ReVaso nació en 2018, inicialmente abasteciendo a eventos e implantando al mismo tiempo, a nivel local, el concepto de vasos retornables. El mayor mérito: eliminar el “use y tire” de los descartables. “Es una alternativa que se ofrece al cliente, con un vaso resistente, hecho en Uruguay, que deje de ser un gasto para el organizador y pasa a ser una inversión”, explica Federico García. “En última instancia, es una solución ambiental, porque cuando termina el evento no hay que recoger nada, ya que el principal residuo en estas reuniones era el vaso, además de que te vuelve feo el lugar porque te arruina el paisaje con vasitos en la silla, en las mesas, en el piso, en los basureros. Empezamos de a poco y el primer cliente, que sigue hasta hoy, fue Expo Cannabis, que se animó a cobrar el vaso, porque uno, como cliente final, no paga un vaso cuando va a consumir un refresco. El concepto es que lo pagás cuando vas a tomar algo y cuando terminás de usarlo te devuelven la totalidad del dinero, o sea que no hubo un gasto. Pero también tenés la opción de llevártelo, y hay mucha gente que elige hacerlo, como recuerdo”.

Corre por cuenta de quien contrata el servicio alquilar vasos genéricos o elegir imprimir su propio diseño en vasos personalizados. “Ofrecemos las dos opciones; tenemos un taller de serigrafía donde imprimimos bastante rápido, y en la fábrica de Capurro hacemos una producción local de vasos de plástico duradero, fácilmente reciclable”. García dice que mucha gente les consulta si el plástico no es contaminante. “En realidad, el plástico de un solo uso es contaminante. Es un material bastante bueno si sabés usarlo bajo la consigna de la economía circular. Hay una trazabilidad de base y finalmente se podría reciclar, si uno lo desea, pero no es usar y tirar, además de que la cantidad que se usa es mucho menor que lo que se compraría si se usaran los descartables. Para un evento de 1.000 personas tenés que comprar casi 4.000 vasos, y en esta modalidad estamos diciendo que con 800 o 1.000 podríamos solucionar el tema, y volverías a utilizarlos”, responde.

Además, suma atributos como el cuidado en el proceso de producción, de embalaje y de índole logística: “La misión es achatar la huella de carbono”, asegura. El emprendimiento empezó a crecer cuando las cervecerías empezaron a llamarlos y muchos más eventos concretaron con el servicio. Para diciembre ya los impresionó la cantidad de “discotecas y bailes del interior, ferias, los festivales que suceden en Medio & Medio, y centros de espectáculos como La Trastienda. Porque el vaso de vidrio se puede utilizar en eventos en que no haya una masa de gente importante y en restaurantes, pero en boliches y lugares donde se baila o la gente está parada al aire libre, está prohibido porque es peligroso, se rompe, puede ser un arma letal”, subraya, lo que constituye otra ventaja para su propuesta. Sin contar que, como agrega, “por ley no se puede dar vaso de vidrio después de medianoche y ahora han prohibido el uso de vasos descartables en playas, en los chiringuitos”. Comprar y devolver parece el nuevo camino. “Darle un valor, retornarlo o llevártelo para tu casa. Pero no tirarlo”, insiste.

Se trata, por otra parte, de un recipiente más resistente. “Es un vaso de buena densidad, muy difícil de doblar, casi irrompible”, exagera, “y los usos que le podés dar son infinitos; mucha gente hasta los termina usando como recipiente de tornillos, por ejemplo”.

En cuanto al pasaje a ReVianda, “es fruto de la pandemia” y de la consecuente baja de eventos, ferias y boliches. “Nos apagó completamente el trabajo y empezamos a notar la oportunidad porque había muchísimo más delivery de comida. Y era el mismo concepto: con cada comida había más plástico en la basura. Para nuestro equipo, que es multidisciplinario y nos une el cuidado del ambiente, fue aplicar esto mismo a la vianda. Hicimos miles de encuestas y diseñamos una vianda de formato estándar, con su propia tapa, fácil de lavar, muy resistente y que también se puede personalizar, para promover el reuso y el retorno una vez que termines de comer”. Como dice García, “se concibió en 2020 y se consagró a mediados del año pasado”, luego de atravesar lo más complicado, que el cliente asuma la compra de su tupper y se comprometa con la idea de no generar basura cada vez que come. Un canal fijo son los servicios de viandas empresariales o planes detox o dietas periódicas a domicilio. “Se los abastece con esta vianda y se ahorran de tirar 40 o 50 en 20 días, lo que incurre en un ahorro gigante por parte de la empresa y del cliente, porque cada una de esas vale 15 pesos, y con una vianda que sale 150 pesos, al décimo uso ya la estás desquitando, además de que es una herramienta de marketing, porque tiene el logo del restaurante o de la empresa de catering”, argumenta. El éxito del emprendimiento también recae en el flujo de higienización y retorno. García lo compara a elegir entre comprar un refresco con envase descartable o uno retornable. Actualmente cuentan desde con proveedores de comida en el Centro que ya utilizan esta lógica, como Café Atorrante, hasta compañías en Zonamérica, boliches como Bardot y locales de alimentación saludable como Delishop.