Los seres humanos llevamos decenas de miles de años de ensayo y error desentrañando distintas propiedades de las plantas que podrían sernos útiles, además, claro está, de la de servirnos de alimento, abrigo, materia prima y regocijo. No es algo que sólo haya hecho nuestra especie –hasta los gatos consumen hierbas que los ayudan a regurgitar los pelos que les quedan en el estómago tras acicalarse con la lengua–, pero, hasta el momento, no conocemos a otros seres que, tras entender qué compuestos químicos de las plantas están detrás de algunas de sus propiedades, hayan comenzado a fabricar medicamentos con ellos, desarrollando una poderosa industria que mueve cantidades de dinero colosales.

Por ejemplo, la popular aspirina, cuyo principio activo es el ácido acetilsalicílico, reposa sobre miles de años de uso de la corteza del sauce blanco, rica en salicina, que al ingerirse se transforma en ácido salicílico, para calmar dolores y bajar la fiebre. De hecho, salicílico viene de Salix, el género de los sauces, en el que el sauce blanco es Salix alba. Lo mismo sucede con una infinidad de medicamentos que hoy consumimos y con otros tantos que se están desarrollando en este preciso instante alrededor del globo. De hecho, tan relevante es esto que hay una disciplina, la farmacognosia, que se dedica al estudio de los principios activos que provienen de las plantas, hongos, bacterias y animales, de manera de que puedan dar lugar a fármacos (y otras cosas más).

Aun así, más allá de la sed de conocimiento de generaciones de científicas y científicos –la farmacognosia, como palabra, nace a principios del siglo XIX– y del uso de ese conocimiento por parte de la industria farmacéutica, las plantas, con las propiedades que nuestros antepasados buscaban ante determinadas dolencias y necesidades, siguen estando allí. Y vaya si siguen prestando servicios: según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2002, 80% de la población mundial depende de productos medicinales a base de hierbas como fuente primaria de atención médica. En Uruguay la cosa es similar.

“Un informe del año 2003 revela que casi la mitad de la población (45%) consume hierbas medicinales”, reportaba Fernando Queirós en 2010 en un artículo sobre la producción agroecológica de plantas medicinales.

Dado este panorama, es importante conocer qué estamos consumiendo como plantas medicinales. Más aún cuando hay un decreto de 2016, con unas pequeñas modificaciones de 2018, que establece el “Marco Regulatorio para Hierbas Medicinales, Especialidades Vegetales y Medicamentos Fitoterápicos”, en el que se imponen condiciones y requisitos para la venta y comercialización de lo que aquí popularmente llamamos “yuyos medicinales”.

¿Los productos que se venden en farmacias, herboristerías y otros comercios de Uruguay cumplen con la normativa vigente? ¿Contienen la droga vegetal que permite venderlos como hierbas medicinales? Eso es lo que se propuso saber un grupo de investigadoras e investigadores de la Universidad de la República integrado por Rossina Figliolo y Natalia Besil del Grupo de Análisis de Compuestos Traza (GACT) de la sede Paysandú del Cenur Litoral Norte, Guzmán Porley, Ignacio Migues, Verónica Cesio y Horacio Heinzen del GACT y de Farmacognosia y Productos Naturales de la Facultad de Química, y Claudia Da Luz-Graña y Gastón Martínez del Laboratorio de Botánica de la Facultad de Química (Claudia además es investigadora del Laboratorio de Evolución y Domesticación de las Plantas y del Laboratorio de Fitotecnia de Facultad de Agronomía).

Los resultados de su pesquisa fueron comunicados en el artículo Control de calidad preliminar de hierbas in natura comercializadas en Uruguay. Casos de estudio: manzanilla, marcela y tilo, publicado en la revista uruguaya INNOTEC. Dicho en pocas palabras, las características de la marcela, el tilo y la manzanilla vendidas en comercios en este control de calidad preliminar –que se fijó en el cumplimiento con la normativa de rotulado, cantidad de producto por paquete, condiciones de humedad, presencia de materia extraña y cantidad de droga vegetal por paquete– dejó mucho que desear.

Para hablar más del trabajo y sus resultados, nos encontramos con Rossina Figliolo y Horacio Heinzen, acompañados de Natalia Besil y Verónica Cesio, con quien ya hablamos recientemente sobre la presencia de plaguicidas en las frutillas.

