El viernes 23 de mayo, en la Biblioteca José Enrique Rodó de Juan Lacaze, se llevó a cabo la inauguración del Museo Arqueológico Mora, que funciona en un espacio de esa institución cultural donde ahora se exhiben piezas que forman parte de la valiosa colección desarrollada por René Mora (1920-1993). Mora fue un prolífico actor cultural de esa localidad coloniense y, en forma autodidacta, llevó adelante numerosas excavaciones arqueológicas a lo largo de 30 años.

Además de quedar abierto un nuevo espacio cultural en Juan Lacaze, la jornada representó la culminación de un proyecto que tomó impulso a partir del fallecimiento de Mora, llevado adelante por sus hijos, distintos actores locales y profesionales, que anhelaban que la colección con más de 27.000 piezas fuera abierta a la comunidad.

La sala estuvo repleta de locatarios, autoridades municipales y departamentales, así como integrantes de la familia Mora, que, muy emocionados, vieron por fin concretar la apertura de ese museo en un espacio de la Biblioteca Rodó, donde él también fue un activo miembro de su comisión directiva durante varios años.

Foto del artículo 'Valioso acervo: se inauguró el Museo Arqueológico René Mora en Juan Lacaze'

Foto: Ignacio Dotti

El proyecto de creación del museo fue gestionado por la biblioteca, contó con la financiación del Municipio de Juan Lacaze y con la intervención de la Dirección de Innovación, Ciencia y Tecnología del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), por medio de dos arqueólogas que han trabajado intensamente en la colección Mora, Elena Vallvé y Maira Malán (oriunda de Juan Lacaze), que durante largos años llevaron a cabo la elaboración del contenido del actual museo, tras un minucioso proceso de investigación y de valoración de miles de piezas. Además, cuentan con el apoyo de la Intendencia de Colonia mediante el Sistema de Museos de la comuna, representado por el museólogo Andrés Leal, también lacazino.

Pasados algunos días de la presentación, Malán, Vallvé y Leal conversaron con la diaria sobre el recorrido del proyecto, así como lo que se espera en el futuro y lo que representa la colección de René Mora para la arqueología uruguaya.

Una colección con mucho arraigo

Para Leal, la fuerte conexión de Juan Lacaze con esta colección “es un factor clave que la distingue de otros proyectos similares”. “En esta ciudad hay un fuerte arraigo con esta colección, que es algo muy difícil de alcanzar en otras localidades, porque siempre estás persiguiendo eso de la apropiación de las comunidades, que es muy difícil llegar por cómo se dan los procesos”, comentó.

En ese sentido, expresó que esta conexión “se manifestó de forma contundente al no presentarse objeciones para utilizar de forma definitiva parte de la Biblioteca Rodó como sede del museo”. Además, agregó que la concreción de este espacio “ha contribuido a fortalecer el rol de la biblioteca como centro cultural de referencia en Juan Lacaze”.

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Foto: Ignacio Dotti

Por su parte, Vallvé, arqueóloga montevideana que mantiene un vínculo prolongado con esa localidad coloniense, destacó “la particularidad de la comunidad lacazina que permitió que el proyecto fluyera de manera excepcional”.

“El arraigo que se le dio a esta colección tiene que ver con las características de la comunidad local, que es muy particular. Logramos hacer un montón de cosas en Juan Lacaze que con otras comunidades es muy difícil; lograr que todo encaje, fluya de la forma que fluyó, porque este es un proceso que se viene dando desde hace mucho tiempo, de un montón de gente de distintos ámbitos y de distintos sectores de la sociedad, tanto público como privado”. La demanda de la propia comunidad para la creación del museo “es un factor determinante para su sustentabilidad a largo plazo”, afirmó.

