El parque Anchorena, la superficie de 1.369 hectáreas legadas al Estado uruguayo por el emprendedor Aarón de Anchorena en Colonia, es promocionado por Presidencia de la República como un “lugar único” en Uruguay gracias a su belleza paisajística.
La información oficial sobre este sitio, que alberga una de las residencias presidenciales, destaca la fauna y flora del lugar, entre las que “es especialmente atractivo el ciervo axis”. “El axis, considerado el más hermoso de los cérvidos del mundo, abunda en el parque”, insiste con orgullo el texto oficial que hoy puede leerse en la página web de Presidencia.
Este ciervo exótico, originario del sudeste asiático, es presentado como un “atractivo” y un emblema del parque para los miles de visitantes que lo recorren cada año, que efectivamente pueden verlo en grandes cantidades por todo el lugar.
Aunque la información oficial no lo mencione, esa gran población de ciervos es, sin embargo, la evidencia más notable de un grave error que Aarón de Anchorena no podía prever en su momento. El aventurero argentino los introdujo hace casi 100 años con el objetivo de crear cotos de caza, como había hecho con el jabalí un poco antes, sin conocer los impactos graves que provocan algunas especies exóticas en ambientes que no están adaptados a ellas.
El ciervo axis se convirtió en una especie exótica invasora aquí y en casi todos los lugares en los que fue introducido. Con mucha comida a disposición y sin grandes depredadores que lo tuvieran a raya, se expandió con rapidez por todo el país, en muchos casos ayudado incluso por personas que llevaron ejemplares de Anchorena a otras zonas.
Como bien se señala en el libro Especies exóticas invasoras de Uruguay, publicado en 2021 por un grupo de especialistas locales en invasiones biológicas, en otros países se ha constatado en forma recurrente que el ciervo axis provoca una pérdida general de diversidad de plantas y animales, daños a cultivos agrícolas y forestales, erosión del suelo, daños directos a flora leñosa (“anillado” y rasgado de la corteza) y competencia con los herbívoros nativos y el ganado. En Anchorena, por ejemplo, se han reportado daños en cultivos forestales y en cortezas de leñosas nativas.
Pero el ciervo axis presenta otro problema en Uruguay, del que hasta ahora se sabía relativamente poco: es hospedero y potencial transmisor de varios patógenos, que pueden afectar tanto a especies nativas como al ganado. Aún más: algunos de esos patógenos tienen capacidad zoonótica, lo que significa que pueden incluso saltar a los humanos.
Este tema es el que interesa particularmente a la bióloga y ecóloga Alexandra Cravino, del Grupo de Biodiversidad y Ecología de la Conservación del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, que dedicó su posdoctorado a esta especie con un trabajo de tesis titulado “Anatomía de una invasión: ciervo axis (Axis axis), impactos ecológicos y dinámica de enfermedades infecciosas”.
En él investiga de qué forma la abundancia de los ciervos axis y su interacción con otras especies incide en la prevalencia de los patógenos en los ambientes. Para averiguar la relación entre ambas cosas tuvo que colocar muchas cámaras, así como recoger mucha caca de ciervo y de otras especies.
Recoja lo que hace su ciervo
Alexandra ya estaba estudiando, junto con el virólogo Santiago Mirazo y otros científicos, la presencia de patógenos en ciervos axis. En una investigación de 2023 analizaron muestras de sangre y de heces de esta especie en Uruguay y hallaron en ellas el virus de la hepatitis E (HEV); fue el primer trabajo del mundo que constató la presencia de este virus en ciervos axis.
Saber que una especie invasora muy presente en el país es hospedera de patógenos que pueden afectar a especies nativas, al ganado y a los seres humanos es muy relevante. Reforzamos especialmente esa enseñanza en la pandemia del coronavirus, que dejó muy clara la importancia de monitorear los virus que circulan en la fauna que convive con nosotros o con los animales domésticos (como pasa con el axis en varios sitios en Uruguay). Por eso Alexandra quiso profundizar más en este tema.
