Este lunes 13 de marzo se cumplen tres años de la declaración de emergencia sanitaria por covid-19 en Uruguay, y uno de los nombres que más se recuerda de esa fecha es el de Carmela Hontou, una diseñadora de cueros y decoradora de interiores, que fue una de las uruguayas que contrajeron la enfermedad esos primeros días, y concurrió a una fiesta donde muchas personas, a su vez, se contagiaron. Este lunes la diseñadora divulgó una carta abierta en la que menciona algo de lo que le ocurrió después de ese “oscuro 13 de marzo”.

“Algunos perversos lo único que hicieron fue usarme como culpable y buscar un chivo expiatorio. Me refiero a los que se aprovecharon de esta espantosa enfermedad mundial, a esos periodistas, comunicadores, funcionarios de gobierno, personas y muchos que me conocían de toda la vida que me fusilaron con el dedo acusador”, asegura en la nota, y afirma que “esas mentiras las habrán escuchado y visto repetirse una y mil veces. Lo único cierto fue que me contagié, estuve tres veces al borde de la muerte, tuve que cerrar mi empresa, que es el sustento familiar, curarme y ver cómo continuar mi vida”.

Se define como “una mujer emprendedora, que conoció la lucha desde muy chica, que pudo lograr un lugar en el diseño y la moda luego de décadas de trabajo y esfuerzo. Pero un día quedé sorprendida por las ‘chetas de los audios de Carrasco’ pero también comunicadores de radios, periódicos, programas de tv, de aquí y de varios países que se hicieron eco de una mentira. Me pegaron innecesariamente, de manera injusta, y no les importó que fuera un ser humano, ni el género, ni nada, solamente llevarse por una gran mentira que era alimentada por algunos perversos que he tenido que denunciar en la Justicia”.

En su carta cuenta que tras tres años “hoy lo que más valoro es la vida, es volver a sentirme motivada para volver a crear, es un renacer que he ido construyendo luego de la oscuridad”, y reconoce que su hermano Fermín, el reconocido ilustrador y caricaturista Ombú, que murió en 2022, fue uno de los que “me pedían que continuara con mi vida”.

“Cada 13 de marzo lo recordaré como el peor día, pero también como el día en que debo poner el mayor esfuerzo, porque sigo más viva que nunca y entendiendo que es un aprendizaje y vendrán nuevos desafíos”, dice al final de la nota, y se despide “con la esperanza de que lo pasado sirva para que cada ser humano aprenda a no prejuzgar, a ser más empático con su prójimo, a ser solidario, y que este triste incidente que lleva mi nombre sea un aprendizaje para todos”.