“Crecí en los 90. Coleccionaba pegotines, hojitas perfumadas y servilletas, tesoros que aún conservo”, cuenta Luciana Abella, una de esas personas que suelen valorar objetos de uso cotidiano que para otros pasan sin pena ni gloria. “Eso me fue entrenando el ojo, y hoy en día en cualquier feria o tienda encuentro maravillas; no lo puedo negar”.

Abella es diseñadora de indumentaria y antes de crear la tienda Tesora diseñaba accesorios textiles combinando telas seleccionadas. De hecho, tiene una colección propia de telas que no vende por nada del mundo.

Tesora existe desde diciembre de 2022, cuando para cambiar de rumbo prefirió darle una posibilidad comercial a lo que le gustaba juntar, es decir, convitió su afición en trabajo. “Comencé a hacer curaduría de objetos y a venderlos a través de Instagram. Un día, decidí publicar unos blocks antiguos que tenía encanutadísimos, y al venderlos todos rápidamente, decidí contactarme con la papelería donde los había comprado y me encontré con que estaban cerrando. Quién sabe cómo y por qué, accedí a seleccionar artículos que tenían archivados y conservados desde hacía añares. Si bien no son cosas que me traigan recuerdos a mí, percibo el valor que tienen y desde que los estoy exponiendo me encuentro con los recuerdos de otras personas”, relata sobre la reacción de la clientela ante un block para esquelas, una lata de colores acuarelables, un cuaderno cuadriculado, una libreta con estampas, una caja de grapas doradas, una plancha de stickers brillantes. “A mí me pasa cuando veo juguetes de cuando era chica: es una sensación increíble. Revivir a través de la vista y del tacto, como cuando el olfato nos traslada. Aparte, la calidad de las cosas de antes no tiene nada que ver con las cosas de ahora”.

De algún modo “heredó” el acervo de esa papelería, un botín finito y apreciado por los fanáticos de los detalles gráficos, por las texturas y materiales de otro tiempo. “Lo más lindo es saber que tiene sentido para muchas personas, que me escriben y me comparten sus recuerdos”, apunta. Por eso, a partir de ese catálogo, surgió otro tipo de intercambios, a los que denomina Tesoro Postal, que consisten en una invitación concreta: “Escribirnos cartas y enviarnos tesoros por el correo uruguayo, con la premisa de que la otra persona se goce al recibirlas”.

Aparte de ofrecer ese cuaderno con márgenes, esa lapicera bicolor alemana o ese sobre de avión vintage, se asegura de que todos los paquetes se entreguen personalizados, que incluyan pequeños regalos y papeles que acompañen la sensación de haber recibido algo especial.

“Clientes hay de todo tipo, porque además de lo generacional y el recuerdo, están las personas a las que les gusta la papelería y/o coleccionistas. Entonces, podés ser un freaky de los cuadernos o simplemente querer volver a tener el cuaderno de recetas de tu madre”, explica.

Abella está convencida de que “la búsqueda no termina, que está lleno de tesoros por encontrar”, y no descarta la posibilidad de incorporar lo que encuentre en otros países. “El rubro principal seguirá siendo la papelería antigua y creativa. Si bien muchos productos están discontinuados, de varios tengo suficientes para tener una oferta continua. Hace poco pude seleccionar de un escritorio antiguo –iban a descartar todo– tesoros que voy a ofrecer en una venta especial: hojas, sobres, mapas, publicidades, etcétera. Está lleno de maravillas. La curaduría y la exposición es lo que me diferencia”.

Para acceder al catálogo: https://tesora.catalog.kyte.site/. Hace envíos a todo Uruguay y recibe consulta por precios al por mayor.


Una muestra para remontarse a la infancia

Hasta mediados de agosto se podrá visitar la muestra Por el sendero del niño en la Fundación Banco República (Zabala 1520 esquina Cerrito). Al estilo del museo El Juguetero, la exposición presenta piezas de la colección de juguetes, libros y vajilla infantil antigua de Josseline Cabanne, que reflejan la identidad cultural y social desde fines del siglo XIX hasta los años 1970.

Juguetes y vajilla representan personajes de cuentos y rimas que remueven vivencias de otros tiempos: Caperucita Roja, Ricitos de Oro, princesas, duendes, personajes de fábulas, y las rimas tradicionales inglesas como “Mary tenía un corderito” y Humpty Dumpty.

Por el sendero del niño invita a los espectadores a establecer vínculos emocionales con estos objetos infantiles. La exposición puede recorrerse de lunes a viernes de 12.00 a 18.00 hasta el mes próximo.