En la madrugada uruguaya del domingo 11 de agosto de 2024, temprano en la mañana de París, se corrió la última prueba de atletismo de los Juegos Olímpicos: la maratón femenina.
Por primera vez en la historia, la categoría femenina cerraría las competencias; era un homenaje a la Marcha de las Mujeres sobre Versalles el 5 de octubre de 1789, un evento muy importante de la Revolución Francesa.
Al inicio, en la televisión se mostró el trazado de la prueba. Era el mismo que se había corrido el día anterior en la prueba masculina. Es un circuito cerrado que empieza y termina frente al Palacio Nacional de los Inválidos. Eso asegura que no haya una bajada constante que ayude a los atletas ni una subida neta que implique un esfuerzo excesivo. Llamaba la atención un importante repecho que se eleva hasta unos 100 metros sobre el nivel del mar y que prometía ser especialmente duro.
Antes de comenzar la carrera, en la transmisión de Claro Sports se mostró a las atletas con mejores tiempos, quienes partirían por delante del grupo general. El comentarista enfatizó la presencia de las dos que tenían en ese entonces récords mundiales: Tigst Assefa, representante de Etiopía de 27 años, que había corrido la maratón de Berlín en 2 horas 11 minutos y 53 segundos (récord femenino en maratón mixta), y la favorita, la keniata de 30 años Peres Jepchirchir, que obtuvo un tiempo de 2 horas 16 minutos y 16 segundos en la maratón de Londres 2024 (récord en maratón femenino).
Pero también estaba en la línea de largada otra corredora con un registro similar, pese a no tener récords. Era Sifan Hassan, de 31 años, nacida en Etiopía y que en 2008 –a los 15 años– llegó como refugiada a Países Bajos. Su presencia era llamativa, ya que días antes había participado en otras dos pruebas de distancia muy exigentes: los 5 km (en la que obtuvo la medalla de bronce y que se corrió seis días antes de la maratón) y los 10 km (en la que Hassan también obtuvo medalla de bronce y que se corrió... ¡dos días antes de la maratón!). Ese enorme esfuerzo previo, junto con su ausencia en las listas de récords mundiales, pudieron ser las causas de la indiferencia inicial de los comentaristas hacia Hassan como candidata a la victoria.
En los antecedentes olímpicos de Hassan estaba el haber ganado las medallas de oro de 5 km y 10 km, además de la medalla de bronce en 1.500 m, en los Juegos Olímpicos de Tokio. Su estrategia generalmente consiste en correr al final del grupo principal, ahorrando energía al disminuir el rozamiento con el aire, para luego aprovechar su gran velocidad para rematar la carrera.
En una de las carreras clasificatorias de los 1.500 m, en los juegos de Tokio, cuando estaba por empezar la última vuelta a la pista, una competidora cayó frente a Hassan, quien tropezó con ella y también cayó, perdiendo muchas posiciones. Pero Hassan se levantó y desde el último lugar comenzó a adelantar rivales para terminar ganando la prueba.
Al hablar de su esfuerzo durante los Juegos Olímpicos de Tokio, Hassan dijo las palabras que aparecen en el título de esta nota: “Las últimas dos semanas despertaba de las pesadillas y me preguntaba por qué me exijo tanto. Pero algo en mi interior me pide que continúe. Creo que estaba algo loca, pero ahora estoy realmente feliz. Durante la competencia de los 10 km tenía tantas dudas. Me decía a mí misma: no es posible. Los 10.000 metros son aterradores. Pero el temor es lo que nos hace fuertes”.
Enfrentando a la maratón
Su primera participación oficial corriendo la distancia de 42 km y 195 metros había sido recién en abril de 2023 en la Maratón de Londres. En cierto momento de esa carrera perdió el ritmo y quedó bastante alejada de las punteras. Cerca de la mitad del recorrido se detuvo para estirar; era indudable que estaba sintiendo molestias intensas en los músculos de sus piernas. ¿Estaría por abandonar? Más adelante, al hacer un cambio brusco de dirección para acercarse a los puestos de hidratación que estaban en el lado opuesto del camino, casi fue arrollada por una moto de la organización. Todo esto podría ser evidencia de que no estaba en óptimas condiciones y de falta de experiencia en ese tipo de pruebas. A pesar de esos toques dramáticos, logró avanzar hacia los primeros lugares y terminó ganando la competencia con un tiempo extraordinario de 2 horas, 18 minutos y 33 segundos.
