El año pasado los clubes deportivos cerraron parcialmente dos o tres veces, todos cambiaron su funcionamiento y su aforo por emergencia sanitaria, algunos agregaron espacios y perdieron socios que hoy están recuperando (o no). Los ejemplos que siguen tienen en común el servicio de piscina con clases específicas para recreación o por razones de salud, aptas para niños, adultos y personas mayores.
“Con la pandemia se cambiaron los protocolos de trabajo; los puntos más peligrosos en su momento fueron los vestuarios, por eso se dejó sólo cambiador para piscina, con duchas intermedias y se limitaron los aforos como una de las primeras medidas”, dijo a la diaria Guillermo Pereyra, profesor de natación, que en la actualidad se desempeña como docente en la piscina del Club Malvín, ubicado en la avenida Enrique Legrand. Otro de los cambios que la institución adoptó fue “pasar a un sistema electrónico de registro de entrada y salida, tanto para el club como para ingresar a los vestuarios”', indicó Pereyra.
En cuanto a la interacción, detalló que, por ejemplo, “quien falta a una clase sin aviso tiene un día de sanción, los días y tiempos de las clases en la piscina variaron y eso llevó a que los grupos se desarmen y ahora las personas asistan cualquier día, el que pueden dentro de lo que se ofrece”. Sobre la concurrencia general al club, contó que “se perdió una masa social grande, pero los habituales volvieron enseguida. Los que no continuaron fueron los que estaban, por ejemplo, aprendiendo hidrogimnasia u otras prácticas acuáticas desde cero; estos no volvieron”, especificó. Por último, agregó que el club sumó diferentes beneficios para los socios y que, si bien hay menos docentes que antes de la pandemia y la modalidad de trabajo cambió, también hay menos niños (socios con los que él más se desempeña), por lo cual todo funciona con normalidad.
Otro club donde es posible ir a nadar es el Club Atlético Tabaré, en la avenida Ricaldoni, que al igual que el Malvín, trabaja con una mensualidad que permite el acceso a las actividades que el socio desee. Los hábitos cambiaron, ya que “antes de la pandemia contábamos con una piscina, se usaba todo el horario y tenía más demanda que en la actualidad”, explicó Alejandro Hernández, gerente general del club. Agregó que, durante la emergencia sanitaria se construyó una segunda piscina, auxiliar y para niños, que, entre otras cosas, brinda clases de hidroterapia e hidrogimnasia. “Contar con un segundo espacio acuático generó más oferta, pero eso no significó más gente porque los protocolos hacen que pueda entrar menos gente aún y que brindemos menos clases”, subrayó, y agregó que en definitiva la misma cantidad de personas usan ahora las dos piscinas. El club tuvo tres cierres, uno en marzo de 2020, otro en diciembre del mismo año y el tercero de marzo a junio pasado. Si bien en la actualidad funcionan todos los servicios, “estos cierres afectaron a nuestros socios, que a lo largo del año pasado bajaron de 3.200 a 1.900, pero en el correr de los meses los hemos recuperado”, aseguró. En cuanto a los servicios, dijo que “tanto para la piscina como para el resto de las actividades, los aforos están mejorando, pero la limitante aún está en las clases, que por el momento permiten al socio asistir a dos al día, aún no es ilimitado como antes”, sintetizó.
Sin límite de edad
La plaza de deportes N°4, que pertenece al Municipio D, tiene abiertas sus inscripciones al programa “Tirate al agua”, que incluye piscina libre y clases de natación, entre otras actividades acuáticas para enero y febrero. Es para todas las edades, a partir de los cuatro años y hasta adultos mayores y la inscripción se puede hacer a través del correo [email protected] o por la página web de la Secretaría Nacional de Deportes. Los menores de 15 años deberán ser registrados por un adulto responsable y una vez elegido el horario y la piscina a la que se desea asistir, tendrá un plazo de siete días para presentar la documentación necesaria.
Los cursos en la plaza comenzarán el 20 de enero de 15.30 a 19.15 y se podrá elegir un turno de preferencia. Para recurrir a los cursos se solicitan algunos elementos como gorra, ojotas, toalla y malla de baño propias. Además, con la inscripción, se pide un bono colaboración de $ 500. “No significa que quien no tenga ese dinero no podrá asistir; de hecho, con familias muy numerosas, que apostamos a que concurran, no vamos a cobrar un bono por cada integrante, pero es un dinero que la plaza usa para comprar implementos para todos. Nos beneficia enormemente”, dijo Gabriella Panigatti, directora de la plaza. “Gorras, flotadores cuando se rompen e implementos para que usen quienes se inscriben a los cursos es lo que se compra con ese dinero”, acotó.
Por último, la directora dijo que por falta de administrativos, el programa sufre algunas demoras y por ello las inscripciones está siendo realizadas por el personal de la plaza, pero es seguro que las clases irán hasta el 26 de febrero. “Impulsamos a que traigan a los niños, pero que también asistan adultos y rompan sus miedos al deporte acuático, porque la actividad con toda la familia es mucho más disfrutable y no hay edad para comenzar”, recomendó.