Otras hierbas reguladas

¿Cómo surge esto de hacerles un control de calidad a las hierbas medicinales que se venden en comercios?

“Nosotros, como grupo de Farmacognosia, estamos trabajando en estos temas desde hace unos 25 años”, comenta Horacio. Y no sólo estudiando los secretos químicos de las plantas y otros organismos. “Sobre el fin del gobierno de Jorge Batlle, por 2004, uno de los integrantes del grupo, Álvaro Vázquez, participó en una primera redacción de un reglamento”, cuenta Horacio, y agrega que luego Verónica Cesio trabajó como consultora del Ministerio de Salud Pública (MSP) para seguir adelante con esa reglamentación. En ese entonces, a instancias de Brasil, se lanzó la Farmacopea del Mercosur, compendio de las descripciones de los medicamentos en el que se incluyen además las plantas que nos convocan. “Finalmente, en 2016, se aprobó el reglamento del que se hace mención en el trabajo, y nosotros trabajamos bastante en ello”, redondea.

Queda en evidencia entonces de que estas cosas llevan tiempo. “Sí, no hay un gran interés en esto, o al menos hay un interés limitado. Y también hay lobbies y demás que de alguna forma frenan estas iniciativas”, señala Horacio. Pero ese no es el único problema.

“A su vez, el problema de las plantas medicinales y de los medicamentos fitoterápicos es que tienen un atajo, por así decirlo, por la legislación bromatológica, que no es tan estricta como la que requiere el MSP. Entonces, por ejemplo, muchos de los tés de hierbas, y otras cosas que se venden, tienen una parte que se habilita por bromatología”, complejiza Horacio.

Esta zona gris sobre quién regula, autoriza y controla las hierbas medicinales no se da sólo en Uruguay. “Estados Unidos, hace unos 25 años, cuando el comercio de los productos naturales y la medicina alternativa empezó a crecer en forma exponencial, decidió que eran suplementos alimenticios, lo que marca la cancha de cómo se regulan. Argentina se acopló a ese concepto, en cambio, Brasil se alineó más con la visión europea, que a nosotros nos parece más correcta”, afirma Horacio.

“Ahí se genera esa zona gris donde muchos medicamentos para la memoria, para el estómago o para sentirse bien, entre otra cantidad de cosas, se venden simplemente como suplementos alimenticios. Y eso, desde un punto de vista de costo y todo lo demás, es infinitamente menor a pasar por las horcas caudinas de la habilitación del MSP”, señala Horacio. “Por ende, hay todo un problema alrededor que no es menor y que muchas veces confunde la jugada. Por eso nosotros, en particular Rossina, que es la que está haciendo el doctorado, empezamos por las farmacias y herboristerías, porque por allí la cosa es más fácil”, sostiene.

La investigación forma parte de un proyecto financiado que se presentó a la convocatoria de los Fondos Clemente Estable de 2021, dirigido por Horacio y Natalia, llamado Aportes para el consumo seguro de plantas medicinales a través de su caracterización botánica y fitoquímica, discriminando entre modos de cultivo agroecológico y convencional a través de perfiles de metabolitos secundarios como marcadores de autenticidad, y del que Rossina es becaria de posgrado.

“Es una experiencia súper enriquecedora. Arrancamos la investigación antes de la pandemia y tuvimos que reestructurar todo el plan de trabajo cuando comenzó la emergencia sanitaria. Aun así, obtuvimos resultados muy interesantes como para seguir trabajando”, dice satisfecha Rossina.

Conociendo qué se consume

“Lo primero que hicimos fue realizar encuestas en herboristerías, laboratorios fitoterápicos y farmacias, de manera de relevar cuáles eran las hierbas medicinales in natura más consumidas por la población uruguaya”, señala Rossina, quien explica que “in natura significa que el material vegetal no está pulverizado, sino, por ejemplo, en bolsitas en las que podemos distinguir las diferentes partes”, agrega.

“En las hierbas medicinales in natura podemos discriminar el tallo, la hoja, la flor, el fruto y demás, lo que hace mucho más fácil la identificación botánica utilizando las farmacopeas”, complementa entonces Rossina, que no puede ocultar que está fascinada con las puertas que se le abrieron al adentrarse al mundo de la botánica. Cuando la hierba está pulverizada, como pasa en los tés, reconocer las plantas apenas con lupa o microscopio se hace difícil. Dejar los tés fuera no fue la única concesión que hicieron en su control de calidad: “queríamos relevar el interior del país, pero por la covid-19 tuvimos que reestructurar el trabajo y nos enfocamos en la capital”, dice Rossina. Tampoco analizaron las hierbas medicinales que se venden en ferias y otros mercados informales.