Su siguiente maratón oficial sería la de Chicago, en octubre de 2023, que ganó en un tiempo de 2 horas 13 minutos y 44 segundos.
En sus declaraciones posteriores a la maratón de Londres dijo haber estado aterrada ante la perspectiva de correr por primera vez una maratón y que se preguntaba repetidamente por qué hacía eso. Una posible respuesta a esa pregunta la dio la misma Hassan luego de ganar la medalla de bronce en los 5.000 metros en París 2024. “Soy muy curiosa. ¿Podría estar en el podio? ¿Podría completar cada una de las carreras? Estoy intentando luchar contra mí misma. ¿Qué puedo hacer luego de correr los 10.000 metros? ¿Soy suficientemente fuerte como para mantener el ritmo?”, dijo sobre por qué eligió enfrentar el desafío extremo de participar en varias competencias de larga distancia en esos juegos olímpicos.
Y allí estaba Sifan Hassan, en la largada de la maratón olímpica de París, apenas un año y cuatro meses después de su primera experiencia en esa distancia.
La espera en esa línea es una mezcla de esperanza y terror. Es erguirse en la orilla de un océano figurando tanto el oscuro y denso abismo poblado por infinitas criaturas como el acogedor puerto lejano. Es avanzar hacia el borde de un acantilado oteando una deliciosa llanura a la vez que se considera seriamente la posibilidad de planear a través del vacío.
A pesar de nuestra ganada sensación de inferioridad en fuerza, velocidad, agilidad y resistencia respecto de los animales salvajes, la maratón es algo especial. Ningún otro primate es capaz de afrontar ese reto y ningún animal puede hacerlo del modo que lo hacen los seres humanos. En el relato científico sobre nuestro origen se puede atisbar parte de la explicación de por qué nos gusta ese desafío.
En la línea de largada de la humanidad
Al pensar en la evolución humana se suele enfatizar la habilidad para construir herramientas, el lenguaje, el dominio del fuego y la inteligencia (o al menos el tamaño del cerebro) como características especiales de nuestra especie. Nuestras capacidades atléticas, como fuerza, velocidad, agilidad y resistencia se suelen asumir como poco destacables en comparación con otros animales. Pero nuestra capacidad para la carrera de larga distancia es superior a la de muchos animales y además permite entender muchas de las características anatómicas, fisiológicas y de comportamiento más peculiares de nuestra especie. Daniel Lieberman, de la Universidad de Harvard, y su colaborador Dennis Bramble publicaron en 2007 un influyente artículo científico sobre la evolución de las capacidades humanas para la maratón, titulado The evolution of marathon running: capabilities in humans (algo así como La evolución del correr maratones: capacidades en los humanos).
Otros primates no son buenos para las carreras de distancia porque suelen tener en sus extremidades adaptaciones para la vida arborícola, como por ejemplo piernas cortas, manos y pies muy grandes, entre otras. Los ambientes con vegetación densa en que suelen habitar tampoco dan muchas posibilidades de correr largas distancias. Lieberman nos remite al ejemplo de nuestros parientes cercanos: los chimpancés pueden ser rápidos en distancias cortas pero raramente corren distancias mayores a los 100 metros.
Pero las habilidades humanas para correr largas distancias son notables incluso si se comparan con las de otros animales. La mayoría de los mamíferos son muy rápidos en cortas distancias, ya que son depredadores o presas que dependen de la velocidad para atrapar su alimento o escapar. Los seres humanos, con una velocidad máxima en corta distancia de unos 36 km/h (kilómetros por hora), somos más lentos que la mayoría de los mamíferos corredores. Sin embargo, en distancias largas los seres humanos podemos mantener velocidades mayores a unos 14 km/h, superiores a las de otros mamíferos en esas circunstancias.
Consideremos las habilidades de carrera de distancia de dos de los mamíferos mejor adaptados para eso, un depredador y una presa: los perros y los caballos. Perros de unos 65 kg, en climas templados, pueden sostener un galope a velocidades de unos 28 km/h por un tiempo de apenas 10 o 15 minutos. Para distancias más largas tienen que trotar, lo cual pueden hacer únicamente a velocidades de menos de 10 km/h. Los caballos pueden galopar durante 10 km a una velocidad máxima de unos 32 km/h. Pero para tiempos mayores a los 10 o 15 minutos sus velocidades de galope disminuyen drásticamente. Si deben correr distancias de unos 20 km los caballos lo hacen a una velocidad máxima de unos 20 km/h. Para cubrir la distancia de una maratón deberían moverse a una velocidad aún menor.
