Una historia de arañas que comienza con un fanático del cómic siempre es prometedora, como aprendimos desde que Spiderman llegó a las páginas de las historietas.

En este caso el fanático es el suizo Pierre Strinati, estudioso y activista del cómic que ayudó a popularizar el género en Europa, aunque no es precisamente esta pasión la que lo relaciona con las arañas y con este relato.

Strinati es también una leyenda de la bioespeleología, la disciplina dedicada a estudiar los organismos que viven en cuevas. Durante su vida visitó 1.626 cuevas de 70 países distintos, donde colectó una enorme cantidad de animales, especialmente artrópodos.

Lamentablemente, tenía por costumbre llevarlos a museos o a expertos taxónomos de otros países, en vez de dejarlos en los lugares en los que los descubría, pero colaboró muchísimo en el conocimiento de este tipo de fauna en todo el mundo. Gracias a él se descubrieron al menos 300 especies nuevas para la ciencia, 61 de ellas nombradas en su honor.

En 1968, las aventuras de Strinati lo trajeron hasta las grutas de Arequita, en Lavalleja. Mientras exploraba el sitio el 15 de noviembre de ese año, encontró algunas arañas pequeñas que le llamaron la atención. Las colectó sin que lo mordieran ni le dieran ninguna clase de habilidad especial, a no ser que entre ellas se encontrara el poco atractivo superpoder (el menos para la industria del cómic) de visitar cuevas remotas y detectar especies raras.

Al igual que tantos otros animales, aquellas arañas abandonaron la seguridad de las cuevas y viajaron miles de kilómetros junto a Strinati hasta llegar un tiempo después a las manos del aracnólogo italiano Paolo Brignoli.

El ojo entrenado de Brignoli le permitió darse cuenta que una de las arañas encontradas por Strinati en Arequita constituía no sólo una nueva especie de araña para la ciencia, sino también un nuevo género, al que denominó Pseudotyphistes. En consecuencia, en 1972 publicó un trabajo en el que bautizó a este pequeño animal como Pseudotyphistes pennatus.

Aquel registro uruguayo con hallazgo y trabajo ítalo-suizos se convirtió en el único de Pseudotyphistes pennatus en el mundo, aunque con el tiempo se fueron descubriendo otras seis especies pertenecientes al mismo género en Brasil, Argentina y Perú. O así fue al menos durante 50 años, hasta que un grupo de investigadores uruguayos agregó un capítulo inesperado a esta historia.

Los cuatro fantásticos

Hagamos una elipsis cinematográfica y saltemos entonces a 2019. El biólogo Manuel Cajade, por entonces estudiante, se encontraba en la Sierra de Carapé (Maldonado) en el marco de un proyecto del Programa de Apoyo a la Investigación Estudiantil (PAIE), con el objetivo de estudiar la diversidad y ecología de las arañas de pastizales, bosques serranos y bosques ribereños.

Entre quienes lo acompañaban en esta tarea se encontraban otros tres biólogos con un sexto sentido arácnido en esto de detectar especies nuevas: el docente Miguel Simó (orientador de Manuel), Damián Hagopián y Álvaro Laborda, todos de la sección Entomología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República y coautores junto a Manuel del valioso artículo científico que dio pie a esta nota.

Como es usual en este tipo de monitoreos centrados en diversidad, tuvieron que dedicar mucho tiempo a examinar miles de ejemplares de arañas encontrados en esos ambientes, que a veces quedan a la espera de su identificación durante meses o años. En este proceso, a Manuel le llamó la atención una especie pequeña y aparentemente muy poco abundante, de la que aparecieron sólo tres o cuatro individuos en el muestreo.

“No sabíamos ni siquiera de qué género era, sólo teníamos claro que era de la familia de los linífidos. Con el tiempo todas las colectas se van revisando, pero a mí me quedó en la cabeza esa insatisfacción de no saber lo que era esa araña en particular”, cuenta Manuel en la Facultad de Ciencias, mientras Miguel, Álvaro y Damián asienten con empatía de aracnólogos.

Manuel fue leyendo libros, artículos y descartando géneros, y, aunque se iba convenciendo de a poco de que se trataba de una especie nueva, no daba en el clavo para identificar el género. Ya en 2021, mientras el equipo estaba dedicado a decantar y clasificar toda la información obtenida en ese y otros muestreos, encontró un trabajo que describe exhaustivamente los géneros de linífidos a nivel neotropical y cantó bingo: se topó con Pseudotyphistes, el mismo género que el italiano Brignoli había descrito con base en los ejemplares hallados en Arequita por el suizo Strinati.

“Cuando llegué a ese género, me pareció obvio que era ese el de la araña nueva. Pensé: ¿cómo puede ser que se me haya pasado? Porque justo es un género que tiene una característica única, que lo hace diferente a los demás, y que es muy notable”, sigue Manuel. Esa característica distintiva es la presencia en los machos de una fuerte espina dorsal en los pedipalpos, los apéndices ubicados al costado de la boca.