En el trabajo comunican que la encuesta, realizada en la segunda mitad de 2020, se dirigió a “herboristerías, establecimientos comerciales (‘almacén de yuyos’) y laboratorios fitoterápicos”. ¿Qué encontraron? Que las hierbas medicinales más vendidas eran la manzanilla, la marcela, el tilo y la malva.

“La línea de investigación involucra tres grandes patas. Esta publicación está focalizada en la primera parte, por eso dice que es un ‘control de calidad preliminar’, se trata del control de calidad en sí de lo que se está comercializando, y dentro de ese control de calidad se incluye la identificación botánica”, dice Natalia. Vendrán entonces más publicaciones que abordarán las dos otras patas: la fitoquímica y la de búsqueda de compuestos traza.

“Toda esa otra parte que no está en el artículo forma parte de la tesis de Rossina, que junta dos grandes ramas que nosotros trabajamos”, apunta Verónica. “Por un lado, la rama de productos naturales, que está ensamblada con la parte botánica. Por otro lado, está la parte analítica, no sólo de los metabolitos de la composición que se espera que tengan estas hierbas de acuerdo a lo que está reportado, sino también de la calidad”, sostiene. ¿A qué se refiere por “calidad”?

“Por una parte, a que no esté adulterada por otro tipo de planta. Y por otra parte, al análisis de residuos de plaguicidas, ya que son plantas que se cultivan”, explica Verónica. “A partir de que la planta se cultiva, como si fuera una remolacha o una espinaca, siempre va a necesitar un control de los residuos, porque es muy difícil que para obtener los volúmenes que se necesitan para esas hierbas tan consumidas en té y en preparaciones no tengan algún tipo de aplicación. La calidad entonces incluye a lo que adultera y a lo que contamina, conjugando esas dos líneas en las que trabajamos”, redondea.

Las plantas adecuadas, las adulterantes y la materia extraña

“Cuando una empieza a investigar se da cuenta de lo cierto que es eso de que sólo sabe que no sabe nada. A simple vista una piensa que las manzanillas son todas iguales, pero empezás a ver que hay muchísimas manzanillas”, dice Rossina. Y no es un tema menor: no cualquier planta a la que le digamos “manzanilla” está considerada como medicinal. Para ello hay que recurrir al nombre científico de cada especie y ver si figura en las farmacopeas que guían nuestro marco regulatorio.

“Por ejemplo, en el caso del tilo hay varias especies. Normalmente, tendemos a pensar que si es un producto natural, una planta medicinal, me tomo un tecito y siempre nos va a hacer bien. Pero no es así. Hay algunas especies de tilo que pueden tener metabolitos tóxicos, y para una persona cualquiera que anda por ahí es dificilísimo diferenciar qué especies tienen efectos benéficos, cuáles no hacen nada, ni bueno ni malo, y cuáles son peligrosas”, comenta Verónica.

“Las farmacopeas hablan de especies medicinales y de especies adulterantes. A través de los controles de calidad lo que se busca es asegurar que lo que se está vendiendo es la especie medicinal”, agrega Natalia. “Si en el producto que se vende la especie está mal identificada, y por tanto el envase mal rotulado, podemos estar consumiendo una especie adulterante que puede tener compuestos nocivos”, agrega, señalando que en algunos países se han reportado casos de toxicidad por consumir un adulterante de una hierba medicinal. Si el adulterante no es tóxico, tampoco la situación es ideal: “el adulterante no aporta para el fin medicinal por el que se consume la hierba”, afirma Natalia.

Ya veremos más adelante qué especies se consideran plantas medicinales de tilo, marcela y manzanilla, pero antes abordemos otra forma en la que podría afectarse la calidad de las hierbas que consumimos. “Dentro de la farmacopea, y en el reglamento también, una de las cosas que se define es el porcentaje de materia extraña que puede tener una hierba medicinal”, dice Natalia. Es claro que si el paquete contiene nylon, piedritas, insectos o cualquier otra cosa rara eso será materia extraña. Pero también se considera materia extraña toda la materia vegetal que no es lo que se define como droga vegetal, aun cuando sean partes de la misma planta”, agrega. “En el caso del tilo, todo lo que no es la inflorescencia, es materia extraña”, ejemplifica Natalia. Así que la parte equivocada –la que no tiene acción terapéutica– de la planta correcta es también materia extraña.

