El Museo de la Memoria (Avenida de las Instrucciones 1057, esquina Batlle y Ordóñez) comienza el año estrechando lazos con activistas trasandinas, ya que el sábado quedó inaugurada la exposición Arte textil y resistencia. La muestra consiste en una serie de murales bordados, de la artista textil Jaque Isasmendi (La Serena, Chile), tanto algunos de pequeño formato, de elaboración propia, como colectiva, de grandes dimensiones (9 x 3 metros), utilizados en las movilizaciones sociales de aquel país.
Verónica Santana, del Sitio de Memoria ex Nido 20, de Santiago de Chile, lo describe como un trabajo que “denuncia, resiste, marcha; el soporte de las telas, la fuerza del hilo y la aguja, se coluden, se mezclan, se entraman, generan discurso político, demandan justicia, libertad, solidaridad, equidad, demandan amor, promueven el conocimiento y reconocimiento de la verdad, de un pasado tantas veces ignorado en la historia oficial”.
Santana Burgos, que además se presenta como “feminista, rodriguista y gestora cultural”, apunta sobre el eje de esta exposición, el mural “Por ellas y por nosotras, ni perdón ni olvido”, denominado así en homenaje a las mujeres torturadas, asesinadas y desaparecidas durante la dictadura de Pinochet: “La parte central, bordada en su totalidad por la artista, es su savia, ya que desde este centro emanan los sentimientos, converge la historia y se resume la memoria. Su bordado imponente, sentido, sumado a la narración de hechos y circunstancias que marcaron tan tristes desenlaces, impulsa y motiva el bordado colectivo, que completa esta creación. Bajo su dirección se bordan y desbordan sentimientos, logrando que cada una haga suya esta memoria”.
Como una extensión de este montaje, esta tarde, de 16.00 a 19.00, con acceso libre, tendrá lugar un taller y conversatorio sobre “Territorios y arte textil” junto a Isasmendi y Santana. La convocatoria es a articular en una pieza chica palabras “que hablen de la memoria, la justicia, la vida y la resistencia”, así como una figura bordada. Si bien en el museo cuentan con algunas telas, alientan a llevar tijeras, agujas, retazos o prendas antiguas para reciclar.
En tanto, el jueves 27, también de 16.00 a 19.00, se desarrollará el taller “Las muchachas de abril”, a cargo de la fotógrafa Manuela Aldabe e Isasmendi, sobre un cianotipo que desde noviembre están bordando en el museo.
Conciencia colectiva
No puede establecerse un día preciso en el que el devenir artístico de Isasmendi, que pasó por el dibujo y la pintura, empezó a dialogar con el activismo, ya que el compromiso estuvo primero a nivel íntimo y luego salió a la calle. “Yo venía haciendo arte textil muy para adentro, en el ámbito privado, donde en cierto modo contaba mi historia, porque para mí es un medio a través del cual puedo hablar, puedo expresar emociones, sentimientos, principalmente. Estuve bordando mucho tiempo acerca de lo femenino y toda esta dualidad de estar entre la razón y el corazón. De ahí surgieron una serie de piezas y estando en este proceso un día empezamos en Chile con el movimiento NO+AFP -de verdad que aquello era un robo de magnitudes extraordinarias-, y dije ‘por qué no hacer algo para llevar en una marcha’, porque se había anunciado una gran marcha a nivel nacional”, cuenta la artista.
Para llevar esa intención a la práctica salió a medir el ancho de la calle con sus pasos y de ahí, derecho a una tienda, a comprar cinco metros de tela. Ese primer mensaje era “súper sencillo”, recuerda, hecho de telas de colores sobre fondo negro, con el lema del movimiento. “Y se me ocurrió invitar a una chicas, de un sector de Las Compañías, del territorio donde trabajo, y ahí nació el primer lienzo bordado; lo llevamos en la primera marcha, y fue bien interesante: pasó que la gente encontró tan atractivo esto que todos querían estar detrás del lienzo. Inspiraba otra fuerza, que surgía de los colores. Era novedoso. Me acuerdo de que hasta había unos pacos en moto, los carabineros, que le sacan fotos. A ese nivel”.
