En los días cálidos de algunos veranos, cuando las temperaturas suben y las noticias escasean, llegan a los medios los reportes de mordeduras de pirañas a bañistas en el lago de Salto Grande y alrededores.

La noticia suele tomar por sorpresa a buena parte del público uruguayo, que asocia a las pirañas con películas de terror que se desarrollan en la selva amazónica o videos virales en los que estos peces de reputación temible acaban en minutos los restos de huesos y carne en el agua.

Sin embargo, las pirañas son parte de la fauna nativa de nuestro país y recorren varios de nuestros ríos y lagunas desde hace mucho tiempo, en las mismas aguas en las que mucha gente se baña.

De las tres especies de pirañas registradas en Uruguay, una es la que tanta mala fama se ha ganado en el Amazonas, Pygocentrus nattereri. La más abundante es en realidad Serrasalmus maculatus, y en el otro extremo, la más rara es Serrasalmus marginatus. Tal vez colabore al hecho de que nos sorprendamos al saber que en nuestro país hay pirañas es que a estas tres especies aquí las llamamos por el nombre común de palometas. Si bien pueden usarse matices para diferenciarlas (palometa roja o de vientre rojo la que también está en el Amazonas, palometa brava la maculatus y palometa manchada la marginatus), todas van a parar a una bolsa que las separa del nombre común con que se han ganado su injustificada mala fama.

Estas tres especies están presentes en la cuenca del río Uruguay, por lo que es esperable encontrárselas también en sus afluentes, como el Arapey, el Cuareim y el Queguay, entre otros, así como en lagunas marginales de la cuenca. Pueden llegar incluso al Santa Lucía y al Río de la Plata en algunas ocasiones.

Marcelo Loureiro.

Marcelo Loureiro.

Foto: Gianni Schiaffarino

Las mordeduras de pirañas que han sufrido los bañistas en Uruguay, además de infrecuentes, tienen poco que ver con el frenesí voraz que se muestra en las películas. Se producen generalmente en los dedos de los pies, cuando las “víctimas” se encuentran en aguas llanas y cercanas a donde estos peces colocan sus nidos. Para los veraneantes, por supuesto, esto no es consuelo. Las mordidas pueden ser dolorosas, con el agregado psicológico de imaginar cientos de pirañas dirigiéndose a la herida sangrante.

Pese a eso, las pirañas no son un problema en Uruguay, como prueba que estos eventos menores y poco frecuentes se conviertan en noticia. O no lo eran, porque una de nuestras pirañas nativas –tal como advertíamos en esta sección que podía ocurrir– invadió una zona de Uruguay en la que no debería estar. Para lograrlo hizo un largo rodeo por Brasil y contó con ayuda humana, como suele ocurrir en las invasiones biológicas.

Pescado rabioso

En 2021, investigadores brasileños se llevaron una sorpresa al descubrir ejemplares de la piraña Serrasalmus maculatus en el río Jacuí, en la cuenca de la laguna de los Patos. Las pirañas no deberían estar ahí, porque no hay una conexión natural entre esa cuenca y la cuenca del río Uruguay, donde vive esta especie.

¿Qué había sucedido? Todo indica que las pirañas aprovecharon algunas canalizaciones artificiales para irrigación de cultivos que conectan ambas cuencas, entre el río Ibicuí (que pertenece a la cuenca del río Uruguay) y el río Vacacaí (de la de la Laguna de los Patos). En la zona hay arrozales que canalizan agua para riego y crean de este modo conexiones artificiales entre los ríos.

Este manejo hídrico irresponsable fue probablemente el culpable de la invasión de otras tres especies que saltaron de cuenca en los últimos tiempos: el dientudo paraguayo (Acestrorhynchus pantaneiro), el torito (Trachelyopterus lucenai) y la corvina de río (Pachyurus bonariensis).

La introducción de especies a zonas en las que no habitan naturalmente no suele acabar bien. El trabajo hecho por investigadores brasileños advertía sobre el impacto que las pirañas han tenido sobre especies nativas al invadir otras zonas, y recordaba que la cuenca de la Laguna de los Patos alberga varias áreas protegidas con fauna acuática vulnerable a la depredación o competición de Serrasalmus maculatus.

