Imaginen a canguros musculosos boxeando contra cazadores en los campos uruguayos, o siendo abatidos a tiros mientras saltan ágilmente. O a productores rurales manifestándose en la plaza Independencia contra la presencia de canguros, molestos porque quitan los recursos destinados al ganado.
Nunca sabremos cuáles habrían sido los conflictos de este carismático animal australiano con los humanos, la producción y la fauna nativa del Uruguay, porque los canguros no prosperaron en nuestras tierras. Los introdujo el estanciero y aventurero Aarón de Anchorena en sus campos en Colonia hace casi 100 años, pero no se adaptaron y murieron pocos años después.
Distinta fue la suerte de los ciervos axis (Axis axis) que el mismo Anchorena trajo de India y la de los jabalíes originarios del Cáucaso (Sus scrofa). Entre 1927 y 1928 los trajo a su estancia para practicar caza deportiva, una idea que no fue particularmente brillante.
Los ciervos y jabalíes sí se sintieron a sus anchas. Sin grandes depredadores y con abundante comida a disposición, fueron expandiéndose por el territorio ayudados por otras ideas igualmente malas. Por ejemplo, el traslado de axis al departamento de Rocha, a varios establecimientos rurales y a otros cotos de caza, que provocó que actuaran como focos secundarios para su dispersión. En el caso de los jabalíes, los escapes y sueltas favorecieron su rápida diseminación por el resto del país, permitiéndoles llegar incluso a Brasil. En su camino se encontraron además con cerdos domésticos en estado salvaje, se cruzaron con ellos y generaron una hibridación que potenció su comportamiento invasor.
Los viajes de Anchorena por varios países del mundo y su tendencia a traerse cosas de ellos resultaron un problema para Uruguay. Como resulta evidente, en su estancia no sólo introducía estatuas, adornos, cuadros o trofeos de caza, sino también fauna y flora exóticas. En su defensa, hay que admitir que difícilmente pudiera darse cuenta entonces de que aquello era un desastre en ciernes.
Las invasiones biológicas son un problema ambiental grave en todo el mundo, en particular para la conservación de la biodiversidad. Sin embargo, somos conscientes de este hace relativamente poco. No es que no supiéramos que existieran. Naturalistas del siglo XIX, incluyendo a Charles Lyell y el mismísimo Charles Darwin, mencionan en sus escritos el concepto de especies invasoras, pero sin destacarlas como un riesgo para la biodiversidad.
Los impactos de las invasiones biológicas comenzaron a estudiarse sistemáticamente a partir de 1958, gracias a la publicación del libro La ecología de las invasiones por animales y plantas, del zoólogo Charles Elton. La conciencia global sobre sus perjuicios es aún más reciente y tiene una historia fuerte sólo en las últimas décadas (todavía menos en el caso de Uruguay).
Los animales exóticos invasores no son en realidad los villanos de esta película. El propio concepto de invasor, en el entendido de un organismo que es trasladado fuera de su área de distribución natural, implica la mediación humana. Instalados en un nuevo entorno por motivos ajenos a su voluntad, los animales simplemente aprovechan las oportunidades que se les brindan. A veces, como ocurrió con el jabalí y el axis, lo hacen espectacularmente bien.
Un libro para atraerlos a todos
El jabalí y el ciervo axis se han convertido en los ejemplos emblemáticos de la fauna exótica invasora en nuestro país (como quedó patente en la reciente discusión sobre el nuevo decreto de caza), pero están lejos de ser los únicos. En Uruguay se identificaron hasta ahora 351 especies exóticas de fauna y flora, la mayoría de ellas originarias de Europa (81%). 42 de ellas son consideradas exóticas invasoras, pero hay otras en estudio con posibilidad cierta de alcanzar ese estatus a la brevedad.
Los datos surgen de un libro de reciente publicación, Especies exóticas invasoras de Uruguay: distribución, impactos socioambientales y estrategias de gestión, elaborado por el Ministerio de Ambiente, el Comité de Especies Exóticas Invasoras, la Universidad de la República (Udelar) y la Red Temática de Medio Ambiente (Retema-Udelar). 59 autores participaron en su realización, resumiendo lo que sabemos hasta el momento sobre especies invasoras en el país e identificando áreas de prioridades para actuar.