“Quería entender mejor qué estaba pasando a nivel ecológico. Es decir, comprender por qué estaban esos patógenos en los ciervos axis y cómo se relacionaba eso con la biodiversidad de los ambientes en que viven”, explica Alexandra.
Obviamente, el primer sitio que pensó estudiar fue el origen de la invasión de los ciervos, el parque Anchorena, pero necesitaba ampliar el panorama para tener una idea más clara de cómo se relacionan los axis, los patógenos, los ecosistemas y el conjunto de especies que viven en ellos.
Eligió entonces cuatro sitios con distintas características (tipo de uso y cobertura del suelo) y distintos grados de invasión de los ciervos axis, terrenos propicios para hacer un experimento de campo.
Además del parque Anchorena, donde se mezclan ambientes nativos con parque forestal, agricultura y ganadería extensiva, puso la mira en otros tres lugares: la Estación Biológica Potrerillo de Santa Teresa (ambiente nativo y bien conservado donde se produjo una invasión temprana de esta especie debido a que algunas personas tuvieron la genial idea de llevar algunos ejemplares hasta allí poco después de su introducción en Anchorena); la cuenca del Guaviyú, en Paysandú (lugar con una invasión intermedia del axis y en donde las actividades productivas más extendidas son la ganadería extensiva y la forestación), y Paso del Parque (un sitio fronterizo entre Salto y Paysandú donde los ciervos axis llegaron hace relativamente poco, que se caracteriza por su combinación de ambientes nativos y ganadería extensiva).
Para estudiar la prevalencia de patógenos y su relación con la abundancia de axis, la conservación de los ambientes y la diversidad de mamíferos en esos sitios, Alexandra y sus colegas tuvieron una idea sencilla pero brillante.
Ciervos axis en Parque Anchorena.
Foto: Alexandra Cravino
Primero colocaron cámaras trampa en todos los tipos de ambiente de cada predio, con un diseño de muestreo que les permitió contabilizar en forma efectiva la frecuencia de aparición de ciervos axis y otras especies. Luego analizaron el estado de conservación del hábitat de los sitios analizados, que dividieron en “estable, intermedio y deteriorado”. Finalmente recogieron muestras de heces de los ciervos y otras especies de mamíferos en los sectores monitoreados con cámaras (el análisis de los videos les permitía además datar con precisión la antigüedad de las heces).
En estas muestras buscaron luego la presencia de dos patógenos relevantes: el virus de la hepatitis y el parásito Neospora caninum, vector de la neosporosis, una enfermedad que produce abortos en bovinos y afecta también a perros.
Si bien el objetivo del proyecto fue hacer un relevamiento que durara tres años, en algunos sitios sólo llegaron a dos años y medio. La culpa de que no pudieran cumplir con el tiempo de estudio planeado originalmente no fue de los ciervos axis, que por invasores que sean sólo se dedican a prosperar en el lugar de la mejor forma posible, sino de otra especie: la nuestra.
En el lugar menos pensado
A lo largo de su trayectoria académica, a Alexandra Cravino le han robado un montón de cámaras trampa (cámaras que se activan con el movimiento y que son ideales para el monitoreo de fauna), situación que ocurre generalmente en sitios cercanos a urbanizaciones o frecuentados por cazadores furtivos. Lo que no esperaba fue lo que le sucedió ahora: que la incidencia más alta de robos se diera en el predio de la residencia presidencial de Anchorena, un sitio que supuestamente debería estar mejor protegido.
“El robo de equipos viene ocurriendo con todos los proyectos que tenemos, y para esta investigación también sucedió en varios sitios, pero increíblemente en la estancia presidencial el 60% de los equipos desaparecieron. En porcentaje, fue el lugar en donde más nos robaron”, cuenta.