A efectos comparativos veamos el caso de Sifan Hassan: su velocidad media en los 5 km es de 21 km/h, en los 10 km es de 20 km/h, y en la maratón de Chicago su velocidad media fue de 19 km/h. Es decir que para distancias de entre 5 km y 10 km, o mayores, puede superar fácilmente a un perro. En la distancia de una maratón podría superar a un caballo.
Por tanto, se puede afirmar con confianza, como hace Lieberman, que los seres humanos pueden superar en distancias de maratón a casi cualquier otro mamífero y que en condiciones adecuadas, sobre todo en climas cálidos, pueden superar incluso a los caballos.
Se ha sugerido que esta habilidad surgió hace aproximadamente unos dos millones de años, lo que permitió a nuestros ancestros comedores de carne competir con otros carnívoros desplazándose a la carrera en las horas de calor.
Nuestra energía de cada día
Uno de los principales problemas de la carrera es que la actividad de los músculos produce mucho más calor que cuando se camina. Esto se debe a que cuando los humanos caminan intercambian energía cinética (velocidad) y energía potencial gravitatoria (altura) en cada paso como si se tratara de un péndulo invertido con muy pocas pérdidas de energía. Sin embargo, al correr se pierden ambas formas de energía –cinética y potencial– cada vez que se golpea el suelo con el pie. Por esto los músculos deben realizar más trabajo y, como consecuencia, producen más calor.
La mayoría de los mamíferos deben detener su galope luego de cierto tiempo para evitar el aumento desmedido de su temperatura corporal. Pero los humanos tenemos mucho menos pelo en el cuerpo y somos especialistas en sudar. Tenemos muchas más glándulas sudoríparas que otros mamíferos y el sudor ayuda a bajar la temperatura corporal. Como consecuencia, debemos hidratarnos con mucho mayor regularidad, pero hemos encontrado formas de crear recipientes para llevar agua con nosotros.
También tenemos adaptaciones especiales para que la pérdida de energía cinética y potencial gravitatoria que se da en cada golpe del pie contra el piso se minimice. Tenemos tendones como el de Aquiles y el tracto iliotibial que al caer almacenan gran parte de la energía como si fueran resortes y luego la devuelven como energía cinética. También tenemos ligamentos en la planta de los pies que actúan como resortes. Esos ligamentos y tendones están muy reducidos, o incluso ausentes, en nuestros parientes más cercanos, los grandes simios africanos.
Lieberman concluye que “la habilidad humana para correr largas distancias como en la maratón no es un simple producto secundario de la habilidad de caminar en forma bípeda, ni un comportamiento biológicamente aberrante. Correr tiene profundas raíces evolutivas. Aunque los humanos ya no necesiten correr, la capacidad y la inclinación para correr maratones es la manifestación moderna de un rasgo típicamente humano que nos define”.
Con una pequeña ayudita de la ciencia
Exceptuando una breve mención al iniciar la carrera, Hassan pasó totalmente desapercibida para la cámara y los comentaristas hasta que, bastante avanzada la prueba, se acercó al grupo líder.
Pero durante ese tiempo, y justo antes de ir a una pausa, el comentarista mencionó que el calzado que estaban usando las maratonistas tenía un talón muy alto y que la ventaja de eso era algo que decían los científicos. ¿Será cierto?
El calzado, además de ser un elemento protector contra heridas y golpes, tiene la capacidad de contribuir al almacenamiento de energía elástica durante la fase de apoyo de la carrera. Desde la década de 1970 se comenzó a experimentar con la posibilidad de ayudas tecnológicas a los mecanismos de ahorro de energía elástica. Los primeros éxitos fueron pistas de atletismo cuya superficie era capaz de deformarse elásticamente y luego devolver la energía acumulada. En las primeras de esas pistas deformables los atletas eran capaces de correr a velocidades 3% mayores que en pistas tradicionales. En la maratón hay que correr por superficies duras a lo largo de circuitos trazados en las calles de las ciudades. Una idea natural, aplicable a este caso, es que la suela del calzado podría cumplir la misma función que una pista deformable. Así se inició la experimentación con distintos materiales y diseños de calzado que permitieron no sólo evitar lesiones sino también ahorrar energía y aumentar la velocidad de carrera.