Su mayor novedad radica justamente en que considera de “alto riesgo” una lista de 12 especies invasoras prioritarias en Uruguay: cuatro plantas (capín Anonni, ligustro, corona de Cristo y tojo), cuatro animales invertebrados (mosquito del dengue, mejillón dorado, caracol rapana y almeja asiática) y cuatro vertebrados (jabalí, ciervo axis, rana toro y carpa común).
En algunos casos los daños económicos o ambientales que provocaron y provocan en el país están probados. En otros, se los deduce con base en impactos similares en otros países o reportes, pero no han sido estudiados a fondo aquí. En ese sentido, el libro es útil para demostrar cuáles son las lagunas de conocimiento que tenemos sobre algunas de estas especies y la necesidad de comenzar a llenarlas pronto.
Mala mía
La publicación asume también otras verdades respecto del estado de las invasiones biológicas en Uruguay. Por ejemplo, que no tenemos mecanismos de alerta ni para evitar el ingreso de especies exóticas de países limítrofes ni para identificar la dispersión de especies ya naturalizadas en zonas de interés. Eso no significa que un nuevo Anchorena pueda traer un ejército de canguros u otros animales igual de conspicuos, pero deja en evidencia que estamos expuestos a nuevos daños de invasores.
Los autores del libro señalan que “la erradicación es la mejor alternativa en la gestión de especies exóticas invasoras”, pero admiten un dato fuerte como uppercut de canguro: de las 42 especies consideradas invasoras en el país hoy, con los medios existentes, sólo sería posible erradicar a la rana toro. Con las 41 restantes la única apuesta posible es al control, en el mejor de los casos, para mitigar los impactos.
En esto corre el adagio de “más vale prevenir que curar”. Erradicar una especie una vez que está instalada no sólo es costoso sino generalmente inviable. Los casos de éxito en Uruguay se cuentan con los dedos de la mano. Con el índice basta, para ser más precisos.
En 1889, un vecino salteño trajo como curiosidad a una pareja de vizcachas (roedores parecidos a conejos) de Entre Ríos y las liberó en un campo de su propiedad. La pareja hizo lo que cualquier pareja en aquella época de costumbres tan tradicionales: primero construyó su casa (una madriguera subterránea) y luego empezó a tener hijos. Fieles a la fama de los roedores, las vizcachas se reprodujeron con rapidez. Para 1920 se calculaba que había unas 2.000 vizcacheras entre el Arapey y el arroyo Yacuy, que provocaban daños importantes a la agricultura. En 1917 se la declaró plaga y tras una intensa campaña, cinco años después fue exterminada.
El jabalí fue declarado plaga en 1982, 54 años después de su introducción, y por ahora –a la inversa del famoso lema de Asterix– el invasor resiste todavía y siempre. En su condición de plaga, sin embargo, el jabalí es visto como el enemigo por sus probados daños a la agricultura y es cazado extensivamente. La historia es muy distinta con el ciervo axis, entre otros motivos por una cuestión de carisma y percepción.
¿La culpa es de Disney?
“El tema es que el axis es visto como Bambi, pero el jabalí no es visto como Pumba”, bromea la bióloga Alexandra Cravino, una de las autoras del capítulo del libro dedicado al ciervo axis.
Fueron las cámaras (pero no las de Disney) las que desencadenaron la elaboración del capítulo. “En mis cámaras trampa aparecía mucho el ciervo axis. Me llamó la atención y hablando al respecto con Alejandro Brazeiro [orientador de la tesis e integrante del comité editor del libro], decidimos profundizar”, cuenta.
Pese a que el axis lleva casi un siglo trotando en el país, no existía hasta ahora una publicación que centralizara y resumiera todo lo que sabemos de él y sus impactos, una omisión importante que este trabajo vino a reparar. Lo primero que hicieron Cravino y sus colegas fue un mapa detallado de su distribución a lo largo del tiempo. Realizaron una búsqueda sistemática de registros en Uruguay, incluyendo datos de colecciones científicas nacionales, información del Inventario Forestal Nacional, monitoreos de más de 250 cámaras trampa colocadas por Cravino y reportes de “informantes calificados”.
