El ritmo de la noche montevideana se mueve para distintas edades; sin embargo, en este último tiempo, es evidente que hay cada vez más opciones bailables para adultos. Es un cambio de enfoque que hoy ya no requiere que las pistas se ocupen a partir de las 2.00.

Esta franja etaria, que quiere salir, bailar y encontrarse, no necesariamente busca el formato de boliche clásico, ya que existen alternativas que ofrecen horarios más acotados, música que no se limita a los hits del momento y un ambiente en el que la seguridad y la comodidad acompañan, permitiendo disfrutar entre amigos, parejas y, en algunos casos, con familia.

En este escenario, la diaria conversó con los organizadores de tres eventos que surgieron pensando en este público: la fiesta Fabric, After Pachá y el Club de la Cumbia. Los entrevistados coincidieron en que satisfacen una necesidad, ya que quienes tienen más de 35 años quieren continuar saliendo.

Noches excepcionales

Johan Kozub, fundador y productor de Fabric y Brickel Irish Pub, recordó los orígenes de la discoteca Fabric, ubicada en Caramurú y General José María Paz, en Punta Gorda, que se convirtió en una de las más importantes de la ciudad. “Fabric fue pionera en el concepto de discoteca. Funcionaba los viernes y sábados, tenía matiné y eventos plus 15. En un fin de semana pasaban entre 9.000 y 10.000 personas, con una rotación mensual de más de 30.000 asistentes”, detalló.

En la actualidad, las fiestas Fabric son “un regreso y un reencuentro”, según Kozub. “Lo que yo llamo ‘la fiesta de la emoción y de las emociones’ es volver a encontrarse con aquellas personas con las que compartías en la adolescencia y que hoy tienen más de 30 o 35 años. El público actual va desde los 32-35 hasta los 43 años”, dijo.

El espacio Brickel, donde se hacen algunas de estas fiestas, funciona como night pub: de 21.00 a 0.30 se puede cenar y de 0.30 a 5.00 hay música y pista de baile. De jueves a sábados suelen tener buena concurrencia de público mayor de 35.

Fabric ha encontrado un nicho en ese segmento, un público que no sale todos los fines de semana, sino puntualmente para este tipo de eventos especiales. La mayoría son personas casadas, con hijos o con otras actividades, por lo que la fiesta se convierte en una noche diferente.

“Son fiestas de gran escala, con entre 1.800 y más de 2.000 personas por evento, algo poco común para este sector. Notamos una presencia importante de público mayor de 35 años; aunque abarca desde los 30 en adelante, la mayor parte se concentra entre los 34 y los 42 años”, precisó Kozub.

Para quienes participan en esta tendencia, salir a bailar después de los 35 no es sólo cuestión de música, sino de divertirse y reencontrarse con amigos y parejas. En el caso de Eleonora Landoni, una fisioterapeuta de 51 años que tiene dos hijas, de 15 y 20, las salidas con cierta frecuencia volvieron cuando ellas crecieron. “Durante mucho tiempo no salía mucho, pero hace unos cinco años retomé y empecé a disfrutar nuevamente de la noche con mi pareja. No salimos todos los fines de semana, pero seguro cada mes o mes y medio”, señaló.

Lo que más la motiva es compartir un momento de disfrute, y explica que no busca específicamente eventos para gente de su edad. “Últimamente estamos yendo a fiestas electrónicas, y en estos espacios hay personas de todas las edades que te imagines”, indicó. En ese sentido, destacó el buen ambiente, la seguridad y la posibilidad de pasar un momento agradable. “Bailar y reírme es una de las mejores terapias, y la alegría de la música y la compañía es suficiente para disfrutar de la salida”, concluyó.

Combo tempranero, sin filas

Nicolás Vaz, productor de After Pachá, recordó que el evento comenzó hace nueve años como un formato de after office. “Desde el principio apuntamos a un horario que permitiera a la gente salir después del trabajo, bailar, tomar algo y disfrutar. Nuestro público inicial eran principalmente mayores de 25 años, aunque siempre hubo variedad de edades”, señaló.

Con el tiempo, la propuesta se consolidó, y ahora cerca del 80% de los asistentes tiene entre 27 y 45 años. “No es que impongamos un requisito; simplemente, la gente de esas edades elige venir por lo que ofrecemos: locación, producción, artistas, DJ y experiencias distintas de lo que ofrece un boliche clásico”, explicó.

Además, este encuentro se destaca por la elección de espacios no convencionales, como el hotel Radisson, el teatro Solís, el hotel Esplendor, la sala del Museo del Carnaval, Kibón o algún espacio en Punta del Este. “Buscamos apostar en la producción y en los artistas, para que los asistentes se lleven una experiencia pocas veces vista en Montevideo”, aseguró. “Muchas personas nos dicen que nuestros eventos les permiten reencontrarse con los mejores momentos de su vida, con amigos, compañeros de trabajo e incluso familiares. Recibimos mensajes de personas que no salían a bailar desde los 18 años, ahora con hijos y alrededor de 38 años, que vienen exclusivamente a nuestros eventos, algunos recorriendo hasta 300 kilómetros”, comentó Vaz.

En el mismo rubro, Guzmán Calzada, músico y productor de Cumbia Club, aseguró que convocan un público muy variado. “Viene gente de diferentes edades y de distintas partes del país. Hemos visto un incremento importante de asistentes de más de 35 años, lo que aporta diversidad y genera un espacio único donde se encuentran madres y padres con sus hijos, y gente de distintas generaciones”, explicó.

En ese sentido, mencionó que los asistentes valoran los horarios tempranos, que van desde las 20.00 hasta la 1.00, aproximadamente, así como propuestas artísticas que combinan cumbia con otros estilos. Calzada resaltó la importancia de un entorno seguro y la regularidad de los eventos, que permite organizarse con anticipación. Además, se suman la oferta gastronómica y los espacios de juego, que buscan ofrecer una experiencia completa.

Aunque reitera que no está pensado exclusivamente para adultos, Calzada afirmó que la opción artística y su estructura resultan atractivas para esa franja. “Queríamos generar un espacio donde no hubiera largas filas ni derecho de admisión, y donde la música y la energía del público fueran lo principal. Eso, junto con la calidad de los artistas invitados, es fundamental para que nos sigan eligiendo cada mes”, destacó.

Música y amigos: viejos conocidos

Del lado de quienes buscan a dónde ir, Bruno Bordino resaltó la importancia de contar con un espacio entre amigos para la nostalgia musical. Bordino tiene 34 años, trabaja en un hospital en el sector de proveeduría y es papá de una niña de 12 años. Contó que durante un tiempo dejó de salir porque no encontraba un lugar que le gustara y porque su hija era más chica, por lo que el tiempo libre terminaba reduciéndose a ir a cervecerías con amigos.

Hoy volvió a disfrutar de la noche, aunque aclaró que todavía siente que falta variedad de propuestas. “Muchos lugares ahora no me gustan por la música. Necesitamos más lugares de reggaetón viejo y de esa música uruguaya como Los Fatales”, comentó. Sin embargo, destacó que lo que realmente lo mueve es compartir con sus amigos de siempre. “Me gusta salir con amigos de toda la vida; nos conocemos desde los primeros años escolares y seguimos con muy buena relación. Buscamos un baile en el que estemos cómodos con la música y la gente”. Para él, estos encuentros permiten revivir canciones y pasos de su adolescencia, “de cuando estábamos en las matinés”. Señaló que el público suele estar compuesto por personas con responsabilidades familiares, padres y parejas, y que la oferta de lugares bailables para su franja etaria se ha ido ampliando.

En tanto, la economista y docente Ivana Resnichenko, de 50 años, admitió que no sale muy a menudo y que, cuando elige hacerlo, valora el aspecto social y artístico: “Divertirme con amigas, ver grupos en vivo, encontrarme con viejos conocidos”. Al asistir a estos eventos busca “hacer algo distinto” mientras disfruta del baile. Contó que participó en fiestas de cumbia organizadas por amigos, donde, a medida que pasaba la noche, el público era más joven, pero lo importante era “la comodidad y el disfrute compartido”, subrayó.