En agosto los habitantes de Montevideo sabemos que la estación fría entró en su última etapa. Algunos árboles, como los ciruelos rojos y las magnolias japonesas, se atreven a florecer. Los días más largos y los soles más altos completan la amenaza temprana de la primavera y, para los cultores del invierno, es el comienzo de una despedida. Con el ánimo de acompañarlos, esta nota invita a caminar un paisaje de árboles desnudos similar a otros que se repiten en las calles de la ciudad, pero que en esta adquieren la contundencia de un prototipo. Estamos en el Prado. A nuestras espaldas, la quinta de Aurelio Berro sobre la avenida Agraciada; al frente, los plátanos de 19 de Abril.

Los árboles

Si bien los plátanos ya formaban paseos dentro de los predios de las antiguas casas quinta, fue en 1891 cuando se inició oficialmente la plantación sistemática de Platanus × acerifolia en las veredas de Montevideo. Los de 19 de Abril han habitado esta ciudad más tiempo que el tiempo que ha vivido cualquiera de las personas que caminan ahora bajo sus ramas, sobre sus raíces. La centuria que ya pasaron se les nota en los troncos, que ya no son completamente abrazables, y en la altura de las copas, que duplica o triplica la de las casas.

Si hemos caminado algunas cuadras, habremos advertido que las raíces no sólo levantaron las baldosas, algunas desbordaron el límite prohibido del cordón, lo imitaron en actitud camaleónica, casi protectora. Al llegar a la esquina de la calle Adolfo Berro, tres plátanos, unidos por sus raíces superficiales, nos dan alguna noticia de lo que sucede en el lado subterráneo de 19 de Abril. La ciudad visible es apenas una cáscara.

En este barrio y en esta calle las casas tuvieron apellidos. Pero si no caemos en la tentación a la que nos invitan las casonas del 900 y conseguimos concentrarnos en los esplendores presentes con nuestra atención puesta en los árboles, la calle se ilumina de los colores claros de las cortezas. Crema, verde oliva, castaño. Las placas más oscuras se desprenden y dejan lugar a las más claras. Así es desde el suelo hasta la última de las ramas y en el recorrido de esos ríos leñosos que desembocan en el cielo y que se muestran totalmente sólo en invierno.

Si es la hora del mediodía y el cielo está despejado, las hojas secas que permanecen porfiadamente en las ramas reflejan un color canela y el contraste puede incluso llevar a pensar en cierta estridencia. Si está nublado, se asienta nuevamente la sobriedad cromática. Las infrutescencias, esas esferas que cuelgan de a dos o de a tres sobre largos ejes, contrarrestan la verticalidad laboriosa de las ramas.

La avenida

Llegamos a la intersección con Lucas Obes. Desde esta esquina se aprecia claramente la gran pérgola que forman los árboles de 19 de Abril. La avenida inicia su segundo tramo, gira unos grados a la derecha y asume una suave pendiente que desciende y estira, así, las líneas de fuga que marcan los troncos y el ordenado caos de las copas. Aquí se rompe el continuo de las fachadas. Viejos cedros, juníperos y liquidámbares rodean el edificio de la Casa de la Cultura, donde funcionó, en otros tiempos, la Dirección de Paseos Públicos.

Es el momento y el lugar para preguntar por la avenida. El arquitecto Fernando Britos, docente de la Escuela de Jardinería de la Intendencia de Montevideo, nos dice que, en esta como en otras calles importantes de Montevideo, los plátanos acompañaron el recorrido de los tranvías, indicaron el camino entre el Centro y la Unión, Colón y Lezica, la Aduana y el Paso Molino. Agrega que “el valor de los plátanos como árbol de ornato público aparece en alineaciones en las rutas francesas y en las avenidas y calles de París. El árbol se adapta al espacio calle, con su acera y su calzada”.

Veredas y árboles suceden juntos; poco a poco el tránsito vehicular y el peatonal tomarán cada uno su propio carril, separados por el ritmo regular de los troncos y las copas. Una avenida no es solamente una calle ancha, sino también una calle arbolada. Según Mariano B Berro (Agricultura colonial, 1914), en 1913 había 41.542 plátanos en los espacios públicos de Montevideo. Podemos suponer que buena parte de estos varios miles arbolaban las aceras de la ciudad.

Seguimos nuestro camino por la línea de plátanos que acompaña el predio del estadio Saroldi. En este tramo no hay vereda embaldosada sino pedregullo, habitualmente cubierto de hojas secas. Es el trecho que más se parece a un parque y el que nos lleva hasta el Jardín Botánico.

