Quienes siguen habitualmente esta sección saben bien que los arqueólogos y las arqueólogas de nuestro país han estado muy activos en los últimos tiempos. Gracias a su intenso y dedicado trabajo, en las últimas décadas hemos corrido el velo que nos impedía valorar diversos aspectos de quienes habitaban estas tierras desde varios miles de años antes de que llegaran los europeos en sus barcos.
Cultivo de maíz, poroto, zapallo y maní, seguimiento de constelaciones y fenómenos astronómicos como los solsticios, conformación de comunidades vegetales en los sitios donde habitaban, creando un verdadero bosque indígena que es distinto a los bosques de las áreas que los rodean, prácticas ganaderas que implicaban la construcción de corrales con palmeras, el posible uso de los perros para cazar y, ni qué decir, como animales de compañía... Quienes habitaron estas tierras hace al menos unos 14.000 o 13.000 años poco o nada tienen que ver con aquello que decían sobre ellos los libros de texto con los que muchos y muchas nos formamos en la escuela y el liceo.
Mucha de esa información –no toda– proviene del estudio arqueológico de los cerritos de indios, montículos de tierra de variado tamaño, forma, altura y usos, que comenzaron a construirse hace miles de años en las tierras bajas del este del país y que hace unos 4.500 años comenzaron a extenderse por más zonas bajas de nuestro territorio. La acumulación de conocimiento sobre ellos de los últimos 40 años no es casualidad: poco a poco fue dando sus frutos el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas, que comenzó a funcionar tras la dictadura y que catapultó la formación de investigadoras e investigadores en Uruguay. Y allí, en el inicio de esta nueva etapa de investigación sistemática y profesional de los cerritos de indios, está entre otros José López Mazz.
Protagonista de primera mano de las excavaciones y relevamientos que se iniciaron en 1986 y que continúan hasta nuestros días, López Mazz se propuso centralizar toda la información disponible sobre los más de 40 sitios arqueológicos en los que se han reportado cerritos en zonas bajas de Rocha, Cerro Largo, Treinta y Tres, Maldonado, Tacuarembó y Artigas en los últimos 130 años. El resultado de ello es Cerritos de indios. Arqueología e historia de un pueblo originario de Uruguay. ¿Por qué comenzar hace 130 años? Según el autor, en San Luis-India Muerta, Rocha, se llevaron a cabo en 1891 “las primeras investigaciones con explícito interés científico”. Fueron lideradas por José Henriques Figueira con el objetivo de “contextualizar los objetos a enviar a la Exposición Histórico-Americana de Madrid de 1892”.
El libro podría dividirse en dos partes bien distintas. La primera es un inventario de los más de 40 sitios arqueológicos con cerritos de indios en tierras bajas que recopila información dispersa que abarca 130 años de trabajo arqueológico, desde los mencionados trabajos de Figueira hasta recientes investigaciones, como la publicada este año acerca de los restos de fauna en los concheros de La Esmeralda. Allí hay información de cada sitio, de los materiales hallados en sus excavaciones y relevamientos, y de la historia que van contando.
En la segunda parte del libro, López Mazz sistematiza toda esa información en capítulos que nos hablan de cómo este pueblo constructor de cerritos fue cambiando el paisaje a medida que su sociedad cambiaba (y viceversa), qué sabemos de su economía, qué nos dicen de ellos sus prácticas funerarias (hay de todo, desde tratamientos que insumían mucho tiempo, seguramente para altas jerarquías, hasta historias de violencia y antropofagia), y otros dos aspectos sumamente relevantes.
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En el primero de ellos aborda qué pasó con estos constructores de cerritos. Contrariando la vieja y errada idea de que estos pueblos con toda su cultura fueron echados por indios con culturas más primitivas –que fueron con quienes se toparon los españoles y portugueses–, López Mazz y el historiador Diego Bracco proponen la teoría, fundamentada en evidencia, de que estas gentes eran los guenoa minuanos. De esta forma, los cerritos de indios muestran una continuidad cultural ininterrumpida desde hace miles de años hasta los tiempos coloniales.
El segundo punto que nos interesa destacar es el referente a si los conjuntos de cerritos de indios, sobre todo los que comienzan a darse desde hace unos 4.500 años en adelante, con todos sus distintos usos –cementerios, zonas de cultivo, terrazas, plazas, habitación, etcétera– habrían conformado aldeas o centros. Entonces López Mazz trae a colación un concepto propuesto por otros arqueólogos para el Amazonas, donde también se vienen investigando conjuntos de cerritos: el de un urbanismo de baja intensidad.
De esta forma, el libro de López Mazz no sólo repasa 130 años de investigaciones arqueológicas sobre los cerritos de indios, sino que nos catapulta hacia un futuro más rico. Uno en el que finalmente podemos valorar la compleja, ajetreada y llena de cultura vida de quienes llevaban miles de años viviendo aquí hasta que llegaron los europeos con sus armas, gérmenes y acero.
Cerritos de indios. Arqueología e historia de un pueblo originario de Uruguay. De José López Mazz. 284 páginas. Ediciones de la Banda Oriental, 2024.