La agilidad de lectura que proponen algunas novedades editoriales enfocadas en el abordaje de la infancia da cuenta de la urgencia de respuestas para el casi siempre desbordado adulto a cargo. Desde el formato que utilizan hasta el modo de presentarse, dos ejemplos recientes con firmas nacionales aportan, desde la psicología y la educación inicial, consejos prácticos para diagnósticos no tan sencillos.
En Son cosas de grandes (Grijalbo, 144 páginas), de Virginia Durán, el foco está en el bullying, ese término acuñado hace relativamente poco pero que esta maestra y tallerista de expresión plástica y dibujo encuadra como una problemática social extendida y perenne, sobre la que busca sensibilizar. Su campaña comenzó en 2021 y comprende esencialmente ilustraciones y materiales que se utilizan en centros educativos, redes sociales y consultorios de Uruguay y de la región. Llama la atención mediante viñetas que retratan actitudes comunes que tienden a minimizar o naturalizar la incidencia del acoso escolar entre pares y apunta a detectarlo desde el comienzo, cuando es más fácil de controlar.
Los talleres de prevención que ofrece en escuelas, así como los consejos de convivencia, se basan tanto en su experiencia como en una bibliografía especializada que figura en las referencias del libro. La autora estuvo además involucrada en la producción de la serie Hasta la vista, bullying, para el canal web argentino FWTV.
Entre los conceptos clave que desarrolla en este breve volumen, la validación de lo que siente el niño se pone en equilibrio junto con la construcción de su autoestima y, a la vez, la firme intención de que aprenda a reconocer sus errores y el eventual daño que puede causar a otros. Por el lado de quienes se encargan de criar distingue, por ejemplo, entre la necesidad de marcar límites y la imposición de métodos violentos (como puede ser incluso dejar de hablarle al menor).
El hostigamiento no es broma, señala, y las familias deben aprender a reconocer señales de que algo así está sucediendo, ya que es habitual que la víctima calle, y subraya que es vital no exponerla. Por eso, mediante las situaciones que dibuja y los breves textos que las acompañan, Durán llama a no ignorar la exclusión, otra forma de maltrato que pueden estar sufriendo, cuestiona mandatos antes atribuidos por género y también habla de aquellos momentos en que los padres tienden a delegar el cuidado y quizás olvidan dejar claro que, aunque crezcan, los hijos encontrarán en ellos un sostén.
La educadora trata la importancia de generar confianza y de buscar espacios de conversación. “La empatía es la llave”, escribe en la página de cierre, donde una niña de ojos enormes mira de frente a quien busque estas herramientas.
Estabilidad emocional para mañana
Más clásica, la última entrega de la prolífica Fanny Berger, Papis, necesito seguridad (Fin de Siglo, 126 páginas), exige otra concentración. Está respaldada por su formación –es máster en Psicología educacional de niños, jóvenes y familias– y su trayectoria tanto a nivel de clínica como de divulgación, en casi una decena de textos propios así como de conferencias aquí y en el extranjero, y a través de columnas y participaciones en medios de comunicación (desde 2011 colabora semanalmente con el programa Viva la tarde, en la radio Sarandí).
No obstante, su “guía de parentalidad nutritiva”, sin dejar de lado terminología específica como puede ser el “apego inseguro evitativo”, recurre a párrafos destacados que alivianan o sirven como atajo para la consulta apurada, algo que de algún modo se promociona desde la portada como un sello extra con humor: “Incluye maletín de primeros auxilios para padres estresados”.
Si la cubierta del libro de Durán exhibe un grupo heterogéneo y naíf de grandes y chicos, la del trabajo de Berger, con un primer plano de dos figuras que prodigan cariño a un infante, transmite la idea de una responsabilidad concentrada en el núcleo íntimo. Y es lo que esta última explica desde la introducción: el camino de conocimiento interior que debe hacer el progenitor para poder dar sustento a un vínculo que será inevitablemente circular. “La pregunta es: ¿qué sentís ante la agresividad o la impulsividad o la conducta desafiante?; ¿qué circuitos personales se despiertan en vos?”, comienza interrogando Berger, antes de referir cómo el devenir padres o madres despierta heridas del pasado, y citar el concepto de sombra de Carl Gustav Jung.
Peligros reales y miedos, necesidades afectivas (entre los que, por supuesto, está el amor pero igualmente ciertas reglas negociables, reconoce), estilos de crianza (que a veces colisionan en la pareja), culpa, responsabilidad, calidez, firmeza, compromiso, la nueva intimidad conyugal, los tipos de relación con los hijos, los hijos de la pareja, la familia extendida, las familias monoparentales, entre otras formas que van encontrando las familias, ser abuelo hoy, suegras, celos, narcicismo… La lista de temas está suficientemente actualizada como para atender realidades de distinta índole.
Berger confía en que una parentalidad nutritiva, en definitiva, puede prevenir una baja tolerancia a la frustración, a caer en el pensamiento mágico en la adultez e incluso al desarrollo de adicciones.