Los robos de las cámaras ocurrieron entre febrero y abril de este año. Alexandra hizo la denuncia formal en la seccional correspondiente de Colonia, sin que se haya habido novedades hasta ahora. Si bien los hurtos afectaron sobre todo la economía de los científicos, que suelen invertir mucho de su propio bolsillo en los trabajos, perjudicaron también al propio Estado, ya que parte de la financiación de este posdoctorado corrió por cuenta del Fondo Vaz Ferreira, que apoya proyectos de investigadores jóvenes.
Para Alexandra, sin embargo, lo más doloroso es la pérdida de información. Hay un montón de conocimiento, esencial para la toma de decisiones sobre el manejo de la biodiversidad, que se pierde con las cámaras.
En este caso, le significó quedarse sin datos de un semestre, nada menos que en el lugar de origen de la invasión de ciervos axis. “Ese lugar es el punto cero, no sólo quizás de los patógenos de ciervos axis, sino el punto cero de dos de las invasiones biológicas más importantes del país: axis y jabalí”, explica Alexandra. Por suerte, los datos que pudieron recabar hasta esa fecha eran sólidos como para realizar el análisis.
En la suspensión de los relevamientos en la zona influyó el robo de cámaras, pero también cuestiones administrativas relacionadas con el cambio de gobierno. “Nos interesa seguir monitoreando la zona, pero necesitamos también renovar los permisos para tomar las muestras y colocar nuevas cámaras, y hasta ahora no hemos podido acordarlo con las nuevas autoridades. Quizá sólo se deba a demoras lógicas por el cambio de autoridades y se puede reenganchar, pero no hemos logrado seguir con el proyecto de la forma en que lo hicimos desde el comienzo”, aclara.
“Si se abre nuevamente la oportunidad de colocar cámaras y tomar muestras, estamos listos para poner nuevos equipos. Obviamente lo deseable es que los robos no se hubieran producido y que tampoco vuelvan a pasar. Nosotros ya notificamos al Ministerio de Ambiente sobre lo ocurrido, y depende ahora de que las autoridades quieran retomar los censos y monitoreos”, insiste.
Continuar con los monitoreos de ciervos axis es especialmente relevante a la luz de los resultados obtenidos hasta ahora por las investigaciones de Alexandra y su equipo: es allí en Anchorena, justamente, lugar donde los axis están muy cerca del ganado y los seres humanos, donde se constató la mayor prevalencia de patógenos.
Viva la diferencia
Los primeros resultados obtenidos por Alexandra y su equipo ya son motivo suficiente para empezar a abrir los ojos. De entrada, confirmaron algunas cosas que ya sospechaban, pero que es importante destacar. Hay muchísimos ciervos axis en Uruguay, especialmente en el predio del parque Anchorena.
Ciervos axis en Anchorena.
Foto: Alexandra Cravino
La mayor abundancia de ciervos y los grupos más numerosos (con más de 50 integrantes) se registraron allí. Sólo entre setiembre de 2023 y marzo de 2024, por ejemplo, el muestreo de cámaras arrojó 1.145 individuos (identificados a partir del reconocimiento de grupos, ya que es imposible hacerlo individualmente). En cantidad de ejemplares quedó luego la cuenca del Guaviyú en Paysandú, y bastante más atrás el Potrerillo de Santa Teresa y Paso del Parque.
Más interesante que la abundancia de ciervos axis es la fauna que los acompaña en todos los sitios analizados. La riqueza de mamíferos de mediano y gran tamaño (todos nativos, menos el axis, el jabalí y la liebre) varió entre 6 y 16 especies. El sitio menos diverso fue justamente el más invadido por el axis y el punto cero de la invasión: Anchorena.
“Nosotros queríamos ver el estado de la invasión, pero también ver qué estaba ocurriendo con la diversidad. Notamos que donde había mucho grado de invasión se venía a pique la diversidad de mamíferos”, afirma Alexandra.