Una primera conclusión es que el ciervo axis se encuentra presente en todos los departamentos del país, incluyendo Montevideo, en mayor o menor frecuencia. Desde la publicación de estos datos, además, Cravino obtuvo nuevos registros que demuestran que es incluso abundante en zonas en las que había escasos reportes.
“Lo primero que necesitábamos ver era en qué ambientes estaba. Si querés conocer impactos o establecer protocolos de control de invasoras tenés que ver dónde centrar tus esfuerzos y comprender dónde están, qué hacen y qué está pasando con ellas, sobre todo si se quiere comprobar la eficacia de las acciones tomadas”, aclara.
Según los registros, el ciervo axis usa mayormente bosques nativos, con actividad de paso en la forestación. Los ambientes boscosos autóctonos que más utiliza son bosques de galería, seguidos por bosques de dosel abierto, como los bosques parque o sabanas arboladas. La distribución de los registros “sugiere que los ambientes riparios asociados al río Uruguay y sus afluentes habrían sido las principales vías de dispersión del ciervo axis por el litoral oeste del país y hacia el norte desde el núcleo original en Colonia”, aseguran en el trabajo.
Repetimos: el ciervo axis no es el culpable de esta situación, pero imaginemos que, en su calidad de especie exótica invasora, es puesto en un imaginario banquillo de los acusados para responder por sus crímenes. Hacerlo nos permite repasar las distintas acusaciones que enfrenta, las evidencias de las que disponemos y un posible veredicto.
Delito: usurpación de vivienda
Uno de los argumentos usados por los cazadores para justificar las flexibilizaciones incluidas en el nuevo decreto de caza es que “la especie exótica desplaza a la especie nativa”. Es cierto que el ciervo axis abunda en el país, pero ¿cómo afecta a otros animales?
Para evaluar primero cómo estaban formadas sus poblaciones, los investigadores analizaron los registros de cámaras trampa y también adquirieron visores térmicos para observar a los ciervos durante la noche. “Para nuestra sorpresa, vimos grupos de centenares de axis en algunos lugares. También grupos de cinco, diez, 50 o madres solas con cría”, detalla Cravino. Luego, comenzaron a estudiar su convivencia con los ciervos nativos de Uruguay: el guazubirá (Mazama gouazoubira) y el venado de campo (Ozotoceros bezoarticus).
En el libro se señala que en los países donde se ha introducido el axis “se ha constatado en forma recurrente evidencias de pérdida general de diversidad de plantas y animales”, pero aclara luego que en Uruguay “no se han realizado investigaciones dirigidas a evaluar los impactos provocados por la especie”.
¿Qué pistas nos dan los trabajos que la investigadora realizó desde entonces? Hay zonas de Uruguay, como los bosques costeros de Maldonado y Rocha, o incluso algunos bosques serranos y bañados de la misma región, donde coexisten las especies axis y guazubirá. “Mientras que el ciervo axis está activo casi todo el día, el guazubirá es más nocturno y los picos máximos de actividad están separados. Que usen momentos distintos del día podría ayudar a reducir la competencia”, aclara. Deducir de esto que no hay competencia con el guazubirá, que no provoca en él otros efectos o que no lo desplaza es un poco prematuro.
En el seguimiento de un monitoreo hecho en Durazno, en el que al comienzo estaba presente el guazubirá, corroboraron que este desaparecía a medida que el axis se hacía más frecuente. “Algo podría estar ocurriendo, pero es necesario hacer más estudios”, explica Cravino. En jerga judicial, el axis es sospechoso, está emplazado y debe declarar nuevamente más adelante, cuando se hayan recolectado más pruebas.
Los investigadores analizan ahora la presencia del axis en las zonas en las que aún se encuentra el venado de campo (Rocha y Salto), especie amenazada en el país. Por el momento no se ve que coexistan temporalmente (aunque sí espacialmente), ya que el venado de campo ocupa ambientes abiertos durante el día, mientras que el axis sale a terrenos abiertos generalmente durante la noche.