Eso ocurrió en 2016 y el impacto movilizó otras inquietudes que venían de antes. “Siempre estuve ligada a los movimientos feministas, pero yo atravieso los movimientos”, aclara Isasmendi, “y me gusta permanecer así, como fuera, porque puedes colaborar pero tienes una visión propia, no te tiñes mucho del estar militando intensamente, por decirlo de alguna manera”. Dicho esto, lo cierto es que desde entonces surgieron otras oportunidades de aplicar estas técnicas a otras causas, como Ni Una Menos (uno de las piezas que se pueden ver en el MUME). “Hice una útera florecida y que tiene la consigna ‘Vivas las queremos’. Siento que hago muralismo textil, todo esto es autogestionado: yo llevo las telas, aviso dónde voy a ir a bordar, la gente llega, y yo monto el mural completo. Es un día de bordado y de allí me lo llevo y lo termino por mi cuenta. Pero encuentro que ese proceso es súper importante. Yo enseño la puntada, etcétera, pero en este acto de bordar, especialmente con grupos de personas, lo más importante es la discusión, la interacción entre los que asisten. Porque si estamos bordando para Ni Una Menos hablamos de los femicidios, hablamos de las leyes, de lo que está ocurriendo en la ciudad, de las maneras en que nos podemos cuidar, se cuentan experiencias. Entonces, es un momento liberador y que va creando conciencia”.
Actualmente Isasmendi está abocada a un lienzo que habla del cuidado del medioambiente y el respeto por los territorios, en sentido amplio: “Por todos los territorios, por nuestro cuerpo, hasta los territorios físicos, el mar, la tierra, el aire, lo natural y, por supuesto, lo humano. Estando en eso surgió empezar a bordar el tema de la memoria. La historia nos tiene que volver a pasar por el cuerpo. Y en ese sentir gesté el bordado de mujeres detenidas desaparecidas y muertas en dictadura, porque a veces este mundo es bien patriarcal o de repente nos quedamos con una visión, y yo quería resaltar eso. A lo mejor después bordo también a los varones detenidos desaparecidos y muertos en dictadura, pero mi mural estaba destinado a ellas. Ideé un cuerpo central de gran dimensión y luego entregué las telas a mujeres de distintas partes del país, donde iba una mariposa marcada, y les iba contando las historias de estas mujeres y ellas iban eligiendo a quién querían bordar. El primer grupo que bordamos fue el de las que estaban embarazadas en dictadura”. La identificación entre las bordadoras y sus homenajeadas fue “una forma de resignificar la historia”, señala.
En ciudades o en pueblos, como Andacollo, “le fueron imprimiendo características propias del bordado de cada localidad, porque cada una hace lo que quiere hacer dentro de la mariposa. Algunas han hecho aplicaciones de tela, en cintas, con hilos de colores y de bordar, otras con botones, con mostacillas, con lana, han usado una variedad de elementos para su obra. Mi técnica en general es mixta, porque uso pintura, aplicación de telas y bordado”, explica. Isasmendi aspira a hacer un libro con el resultado de ese arte colectivo.
No es lo mismo cargar un pasacalle durante cuadras y cuadras que llevar estos murales a cuestas. Incluso alzarlos en una galería o en un centro de memoria demanda cierta delicadeza y arreglos periódicos, ya que las costuras van cediendo. “Cuando llevan los lienzos en las marchas, tienen toda una estrategia para salir corriendo con ellos si es que hay represión. Pero nunca pensé que el mural textil de las mujeres desaparecidas, porque ese sí que es pesado, debe estar en los 20 kilos, podía ser llevado. Y hubo una marcha silente de Mujeres de Negro y el mural estaba en Santiago, y de pronto lo tomaron y era como una corrida de mujeres, porque lo llevaban como unas 15 por lado. Lo llevaban acostado. Entonces, la gente que estaba en los edificios, o estos drones que andaban filmando, lo veían desde arriba avanzando por la Alameda. No solamente marchamos las mujeres que estamos en la actualidad, sino que también las llevamos a ellas físicamente, aparte de llevarlas en la memoria”.