Mal rotuladas

“En el presente trabajo se evaluó el cumplimiento de los requisitos de rotulación, contenido de material vegetal real versus contenido declarado, identificación botánica, contenido de droga vegetal versus contenido de material total y contenido de humedad de las drogas vegetales de manzanilla alemana, marcela y tilo in natura comercializadas en paquetes”, señalan en el trabajo, aclarando que “no se tomó en cuenta el material vegetal vendido en puntos callejeros”.

Las hierbas medicinales fueron compradas en distintos lugares de Montevideo y para cada una se obtuvieron cinco muestras de dos lotes distintos provenientes de cinco empresas distintas. De esta manera se analizaron 50 muestras de cada hierba medicinal. ¿Por dónde empezaron? Por lo primero: que las hierbas medicinales cumplieran con lo que establece el marco regulatorio respecto del rotulado.

De las 11 categorías que la normativa establece que debe informar el rotulado, analizaron diez (ya que una es variable). Se fijaron entonces que los paquetes incluyeran, entre otras cosas, “nombre de la hierba medicinal: nombre científico seguido, entre paréntesis, del nombre común”; “nombre del director técnico”; “datos de la empresa (nombre de herboristería, N° de registro)”; “lote y fecha de vencimiento”; “acción farmacológica de uso tradicional reconocido en nuestro país”; y la inclusión de leyendas como “no se recomienda su uso prolongado”, “indicar que no se ha demostrado la inocuidad de este producto para los grupos vulnerables”, como embarazadas, lactantes, etcétera, o “mantener alejado de los niños” cuando correspondiera.

Ahí ya viene la primera sorpresa. El 53% de las muestras relevadas cumple sólo con cuatro de los diez ítems que deberían tener para cumplir con la normativa. En otras palabras, más de la mitad de los productos analizados cumple con menos de la mitad de las aspectos que debería cumplir. Sólo 10% de los productos muestreados cumplieron con la exigencia de que figure el nombre científico de la planta junto al nombre vulgar. Aún más, “se observa dentro de ese porcentaje: nombres vulgares sin nombre científico” o el uso de nombres científicos no actualizados.

“Sí, ha sido un sector huérfano siempre. Dentro de la parte regulatoria ha sido un sector al que no se le ha dado mucha importancia”, ensaya Horacio ante mi perplejidad. “Tampoco se le ha dado la debida importancia dentro de los profesionales. En nuestra formación hay carencias y hay cosas que no sabemos salvo que entremos a tener la dirección técnica de una herboristería”, complementa Rossina.

En el trabajo señalan que “se observa un bajo cumplimiento en el rotulado de los envases primarios comercializados”. Si a eso le sumamos que en Uruguay, si bien podemos tener buenas leyes, o reglamentos u ordenanzas y demás, tenemos un gran problema en la capacidad –y muchas veces en la voluntad– de fiscalizar esas disposiciones, la cosa se complica. Mal rotulado y escaso control son el caldo perfecto para que los paquetes no se ajusten a la normativa y, en consecuencia, erosionen la confianza y las expectativas de quienes los consumen.

“Había un ejemplo que siempre citaba Eduardo Alonso, que era profesor de botánica en Facultad de Química, que se daba con el quebra pedra, una planta que también es muy consumida. Como es una planta que se importa, muchas veces se usaban sucedáneos locales que no son quebra pedra. Uno de ellos, por ejemplo, es Euphorbia peplus, que es una planta que puede llegar a ser tóxica y que se vendía en las ferias como quebra pedra. Entonces hay todo un tema sanitario de salud pública muy interesante y muy complejo”, apunta Horacio.

Equivocándose... para el otro lado

No sólo vieron que había incumplimiento en el rotulado de los paquetes, sino que luego constataron otra irregularidad. Al analizar la cantidad de masa vegetal declarada y lo que contenía cada paquete, dieron con lo que sería, de acuerdo al capitalismo, uno de los errores más graves que se pueden cometer: ¡la mayoría de los paquetes tienen más contenido del que declaran!