Delito: contagio de enfermedades
Otro argumento usado con frecuencia por los cazadores es el papel del ciervo axis como transmisor de enfermedades, a tal punto que han declarado que “hubo muchos problemas con el jabalí y el ciervo axis en Uruguay por el tema de las enfermedades”. Una vez más, hay que distinguir entre lo que dice la literatura regional y lo que sabemos realmente sobre lo que ocurre en Uruguay.
Este ciervo es “potencial portador y transmisor de tuberculosis y enfermedades transmitidas por garrapatas, tanto a especies nativas como a animales de producción”, señala el capítulo. En resumen, comparte patógenos con ganado bovino y ovino, y es además posible reservorio de zoonosis. “Otro de los grandes vacíos que encontramos al estudiar el axis en Uruguay fue lo relacionado con lo sanitario. Descubrimos que no había proyecto de investigación directo y decidimos empezar a cambiar eso”, dice Cravino. Un equipo liderado por el virólogo Santiago Mirazo y Cravino está trabajando actualmente en la recolección y análisis de muestras de fecas para estudios sanitarios.
“Hay múltiples agentes patógenos transmisores de enfermedades descritos en cérvidos en todo el mundo, pero con la información que tenemos hasta ahora no podemos asegurar que eso también ocurra aquí. Es algo que se está estudiando”, insiste la bióloga.
Resumiendo, al ciervo axis no se lo puede condenar por el momento por estas acusaciones pero tampoco exonerar, sobre todo teniendo en cuenta los antecedentes de la región. Como en tantos aspectos del estudio de fauna, el problema radica en nuestra falta de conocimiento y en la escasez de recursos destinados a generarlo.
Delito: vandalismo y robo
En nuestro imaginario banquillo de los acusados, al axis aún le quedan algunas acusaciones para responder. Se ha reportado que los cérvidos afectan la estructura y composición de diferentes sustratos vegetales, lo que a su vez puede desencadenar “una multitud de efectos indirectos sobre la fauna asociada a diferentes niveles tróficos”. Con su ramoneo, el axis modifica el tapiz herbáceo y parte del sotobosque. Además, se ha constatado en otros países daños a cultivos agrícolas y forestales, erosión de suelo y perjuicios a la flora leñosa (“anillado” y rasgado de la corteza).
Al momento de redactar el libro, en Uruguay tampoco existían estudios específicos exceptuando los realizados en la estancia Anchorena, donde están bien documentados los daños en leñosas nativas por descortezamiento y rascado de astas. A nivel general, “relevamientos realizados por personal agropecuario y especialistas han reportado daños en cultivos forestales”. Según Cravino, estos reportes de daños en cultivos forestales refieren sobre todo a plantaciones jóvenes y árboles chicos.
En cuando a cultivos agrícolas, los investigadores tenían menciones de consumo de praderas plantadas y cultivos forrajeros. A partir de eso, comenzaron a investigar lugares en el litoral donde se reportaron conflictos con el ciervo. Visitaron cultivos de avena, trigo, cebada y colza. En todos se produce consumo por parte del axis, pero en medidas distintas. No siempre los problemas tienen la dimensión que les dan algunos productores, pero sí es probado que ocasionan pérdidas económicas.
Veredicto
Aunque aún falte seguir recolectando información precisa sobre el axis en el país, el equipo de investigadores cree que hay sustento en las “acusaciones” y que es necesario controlarlo. “Al hacer el capítulo nos dimos cuenta de que había impactos confirmados para la especie. Corroboramos muchos de ellos y estamos profundizando en otros en los que encontramos vacíos”, apunta la bióloga.
“Cuando se trata de invasoras, no hacer nada no es una opción. Hay que entender la problemática. Si fuera tan fácil manejar una población invasora, el mismo concepto de invasiones no estaría en el mundo ni habríamos escrito este libro, ni habría conflictos ni un comité especializado”, aclara Cravino.