Malán destacó que más allá de lograr exhibir la valiosa colección de René Mora, este trabajo “ha logrado un objetivo más profundo”: “se comenzó a reactivar la memoria colectiva de la comunidad, evocando recuerdos y anécdotas sobre la figura de René”, aseveró la arqueóloga local. En ese sentido, añadió que “vecinos de todas las generaciones coinciden en destacar la inquebrantable solidaridad que tuvo Mora y su innata vocación docente, cualidades que lo convirtieron en un pilar fundamental para la localidad”.

Con respecto al rol que ocupa el museo, para Leal “es esencial” el intercambio que hay entre estos espacios y las comunidades: “Hay recuerdos que estaban dormidos, que alguien con algún comentario o con alguna frase te lo trae y lo pone en primer plano, entonces el museo empieza a jugar un rol importante y necesario”. “Esto lo pudimos observar rápidamente en la primera reunión con vecinos y visitantes que estuvieron durante la inauguración”, dijo el museólogo.

La puesta en marcha del museo Mora “es cumplir un objetivo”, porque “aquí se cerró un círculo de trabajo previo a la exposición, pero ahora con la movilización de los visitantes dentro de él comienza otra etapa”. “Con el patrimonio que pones a disposición, ahora el público empieza a darle una interpretación a su antojo, y eso ya no lo controlas”, explicó Leal.

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Foto: Ignacio Dotti

Largamente anhelado

La idea de crear un museo para albergar la colección de René Mora se remonta a varias décadas y han participado muchos actores locales de la comunidad. Malán recordó que en sus comienzos como estudiante de la carrera de Arqueología, a fines de la década de 1990, tomó contacto con la colección, “por ser de la ciudad y por la cercanía con la familia de René, quien había fallecido hacía algunos años”.

En 2011, la idea se materializó en un proyecto final de la carrera de Museología, que también llevó adelante, que Malán presentó junto a dos compañeras, “con el objetivo de dar vida al Museo de Juan Lacaze, centrado en la colección de René”.

Finalmente, en 2015, tras el fallecimiento de Onorina Besco, la esposa de René, sus hijos Laura y César decidieron entregar la colección a la biblioteca local, momento en que el proyecto cobró un impulso definitivo. “Siempre insistimos en la necesidad de la investigación para llegar a esta etapa de museo, para que ese resultado sea más sustancioso. También había que tener en cuenta toda la etapa de conservación que requería este material”, recordó Malán, y destacó “las fases de divulgación que se realizaron a lo largo del proceso”.

En relación con el apoyo obtenido para la conformación de este proyecto, Vallvé resaltó la participación de varias instituciones: “Cuando le presentamos el proyecto del museo a la biblioteca, ellos lo tomaron como propio, al igual que el Municipio de Juan Lacaze”. A Vallvé la llenó “de orgullo” que, “casi sin pensarlo, tantas instituciones estaban afín de apoyar y financiar este proyecto tan importante”. “Hubo un proceso y un montón de granitos de arena que finalizaron en este espacio”, recalcó.

En 2023 el proyecto del museo fue presentado a la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y a partir de allí “nadie detuvo lo soñado en tantos años”. Para Leal, la colaboración de numerosas personas e instituciones para concretarlo “ha sido ejemplar”. “Es muy difícil a nivel nacional juntar a los técnicos, la comunidad, instituciones públicas y privadas y que todas estén de acuerdo para un objetivo común”. “Fue un proceso de lo más sano y seguramente tenga un futuro porque nace apropiado”, comentó.

El museólogo dijo que “los procesos tienen que llevar los tiempos que tienen que llevar porque deben tener una cierta maduración; hay mucha ansiedad y todo se quiere que pase ya, y sin embargo acá fue todo lo contrario, el proceso fue extenso pero tiene una culminación maravillosa y abre otras puertas”.

El legado de la colección Mora

La colección de René Mora, que cuenta con más de 27.000 piezas con información precisa de años, lugares, tiempos de excavaciones, entre otros datos, “representa un hito para la arqueología uruguaya”. Malán explicó que si bien era conocida, “estaba ahí, a media luz”.

