De tanto darse aliento entre ellos terminaron con un nombre que remite a hinchada futbolera. Vamos Que Vamos (VQV) es, sin embargo, una plataforma colaborativa para que los emprendimientos lleguen a concretarse. “Me parece que mantiene el espíritu”, apunta Fernando Uval con respecto al trabajo en equipo, en este caso para obtener financiamiento. Esta web que lanzan progresivamente junto con Marcelo Fontanarossa y Leonardo Maiche funciona como otras a nivel mundial: “Sólo que nosotros damos asistencia para la producción y publicación de las campañas, con un corte marcadamente social, integrando la pata de innovación y negocios para mantener un público heterogéneo. También hacemos campañas en redes y mailings. La idea es dar una mano a los proyectos para que consigan sus metas y prepararlos, en caso de que les interese, para que puedan presentarse en otras instancias de crowdfounding o de financiamiento directo”.
Como miembro de Data.org.uy, Uval dice conocer las dificultades que enfrenta la sociedad civil actualmente y confía en que esta plataforma contribuya a impulsar proyectos que de otra forma difícilmente reciban financiamiento debido al contexto internacional. Desde VQV tienen interés en llegar a las ONG y en particular al interior del país para reforzar un ecosistema de cooperación a nivel nacional.
Consultado sobre las ventajas que se desprenden del uso de una plataforma uruguaya, Uval señaló en primer término el valor de lo local: “Es potenciar el trabajo de acá; hay un montón de innovaciones buenísimas que se nos escapan porque se presentan en otros lados. Primero hacemos una curaduría: hemos generado materiales, protocolos y procedimientos para llegar a una oferta variada y de calidad, que puedan interesar. Por otro lado, también es ayudarlos a ir concretando los pasos hacia la publicación en otras plataformas, como Kickstarter. No es nuestra idea sustituir esos espacios sino al revés, complementarlos”.
VQV está empezando a andar con cuatro proyectos con objetivos y plazos propios: un instrumento electrónico de fácil aprendizaje, un festival de artes escénicas, una línea de indumentaria de diseño universal provista de calefacción y una guía de surf infantil. Como parte del entrenamiento para poner en orden las iniciativas se produjeron videos promocionales. En el camino se irán sumando técnicos en distintos rubros, con el horizonte de ir formando comunidad y apoyando al sector emprendedor. “Justo cuando hay recortes, apostar a la solidaridad de la que siempre hablamos y decidir entre todos hacia dónde nos gustaría avanzar”, agrega Uval.
¿Se pueden acercar emprendedores con una idea a secas? Uval no lo descarta ya que la plataforma les brinda la oportunidad de testarse a ellos mismos mientras los pone a punto. “Lo que queremos es asegurarnos de que lleguen a buen puerto. Tratamos de evaluar juntos la viabilidad”.
El tutoreo comienza con una ficha que el interesado debe completar para postularse, luego de pasar por la evaluación de un comité (que se expedirá en un máximo de 72 horas). Esos datos, que incluyen su público objetivo, los obligan a repensar el proyecto, y por tanto a encontrar maneras de mejorarlo. “En muchos emprendimientos esas cosas no están cuestionadas, van medio a la deriva. La idea es darles un marco para que mañana sí capaz que puedan apuntar a algo más grande, pero ya con otra perspectiva”.
Dato no menor: si no se llega al monto mínimo se reintegra el dinero. “La plataforma es para financiar proyectos y se supone que tenés un plan para desarrollarlos que requiere determinada cantidad de dinero. No queremos proyectos a medias o cosas más o menos. Esa es una resolución que me parece bastante sana. Si se aporta y esta campaña no logra el mínimo –después no tienen tope–, como regla general, no podés ejecutarlo”.
La plataforma colabora justamente en esas estimaciones: “No los podemos ayudar en los costos relacionados al producto que están generando (son ellos los que saben lo que les cuesta hacer un buzo o una guitarra), pero sí los podemos orientar para que tomen en cuenta todos los costos que tienen en cadetería, en impuestos, tratar de pensar juntos qué más lleva, que consideren todo lo que el producto tiene alrededor y que, en base a eso, hagan el cálculo”.
Más complejo es pasar en limpio los factores que conducen al éxito. “No encontramos nada parecido a VQV a nivel mundial ni latinoamericano. Las plataformas están orientadas a determinadas categorías o tipos de emprendimientos. Estamos probando algo diferente, por lo menos, también en la parte del acompañamiento, del armar juntos, del potenciarnos”.
En campaña
Desde España, Virginia Piñeyro cuenta sobre Universo Uno, que busca romper barreras de exclusión en indumentaria: “Realizamos la validación técnica y de negocios con resultados muy positivos, de los primeros pantalones de gabardina con estas características apoyados por la Agencia Nacional de Innovación e Investigación y tutoreados por Ithaka. Con las devoluciones de los clientes obtenidas en el proceso y porque somos muy inquietos, desarrollamos una minicolección sport urbana, pero no contamos con el dinero necesario para invertir y lanzar las primeras unidades al mercado”.
El contacto con VQV los alentó a buscar el apoyo de particulares y establecieron lo que llamó una “sinergia de confianza”. “Los colaboradores pueden obtener recompensas a través de la precompra con grandes descuentos de las primeras prendas calefaccionadas de diseño universal o simplemente aportando al emprendimiento obteniendo la satisfacción de ayudar a hacerlo realidad”, explica Piñeyro. “Si llegamos al monto que definimos como necesario, VQV obtiene un porcentaje de lo recaudado y nosotros contamos con el total del dinero de donaciones y preventas para poder invertir y materializar las primeras unidades de la colección. Nos promocionamos e impulsamos mutuamente”.
Victoria Ramos, que vive en La Paloma y es autora de Mi primera guía de surf, siente que tanto los creadores de la plataforma como los emprendedores iniciales, entre los que se cuenta, están aprendiendo a cada paso: cómo vender, cómo presentarse, cómo hacer uso de esa gran vidriera. “Está alucinante porque en general lo que sobran son ideas, y muchas personas –como yo, que la tenía hace mil– no las llevan a cabo por miedo, por falta de apoyo económico o porque uno no sabe cómo organizarse. Acá tenés una fecha límite, lo tenés que hacer a como dé lugar. Si no, queda en la nube”. Ramos comenta, con humor, que como la plataforma apunta a un apoyo monetario concreto, “el uruguayo, que a veces es medio agarrado, se desconcierta”.