguntaba por ello. “El conocimiento de ANII aumenta considerablemente en esta edición 2021. En la pregunta de recordación espontánea un 6% nombra a la Agencia, mientras que en la pregunta específica '¿Ha escuchado hablar alguna vez de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII)?', el 37% de la población señala que sí conoce a la Agencia”. ¿Cuáles son las instituciones científicas más identificadas por la población? No lo sabemos con esta encuesta. ¿Qué simpatía o rechazo generan? Tampoco. ¿Qué instituciones debieran trabajar más por hacerle llegar a la gente lo que hacen? ¿A cuáles darle más presupuesto para mejorar ese aspecto? Imposible decirlo con estas preguntas.

Aun así, como dijimos al principio, una encuesta tiene todo lo bueno que tiene un ránking. Arroja cifras, puestos y listados que, acertadas o no tan acertadas, compartidas o no compartidas, nos hacen pensar en las cosas de las que tratan. En ese sentido, bienvenida la IV Encuesta nacional de percepción pública sobre ciencia, tecnología, innovación y emprendimientos y el correspondiente informe que da cuenta de ella de parte de la ANII.