Fue entonces cuando Manuel, Miguel, Damián y Álvaro se enteraron de la historia del hiperactivo Strinati, de sus andanzas por Arequita y de que los únicos ejemplares de una especie endémica del Uruguay se hallaban en realidad en un museo en Suiza. “Para nosotros fue una sorpresa buscar datos del género, enterarse de que se había descrito en Uruguay y conocer toda la historia”, explica Miguel Simó.

El trabajo detectivesco avanzaba, pero el misterio estaba lejos de ser resuelto. Si la especie encontrada por Manuel hubiera resultado ser la misma que la hallada por Strinati habría significado de por sí un gran logro, porque desde 1968 no volvió a identificarse otro ejemplar. Pero, aunque el género fuera el mismo, la especie que Manuel analizaba tenía algunas características distintas.

“Decidimos entonces estudiar todas las especies del género. Había sólo siete, que son relativamente pocas y facilitan el trabajo de comparación. Las chequeamos todas y comprobamos, efectivamente que se trataba de una especie nueva. Ahí empezó otra parte difícil del proceso, que es la descripción completa de la especie”, cuenta Manuel. Él y sus colegas usaron estereomicroscopios que les permitieron meterse en los detalles íntimos de esta nueva araña y dejar totalmente en claro que desde la Sierra de Carapé había surgido una especie desconocida para la ciencia.

Buena espina

Quien describe una nueva especie para la ciencia tiene el privilegio de nombrarla de la forma que considere apropiada (dentro de los criterios del Código Internacional de Nomenclatura Zoológica). La tarea recayó en Manuel, como primer autor del artículo. Podría haber optado por honrar alguna figura uruguaya histórica, un profesor o hasta algún futbolista, como ocurrió recientemente con una hormiga que lleva el nombre del delantero del Liverpool Mo Salah. Pero nuestra nueva araña no se llama Pseudotyphistes luissuarezis o Pseudotyphistes simoensis (nombre apropiado si hubiera querido hacer puntos con su orientador).

“Mi estilo es que el nombre sea descriptivo, que tenga información de la especie, que explique algo de lo que la define”, dice Manuel, que aclara que es algo que no siempre puede hacerse porque a veces los animales no presentar un carácter contundente para ser inmortalizado en la notación de la especie.

El nombre que eligió para esta nueva araña es Pseudotyphistes deinceps. El epíteto deinceps viene del latín y significa “hacia adelante”, que define la característica más decisiva que posee. Si bien, tal cual puntualiza Álvaro Laborda, hay un montón de características de las estructuras genitales y otros aspectos morfológicos de la araña de la Sierra de Carapé que son distintas a las de otras especies, el rasgo más concreto es que la espina del pedipalpo, en lugar de estar orientada hacia atrás o a lo sumo a los costados, como ocurre en las demás especies de este género, está dirigida hacia adelante y hacia abajo.

Manuel Cajade, Damián Hagopián, Álvaro Laborda y Miguel Simó, en la Facultad de Ciencias.

Manuel Cajade, Damián Hagopián, Álvaro Laborda y Miguel Simó, en la Facultad de Ciencias.

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Como integrante de la familia de los linífidos, un grupo de arañas muy poco estudiado en Sudamérica y prácticamente nada en Uruguay, tiene un montón de otras características fascinantes. Las arañas linífidas son muy pequeñas pero capaces de hacer grandes telas horizontales que se asemejan a sábanas, de las que cuelgan generalmente boca arriba. A su manera, también vuelan. Están entre las arañas que usan más frecuentemente la técnica llamada ballooning, que consiste en lanzar un hilo de seda y valerse del viento (y del campo eléctrico de la Tierra en ocasiones) para elevarse por los aires y desplazarse a grandes distancias.

Sus talentos no se reducen al transporte y la elaboración de telas densas. Usan una serie de estrías que tienen en los quelíceros (las piezas bucales) para emitir sonidos de comunicación y cuentan también con un mecanismo de defensa muy creativo que, si bien solemos asociar a algunos reptiles, está presente también en varios insectos y arañas: la autotomía, la capacidad de desprenderse voluntariamente de un segmento del cuerpo (en este caso, una sección de las patas) para escapar de un depredador.

Es interesante saber más sobre los linífidos por una cuestión simple de curiosidad y conocimiento –en la voz de David Attenborough, una araña que vuela, se desprende de parte del cuerpo y hace sonidos extraños al frotarse las mandíbulas sería una estrella audiovisual– pero también por su utilidad.

“Se trata de una familia sumamente abundante y con muchas especies que habitan en zonas templadas como la nuestra. Son comunes en bosques nativos, en pastizales, en hojarasca de bosques, y por lo tanto brindan una información muy importante sobre la diversidad del suelo. Y son, en algunos casos, indicadores de impacto ambiental, como ocurre con las especies asociadas a cultivos o a plantaciones forestales. Entonces, empezar a generar conocimiento sobre esta familia en el Uruguay nos va a aportar información de una dimensión de los ecosistemas a nivel de arañas que va a ser muy provechosa, no sólo por conocimiento básico sino por la posibilidad de tener información que se pueda aplicar en muchos campos del conocimiento”, afirma Miguel.