En el trabajo reportan que de las 150 muestras estudiadas, “32% contiene menos de lo que declara” el envase y apenas 9% el que dicen tener. El restante 59% tiene más. Por alguna razón los proveedores de hierbas medicinales les dan a sus clientes más por la misma plata. Los cuatro ríen. “Es para compensar que no tienen la droga vegetal”, dice Natalia ahogada en carcajadas y adelantándose a lo que veremos más adelante.

Pero, fuera del chiste, esto habla de que los proveedores parecen no tomarse muy en serio el asunto del envasado y etiquetado. ¿Empaquetan al tuntún? “Es como si sólo se preocuparan por llenar la bolsita”, dice Horacio. “El peso es lo más básico. Conaprole no te vende manteca de 250, 258 o 265 gramos. Económicamente no funciona. Pero además si se registra ante Bromatología o ante el MSP, eso se debería controlar”, dice Verónica.

En el trabajo dicen que “la normativa vigente no establece la tolerancia (desviación asociada) a la masa que debe contener cada paquete”, pero señalan que “es buena práctica de control de calidad que lo que se exprese en el rotulado se encuentre en el contenido, asegurando un buen control de calidad y, por ende, confianza al consumidor final”.

Adulterantes

Al analizar si los paquetes contenían la especie medicinal, es decir, aquella definida como la que tiene la droga vegetal en la farmacopea, dependiendo de la hierba las cosas son, una vez más, impactantes.

“Todos los envases de manzanilla contienen Matricaria chamomilla”, reportan, lo que está perfecto ya que, según la farmacopea de referencia, “en el caso de la manzanilla alemana, la droga vegetal son los capítulos florales secos de Matricaria chamomilla”. Bien por la manzanilla, que, como dicen en el artículo, en su gran mayoría se importa de Argentina.

En cuanto a la marcela, reportan que “el género Achyrocline se encuentra presente en todos los envases de marcela”. Según la farmacopea brasilera, se “define la droga vegetal como las inflorescencias secas de la especie Achyrocline saturejoides”. En el trabajo también señalan que “en Uruguay están reportadas cuatro especies de marcela, siendo la marcela blanca (Achyrocline saturejoides) y la amarilla (Achyrocline flaccida) las más utilizadas”.

En el caso del tilo, en cambio, las cosas fueron diferentes. Según indican, para la farmacopea “la droga vegetal en tilo consiste en las inflorescencias enteras y secas de las especies Tilia cordata, Tilia platyphyllos y Tilia vulgaris, o una mezcla de estas”. Al respecto, señalan que “las especies que no se contemplan en la monografía específica para la droga vegetal en cuestión se consideran adulterantes”. Veamos qué encontraron.

“Dimos con lotes que tienen la especie adulterante y no la especie medicinal. Y otros, peor aún, tienen la especie medicinal y están rotuladas con la especie adulterante. Eso es insólito”, dice Natalia.

En efecto, en 20 muestras de cuatro lotes de tres proveedores distintos, los rotulados decían que el paquete contenía Tilia tomentosa, “un adulterante común de Tilia cordata”, según la Agencia Europea de Medicamentos, cuando en realidad sí tenían la droga vegetal correcta, o sea, tilo de la especie Tilia cordata.

A ver si nos entendemos: los proveedores pusieron en la etiqueta que el paquete contiene una especie de planta que no es la medicinal, pero en la bolsa sí viene la especie medicinal. Sería como que alguien falsifique la caja que contiene unos championes Nike, o Adidas o el que fuera, pero adentro la caja tuviera championes originales Nike, Adidas o los que fueran. ¡De locos! “Sí, es tragicómico en realidad. O poco serio”, comenta Verónica. “Por lo menos deberían ir a la farmacopea y fijarse cómo se llama la especie que está aprobada”, dice hasta con impotencia Horacio.

También reportan que en varias muestras había especies que no son las contempladas como droga vegetal. En 30 de las 50 muestras encontraron Tilia tomentosa o Tilia moltkei (hibridación de Tilia americana y de Tilia tomentosa). En algunos casos, estos adulterantes estuvieron en el 100% de las muestras de los dos lotes de dos proveedores, es decir, que ninguno de los tilos de esas marcas podría considerarse medicinales (al menos que cambien de especie en otros lotes). Para colmo, reportan que “10% del total declara que la especie que contiene el paquete es Tilia tomentosa, siendo esta no medicinal”. Así, se afirma que “60% de las muestras de tilo in natura evaluadas son especies no medicinales”.