En Uruguay también había preocupación. En el artículo que publicamos hace ya dos años, el biólogo Marcelo Loureiro advertía que estas pirañas podían invadir la cuenca de la laguna Merín por el canal San Gonzalo y generar problemas ambientales y económicos. “La prevención es lo más importante, pero si progresa y explota demográficamente, es muy complejo”, aseguró entonces.

Sus anuncios se volvieron realidad, tal cual muestra un trabajo recientemente publicado con la firma del propio Loureiro y de Nicolás Vidal, del Laboratorio de Zoología y Vertebrados de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República José Carlos Guerrero del Laboratorio de Desarrollo Sustentable y Gestión Ambiental del Territorio de la misma institución, y Marcelo Dias de Mattos, del Grupo Especial de Estudio y Protección del Ambiente Acuático de Río Grande del Sur, Brasil. En él muestran que las pirañas ya están presentes en varios puntos de la laguna y anticipan lo que podría ocurrir en los próximos años.

Piraña capturada en la Laguna Merín. Foto proporcionada por pescador a Nicolás Vidal.

Piraña capturada en la Laguna Merín. Foto proporcionada por pescador a Nicolás Vidal.

Forastero en aguas extrañas

“Mirá lo que apareció”, le dijo el pescador Rafael Carnales a Nicolás Vidal en un mensaje enviado en octubre de 2023, en el que adjuntaba la foto de una piraña pescada en aguas de la laguna Merín. El hallazgo puso en aviso a los investigadores de la Facultad de Ciencias y se vio reforzado muy pronto por el seguimiento que hizo Enzo Grosso, biólogo de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara).

“Enzo Grosso y el personal de la Dinara estuvieron muy atentos. Consiguieron luego otros registros del lado uruguayo de la laguna y nos hicieron llegar los ejemplares”, cuenta Marcelo.

En el transcurso de unos pocos meses, los investigadores obtuvieron gracias a pescadores artesanales ocho registros de pirañas en la laguna Merín. Hay reportes de la propia laguna, pero también de arroyos cercanos, el río Yaguarón y el canal San Gonzalo. “Estos registros abarcan varios puntos de la laguna, incluso en el sur, cerca de la desembocadura del río Cebollatí”, explica Marcelo.

Los investigadores comprobaron, entonces, que la piraña o palometa Serrasalmus maculatus ya está bien extendida en la laguna, pero el objetivo de su trabajo fue más ambicioso. Se propusieron evaluar el riesgo de expansión de la especie por la cuenca de la laguna Merín, que incluye ríos como el Cebollatí, el Tacuarí, el Yaguarón y el Olimar, entre otros. Para eso, usaron un modelo de favorabilidad ambiental, una herramienta estadística que no trajo buenas noticias.

Vine, vi, ¿vencí?

“Para deducir si la zona tiene condiciones favorables para la especie se hace ‘hablar’ a un modelo. Uno ingresa los datos con las condiciones ambientales de los lugares en los que está registrada la especie y luego le pregunta al modelo si en la cuenca de la laguna están dadas esas condiciones ideales. Y claramente dio que sí”, señala Marcelo. Por ejemplo, un factor muy favorable para las pirañas es el caudal de los ríos de la cuenca.

“Hay un alto riesgo de expansión poblacional en la zona. Esto podría provocar declive de especies nativas, alteración de las redes tróficas locales e impactos negativos en la pesca artesanal. Las especies depredadoras no nativas han tenido efectos perjudiciales en ecosistemas a nivel mundial, incluyendo extinción de especies por depredación directa o competencia por recursos”, apunta el trabajo.

Otras características de la especie y del ambiente pueden favorecer esta expansión por la cuenca. Como comprueban cada tanto los bañistas de Salto Grande, las pirañas macho son abnegadas defensoras de los huevos, lo que contribuye a su éxito reproductivo en los lugares que colonizan. Además, su reproducción se da en aguas calmas, como embalses y lagunas marginales. En la laguna Merín hay varias zonas con estas características, en las que abunda una vegetación ideal para que las hembras depositen los huevos.

