En la serie local Todos detrás de Momo, dirigida por Pablo Stoll y Adrián Biniez, hay un personaje uruguayísimo que aparece cada tanto: un pescador que está todo el día esperando pique en la escollera y que cada tanto recibe la visita de algunas personas que parecen interesadas en lo que saca.

Tratándose de una serie policial, por supuesto que las apariencias engañan. El pescador es en realidad un agente de inteligencia, y quienes lo visitan buscan información privilegiada que él obtiene al pasar inadvertido. La mayor gracia del personaje, y la que le da un encanto muy local, es que Uruguay está tan lleno de pescadores aficionados que prueban su suerte en la rambla o en sus botecitos que nadie sospecha de él por pasarse todo el día allí. Él y quienes lo acompañan son parte ya del paisaje urbano.

En Uruguay, la pesca recreativa es una pasión equiparable al fútbol. La practican decenas de miles de personas, se extiende por todo el país y atraviesa clases sociales. Así como el fútbol aprovecha cualquier campito más o menos plano que aparezca por ahí, la pesca prospera dondequiera que haya lagos, lagunas, tajamares, ríos, arroyos y, por supuesto, mar.

La pesca marina recreativa, específicamente, es tremendamente popular, pero se sabe muy poco sobre su importancia económica y cultural, el perfil demográfico de quienes la practican y su impacto ecológico, entre muchos otros puntos.

Eso fue justamente lo que llamó la atención del biólogo Martín Laporta cuando empezó a dar forma a su tesis de doctorado, que primero estaba enfocada en la pesca artesanal. Al estrechar vínculos con los pescadores recreativos, entre otros, Martín notó que sacaban especies que son inusuales, o directamente nunca vistas, en otros tipos de pesca, y descubrió también la popularidad en ascenso de esta actividad en Uruguay.

Buceando un poco más en este mundo –a veces literalmente, ya que se relacionó bastante con quienes practican pesca submarina– se contactó con especialistas de la Universidad de Santiago de Compostela (España) en busca de más información. Reel va, reel viene, lo invitaron a sumarse a su programa de doctorado y desarrollar su tesis con un capítulo dedicado a la pesca recreativa en Uruguay.

De esa inquietud y de esa tesis surgió una publicación reciente que lleva la firma de Martín Laporta y Graciela Fabiano, de la Unidad de Gestión Pesquera Atlántica de La Paloma de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara); Pablo Pita, del Centro Interdisciplinar de Química y Biología de la Universidad Da Coruña (España), y Sebastián Villasante, de la Universidad de Santiago de Compostela.

Su artículo, que constituye la primera evaluación integral de los aspectos económicos, sociales y ecológicos de la pesca recreativa marina en Uruguay, tuvo la difícil y necesaria tarea de estimar cuántas personas pescan recreativamente en el mar en nuestro país, qué edad y experiencia tienen, qué especies sacan, cuánto tiempo dedican a esta actividad, dónde lo hacen y cuánto gastan, entre otros datos desconocidos hasta el momento.

Detrás de la gran ballena blanca

Responder algunas de las preguntas planteadas, como se propuso Martín, era en realidad una quijotada digna de una novela de mar. La pesca recreativa marina es una actividad dispersa, con muchas variantes y con niveles de dedicación muy diversos. Ni siquiera el agente ficticio de inteligencia de Todos detrás de Momo tendría tanta información para explicar quiénes son los que pescan, cuántos son, en dónde lo hacen, qué pescan y con qué equipos. Por eso, Martín se apoyó en sus colegas europeos para buscar la mejor manera de combinar el trabajo de campo –trabajo de mar, en este caso– y las herramientas estadísticas.

Para empezar, hubo que separar los tantos y definir el objeto y el lugar de estudio. Los autores consideraron como pesca marina recreativa la que se realiza en la costa atlántica, desde el balneario Solís en Maldonado hasta el Chuy en Rocha. Pescador recreativo, como indica la Ley 19.175 y su decreto reglamentario, es quien se dedica a la “captura de recursos pesqueros con aparejos de pesca de uso personal, sin fines de lucro para el pescador y con propósito de deporte, turismo, placer o entretenimiento”.

