Un reto recurrente en la crianza que los padres suelen mencionar en cada taller de Disciplina Positiva es el desorden de sus hijos. “Ya no sé qué hacer para que este niño recoja sus juguetes”. “Estoy cansada de pedirle que no deje la toalla mojada en el piso”. “Mi hija hace las cosas cuando quiere”. “Cada mañana es una lucha prepararse para ir a la escuela”. “Mi adolescente tiene su cuarto hecho un desastre; nunca encuentra sus útiles para el liceo y bañarse es un suplicio”. ¿Te suenan algunas de estas frases? Pensando en el desorden de tus hijos, ¿cuál otra agregarías? Estoy segura de que al menos un par se te vinieron rápidamente a la cabeza, ¿cierto? Antes de entrar en materia, es importante saber que el orden es una habilidad que se aprende. Por tanto, hasta que se convierta en parte de una rutina diaria o en un hábito, es natural que niños y adolescentes tiendan al desorden. 

Vivimos en un mundo en constante cambio y lleno de estímulos, donde es muy fácil distraerse o “perderse”, así que las rutinas para tener orden juegan un papel crucial en la vida de grandes y chicos. Desde la disciplina positiva creemos que las rutinas deben ser las aliadas de los padres para crear hábitos saludables en los hijos. Sirven para evitar repetir las cosas como disco rayado y contribuyen al desarrollo del carácter, la paz mental, minimizan tiempos y caos y brindan seguridad, porque los niños incorporan estas acciones que se vuelven predecibles en su día a día. Algo importante es mantener la mente abierta y manejarse con flexibilidad mientras se crea el hábito. Recordemos que este es un proceso que requiere tiempo y constancia. Por ello, si tu pequeño o pequeña llega a olvidar algún paso de su tabla de rutinas, no te preocupes, está aprendiendo. Aquí nuestro papel no es el de jueces, sino el de guías. Dicho esto, pasaré a comentar los pasos que debes seguir para crear una rutina con Disciplina Positiva. El proceso está enfocado en la creación de una rutina nocturna para un niño pequeño, pero sirve también para armar rutinas con niños en edad escolar y para cualquier momento del día. Lo importante es involucrarlos en todo el proceso; por favor, no lo olvides.

Nueve pasos para desarrollar herramientas de utilidad para toda la vida

  1. Explícale a tu hijo que juntos crearán una rutina para la hora de dormir y que esto los ayudará a organizarse y evitar conflictos, demoras y desorden.
  2. Toma una hoja y un lápiz y pregúntale: “¿Qué cosas necesitas hacer para prepararte para ir a la cama?”.
  3. Haz una lista con todo lo que te diga. Es probable que incluya cosas que no necesariamente son parte de su rutina nocturna o en un orden incorrecto; sin embargo, en esta primera instancia, anótalas todas.
  4. Si olvida mencionar algo importante, como lavarse los dientes, sugiérelo y agréguenlo a la lista.
  5. Una vez que terminen, puedes decirle: “Muy bien, ¡tenemos un montón de cosas! Ahora, elegiremos sólo las necesarias para prepararte para dormir. Hagamos un repaso”.
  6. Al hacer el repaso, tacha de la lista las acciones que no son parte de la rutina nocturna y rodea las que sí lo son.
  7. Ahora es momento de ordenarlas lógicamente. Pregúntale: “¿Cuál crees que es el orden correcto?”, y ayúdalo a crear una secuencia lógica de los pasos para irse a dormir. El resultado podría ser: 1) ponerse el pijama, 2) lavarse los dientes, 3) leer un cuento. Para fomentar el hábito del orden, es importante incluir en la rutina (tal vez en la de la tarde) “guardar los juguetes tirados”, “ordenar los libros”, etcétera. Si el pequeño(a) va al jardín o a la escuela, debe añadirse, por ejemplo: “preparar el uniforme”, “guardar los útiles o materiales en la mochila”, entre otros. Dependiendo de la edad del niño, se ajustarán los pasos que contendrá la rutina. Si está en edad preescolar, es recomendable no incluir más de cinco o seis.
  8. Es momento de pasar la lista a una tabla para verla gráficamente. Esta tabla es la parte que más les divierte a los peques, porque pueden armarla de tantas maneras como lo permita su creatividad. Algunas sugerencias son usar dibujos, fotos del mismo niño realizando la acción, recortes de revistas o imprimir imágenes de internet. Sea cual sea la técnica, lo crucial es mantener una lógica coherente en la secuencia de pasos. Ten en cuenta que, si el niño aún no sabe leer, la tabla será únicamente gráfica. Si ya lee, se pueden agregar frases o leyendas para reforzar las acciones.
  9. ¡Y listo! Ya tenemos la tabla de rutinas preparada. Ahora sólo queda colocarla en un lugar visible y accesible para el niño.

Para adolescentes, el proceso es similar, pero en lugar de dibujos o imágenes, suele organizarse como una agenda diaria o bien un calendario semanal, si tiene muchas actividades. Algunos adolescentes disfrutan decorando su tabla con stickers, pintándola o adornándola con fotos.