Foto del artículo 'Como con el picudo rojo, Uruguay ve avanzar otra invasión biológica: las pirañas ya llegaron a la cuenca de la laguna Merín'

Foto: Gianni Schiaffarino

Tampoco parece haber grandes enemigos naturales para esta especie en la laguna Merín que puedan ayudar a controlarla. “En la cuenca del río Uruguay tienen más especies que las depredan y que son abundantes, como es el caso del surubí. Hay que ver si alguna especie puede cumplir ese rol en la cuenca de la laguna Merín”, comenta Marcelo. El trabajo señala que esa cuenca tiene una abundancia más baja de depredadores que la del río Uruguay, y que sólo la tararira lagunera (Hoplias argentinensis) podría hacer algo de mella a la piraña.

En este escenario, agregan, es esperable la proliferación de las pirañas en la cuenca de la laguna Merín. “Destacamos la necesidad de crear una política de control sobre esta especie y monitorear la evolución de sus poblaciones para prevenir o reducir su impacto sobre las especies nativas y su ecosistema. Particularmente, debido al comportamiento carnívoro agresivo de las pirañas, podría causar cambios dramáticos en las redes tróficas y representar un riesgo para la conservación de la biodiversidad”, advierten los autores.

Para Marcelo este efecto en otras especies es razonable, algo parecido a cuando llega un comensal nuevo, y muy hambriento, a sumarse a la mesa y compartir los platos, pero cree que el impacto mayor de la presencia de la piraña en la cuenca de la Merín será otro.

La mala reputación

“Si se reproduce y expande, quizá el problema principal sea la interacción con las personas”, advierte Marcelo. No porque vaya a protagonizar una escena gore como las que abundan en las películas de terror clase B, pero habrá interacción con los humanos y también problemas. Los primeros perjudicados serán los pescadores.

“Eso ya ocurre en la cuenca del río Uruguay. Cuando los pescadores agarran pirañas en las redes, terminan con la mitad de los pescados comidos o en mal estado, además de roturas en la red y en ocasiones mordiscos en los dedos. En la Merín no están acostumbrados a esto, pero va a empezar a ocurrirles si aumenta el número de pirañas. Es decir, se van a ver perjudicados a nivel general si las pirañas afectan a las especies que pescan, pero también por los daños concretos provocados en las redes”, cuenta.

“La preocupación de los bañistas también va a estar, aunque va a depender de los números, de si a la piraña le va bien en este nuevo entorno”, dice Marcelo. Por mucho que se insista en que las pirañas no tienen la conducta estereotipada que las ha hecho famosas, y que hay diferencias ecológicas grandes entre los ríos uruguayos y los competitivos ambientes amazónicos que les han dado fama, a nadie le gusta saber que hay pirañas en la vuelta capaces de mordisquear los dedos. Eso puede impactar también en el turismo.

Foto del artículo 'Como con el picudo rojo, Uruguay ve avanzar otra invasión biológica: las pirañas ya llegaron a la cuenca de la laguna Merín'

Foto: Gianni Schiaffarino

“Puede ocurrir que alguien reporte alguna mordedura en los meses más cálidos, cuando las pirañas están más activas, porque la laguna es relativamente llana y tienen buenos juncales para hacer nido cerca del balneario Laguna Merín”, explica Marcelo.

Éramos pocos y parió la piraña

La piraña llega además en un momento delicado, porque se suma a los diversos problemas que afectan la laguna y su cuenca. La región lidia ya con el impacto del uso de agrotóxicos, la merma de la pesca artesanal y los efectos potenciales de la construcción de la hidrovía que atravesará la cuenca de la laguna con el objetivo de facilitar y aumentar las exportaciones de soja, madera y arroz.

“En la laguna Merín se están sumando todos los impactos humanos posibles; a esta altura parece un lugar de experimentos, de comprobar hasta dónde podemos llegar. En este contexto la llegada de especies invasoras no ayuda”, se lamenta Marcelo.

Además, es posible que la construcción de la hidrovía facilite justamente la llegada de más pirañas a la región. El trabajo lo dice específicamente: “La intensificación del tráfico de embarcaciones a través de la represa del canal San Gonzalo aumentará el riesgo de entrada de especies de peces no nativos potencialmente invasores desde la Laguna de los Patos”.