“En Uruguay, pescar en forma recreativa es una actividad muy antigua; ya desde comienzos del siglo XX estaba bien establecida. Podés encontrar libros de hace 100 años que detallan las artes de pesca, especies, caladeros, etcétera, lo que demuestra que ya por entonces era una práctica muy desarrollada”, dice Martín desde Rocha, en alusión al libro de Carlos Druillet La pesca como deporte y como arte.

Una vez delimitado su objeto de estudio, encaró su trabajo desde dos frentes. Por un lado, basándose en experiencias anteriores en Europa, creó una encuesta en línea para recabar datos sociales, económicos y ecológicos entre pescadores, que se difundió durante varios meses.

Obtuvo datos muy completos de 88 pescadores de distintas modalidades y luego usó programas estadísticos para minimizar sesgos y extrapolar esos resultados a la población de pescadores recreativos del país.

Por otro lado, para algunos datos se basó en el programa piloto de seguimiento de la pesca recreativa que él mismo viene haciendo con sus colegas de la Dinara en La Paloma desde 2015 (aunque usó también algunos datos anteriores), que incluye monitoreos de capturas, análisis de publicaciones en redes sociales (validadas por contacto directo con los pescadores) y el uso de imágenes enviadas por una amplia red de pescadores de varias partes del país, que ya le han permitido reportar especies nuevas para Uruguay.

Uno de los principales desafíos fue estimar la cantidad de pescadores recreativos marinos en Uruguay y su gasto anual. Como en Uruguay no hay un censo nacional de pescadores –en algunos países de Europa sí, como observó con sorpresa Martín–, debió usar como guía una tasa de participación de pesca recreativa con relación a la población del país, calculada por un trabajo anterior para países sudamericanos.

Para algunas modalidades, como la pesca submarina, se basó directamente en los registros que lleva desde hace casi 70 años la Federación Uruguaya de Actividades Subacuáticas. Por último, estimó la cantidad potencial de botes usados para pesca deportiva en Uruguay, basándose en el Libro de Matrículas de Cabotaje para Embarcaciones Deportivas de la Prefectura Naval. Con todos esos datos de origen diverso en su poder, más la ayuda de herramientas de análisis de datos, obtuvo las primeras respuestas a sus preguntas.

¿Quiénes somos, de dónde venimos, cuánto gastamos?

Usando la tasa de participación y los datos de registro de botes, el trabajo de Martín estimó que hoy hay 27.636 pescadores marinos recreativos en Uruguay y 2.385 botes que potencialmente podrían estar dedicándose a esta modalidad de pesca. 78% de quienes pescan lo hacen desde la orilla, 21% desde botes y menos de 1% practican la pesca submarina con arpón.

Como el propio Martín aclara, esta es una primera aproximación que hay que tomar con ciertos cuidados. “Creo que el número de pescadores marinos recreativos en Uruguay es mayor que lo que dice el trabajo, pero preferí ser cauto y usar una tasa de participación baja dentro de las disponibles en la bibliografía”, explica.

Con respecto a los gastos, los pescadores invierten sobre todo en equipos de pesca, carnadas, ropa adecuada y combustible para los vehículos, entre otros puntos. El trabajo estima que en 2023 los pescadores recreativos marinos gastaron US$ 19,7 millones en Uruguay. Quienes pescan desde la orilla fueron responsables del 83% de estos gastos. Para ese mismo año, el costo de mantenimiento y operación de los botes se estimó en 6,6 millones de dólares, lo que acerca la cifra total a 26 millones de dólares.

A juzgar por la muestra encuestada, la pesca parece ser una actividad esencialmente masculina en Uruguay: 94% de quienes respondieron el sondeo fueron hombres. La edad promedio fue de 50 años (con más de 35 años de experiencia promedio en la pesca) y 52% estaba casado, entre otros datos demográficos que aporta el sondeo.

52% pesca con amigos, 26% con la familia y 21% en soledad. La pesca es buena en cualquier época del año, tal parece, porque no hubo diferencias significativas a la hora de elegir la estación preferida, aunque en la submarina hubo una leve inclinación por el verano. Eso sí: quienes pescan en bote pasan más horas diarias dedicados a la actividad que los que tiran una línea desde la orilla.