Discurrir y permanecer

En su libro El futuro es vegetal (2017), el botánico italiano Stefano Mancuso nos cuenta que las plantas han hecho de su aparente inmovilidad el fundamento de una extraordinaria capacidad de adaptación: “Sea cual sea el problema, los animales lo resuelven desplazándose: si no hay alimento, se van adonde puedan encontrarlo; si el clima es demasiado caluroso, demasiado frío, demasiado húmedo o seco, migran adonde las condiciones sean más adecuadas [...] Para los vegetales, en cambio, la cuestión de la velocidad es de todo punto irrelevante. [...] la presteza de la respuesta animal no tiene para ellos ningún sentido. Les interesa más encontrar una solución eficaz al problema, algo que les permita sobrevivir a pesar del calor, el frío o los depredadores”. Ese algo es su increíble habilidad para saber lo que está pasando a su alrededor y adaptarse a ello.

Los plátanos de 19 de Abril, entonces, además de perder las hojas en otoño, dispersar sus pequeños frutos en primavera y dar sombra en verano, resisten, y conocen esta calle mejor que nadie. Las personas y sus máquinas rodantes pasan, huyen; los árboles exhiben el talento de la permanencia. No están solos, forman un bosque urbano con los del Botánico. Las rejas son anecdóticas.

En la intersección con Atilio Pelosi, la calle se quiebra nuevamente hacia la derecha y en este, su penúltimo tramo, sube. Durante la presidencia de Jorge Pacheco Areco el Jardín Botánico tuvo que ceder parte de su predio y de su colección de plantas a la residencia presidencial. Así, a mitad de cuadra, el verde deja lugar a los muros vigilantes de la casa presidencial. Las alineaciones de plátanos terminan en Suárez, pero la avenida todavía no.

Fin y principio

Llegamos al último tramo y casi al límite del barrio. Aquí la calle cambia de escala y de árboles. A la ancha faja de pasto de la calle Suárez le siguen 150 metros de viejos jacarandás. Ya no estamos en la avenida patricia, sino en una callecita despreocupada, una más de las que llegan o parten de Millán. La caminata también podría iniciarse por aquí, por esta puerta falsa de 19 de Abril, y acompañarse con un vals invernal. Uno que, con Fernando Cabrera, “viene desde el Prado a amar”.


Cabildo abierto

El público toma conciencia y valora el trabajo que lleva adelante el Museo Cabildo cuando se organizan visitas a las salas de conservación del acervo. Una nueva oportunidad de vivir esa experiencia está fijada para el sábado 19 de agosto a las 11.00. Aunque la actividad es gratuita, los cupos son limitados a 25 asistentes. Por eso hay que inscribirse a través del correo [email protected].

Fondo para acciones colectivas: Patrimonio en los Barrios

Hasta el 31 de agosto la Intendencia de Montevideo recibirá postulaciones para la quinta edición del fondo Patrimonio en los Barrios, que acompaña acciones colectivas de promoción y divulgación de los bienes y expresiones culturales, con apoyo a propuestas inclusivas que alcancen un público amplio. Pueden presentarse iniciativas de comisiones de vecinos e instituciones barriales, así como de colectivos artísticos, turísticos y activistas radicados en Montevideo. La inscripción se realiza a través de ladiaria.com.uy/UpU.

Cada propuesta podrá solicitar hasta 50.000 pesos para para realizar su proyecto. Este año, en el marco de los 300 años del proceso fundacional de la ciudad de Montevideo, el fondo contará con una categoría especial para propuestas que aborden ese tema. En ese caso podrán solicitar hasta 100.000 pesos.

Muestras fotográficas, audiovisuales, libros, murales, intervenciones artísticas, circuitos culturales y talleres de sensibilización son algunas de las acciones llevadas adelante por los colectivos ganadores de las ediciones 2019, 2020, 2021 y 2022.

Voluntarios ambientalistas

Quienes tengan la inquietud de contribuir para promover un mundo más sostenible deben saber que ReAcción está en busca de voluntarios comprometidos y entusiastas para formar parte de la estación de reciclaje que funcionará en la feria Camino Verde 2023, donde estarán trabajando para lograr un evento residuos cero a vertedero. Esto ocurrirá el próximo fin de semana en el LATU. Allí el voluntario ayudará a educar a la comunidad sobre la importancia del reciclaje y la correcta separación de residuos, colaborará en la clasificación y separación de materiales para su posterior procesamiento, mientras aprenderá más sobre prácticas sostenibles.

No importa si no se cuenta con experiencia previa en reciclaje y tampoco hace falta ir ambos días, aclaran: “Lo importante es tu entusiasmo y compromiso para marcar la diferencia”. Para buscar un impacto positivo en el entorno, invitan a contactarlos por Whatsapp al 094 340 611 y así formar parte del equipo de ReAcción.

Plantas de balcón

El sábado 19 de agosto de 10.00 a 13.00 la Casona del Museo y Jardín Botánico (19 de Abril 1181) propone un curso presencial sobre las plantas de balcón. Está topeado en 60 participantes y cuesta 700 pesos (socios de Asociación de Amigos, ABOV, $ 600). El técnico en Áreas Verdes Juan Carlos González indicará cómo mantener y manejar especies ideales para balcones.

La inscripción es a través del correo [email protected]. Allí habrá que indicar nombre y teléfono; se le responderá brindando el número de cuenta para efectuar el pago mediante transferencia eBrou.