Otra oportunidad
La interacción local de esta muestra continuará el jueves, en otro taller en el que Aldabe e Isasmendi coordinarán el bordado de las Muchachas de Abril en la sala subterránea del MUME, donde está el montaje Hilos de luz, que expone un cianotipo de gran tamaño, en lienzo, con las fotos impresas de las tres víctimas de terrorismo de Estado. “El lienzo ha sido bordado por mujeres en Paysandú, en Tacuarembó y desde noviembre lo estamos bordando en el museo. El taller del jueves será un círculo de resistencia, donde en cada puntada iremos reconstruyendo nuestra memoria y la de las compañeras chilenas, usando hilos brillantes, de cobre o de seda. No es necesario saber bordar, se trata de una sabiduría ancestral que sólo necesita compartirse”, adelantó la artista visual uruguaya.
En esa sala puede observarse un entramado que excede el lienzo: “Cuando estaban presas en el Batallón 13, escondidos en madejas de hilos, familiares les mandaban caramelos. Por eso en la instalación Hilos de luz penden hilos con caramelos, chocolates. No vamos a generar terror ni a ser instrumento de miedo: vamos a hilar esperanza, con la dulzura revolucionaria que heredamos de ellas. Homenaje a las Muchachas de Abril, y a todas las víctimas de delitos sexuales cometidos por el terrorismo de Estado”.
Intercambio de ideas en el MACA
El recientemente inaugurado MACA (Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry), de Manantiales (ruta 104 km 4,5, Maldonado), albergará el jueves 27 la primera edición local de La noche de las ideas, una propuesta de debate sobre temas actuales.
A las 19.00 tendrá lugar la primera mesa redonda, “Reconstrucción I”, cuyos oradores serán Pablo Atchugarry, María Noel Vaeza, directora regional de ONU Mujeres, Pablo Muse y Mario d’Amico, restaurador del órgano de Notre Dame.
Le seguirá, a las 20.00, “Reconstrucción II”, un panel compuesto por Gonzalo Moratorio, del Institut Pasteur de Montevideo, la antropóloga Mónica Sans y la programadora Laia Bee.
La velada cerrará a las 21.00 con “De París a Manantiales”, concierto en el que Ana Karina Rossi transitará el tango, la milonga y la chanson française.
La entrada es gratuita, aunque por aforo reducido es necesario reservar tickets en https://www.passline.com/eventos/la-noche-de-las-ideas.
Esculturas efímeras en la costa
Arena, agua y una capa de cola vinílica diluida para compactar las obras permitirán elevar un entretenimiento infantil a la categoría de pieza de concurso. Con ese espíritu comienza mañana en la playa de Marindia (en la bajada del club de pesca) la novena edición del encuentro de confraternidad latinoamericana Castillos en la Arena, que permanecerá allí y en el Águila de Atlántida hasta el domingo, para ir trasladándose luego por Montevideo, Canelones y Rocha.
Junto a los representantes locales asistirán al evento artistas de México, El Salvador, Perú, Bolivia y Argentina, pero también prometen participación virtual desde Argentina, Alemania, Chile, Guatemala, Paraguay, India y Sri Lanka, compartiendo el proceso y el resultado final por redes sociales. “Al igual que en 2021, cada artista en su país desarrolla una escultura para Castillos en la Arena, envía las fotografías y a posteriori se les remite certificado y camiseta distintiva”, cuenta Dumas Teixeira, que es parte de la organización.