Uno podría decir entonces: “Ojo con el tilo que comprás”. Si no te baja la ansiedad no es que estés con las revoluciones pasadas, sino que te están vendiendo gato por liebre. Al comprar tilo hay grandes chances de no estar consumiendo aquello que creemos que nos va a resultar beneficioso. Tal vez habría que cultivarse el tilo en casa, como la marihuana. “Es un árbol, demora un tiempo, no es tan rápido”, ríe Natalia.

Cuando lo que no mata es la humedad

En esta serie de inconsistencias e irregularidades que encontraron al analizar la humedad de las hierbas muestreadas las cosas dieron bien.

“La humedad interfiere en la conservación de las hierbas medicinales ya que pueden desarrollarse hongos, los cuales no sólo deterioran la droga vegetal sino también pueden ser micotoxigénicos”, señalan en el artículo. “A los efectos de la solicitud del registro de cualquiera de los productos y categorías relacionados a las hierbas medicinales se debe aportar el porcentaje de humedad”, que en ningún caso debe pasar el 12%, que es el “valor general que aconseja la OMS en su monografía sobre calidad de plantas medicinales”.

Pues bien, las 150 muestras oscilaron entre una humedad mínima de 7,2% (en un lote de tilo) y un máximo de 10,9% (en un lote de manzanilla). Ninguna superó ese 12% recomendado. ¡Una bien!

Cantidad de droga vegetal por paquete

Al analizar la cantidad de droga vegetal dentro del total de la materia vegetal de cada paquete, nuevamente constataron problemas.

En el caso de la manzanilla, reportan que cuatro de los diez lotes analizados no cumplían con tener 98% de la droga vegetal, en este caso “los capítulos florales secos de Matricaria chamomilla”.

“Esto creo que tiene que ver con las buenas prácticas de recolección. En los paquetes de manzanilla vimos que se incluía mucho tallo. Y el tallo no está dentro de la definición de droga vegetal de la manzanilla. Por lo tanto, si un paquete tiene mucho tallo, está incumpliendo la normativa, porque esa parte del material no pertenece a lo que se define como la droga vegetal”, comenta Rossina.

En el caso de la marcela, si bien destacan una gran variabilidad intra e interlotes, en promedio ningún proveedor cumplió ni por asomo con que el 98% del contenido fueran “inflorescencias secas de la especie Achyrocline saturejoides”. El trabajo reporta que “ningún proveedor cumple con el máximo requerido de este parámetro”. ¿Y qué tan lejos estaban? Mucho: “se destaca en 8 lotes un promedio menor de 50% de la misma”, dice el artículo, que agrega que “el resto se considera materia extraña, según la normativa”. Recordemos: se analizaron diez lotes. La gran mayoría no tenía ni la mitad de la droga vegetal que debiera tener. “Eso se debe básicamente a la presencia de tallos. La flor es muy livianita y los tallos pesan”, comenta Horacio.

En el caso del tilo, de los diez lotes, ocho presentaron menos de 98% de lo que se considera la droga vegetal, en este caso “las inflorescencias en las especies medicinales”. Para colmo, como se explica en el trabajo, estos guarismos incluyeron las inflorescencias de las especies no medicinales. Si de los dos lotes excluimos el de un proveedor que contenía Tilia tomentosa, entonces un único lote de un único proveedor, es decir, cinco muestras de las 50 de tilo, cumplía con el 98% o más de droga vegetal.

Juntando todas las hierbas, de las 150 muestras analizadas, 77% no cumplían con la cantidad de droga vegetal y tenían 2% o más porcentaje de materia extraña.

“A veces cuesta ver eso en las plantas medicinales, pero si lo pensás en una aspirina o en cualquier medicamento que uno compra, capaz que es más claro”, dice Natalia. “El principio activo, que es el que tiene la acción farmacológica, tiene que estar en determinada cantidad, y los laboratorios farmacéuticos se aseguran, en el proceso de control de calidad, que ese principio activo en cada comprimido está en un más menos que es el que está registrado. Acá sería lo mismo, tenemos que asegurarnos de que en cada paquetito tenemos un 98% de droga vegetal. En los medicamentos sí le damos importancia a esto, pero a las hierbas que consumimos también como medicamentos para diversas dolencias no les estamos haciendo ese control”, lamenta.