Gracias a la apertura del museo, “está tomando mucha dimensión, se está conociendo el trabajo de investigación de René, no tanto como colección de referencia, sino más desde el punto de vista de valor. Esta es muy singular, dada la documentación que la acompaña, gracias al trabajo que realizó durante muchos años”.

Malán subrayó que Mora “no forma parte de los libros de arqueología en Uruguay”, sino “todo lo contrario”. El carácter autodidacta de René, que “no conformaba los círculos académicos hegemónicos de la capital, es precisamente lo que le confiere un valor excepcional a su labor”, afirmó la arqueóloga.

“Esto es superimportante desde ese punto de vista, porque es hacer visible un trabajo tan bueno y tan rico en información, y queda aún mucho por descubrir”. En ese sentido, “el guion del museo integra las investigaciones actuales” llevadas a cabo por Malán y Vallvé, con los resultados de las propias investigaciones de Mora, quien poseía “una cabeza muy científica”.

Vallvé añadió que “el vecino de la ciudad”, ese “autodidacta de la arqueología”, “realizaba este trabajo por pura pasión, fuera de su horario laboral, demostrando una gran capacidad que llevó adelante de manera excelente”.

Leal destacó que “el museo es un espacio en constante investigación”. “Actualmente muchas de las piezas presentadas están siendo investigadas, y esto requiere una manipulación, además de que los resultados pueden cambiar a medida del avance en las investigaciones”.

César Mora, hijo de René.

César Mora, hijo de René.

Foto: Ignacio Dotti

Orgullo familiar

César y Laura, hijos de René Mora y Onorina Besco, sintieron una enorme satisfacción al ver la colección de su padre instalada en un museo, en un lugar “muy especial para él”. En diálogo con la diaria, César comentó: “Sentimos mucho orgullo, tanto nosotros como mis hijos, nietos y toda la familia. Estábamos muy contentos específicamente por honrar al viejo y al trabajo que hizo a lo largo de su vida de esta manera”.

César explicó que “una de las condiciones que nosotros solicitamos para conformar el museo” era que la colección “se mantuviera unitaria y que no se vayan algunas piezas para tal museo o tal espacio”. Además, “debería estar en Juan Lacaze y con el nombre de nuestro padre”. Desde que Maira y Elena comenzaron a trabajar con la colección “se notaba mucho el amor y las ganas que le ponían”, expresó César. “Ellas han hecho un trabajo excepcional que estaremos agradecidos toda la vida”, sostuvo.

Recordando a su padre, comentó que René “estudió educación secundaria en el liceo Daniel Armand Ugón de Colonia Valdense y posteriormente fue a realizar preparatorios al IAVA. “Siempre fue un amante de la lectura”, comentó, y agregó que “sus primeros libros los compró en la librería de Francisco Pancho Olivera”, quien también fue “un autodidacta de la arqueología, y por aquellos años tenía en su librería algunas piezas que iba encontrando en las excavaciones que realizaba”. “Allí mi padre observaba las cerámicas y comenzó a investigar acerca de esto, algo que hoy culmina con un museo en su honor”, añadió.

Las salidas de campo que Mora realizaba como autodidacta, su hijo las recuerda de una manera especial: “Siempre en sus caminatas por la costa iba observando e investigando el terreno”. Entre risas, César comentó: “Yo salía a recorrer junto a él y muchas veces estorbaba más de lo que ayudaba”.

Las primeras salidas “fueron a mediados de la década de 1950, cuando en una recorrida por la cancha del Club Atlético Reformers, cerca de donde vivíamos en aquel tiempo, encontró los primeros trocitos de cerámica, tras haber pasado unas máquinas por los médanos que abundaban en aquel lugar”. “Nosotros simplemente heredamos el gran trabajo que hizo durante su vida y creo que la mejor idea que tuvimos fue entregárselo a las personas que saben del tema y estudiaron arqueología”, concluyó César.