El Ministerio de Salud Pública (MSP) atravesó una situación realmente paradójica. Mientras crecían los casos confirmados de dengue autóctono, enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti, su sede central debió cerrar al público, obligando además a todos los empleados a teletrabajar, debido a que el local se había llenado de murciélagos. La paradoja es que uno de los mayores depredadores de mosquitos son, justamente, los murciélagos. ¿La colonia se habría apersonado en la sede central del MSP para ponerse a disposición en lo que fuera necesario para combatir el avance de esta enfermedad en el país?
Más allá de la curiosidad llamativa de la coincidencia, una cosa era clara: los murciélagos son parte de nuestra fauna nativa. No sólo están protegidos por ley, por lo que eliminarlos, alterar el lugar donde anidan y demás está prohibido, sino que ante esta situación sanitaria propagada por mosquitos, quedaba más que claro el valor de los servicios ecosistémicos que estos mamíferos prestan desinteresadamente, a pesar de lo poco que muchos humanos los apreciamos. Acabar con una colonia de murciélagos en tiempos de dengue no sólo sería un delito, sino una torpeza sanitaria gigantesca.
Por fortuna hoy podemos respirar tranquilos sabiendo que la centena de quirópteros que obligaron a cerrar las dependencias del MSP siguen aquí en Montevideo trabajando a ala partida en su noble tarea de tener a los mosquitos a raya. Bueno, por fortuna no. Más bien debiéramos celebrar la correcta decisión del equipo de Zoonosis del ministerio, que, ante la situación, llamó a quienes tienen el conocimiento y la experiencia, en este caso, a los integrantes del Programa de Conservación de Murciélagos del Uruguay (PCMU).
Cuatro integrantes del PCMU, entre la tarde y noche del martes 19 de marzo, procedieron a capturar vivos a los murciélagos, que resultaron ser de la especie Tadarida brasiliensis, una de las más comunes de encontrar en el departamento de Montevideo.
A mano
Como si se tratara de una escena de los Cazafantasmas, en la tarde del martes llegaron a la sede central del MSP cuatro personas equipadas para liberar a un edificio de una presencia indeseada. Vistiendo mamelucos de tela, tapabocas, guantes y linternas de cabeza, allí estaban los miembros del PCMU Mariana Díaz, Germán Botto, Lucía Moreira y Juan Manuel Díaz.
Mariana actualmente es la coordinadora del PCMU y está cursando, junto con Juan Manuel, la Licenciatura en Ciencias Biológicas en la Facultad de Ciencias. Lucía realiza su doctorado en esa facultad, al tiempo que es docente de virología. Germán, por su parte, tiene un doctorado en Inmunología y Enfermedades Infecciosas, es asistente en la Cátedra de Virología de la Facultad de Ciencias e investigador posdoctoral en el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable. Los cuatro, por supuesto, sienten una contagiosa fascinación por los murciélagos. Y a la hora de trasladar una colonia de más de una centena de ejemplares, dejaron de lado todo lo que estaban haciendo, se enfundaron sus mamelucos y salieron directo hacia el edificio de 18 de Julio.
¿Cómo lograron Mariana, Germán, Lucía y Juan Manuel atrapar a los murciélagos del MSP? ¡A mano! Nada de redes, trampas o auxilio de ningún tipo. Con paciencia, cuidado y movimientos delicados adquiridos a través de la experiencia de estudiar a estos mamíferos voladores, uno a uno lograron capturar a 110 ejemplares de Tadarida brasiliensis. “Estaban posados y lo fuimos haciendo de a poco y entre varios”, cuenta Germán a la diaria. “Había un grupo grande en una cortina, eso fue lo que más tiempo nos tomó”, agrega.
Durante la tarea, los integrantes del PCMU fueron acompañados por el veterinario de Zoonosis que había realizado la inspección del edificio durante el primer día.
No era la primera vez que el PCMU realizaba una tarea de estas. En julio de 2023 reportábamos el rescate de más de medio millar de murciélagos que corrían riesgo de ser eliminados durante la demolición de una edificación en Rosario, Colonia. El acontecimiento, sin embargo, sí fue peculiar: “Es la primera vez que nos llama una dependencia estatal para realizar una sacada masiva de murciélagos”, señala Germán, que cuenta que en otras ocasiones sí los habían llamado, por ejemplo, de Primaria o UTU, “para evaluar y proponer acciones”.
Los 110 murciélagos capturados en el edificio del MSP fueron luego trasladados por el equipo a una zona rural de Montevideo donde fueron liberados. Desde allí, entonces, seguirán, si todo sale bien, viviendo sus vidas, que no molestan a nadie, y, de paso, comiendo mosquitos a ritmo frenético. El MSP y todos nosotros y nosotras agradecidos.
¿Segundo intento?
Más allá del éxito del operativo del martes por parte del equipo del PCMU, la tarea no ha concluido. Desde el MSP les comunicaron a los expertos que si bien el martes por la noche la gran mayoría de los murciélagos en el edificio habían sido capturados, este miércoles 20 se constató la presencia de varios más.
Mariana, Germán, Lucía y Juan Manuel entonces volverán a usar sus mamelucos, guantes, tapabocas y linternas de cabeza y le prestarán a la sociedad un servicio tan valioso como el que los propios murciélagos nos prestan consumiendo grandes cantidades de insectos.
Una excepción no deseada
La caza, remoción de colonias, alteración de lugares de anidamiento y uso de cebos y venenos para murciélagos está prohibida por la ley de Fauna. En el artículo 13 del Decreto 164/996 reglamentario de la Ley de Fauna 9481/35, dice que “el uso de cebos tóxicos en el control de vertebrados podrá ser practicado solamente con autorización expresa y bajo supervisión de los servicios competentes del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. La utilización no autorizada de cebos tóxicos, así como el hecho de dar muerte a animales de la fauna silvestre mediante envenenamiento, se reputarán como actos de caza de grave entidad”.
Sin embargo, como nos comentaba en una nota anterior de 2022 el entonces director de la División Biodiversidad del Ministerio de Ambiente Mario Batallés, “lo que sí prevé la normativa es la caza control”, excepción que se permite “si se considera que hay una situación peligrosa o un daño”. Tras “una evaluación, podría llegar a darse una autorización” decía Batallés.
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