Tenemos ya entonces un panorama aproximado del perfil de los pescadores marinos recreativos en Uruguay, pero ¿qué ponen en sus anzuelos y qué sacan?

Archivo, setiembre de 2025.

Archivo, setiembre de 2025.

Foto: Gianni Schiaffarino

Así era el ojo

Como dice el refrán, el cebo es el que engaña, no el pescador ni la caña. Los pescadores entrevistados reportaron el uso de 21 tipos de carnadas distintas, con el camarón rosado (Penaeus paulensis) como la preferida (mencionado en el 39% de los casos). Entre los peces usados para carnada, los más populares fueron la lisa (Mugil liza) y el pejerrey (Odontesthes argentinensis).

En cuanto a las especies más pescadas, el primer puesto en este sondeo fue para la corvina (Micropogonias furnieri), seguida de cerca por el sargo (Diplodus argenteus), el pejerrey y la burriqueta (género Menticirrhus). Desde la orilla se suele reportar más la pesca de pejerrey, burriqueta y sargo, mientras que desde los botes (incluyendo kayaks) la corvina es la captura más reportada.

Según la estimación del trabajo, los pescadores marinos recreativos pudieron haber capturado en 2023 unas 5.463 toneladas de peces en Uruguay, de las cuales 53% fueron pescadas desde la orilla. Sin embargo, Martín aclara que esta estimación puede estar inflada, entre otras variables, por el llamado “sesgo de avidez”, que él intentó minimizar con ayuda de herramientas estadísticas. Significa que gran parte de quienes respondieron la encuesta son pescadores frecuentes, probablemente sobrerrepresentados con respecto a su porcentaje real en la población total de pescadores recreativos marinos en Uruguay.

Además, llegada esta parte es imposible obviar un aspecto que ya es parte de la mitología del pescador: su reputación de ser exagerado con el tamaño y cantidad de los peces que captura, cimentada por siglos de humor popular. El trabajo señala delicadamente este sesgo al hablar de “exageración” y “sobredimensionamiento de ejemplares trofeo”.

El programa piloto de monitoreo de pesca recreativa ayudó a afinar un poco más los datos de las especies pescadas. Registró 902 eventos de pesca en un lapso de poco más de diez años, en los que se identificaron 83 especies distintas.

Aquí el asunto se vuelve aún más interesante. De estas especies que surgen del monitoreo de pesca recreativa, 61 son comunes en Uruguay, 12 ocasionales, cinco raras y cuatro fueron registradas por primera vez en aguas uruguayas. Dos de ellas son citadas por primera vez en este trabajo: el mero Goliat (Epinephelus itajara) y el róbalo patagónico (Eleginops maclovinus). Las otras dos son el pez malacho (Elops smithi), del que ya hemos hablado en otra nota, y el pámpano de Florida (Trachinotus carolinus), que ya han aparecido en otros trabajos recientes.

“El róbalo patagónico no estaba citado para Uruguay y lo pescó Andrés Cuello, que hace poco ganó el premio Charrúa de pesca recreativa y deportiva. Cuando me mandó la foto, no lo podía creer. Y lo del mero fue una locura, pesaba cerca de 20 kilos y lo sacó Diego Vola, un pescador submarino que se sumergió en el buque naufragado de Punta Piedras, en Maldonado”, cuenta Martín.

Quien esté libre de pescado...

Esa fue justamente una de las razones por las que Martín se interesó en los pescadores recreativos, su capacidad para detectar especies que pasan inadvertidas en la pesca artesanal y comercial. “Hay especies que sólo se capturan en pesquerías recreativas y de las que no sabíamos nada en Uruguay”, explica.

De acuerdo con el monitoreo del programa piloto, el pejerrey es la especie más capturada por pescadores de orilla, seguida del sargo (en esto hay algunas diferencias con lo que reportan los propios pescadores, como vimos líneas arriba). Desde los botes, la especie más frecuente fue la pescadilla (Cynoscion guatucupa), seguida de la corvina.

Un dato interesante para los aficionados a la pesca es que los promedios más altos de captura se dieron desde los kayaks, una modalidad de pesca relativamente reciente en Uruguay. “Cuando pescan en kayak, por lo general pescan mucho, como muestran los datos. Algo significativo de este trabajo es que revela que la pesca tradicional sigue muy vigente, pero que crecen modalidades nuevas, como la del kayak o la pesca submarina”, señala Martín.