En 2016 se introdujo una nueva tecnología que consiste en una suela que incluye una placa de fibra de carbono. Desde entonces se batieron todos los récords femeninos y masculinos en carreras de larga distancia desde los 5 km hasta la maratón. En un trabajo de 2021, Borja Muniz-Pardo, de la Universidad de Zaragoza, y sus colaboradores de varios países concluyeron que esa mejora se debe fundamentalmente a la nueva tecnología de calzado y no a mejoras fisiológicas relacionadas con el entrenamiento. El calzado con una placa de fibra de carbono mejora el ahorro de energía en más de 4%, lo que implica una mejora en los tiempos de carrera de más de 2%.
Por otro lado, la cuestión del diseño con talón alto, como el que usaron Sifan Hassan y otras corredoras en París, también parece implicar ventajas. En un trabajo de 2022 en el que colaboraron varios centros de estudio de China y Hungría, liderado por Fengqin Fu, se concluyó que el calzado deportivo con un talón alto y fibra de carbono en la parte media modifica la mecánica de carrera de un modo que parece contribuir a disminuir el riesgo de lesiones. Ese estudio se hizo específicamente considerando el efecto en mujeres atletas como aquellas que avanzaban a la carrera por las calles de París.
Los últimos serán los primeros
En la mañana de París, Hassan seguía ganando posiciones con ayuda de sus piernas delgadas capaces de un gran ahorro energético, la tecnología, su determinación, su curiosidad y su inteligente plan de carrera. Su estrategia, que también contribuyó a que su presencia no llamara la atención de los comentaristas en el tramo inicial, incluye el mantenerse la mayor parte del tiempo detrás de otras corredoras. En una maratón –a diferencia de lo que ocurre en muchos ejercicios de física liceal– el rozamiento con el aire no es despreciable. En un trabajo de 2022 el científico brasileño Edson Soares da Silva, en colaboración con investigadores estadounidenses, concluyó que para un maratonista de nivel olímpico de unos 52 kg luchar contra la fuerza de arrastre del aire requiere 7,8% de su potencia metabólica total. Por lo tanto, se puede estimar que correr detrás de otros atletas, aprovechando el rebufo, permite bajar los tiempos por una cantidad que puede llegar a ser de unos cinco minutos y medio.
Otro trabajo, liderado por Fabien Beaumont, publicado en 2021, estudió cuál es la mejor estrategia para aprovechar el rebufo cuando se corre dentro de un grupo. Para esto consideraron la ventaja que obtiene cada integrante de un grupo de cinco corredores que avanza en fila uno detrás de otro. En ese caso la mejor posición sería estar en el segundo lugar de un grupo de cinco, y eso permitiría reducir la fuerza de arrastre en 63,3% y mejorar los tiempos de carrera en más de tres minutos y medio. En cualquier caso, parece claro por todos los estudios, y también por la experiencia directa de los corredores, que aprovechar el rebufo es algo muy ventajoso y aún más si hay viento de frente. Para ganar hay que aprovechar cada ventaja posible.
Todo lo que sube debe bajar
Correr en repecho es algo que puede darse en el maratón pero que no ocurre en las competencias de pista en estadios. El repecho del trazado de París que se eleva a 100 metros sobre el nivel del mar es algo para lo que la amplia experiencia en pista de Hassan no la ha preparado. En una subida, el delicado balance energético entre energía cinética, elástica y potencial gravitatoria se ve alterado. En cada paso se aumenta la altura (la energía potencial), por tanto es necesario que los músculos provean esa energía adicional o de lo contrario hay que disminuir la velocidad. Hay atletas que logran sobrellevar bien los repechos, pero las características de Sifan Hassan de gran velocidad y economía en terreno plano no le permiten destacar en esto.