Publicar para mejorar

Por todo lo que encontraron, o sea, “falta de cumplimiento de la regulación en muchos casos, en particular la cantidad de droga, la presencia de materia extraña y, en el caso del tilo, especies que no se corresponden con la droga medicinal”, en el trabajo terminan afirmando que su investigación “muestra la necesidad de formar profesionales especializados, tanto en el sector privado como en el regulatorio en Uruguay, con el objetivo de garantizar la eficacia y seguridad de los productos herbarios en el mercado”.

“Lo que muestra el trabajo es que hay una carencia, tremenda, de control y de armonización entre los diferentes organismos”, reflexiona Verónica. Horacio sostiene que, “por lo menos, hay una reglamentación... pero no la controlan”. “Salud Pública, a su vez, avanzó con los homeopáticos, pero no avanzó en la parte de plantas in natura”, agrega Verónica, quien afirma que, “por otro lado, las bromatologías son todas diferentes en cada departamento. Esa unificación que se logró con la patente no se dio con los requisitos bromatológicos. Los requisitos para registrar un ‘yuyo’ seguro son diferentes en Maldonado, en Durazno o acá en Montevideo”.

Natalia, por su parte, afirma que “también hay una luz de alerta para la dirección técnica de los proveedores nacionales. Cada vez que firma la habilitación de un lote que está saliendo al mercado, tiene que asegurarse de que realmente sea eso. Y capaz que eso se puede acompañar con más formación, ya que seguramente algunos de estos errores son por desconocimiento. O también puede haber un tema de costos”, sostiene.

Quienes están a cargo de la dirección técnica de cada una de estas marcas son personas egresadas de la carrera de Química Farmacéutica. Es decir, detrás de cada una de las inconsistencias que encontraron, hay profesionales dando su aval.

“Quisimos publicarlo en esta revista nacional y en español por eso mismo”, comenta Horacio. “Nos parecía que si lo hacíamos localmente iba a tener otro impacto, y tampoco había por qué sacar a lavar nuestros trapos sucios afuera”, señala. “La idea era publicarlo en INNOTEC para que se produjera un debate a nacional que me parece que nos merecemos”, apunta.

“Hubo un momento, cuando nuestros abuelos, en el que se consumían muchísimas plantas medicinales. En casa recuerdo que mi abuela hacía una mezcla de llantén y otras hierbas, y siempre tenía una jarra fría y eso se consumía porque era bueno para la salud”, retoma Verónica. “Después pasamos a un mundo donde lo único que hacíamos era tomar medicamentos, y entonces pasamos a tomar uno para dormir, otro para el dolor, y así. Y ahora creo que hay como una vuelta hacia esa parte natural. Pero tenemos que tener presente que hay que cuidarla mucho. Tenemos que repetirnos como una muletilla, hasta que al final pueda entrar tanto en los centros regulatorios como en la gente y los proveedores, que no todo lo que es natural podemos consumirlo tranquilamente. No todo lo que parece un yuyito nos va a hacer bien”.

Hay algo de Heráclito en lo que dice. Habiendo conocido muchas cosas de la química, la fisiología, la medicina y la farmacognosia, uno ya no puede bañarse otra vez en el mismo río. Al volver a la herboristería, ya no podemos hacerlo ignorando el conocimiento acumulado.

“Un ejemplo de eso es el dicho que usaban los abuelos, que decía que algo volvía a agua de borrajas para decir que algo que en un momento había preocupado se desinflaba y volvía a la tranquilidad. Pero la verdad, la borraja, esa flor celeste que crece en todos los baldíos de Montevideo, contiene un alcaloide que es hepatotóxico. Así que hay que tener cuidado hasta con la sabiduría que está en esos dichos populares. El agua de borrajas no es inocua”, remata Horacio.

Artículo: Control de calidad preliminar de hierbas in natura comercializadas en Uruguay. Casos de estudio: manzanilla, marcela y tilo
Publicación: INNOTEC (diciembre de 2023)
Autores: Rossina Figliolo, Natalia Besil, Claudia Da Luz-Graña, Gastón Martínez, Guzmán Porley, Ignacio Migues, Verónica Cesio y Horacio Heinzen.