El enigma que representó al comienzo esta nueva araña sirvió para que los aracnólogos abrieran los ojos, en especial a la hora de realizar otros trabajos sobre diversidad de arañas en varias partes del país. Ello permitió que, además de los primeros ejemplares hallados en Sierra del Carapé, aparecieran luego otros escasísimos individuos de esta especie en ambientes distintos. Por ejemplo, Miguel y Damián hallaron unos pocos en un bosque ribereño en Cerro Largo y en una plantación de eucaliptos en Durazno, y Damián encontró un par más en un pastizal de Melilla (Montevideo). Es, entonces, una especie que parece adaptarse a todo tipo de ambientes pero que revela una densidad bajísima en los muestreos.

El trabajo hubiera sido excelente tal cual estaba, con la descripción de una nueva especie para el mundo, pero las arañas guardaban otras sorpresas. Mientras los cuatro investigadores buscaban cómo redondear su artículo, ocurrió algo que demostró que ver y observar no es la misma cosa.

La Suiza de América

En octubre de 2022, Álvaro Laborda y Damián Hagopián se encontraban colectando arañas en plantaciones de eucaliptos en Durazno, como parte de un proyecto financiado por la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) de la Universidad de la República y cuyo responsable es Miguel Simó. El objetivo del proyecto es, entre otros, entender cómo impacta en las comunidades de arañas la transformación de un pastizal en una forestación de eucaliptos. Tal cual aclara Álvaro, “busca ver cómo se insertan en el ambiente natural las plantaciones de eucaliptos y cómo responden a esto las comunidades de arañas”.

“Aprovechamos para ir a La Paloma, en Durazno, donde hay una gruta preciosa que se llama La Llorona, que es una quebrada hermosa, bien profunda, con saltos de agua, helechos y líquenes. Vimos un montón de arañas y colectamos algunas para examinarlas. Cuando las miramos con atención notamos algo raro y le pedimos a Manuel que se fijara a ver qué podían ser. Y nos confirmó que eran ejemplares de Pseudotyphistes pennatus, la especie que el suizo había encontrado más de 50 años atrás y que nunca volvió a aparecer. Nos pareció increíble que ocurriera justo cuando Manuel estaba terminando de dar forma al artículo y decidimos sumar al trabajo estos nuevos registros de la especie para Uruguay”, cuenta Damián.

El artículo de Manuel, Damián, Álvaro y Miguel tiene el valor de aportar información de dos especies por ahora endémicas de Uruguay: una nueva para la ciencia y otra que sólo había sido reportada a finales de los años 60, una prueba de todo lo que queda por descubrir y explorar incluso en un territorio chico y supuestamente accesible como el nuestro.

Los autores incorporaron además ambas especies a la lista de arácnidos prioritarios del Uruguay, al considerar que cumplen con varios criterios para su inclusión. Por ejemplo, ser endémicas de nuestro país y estar subrepresentadas en las colecciones nacionales. Para Pseudotyphistes pennatus se suma que tiene una presencia exclusiva en ambientes poco representados en el territorio y que posee “características evolutivas, comportamentales o ecológicas únicas” (en este caso, su asociación con cuevas, quebradas y bosques de laderas). Como otro de sus objetivos, gracias a esa gran cantidad de información recolectada en sus distintos proyectos de muestreo, es elaborar un Libro Rojo de Arañas del Uruguay, estos son datos que deberán tenerse en cuenta para establecer la categoría de amenaza de cada una acorde a los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Hay también un componente de reivindicación histórico en el trabajo, especialmente cuando uno descubre que hay holotipos de especies endémicas uruguayas en Suiza y piensa en cuántos otros casos similares habrá.

“Para nosotros, los taxónomos, es una gran satisfacción poder resolver estas cosas. De alguna manera reivindicamos el patrimonio natural, porque vamos a tener ejemplares representativos de estas especies acá en Uruguay y, por otro lado, el trabajo aporta fotografías e imágenes claras para su identificación que antes no estaban. Resolver estos embrollos es fascinante, con el agregado de que como esta especie, Pseudotyphistes pennatus, está en ambientes tan particulares, que en Uruguay no abundan, es posible que pueda usarse como bioindicador para monitorear lugares como Arequita, la Quebrada de los Cuervos o el Valle del Lunarejo, entre otros”, señala Miguel.

Como por el momento son especies solamente uruguayas, la investigación también nos confiere ciertas responsabilidades, tal cual nos recordaría el tío del personaje arácnido más famoso de la historia. “Creemos que tiene un valor extra eso, porque si es así tenemos que protegerlas; de lo contrario, si se pierden estas especies se pierden para todo el mundo, no solo para el Uruguay”, concluye Álvaro. Los suizos pueden ser neutrales en este asunto, pero esa ya no es una opción para nosotros.

Artículo: The spider genus Pseudotyphistes (Araneae, Linyphiidae) in Uruguay: a new species and new records
Publicación: Zootaxa (mayo 2023)
Autores: Manuel Cajade, Álvaro Laborda, Damián Hagopián y Miguel Simó.