En París, al llegar al kilómetro 28 las atletas debieron enfrentar el mayor repecho. Hassan debió reducir mucho su velocidad y comenzó a rezagarse, quedando más de 50 metros por detrás de las líderes. Esto, sumado al agotamiento debido a pruebas anteriores, permitía presagiar que no llegaría a estar en el podio. Pero en la bajada la física podía volver a nivelar la situación, ya que en cada paso se gana energía cinética a expensas de la energía potencial gravitatoria. En esa situación la capacidad de desarrollar una alta velocidad en forma energéticamente económica, la especialidad de Hassan, es muy importante. Y de ese modo, al salir del repecho para entrar en la bajada y luego volver a un terreno plano, Hassan comenzó a recortar nuevamente la distancia. En esos momentos también cuidó mucho la trayectoria de su carrera para minimizar la distancia recorrida en curvas y desvíos. Una vez integrada al grupo de líderes, volvió a colocarse al acecho en las últimas posiciones.
El dilema de la nariz o la boca
En algún momento, como presagiando el resultado esperado, los comentaristas se refirieron a que Hassan estaba comenzando notoriamente a respirar por la boca. Eso les parecía un hecho que reforzaba las posibilidades de victoria de sus rivales con récords mundiales. ¿Por qué les parecía que eso era una mala señal? ¿No es algo natural al aumentar la necesidad de oxígeno?
Poder entrenar y correr carreras de fondo a velocidades altas respirando únicamente por la nariz es un indicador de gran capacidad aeróbica. Sin embargo, en una actividad altamente demandante parece natural y ventajoso pasar a una respiración bucal para aumentar la velocidad de intercambio de aire. Pero esa respiración bucal podría implicar un esfuerzo mayor de los músculos respiratorios y tener otras consecuencias perjudiciales para el desempeño durante una maratón.
En un trabajo experimental con atletas publicado en 2017 por Chase LaComb y sus colaboradores de la Universidad de Nevada en Las Vegas, se concluyó que la respiración bucal suministra un mayor volumen respiratorio y una mayor cantidad de energía en todas las intensidades de ejercicio. Pero además sus resultados muestran que probablemente la respiración bucal sea la más eficiente, en particular, en las intensidades de ejercicio más altas.
Hassan estaba respirando por la boca y, aunque eso pueda lucir algo penoso, era lo que ella estaba necesitando para mantenerse a tiro. Estaba dispuesta a dejarlo todo.
La pinta es lo de menos (¿o no?)
El atuendo de Hassan incluía, además de ropa muy holgada, unas largas medias ajustadas de color naranja. Ese tipo de medias, que Hassan había utilizado también en las pruebas de pista, no las usaban sus competidoras. ¿Las usaría por motivos estéticos? ¿Podrían darle alguna ventaja? En ese caso, ¿por qué otras atletas no las estaban usando?
Hay algunos estudios sobre la percepción subjetiva de la capacidad de los atletas en función de lo ajustada que sea su indumentaria deportiva. La investigadora Christie Zunker, de la Universidad de Dakota del Norte, y sus colaboradores mostraron fotos de atletas con ropa ajustada y ropa suelta a más de 2.000 personas y les preguntaron sobre la capacidad atlética para la carrera que suponían para esos atletas. Los resultados les permitieron concluir que el uso de ropa ajustada genera la percepción de que un atleta puede correr más lejos y más rápido que si usara ropa suelta. ¿El uso de ropa muy holgada pudo ser un factor inconsciente adicional que afectó la percepción inicial de los comentaristas sobre la capacidad de Hassan para vencer en la maratón? ¿Y qué pasa con las medias anaranjadas ajustadas?
Hay varios estudios que muestran que los atletas perciben que ese tipo de medias es beneficioso para mejorar sus desempeños, pero no hay ninguna evidencia de que afecte directamente su rendimiento durante la carrera. El uso de un implemento que dé una sensación subjetiva positiva puede ser algo bueno, pero en el caso de Hassan corriendo la maratón de París luego de participar en varias pruebas previas, puede haber algo más.
En un trabajo publicado en 2018 por Ned Brophy-Williams y colaboradores de varias instituciones académicas de Australia y Nueva Zelanda, se encontró un beneficio muy específico de usar estas medias.