Con la llegada de las pirañas confirmada y considerando el alto riesgo de expansión, lo que queda por hacer es controlar y evitar que la situación empeore. “Es urgente monitorear su abundancia en el área para clasificar el estado poblacional de esta especie no nativa y definir posibles medidas de control. Por ejemplo, eliminar la conexión artificial entre los afluentes del Río de la Plata y las cuencas de la Laguna de los Patos para reducir la entrada de más individuos de Serrasalmus maculatus u otras especies no nativas”, apunta el trabajo.

El problema es que en este caso “Uruguay no puede hacer nada, porque el paso de esos peces se está dando en Río Grande del Sur”, aclara Marcelo. Lograrlo, sin embargo, no le parece nada utópico. “Eso es control, fiscalización de las autoridades brasileñas, porque muchos de esos canales de trasvases se hacen a escondidas”, agrega.

Piraña capturada en la Laguna Merín un pescador artesanal. Foto: proporcionada por pescador a Nicolás Vidal.

Piraña capturada en la Laguna Merín un pescador artesanal. Foto: proporcionada por pescador a Nicolás Vidal.

¿Qué nos queda a nosotros? “Cruzar los dedos y que haga frío, por favor”, bromea Marcelo, para aclarar luego que el monitoreo es lo más importante, ya que podría permitir ubicar lugares de reproducción de la piraña en la laguna (algo que aún no se ha comprobado) para emprender acciones de erradicación puntuales. A eso apunta ahora Nicolás Vidal, que busca financiación para proyectos de monitoreo en la laguna Merín (no sólo para la piraña). Pero, como se ha insistido hasta el hartazgo en todos los casos de especies invasoras y tal cual recuerda Marcelo, lo verdaderamente útil es la prevención y no el control.

En muchas de las películas de terror protagonizadas por pirañas voraces, los protagonistas desoyen las advertencias de los especialistas y terminan metiéndose insensatamente en ríos, para desesperación de los espectadores. En ese sentido lo ocurrido con las pirañas en la laguna Merín sí se parece a lo que muestran las películas clase B, pero sólo en lo que respecta a no tomar en cuenta las evidencias aportadas por la comunidad científica.

Artículo: New Records and Invasion Risk of the Non-Native Piranha Serrasalmus maculatus (Characiformes, Serrasalmidae) in the Merin Lagoon Basin
Publicación: Austral Ecology (junio de 2025)
Autores: Nicolás Vidal, Marcelo Dias de Mattos, José Guerrero y Marcelo Loureiro.

Especies invasoras... nativas

Por lo general, cuando se habla de invasiones biológicas, solemos enfrentarnos a casos de especies exóticas invasoras. El concepto refiere a la presencia de organismos fuera de su rango de distribución natural, o lo que vendría a ser lo mismo, a organismos llevados por los seres humanos, ya sea deliberada o inintencionalmente, a donde no deberían estar. No toda especie exótica introducida a un ambiente en el que no era nativa se convertirá en invasora, sino que lo serán sólo aquellas que se vean favorecidas por condiciones locales, como el acceso a nutrientes o alimento, la falta de competencia de otros organismos o de depredación, entre otras. Los ejemplos en nuestro país abundan: sólo para hablar de uno del reino vegetal y otro del reino animal, podemos referirnos al caso del ligustro (Ligustrum lucidum), árbol originario de China que aquí es un gran invasor, y al jabalí (Sus scrofa), de origen eruoasiático, que es invasor en casi cualquier lugar en que se introduce.

El caso de la piraña o palometa Serrasalmus maculatus podría desconcertarnos. ¿Cómo una especie que es nativa de nuestro país está invadiendo la cuenca de la laguna Merín? ¿Acaso no puede, como cualquiera de nosotros, moverse libremente por el territorio sin que se la considere una invasora foránea? El asunto está en la amplitud que le demos al término exótica. En ecología las divisiones políticas de los países de poco sirven. Si bien podemos considerar a esta palometa como una de las especies nativas de Uruguay, en realidad su distribución natural se restringe en nuestro país a la cuenca del río Uruguay. Dado que esa cuenca no tiene conexión hídrica con la cuenca de la laguna Merín, la palometa es allí exótica pese a ser “nativa” del país.