En resumen, el trabajo muestra “una foto bastante completa de artes, épocas, especies, perfiles sociales y económicos de los pescadores recreativos marinos de Uruguay, con repercusiones sobre la regulación de esta práctica y la interacción con otras instituciones, como el Ministerio de Ambiente y el Sistema Nacional de Áreas Protegidas”, cuenta Martín.

Dicho de otro modo, saber que hay casi 28.000 pescadores recreativos marinos que anualmente gastan más de 26 de millones de dólares y capturan más de 5.000 toneladas de peces en Uruguay “resalta la necesidad de tener regulaciones específicas y planes de manejo sostenibles, como ocurre en otros países de Latinoamérica y el Caribe”, señala el trabajo. Allí es donde apuntan ahora los autores.

¿Cómo manejo?

En Uruguay no existe una regulación específica, ni muy clara, para la pesca recreativa marina, más allá de que está definida en las normas y le caben algunas disposiciones generales. “Por ejemplo, la Dinara tiene como competencia poder exigir una licencia para quienes practican esta pesca, pero no es muy claro en qué casos podría solicitarse y en qué casos no”, indica Martín.

Haber realizado esta primera bajada a tierra en números, sin embargo, da algunas evidencias como para avanzar en una regulación específica. “Ahora nos propusimos armar una hoja de ruta, establecer objetivos y ver con qué capacidades contamos para realizarlos”, adelanta.

Por ejemplo, este trabajo revela que en la pesca recreativa marina se capturan también especies vulnerables, como la corvina negra (Pogounias courbina) y el tiburón pintarroja (Notorynchus cepedianus), o críticamente amenazadas, como el tiburón sarda (Carcharias taurus).

“En estos casos se necesita más control, más fiscalización y más concientización. Es posible pensar en regulaciones concretas para la pesca recreativa como la que existe para la corvina negra en general, que prohíbe la pesca en la época de reproducción (de mediados de octubre hasta enero), y establecer cuotas o prohibiciones en algunas fechas para las dos especies de tiburones mencionadas”, explica Martín

También se evalúa la posibilidad de establecer regulaciones según modalidad y arte de pesca, “siempre con la participación de los pescadores, que son los que tienen el conocimiento profundo de las especies y que, como muestra este trabajo, llevan en promedio 35 años dedicados a esta actividad”, dice Martín.

También queda en el debe establecer con claridad si se necesita o no una licencia para este tipo de pesca en Uruguay, como ocurre en casi todos los países europeos y también en muchas partes de Sudamérica. En nuestro país no hay un sistema de registro formal, justamente una de las dificultades a la hora de estimar el número de pescadores recreativos en Uruguay y su impactos económico y ecológico.

“La pesca recreativa marina se sigue desarrollando y ya no es igual que la de hace 20 años. Ha crecido y seguirá creciendo. Por eso, con las capacidades que tenemos, hay que hacer un seguimiento y asegurarnos de que siga siendo una práctica sustentable”, agrega.

Las cañas apostadas a lo largo de toda la costa uruguaya conforman ya una imagen emblemática del país, aunque ningún político o docente saldrá a proponer que la inserten en el escudo nacional, como ocurrió con el mate o el tamboril. Se suele decir que Uruguay vive generalmente de espaldas al mar, pero los resultados de este trabajo indican que un gran número de personas hace exactamente lo opuesto. Su conexión con la naturaleza es una caña tensada desde la orilla, un bote, un kayak o una incursión submarina. Este artículo comienza a visibilizarlas y de paso nos permite entender algo del entusiasmo que las mueve y la fidelidad que demuestran con la pesca. Parafraseando al protagonista de El secreto de sus ojos, una persona puede cambiar de cara, de casa, de familia, de pareja y de religión, pero no puede cambiar de pasión.

Artículo: Marine recreational fisheries in Uruguay: Current status, challenges and opportunities for research and management
Publicación: Marine Policy (setiembre de 2025)
Autores: Martín Laporta, Graciela Fabiano, Pablo Pita y Sebastián Villasante.