Usar medias deportivas ajustadas durante pruebas de carrera de alta intensidad no otorga una mejora en los tiempos de esa carrera, pero tiene un impacto positivo en el desempeño en carreras posteriores. Dato relevante: Hassan usó ese mismo tipo de medias en todas las pruebas de los días anteriores en los Juegos Olímpicos de París. Es decir que ese uso previo pudo ayudarla en la maratón. Por qué se produce este beneficio es algo que los investigadores no pudieron determinar, pero piensan que puede deberse a una mejora en la oxigenación, una reducción de la oscilación de los músculos, una mejora en la mecánica de la carrera o simplemente al efecto psicológico positivo de las creencias de los atletas. Parece que esas medias ajustadas de color mandarina tenían un rol que desempeñar, aunque aún no lo podamos entender.
La llegada
Faltando pocos kilómetros, cinco corredoras (justo el mismo número de atletas que se consideró en el estudio de la ventaja del rebufo) se mantenían muy juntas luchando por la victoria: Assefa, Obiri, Lokedi, Shankule y Hassan. Pero a medida que el cansancio las iba afectando y la meta se iba acercando, algunas no pudieron mantener su velocidad. Lentamente el grupo se fue desintegrando hasta que en la punta quedaron solamente Hassan y Assefa. Assefa se mantenía en primer lugar y Hassan, por detrás, se escudaba del viento. Cuando quedaban apenas 300 metros Hassan lanzó su clásico ataque, desplegó toda su velocidad como en la final de 1.500 metros. Procuró adelantar a Assefa por un pequeño espacio en el lado interior de una curva. Estaba pasando ajustadamente cuando Assefa, en una reacción automática, intentó obstaculizar poniendo su cuerpo y extendiendo levemente su brazo. Hubo un pequeño roce entre ambas pero Hassan logró mantener el equilibrio y pasó al frente.
Hassan corrió volteando la vista reiteradamente para comprobar que ya nadie podría alcanzarla. Cruzó la meta elevando sus manos. Trastabilló. Se mantuvo en pie. Comenzó a caminar y a hablar consigo misma. En algún momento posterior llegó el llanto. Ese llanto que no es una expresión pura ni de dolor ni de alegría. Ese tercer llanto invocado por el abismo final mezcla del dolor físico y la emoción por el logro. Sifan Hassan ya tenía la respuesta a sus preguntas: podía hacerlo, pudo hacerlo, lo había hecho de la forma más completa que se puede imaginar.
Y luego llegaron varias mujeres más que también festejaron y lloraron porque su carrera no es por una medalla, es contra sus tiempos, sus limitaciones, su dolor y contra rivales de capacidades similares. Llegar al otro lado siempre es una victoria. Y Hassan también parece entenderlo así. Cuando se le dijo que al sumar el éxito en la maratón a sus anteriores especialidades olímpicas tal vez fuera la atleta más grande de todos los tiempos, ella respondió: “No, no, no soy la más grande. No necesito volverme la más grande. Estoy bien como soy”.
Las medallas ganadas esa mañana serían las últimas entregadas en la ceremonia de clausura. Y así fue que por primera vez tres mujeres nacidas en África fueron la imagen final de unos juegos olímpicos.
El pasado diciembre se anunciaron los premios World Athletic 2024, que se deciden por votación de los aficionados. En esta oportunidad Sifan Hassan ganó los premios a la mejor atleta femenina y mejor atleta fuera del estadio de 2024. Respecto a esto, escribió en su Instagram: “Este premio no es sólo para mí, mi equipo y mi familia, es para cada joven muchacha que se encuentra mirando, soñando y creyendo que puede alcanzar la inmensidad a través del deporte. A todas quiero decirles que sigan ejercitando, entrenando, empujando, creyendo, y recuerden siempre que ningún sueño es demasiado grande”.
Esa maratón nos deja el deseo de empezar (o volver) a recorrer la distancia que más nos convenga, solos o acompañados, con ropa holgada o ajustada, de color rojo, dorado, verde, blanco, negro o mandarina. Nos espera el terror que nos hace fuertes y el tercer llanto a la llegada. Nos espera nuestra humanidad y una versión desconocida de nosotros mismos. Resulta inspiradora la idea de empezar (o volver) a correr como nos cuenta el poeta Roberto Juarroz y como Hassan invita a cada joven muchacha y a cada persona con un sueño grande:
“Alguna vez juego a alcanzarme. Corro con el que fui y con el que seré la carrera del que soy.
Y alguna vez juego a pasarme. Corro entonces quizá la carrera del que no soy.
Pero hay todavía otra carrera en la que jugaré a hacerme pasar. Y esa será la carrera verdadera”.