La primera experiencia piloto impulsada por el estudio de comunicación y diseño Complot para las antiguas garitas policiales se realizará en Parque Rodó, en el marco de una discusión que lleva más de una década sobre el destino de estas microestructuras urbanas. La iniciativa busca recuperar, para empezar, una garita, con el objetivo de reactivar estos espacios desde una perspectiva social, patrimonial y ambiental. La propuesta ya despertó interés institucional y participación ciudadana.
Estos puntos de vigilancia forman parte de la ciudad desde la década de 1930, aunque su futuro ha sido motivo de debate público reiterado. En 2018, la diaria informó sobre intervenciones impulsadas por colectivos barriales junto al Ministerio del Interior (MI), lo que generó diferencias notables, ya que mientras que el MI defendía la recuperación de estas estructuras modernas y reducidas, especialistas en patrimonio alertaban sobre los riesgos de alterar su materialidad original.
En 2021, el Municipio CH lanzó el proyecto Garitas para emprendedores Andrés Abt, que luego se complementó con llamados a través de la Agencia Nacional de Desarrollo y Uruguay Emprendedor. Entre 2024 y 2025 comenzaron a inaugurarse las primeras reacondicionadas bajo ese modelo en otros dos municipios, destinadas a emprendimientos, educación ambiental o servicios locales.
No obstante, varias estructuras de Montevideo siguen cerradas o en estado de abandono, y no existe hasta el momento un plan integral que regule su conservación, su dimensión urbana y su potencial como espacios públicos de proximidad. En este escenario, la propuesta de Complot se diferencia por su enfoque, al buscar recuperar una de estas edificaciones como experiencia piloto. La escogida está ubicada en Parque Rodó y la intención es luego replicar el modelo en otros puntos de la ciudad, incluyendo las de la rambla, que inspiraron el proyecto. El estudio plantea reactivar estas infraestructuras mediante programación comunitaria, educación ambiental y jardines nativos, sin comprometer su valor patrimonial.
De la vigilancia al encuentro social
La propuesta reinterpreta estas infraestructuras, antes destinadas a vigilancia y control, como lugares abiertos, modulares y vinculados al paisaje costero. Además, el equipo inició diálogos con autoridades y vecinos para avanzar en una recuperación patrimonial de bajo impacto y con un sentido claro de comunidad. Asimismo, la iniciativa despertó interés institucional y participación ciudadana, y su difusión en redes generó cientos de comentarios y aportes de vecinos.
En diálogo con la diaria, Sebastián Blanco, director de Complot, explicó que el proyecto surgió de un desafío creativo y de la expectativa social. “Hace años que veníamos mirando las garitas con ganas de que pasara algo en ellas, antes de que las demolieran, y este concurso Re:Form-New Life for Old Spaces era perfecto para dar forma a esa inquietud”, señaló. Por otra parte, agregó que existía la esperanza de que un reconocimiento internacional captara la atención de instituciones, empresas y ciudadanía hacia estos espacios olvidados, algo que, según él, “está comenzando a ocurrir”, puntualizó.
Destacó que el jurado del certamen internacional valoró el simbolismo de la propuesta, que transforma antiguos puntos de vigilancia en lugares de encuentro y convivencia, centrados en la naturaleza de la zona. “Creemos que esto, junto con el diseño planteado, fue lo que llevó a darnos la mención de honor”, afirmó.
Respecto a la implementación del piloto, comentó que ya se realizaron avances concretos: se coordinó una reunión con una edil dedicada a patrimonio y se espera organizar un encuentro con el MI. “La implementación requiere de este esfuerzo conjunto, con la Intendencia de Montevideo y el municipio como responsables del entorno urbano; el MI como propietario de la estructura; y, por supuesto, el barrio, que ya ha mostrado interés a través de redes y nuestra web”, explicó.
En cuanto al valor patrimonial de estos enclaves urbanos, subrayó que la intervención fue diseñada para respetar su esencia. “Si bien ya tuvimos mucho cuidado en la propuesta inicial, confiamos plenamente en que el conocimiento de los especialistas nos guiará para llevar a cabo los ajustes necesarios”, dijo.
En la misma línea, Blanco detalló que el concurso planteaba intervenir lugares abandonados de hasta 250 metros cuadrados, lo que coincidía perfectamente con la escala de las garitas montevideanas. En ese sentido, afirmó que este tipo de proyectos permite abrir un debate público sobre microurbanismo, patrimonio menor y usos comunitarios. “Hace años que queríamos que pasara algo con estos pequeños espacios urbanos, antes de que las demolieran. Además, la posibilidad de un premio internacional ayudaba a captar la atención de instituciones, ciudadanía y medios”, señaló.
En diálogo con el entorno
En la web del proyecto Patrimonio que Florece se muestran los renders de cómo quedaría la intervención, con un volumen curvo de metal y cristal adosado a la estructura original, sin interferir con ella. Estos materiales fueron elegidos por su relación con el art déco y permiten que la intervención sea modular, liviana y poco invasiva. La propuesta incorpora vegetación psamófila adaptada a suelos empobrecidos, viento y sol directo, que protege la estructura, educa sobre el paisaje costero y genera un espacio confortable. Las imágenes permiten imaginar su potencial como espacio de encuentro, aprendizaje y convivencia armoniosa.
El director del estudio señaló que la vegetación permite crear una barrera natural contra el viento, generando un espacio más confortable y utilizable incluso en días adversos. “Es estratégico, porque además integra el paisaje costero en la trama urbana, haciendo que la convivencia con el uso social sea una consecuencia natural del diseño”, explicó.
La propuesta busca que la garita recupere vida pública a través de una programación activa y diversa, que incluya actividades educativas inspiradas en el Jardín Botánico, un punto de intercambio de semillas y plantas y una biblioteca especializada en flora local y paisaje costero, puntualizó. Además, Blanco destacó la dimensión social y educativa de la iniciativa: “La idea es que la garita se convierta en un espacio comunitario, donde los vecinos puedan aprender sobre naturaleza y educación ambiental. Son herramientas poderosas para transformar nuestra sociedad”.
Desde la difusión del proyecto en redes, la respuesta fue inmediata, con más de medio millón de visualizaciones y cientos de comentarios de vecinos y empresas interesados en colaborar. Blanco aseguró que esto demuestra una voluntad social y financiera clara. “El desafío ahora es encontrar la forma más ágil y transparente de estructurar esta colaboración para transformar esa intención en acción concreta”, puntualizó.
El proyecto surge del laboratorio de Complot, un espacio creado para idear y prototipar lo que motiva al equipo o para resolver problemas que les propongan. Allí se desarrollan proyectos diferentes, que se autodefinen y que invitan a explorar más allá de lo establecido, en temáticas que entusiasman o representan al estudio. Blanco explicó que la convivencia entre el laboratorio, la clínica, que ayuda a organizaciones a encontrar su propósito, y la fábrica (dedicada al diseño y la comunicación) permite pensar no sólo para clientes, sino también para la comunidad.
En términos de financiamiento, señaló que se están evaluando alternativas. En otro orden, la iniciativa ya despertó interés en otros barrios. Blanco afirmó con expectativa: “Una vez que comenzamos a compartir esta iniciativa, recibimos mensajes sobre la necesidad de buscar ideas para recuperar diferentes puntos de la ciudad, desde otras garitas hasta la Estación Central. Ojalá esto siga floreciendo”.