La semana pasada se dio a conocer el Premio Nobel de Física 2022 entregado por la Real Academia de Ciencias de Suecia. Los ganadores fueron el francés Alain Aspect, el estadounidense John F Clauser y el austríaco Anton Zeilinger, reconocidos “por los experimentos con fotones entrelazados, estableciendo la violación de las desigualdades de Bell, siendo pioneros en la ciencia de la información cuántica”.
La científica coloniense Eugenia Benech Charbonnier, que realiza sus estudios de posgrado en Austria, forma parte del equipo de trabajo de Zeilinger. La joven, de 28 años, vive en Viena y trabaja en el Instituto de Óptica Cuántica e Información Cuántica de esa ciudad, cargo que depende de la Academia Austríaca de Ciencias.
Antes de ello, Benech cursó la Licenciatura en Física en la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar), hizo sus estudios secundarios en los liceos de Rosario y Colonia Valdense, mientras que la etapa primaria la transitó en la escuela rural 21 de Colonia Cosmopolita, ubicada a pocos kilómetros del centro de Juan Lacaze.
“Llegué a Austria en plena pandemia de covid-19 y la verdad que el primer año fue muy difícil, complicado”, recordó Benech en diálogo con la diaria. Las dificultades que se dieron a su llegada a Europa quedaron atrás, y hoy la joven coloniense disfruta del premio otorgado al jefe de su equipo de trabajo.
El reconocimiento otorgado al físico Anton Zeilinger es un premio “al trabajo de toda su vida”. “En los pasillos del instituto se dice que año tras año, cada comienzo de octubre, Zeilinger asiste a la peluquería a recortarse el pelo para estar listo para la entrega del premio Nobel”, dice, sonriente, la joven uruguaya. Desde que comenzó a trabajar con Zeilinger, Benech ha vivido cambios drásticos en lo laboral y en lo académico que modificaron el desarrollo de su cotidianidad: “He conocido a muchos investigadores en estos años, a esas personas que debés leer en los libros de estudio”. “Eso, para mí, es tremendo”, destacó.
En la Udelar, Benech contó con una beca alimenticia de Bienestar Universitario y fue militante del centro de estudiantes de la Facultad de Ciencias. Posteriormente, ya en su rol de profesora, integró la Asociación de Docentes de la Universidad de la República. A la distancia, la científica coloniense está atenta a las negociaciones que la Udelar lleva adelante para obtener mayor presupuesto.
Ahora, que trabaja en un equipo académico de primera línea a nivel internacional, y con los recuerdos cercanos de lo que significa hacer ciencia en Uruguay, Benech reflexiona acerca de la necesidad de que tanto la investigación científica como la formación universitaria pública cuenten con presupuestos acordes.
“Conozco también grandes investigadores en Uruguay, Brasil, Argentina. La diferencia no es en la gente, sino en el presupuesto asignado para investigación y formación”, aseguró.
En efecto, Benech da claros ejemplos que hacen la diferencia y las distintas posibilidades de futuro: “Lo que permite tener un jefe de tesis de renombre, como lo es Zeilinger, es conseguir financiación para equipamiento, materiales, para todo”, subrayó. “Ahora, a mí se me rompe un espejo para trabajar, pido otro y a los tres días me llega. En Uruguay teníamos uno pegado con silicona”.
Y recordó que ella hizo sus estudios de grado “trabajando, como lo hacemos la gran mayoría de los uruguayos”. “Mis primeros dos años en Montevideo fueron ayudados por la beca de comedor de Bienestar Universitario. Son muy importantes las becas de posgrado y las becas estudiantiles en general”, concluyó.