¿Qué es entonces lo que se puede hacer? Para empezar, los investigadores tienen claro lo que no puede hacerse: relocalizaciones y esterilizaciones. Además de los costos elevadísimos para un país que no se caracteriza por sus grandes inversiones en la fauna, las esterilizaciones tienen un problema adicional en el caso de estos animales. “Los ciervos son muy sensibles al estrés y es común que sufran paros cardíacos con esa clase de manipulaciones, sobre todo cuando se trata de ejemplares silvestres”, dice Cravino.
Las relocalizaciones son directamente imposibles. “Si una especie es catalogada como invasora global, ¿a qué país la llevás? ¿Quién acepta al ciervo? ¿India, donde hay regiones en las que también se convirtió en invasor? Hace casi 100 años que los axis están acá. Genéticamente pueden ser muy distintos a la población original; sanitariamente no sabemos qué patógenos tienen”, complejiza.
A Cravino no le gusta nada la caza, no la acepta para especies nativas y admite que se desmaya con sólo ver sangre. Sin embargo, es consciente de que la herramienta de control que existe hoy, tanto para el jabalí como para el axis, es la caza. ¿Significa esto que los cazadores que impulsaron el reciente y controvertido decreto de caza están en lo cierto en sus declaraciones? No. Muy por el contrario, los cambios en la normativa que lograron pueden agravar el problema.
Control machete
Como quedó claro al comienzo de esta historia, la caza deportiva fue la que trajo en primer lugar el problema puntual del axis y el jabalí. La existencia de cotos de caza amenaza incluso hoy con generar nuevos problemas de invasiones biológicas en Uruguay. Por ejemplo, Cravino ha constatado escapes de ejemplares de ciervo colorado (Cervus elaphus), una especie enorme y con un gran potencial de daño.
Por supuesto que la caza deportiva no es el único factor ni el más importante en las invasiones biológicas. En 2013, el biólogo Ramiro Pereira advertía en un trabajo sobre especies invasoras que el visón, introducido con fines productivos en Uruguay, tenía condiciones ambientales propicias para prosperar en el país (el mismo error que provocó la expansión de la rana toro). Spoiler alert: muchos visones ya se han escapado de los criaderos y amenazan con una invasión biológica inminente al río Santa Lucía y el Montevideo rural. Pero en este caso, presentar la caza deportiva como solución a un problema originado por la caza deportiva es al menos falaz.
“Para especies exóticas invasoras el concepto de caza deportiva no es el más adecuado. Si vos sabés que tenés especies prácticamente imposibles de erradicar, hay que tratar de reducir sus poblaciones de forma tal que el impacto sea menor, y para eso necesitás evidencias y estudios de cuál era la situación antes y después de aplicar las medidas”, acota Cravino.
“Este nuevo decreto de caza surge de un ámbito que no es el académico ni se basa en los estudios que venimos realizando. El control hay que hacerlo de forma correcta y funcional. Desde la academia, cualquier método de captura debe pasar por un protocolo avalado éticamente para el animal y lo que vive en su ambiente. Tenés que asegurar cómo vas a reducir los impactos con las otras especies con las cuales coexiste”, prosigue.
El tiro de los cazadores, además, puede salir por la culata. “Aunque se trate de una especie exótica e invasora, es importante regular la cacería con base en estudios ecológicos ya que la eventual selectividad puede provocar efectos contrarios a los deseables, incluyendo aumentos poblacionales”, advierten los autores del capítulo, escrito antes del controvertido decreto.
¿A qué se refiere esa selectividad? “La caza deportiva busca por lo general al ejemplar más vistoso, que en el caso de los ciervos es el macho con mejor porte. Por el mecanismo de selección natural, el macho de mejor porte es el que más se reproduce, el que conquista más hembras. Si mediante la caza se sacan especialmente los machos más grandes, podés generar que todos los subordinados comiencen a reproducirse y formen sus propios grupos. Internacionalmente se sabe que la caza de machos ha generado aumentos poblacionales, en vez de reducciones. No quiere decir que eso sea lo que exclusivamente se hace en Uruguay, pero sí es un efecto conocido que debe tenerse en cuenta”, explica.