En contrapartida, el Potrerillo de Santa Teresa, que es hoy un área protegida, fue el que mostró una biodiversidad “más equitativa”, es decir que no sólo había muchas especies de mamíferos nativos, sino que cada una estaba representada por cantidades de individuos bastante similares. En el Guaviyú también se registró una biodiversidad bastante alta (pero no tan equitativa). Mientras tanto, en Paso del Parque, el lugar más recientemente invadido por el axis entre los estudiados, se registró una gran presencia de ciervos, pero con muchos grupos separados espacialmente.
En resumen, tenemos dos extremos muy significativos: de un lado, el origen de la invasión, Anchorena, muy dominado por el ciervo axis; del otro, un área protegida como el potrerillo, en el que se conservan mejor los ambientes y la biodiversidad es mayor y está mejor distribuida.
Este patrón percibido en el estudio puede ser indicador de ecosistemas “con ciertas tensiones o perturbaciones que favorecen a unas pocas especies”, dice Alexandra. Y eso, como demuestran en su trabajo, tiene importantes consecuencias sanitarias.
Lo encaramos en barra
Así como la abundancia y dominación del ciervo axis resultaron ser indicadores de ambientes con menos biodiversidad de fauna y más empobrecidos ecológicamente, también fueron muy reveladores en la parte sanitaria.
Las mayores prevalencias de patógenos en heces se asociaron a sitios con baja diversidad de mamíferos, alta abundancia relativa de ciervo axis y paisajes dominados por matrices agroforestales o ecosistemas estructuralmente degradados, concluye el trabajo. Es decir, donde el axis domina sobre las demás especies y los ambientes están menos conservados por la presencia de forestación y agricultura, los patógenos prosperan.
Anchorena fue justamente el lugar que tuvo los peores indicadores en este sentido, con una prevalencia promedio de infecciones de Neospora caninum mayor al 60% y superior al 20% en caso de la hepatitis E. Eso aumenta el riesgo de que los axis se infecten entre sí y también a otras especies, tanto nativas como al ganado que se encuentra allí.
Eso también lo comprobaron en este trabajo. En Anchorena detectaron el virus de la hepatitis en varios excrementos de carpinchos. “El sitio es un reservorio activo de hepatitis E y Neospora caninum, posiblemente amplificado por la alta densidad de ciervos axis”, concluyen.
Nuevamente, en el extremo opuesto estuvo el Potrerillo de Santa Teresa, el sitio con mejores índices de biodiversidad y ambientes mejor conservados. “Aunque el axis invadió ese lugar hace mucho, no se registró prevalencia de patógenos”, agrega Alexandra.
Esta tendencia no sorprendió a los investigadores. Los resultados se explican por el llamado “efecto dilución” de los patógenos, como se ha demostrado en estudios previos. Cuando no hay sobreabundancia de algunas especies en un ambiente en detrimento del resto, los patógenos encuentran menos huéspedes susceptibles de propagarse, por lo que el riesgo de contagios es menor.
La enseñanza que deja esto no puede ser más significativa. Cuidar y conservar la biodiversidad nos proporciona un “amortiguador silencioso” frente a la diseminación de enfermedades, explica Alexandra. En su trabajo lo deja muy claro con una frase contundente: “Este estudio refuerza que la biodiversidad no sólo representa un valor ecológico o estético, sino una barrera natural frente a la emergencia de patógenos infecciosos. Perder biodiversidad es perder salud ecosistémica”.
Son resultados reveladores, que resaltan cómo las invasiones biológicas pueden aumentar el riesgo de emergencias sanitarias y cuán importante es integrar la biodiversidad en estrategias de prevención de enfermedades infecciosas.
Nada menos que eso está en juego en los relevamientos que no pudieron completarse debido a los robos en distintas localidades y a la falta de acuerdo entre autoridades y científicos.
En los años 20 del siglo pasado Aarón de Anchorena cometió un error con los axis y los jabalíes cuyos efectos estamos sufriendo hoy en día. Cien años después, ya con conocimiento de causa, aquel episodio debería servir al menos de ejemplo para no caer en nuevas equivocaciones ni tener que escribir sobre ellas dentro de un siglo.