Transitando los coletazos de la Semana de Turismo o Semana Santa, es sumamente oportuno hablar de Ierusalem: Anno Domini. Un juego de mesa hermoso y sumamente particular, enmarcado en la última cena, ese ágape final que, según los relatos evangélicos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, Jesús compartió con sus apóstoles en la ciudad que da nombre al juego, antes de su crucifixión, y que la comunidad cristiana celebra en el llamado “jueves santo”.
En el contexto narrativo del juego, corre la primavera del año 33 y una enorme multitud se congrega en las puertas de la ciudad para dar la bienvenida a Jesús de Nazaret. En este marco, cada participante del juego tomará el liderazgo de un grupo de seguidores y seguidoras de Jesús que hará todo lo posible por conseguir los mejores lugares alrededor de la mesa.
Así se nos presenta Ierusalem: Anno Domini, la ópera prima de Carmen G Jiménez, una jugadora compulsiva de juegos de estilo europeo que, viéndose interesada por los juegos con temática histórica, decidió crear el propio, obteniendo excelentes resultados. El juego fue publicado por primera vez en 2023 por Devir. Las ilustraciones estuvieron a cargo de Enrique Corominas, quien ya ha hecho lucir renombrados títulos y LA Draws, que con este trabajo se estrena como ilustradora de juegos de mesa.
Nos encontramos con un sistema de selección de acciones mediante cartas. Estas acciones permitirán colocar seguidores en diferentes escenarios (desierto, monte, lago, templo) y conseguir recursos (peces, panes, piedras, monedas) en función de las fichas ubicadas en la localización correspondiente o realizando transacciones en el mercado. Intentaremos enviar seguidores a la sala donde se celebrará la última cena, asumiendo un coste marcado según la fila y la columna de la casilla a ocupar. Podremos detenernos a escuchar parábolas, que nos otorgarán puntos al final de la partida, y podremos hacer favores a contrincantes, que también nos darán beneficios. Las cartas jugadas irán colocándose en columnas, intentando conformar ciertas secuencias para poder colocar uno de los apóstoles en la cena, activando el efecto o beneficio que tiene asociado. La partida finaliza cuando alguien ha logrado poner la totalidad de sus seguidores en la sala, o cuando se han colocado todos los apóstoles.
Pero el juego presenta también una hermosa y perturbadora pieza de madera con el ícono de una corona de espinas, que simboliza el dictamen de la asamblea del Sanedrín (consejo de ancianos del pueblo de Israel), y que irá avanzando, por diversas vicisitudes de la partida, por medio de un track. Si la corona de espinas llega al final antes de que se hayan llenado los lugares en la última cena, el juego terminará.
Ierusalem: Anno Domini permite partidas de uno a cuatro participantes, con una edad mínima sugerida de 12 años y una duración aproximada de 90 minutos. Personalmente, creo que la forma en que mejor funciona es con cuatro jugadores, aunque puede extenderse mucho la duración de la partida. El modo para dos jugadores tiene reglas especiales y prescinde de algunos elementos. Recomiendo con énfasis el modo solitario, que me ha proporcionado emocionantes y extendidas partidas en las que, con un formato de reglas especiales, incluimos al personaje de Barrabás y nos enfrentamos a sus acciones.
El juego desplegado en la mesa es de una belleza apabullante, tiene muchísimos elementos y detalles que generan una atmósfera preciosamente lograda y, si bien hay que reconocer que la temática no es del agrado de todo el mundo, los elementos generan un universo verosímil muy atractivo para meternos en la anécdota que nos convoca. Eso sí, hay que armarse de paciencia, porque la caja contiene piezas de madera de colores lisos, sobre las que debemos colocar pegotines que vienen en planchas interminables para darles el aspecto final a las fichas. Esta es una tarea que a mí me fascina, pero que puede resultar cansadora, ya que es muy elevado el número de pegotines a colocar en ambas caras de cada elemento: seguidores, apóstoles, panes, peces, piedras, corona de espinas, palomas para el marcador de puntos, fichas de favores, y diversos objetos a los que habrá que dedicarles al menos un par de horas.
Su precio ronda los $ 4.590 y cabe aclarar que es un objeto artístico en sí mismo, además de su objetivo lúdico. Puede conseguirse en Sparta Board Games, Montevideo Gaming House, Enigma Games y X Uruguay y lo distribuye Saccum en Uruguay.
Ojalá puedan disfrutar de este juego tranquilo y pausado, que anima la vista y que trae a la mesa una historia que mucho ha dado que hablar y que creo que nadie imaginó jamás que un día se convertiría en un juego.