Además, estos efectos indeseables pueden ocurrir también en otras especies que no son el objetivo. “Cuando se realiza caza de control hay que entender tanto la especie que querés controlar como lo que interactúa con ella. Un ejemplo cercano es lo ocurrido en el parque nacional El Palmar, de Argentina. Se hizo un buen control de jabalíes pero la población de axis se disparó; se cree que ocurrió porque el jabalí podría estar predando cervatillos y colaborando en su reducción poblacional. Era necesario un manejo de ambas poblaciones, como empezó a hacerse luego”, dice.
Los investigadores creen que los cazadores sí tienen un rol en el control de esta especie, “pero falta enmarcarlos en un plan que no sea de caza deportiva”. “Si queremos controlar efectivamente necesitamos un plan nacional con protocolos y que cuente con la colaboración de cazadores”, dice Cravino. Hay que identificar los focos más importantes, trabajar en ellos con intensidad y también hablar con los vecinos, conversar sobre los conflictos que implica la presencia de la especie y que todos acepten el control en su propiedad. “Cuando hablamos de exóticas invasoras se necesita un control integral, sobre todo si son especies carismáticas”, manifiesta. Ni que hablar cuando se trata de un ciervo hermoso casi igual al de una película que marcó a tantas generaciones.
Bambi, el regreso
“Es necesario trabajar con la población para concientizar acerca de la necesidad de controlar a la especie. Debido a su carisma, la misma ha ganado consideración entre la población y se han realizado liberaciones de ejemplares en distintas estancias, focos que a su vez actúan como nuevos centros de dispersión”, advierte el capítulo en sus conclusiones.
Esto ocurre porque nuestra percepción de las especies está teñida de una subjetividad que es alimentada por concepciones culturales, morales y hasta evolutivas. Algunos animales nos atraen y nos parecen dignos de conservar, y otros nos provocan aversión. El ciervo axis, muy parecido al ciervo de cola blanca que inspiró a Disney para su película Bambi, entra en la primera categoría. Si ya es malo tener que dar muerte a un animal inocente por el embrollo en el que está metido, su carisma vuelve el panorama aún más difícil. Por eso, los investigadores consideran que es esencial explicar al público el daño que algunos de estos animales invasores provocan en el ambiente y en las especies nativas, que a veces no cuentan con la ventaja del carisma o la popularidad.
“En este sentido, Bambi es un problema. Y falta hablar con la gente para que lo entienda como un problema. Con el jabalí esto no ocurre tanto, porque se ha generado una percepción del lindo y el feo con estas dos especies”, asegura Cravino.
Pese a ello, los científicos creen que el axis no debe declararse de libre caza y, como vimos, son muy críticos con el nuevo decreto, que extiende los permisos de caza de este ciervo a los 365 días del año (entre otras flexibilizaciones). La realidad, como siempre, es más compleja de lo que parece a simple vista. No tiene villanos y héroes perfectamente delineados, como una película de Disney. Nos obliga de aquí en más a seguir investigando y tomar decisiones bastante más difíciles que lo resuelto hasta ahora, que consistió básicamente en dejar un problema medioambiental serio librado a las manos de grupos que persiguen sus propios intereses, y a posturas fundamentalistas que pueden ser bienintencionadas pero que implican problemas para la conservación de la biodiversidad.
Artículo: Situación actual y perspectivas de investigación y manejo del ciervo axis (Axis axis) en Uruguay
Publicación: Especies exóticas invasoras de Uruguay: distribución, impactos socioambientales y estrategias de gestión (diciembre 2021)
Autores: Alexandra Cravino, Enrique González, Juan Martínez-Lanfranco y Pablo González
Presentación en sociedad
El libro Especies exóticas invasoras en Uruguay: distribución, impactos socioambientales y estrategias de gestión debió editarse hace más de dos años, pero la pandemia provocó que recién se presente este viernes 10 de junio a las 14.00 en la biblioteca de la Facultad de Ciencias. Debido a ese retraso, parte de lo que se ha hecho en estos últimos años no está recogido en sus páginas, actualizadas sólo hasta 2019.
Hablarán en el evento autoridades, investigadores e investigadoras. La presentación general del libro estará a cargo del ecólogo Alejandro Brazeiro, del Grupo de Biodiversidad y Ecología de la Conservación del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias.