En la década del 90, la colocación de implantes mamarios era una de las cirugías plásticas más pedidas en el mundo, y en los 2000 su popularidad creció aún más, con muchas mujeres adultas optando por esta opción, los cuerpos voluptuosos de moda y hasta adolescentes “pidiendo las lolas” como regalo de 15 años. A dos décadas desde este clímax, hoy ya se puede empezar a ver una contradicción. A la par del crecimiento de discursos cuestionando los mandatos estéticos, movimientos como el Body Positive (o positividad corporal), que promueven la aceptación del propio cuerpo, y también los cambios en las percepciones de belleza y de salud, la explantación mamaria comenzó a ganar terreno en los consultorios.

Un número creciente de mujeres está decidiendo retirar sus implantes mamarios por razones médicas, de estilo de vida o estéticas. Los números a nivel mundial confirman esta tendencia: según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS) las extracciones de implantes mamarios aumentaron a nivel global un 4,7% de 2022 a 2023, y un significativo 46,3% de 2019 a 2023. En Argentina, el informe mencionado da cuenta de que se realizaron 12.323 extracciones de implantes, mientras que en Uruguay no hay datos disponibles, ya que esta información no se registra ni publica de forma sistemática en el país.

La explantación mamaria es una cirugía que se realiza cuando una paciente siente que el implante mamario “ya cumplió un ciclo en su cuerpo” y no desea tenerlo más, sea porque quiere recuperar su pecho natural o por otros motivos. “Lo que antes se veía como un procedimiento excepcional, ahora responde a una realidad concreta: muchas pacientes que se colocaron implantes, muchas veces de tamaños muy grandes, en las décadas de los 90 y 2000, ahora, 20 años después, no desean tener prótesis grandes, ya que su cuerpo ha cambiado, les pesan o les molestan”, comparte Juan Manuel Seren, cirujano plástico (MN 107.174), pionero en protocolos de rápida recuperación mamaria.

Otro motivo por el que se lo solicita tiene que ver con problemas de salud: se registran cada vez más casos de mujeres que optan por quitarse las prótesis mamarias por problemas concretos o como forma de aliviar síntomas o un conjunto de síntomas, aunque aquí hay que hacer una diferenciación clara. Están aquellas mujeres que experimentan problemas puntuales con las prótesis (filtraciones, encapsulamiento, desgaste, etcétera), que son riesgos previsibles dentro de lo que es la cirugía, y entendiendo que los implantes deben cambiarse a los diez o 12 años, ya que tienen una vida útil; y otro tema que se está discutiendo hoy acaloradamente son los síntomas que pueden desarrollar algunas mujeres en su organismo luego de haberse implantado y como consecuencia de las prótesis.

En el último tiempo se empezó a hablar más del síndrome de Asia (síndrome autoinmune/inflamatorio inducido por adyuvantes), un término propuesto en 2011 por el reumatólogo Yehuda Shoenfeld. Si bien es algo que ya existía previo a la popularización de los implantes mamarios y que considera a un grupo inespecífico de síntomas y signos que podrían desencadenarse en personas susceptibles después de la exposición a ciertas sustancias que actúan como adyuvantes (como, por ejemplo, componentes de algunas vacunas, metales o implantes de silicona), este síndrome no está reconocido como una enfermedad oficialmente.

¿Qué significa esto? Que tanto la enfermedad del implante mamario o Breast Implant Illness como el popularizado síndrome de Asia no están reconocidos en una categoría diagnóstica en la ICS (International Classification for Standards), aunque sí están incluidas las complicaciones locales con implantes (contractura capsular, ruptura, seroma tardío, infección, dolor, desplazamiento, entre otros) o las neoplasias relacionadas con implantes.

Es decir, este conjunto de síntomas que algunas pacientes atribuyen a los implantes (fatiga, dolores musculares y articulares, niebla mental, caída de cabello, alteraciones inmunológicas) al día de hoy no tiene codificación oficial como enfermedad. No hay ningún estudio de imágenes o estudio de sangre que lo respalde e, inclusive, a las mujeres que reconocían algunos de estos síntomas y se les han quitado los implantes, no se han curado, así como estos síntomas y signos también se presentan en mujeres sin implantes.

Dicho esto, cabe aclarar que los especialistas reconocen que los implantes mamarios alteran el sistema inmunológico en determinados pacientes con factores predisponentes. Además, el tópico sí está en estudio y en discusión en foros científicos y regulatorios (FDA, sociedades de cirugía plástica, reumatología, inmunología alrededor del mundo).

Controversia en base a los diagnósticos

“Que no se evidencie en exámenes de laboratorio porque todavía no se ha conseguido algún reactivo específico para esto, no quiere decir que no exista como enfermedad, y por supuesto existen mujeres que experimentan esos síntomas. Produce una inflamación generalizada y tiene impacto en el organismo del paciente de distintas formas y muy variadas de acuerdo al órgano reaccionante a ese estímulo (enfermedades autoinmunes, dolores articulares, eccemas en piel, trastornos digestivos, trastornos cognitivos, ojo seco). Lo que vemos es una inflamación generalizada en respuesta a un tóxico”, advierte la doctora Ayeray Juan de Val, médica cirujana especializada en cirugía plástica, estética y reparadora, que agrega que hasta en la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica se dan conferencias específicamente sobre el síndrome de Asia.

Pese a las distintas lecturas respecto de esta cuestión, todos los médicos consultados para este artículo coinciden en la importancia de informar a las pacientes sobre los riesgos y darles la libertad de decidir con información real.

Asimismo, en 2021 y luego de una larga investigación, la agencia gubernamental estadounidense FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) colocó etiquetas de recuadro negro en el packaging de las prótesis, describiendo que no son dispositivos de por vida, que pueden presentar síntomas sistémicos conocidos como la enfermedad de implantes mamarios y aumento de la incidencia de enfermedades autoinmunes, sobre todo en personas predispuestas. En casos extremos, pueden ocasionar linfoma anaplásico, que es un cáncer inmunológico, y hasta tres tipos de carcinomas distintos. Vale tener en cuenta que estas etiquetas son la advertencia más seria que la FDA puede emitir y están diseñadas para alertar tanto a las pacientes como a los médicos sobre los riesgos que las prótesis mamarias.

Es por eso que en 2019, tras escuchar testimonios de mujeres que afirmaron que sus médicos no les advirtieron adecuadamente sobre las posibles complicaciones de los implantes mamarios, la FDA decidió restringir la venta de implantes mamarios a los profesionales que ofrecen a las pacientes una lista de verificación estandarizada que explica los riesgos (y las pacientes deben firmar un consentimiento que da cuenta de que han sido debidamente informadas de los riesgos).

“Hace 16 años había hecho una bajada de peso enorme y yo, que siempre tuve busto, me quedé sin. Fui a un médico pensando que quizás podía levantarlas, pero me propuso ponerlas. No sabía nada de esto, no se sabía. Así que me puse. Al minuto me arrepentí. Al inicio sentía algo que no era mío, pero pasó. Con los años fueron siendo cada vez más incómodas. Hasta que conocí a Angie Monasterio, que es fotógrafa, y al trabajar juntas me habló de esto. Ingresé al grupo Enfermedades de los implantes mamarios que se armó en Facebook y por años estuve viendo qué es lo que pasaba: dolores articulares, hipotiroidismo, etcétera. Ya desde el 2022 empecé a tener síntomas en el brazo izquierdo y no podía dormir de ese lado por el dolor. Me operé finalmente el año pasado, me sacaron 4 kilos de entre grasa que se había descontrolado, conformando una gigantomastia, y es otra vida”, comenta Paola, maquilladora profesional que tuvo siliconas por casi quince años.

El aumento en la visibilidad de casos de figuras públicas (como el de la modelo y actriz argentina Silvina Luna, que murió a causa de problemas derivados de una cirugía para aumentar el tamaño de sus glúteos en 2023) hizo, por un lado, que se comenzara a tomar mayor dimensión de los riesgos asociados a las intervenciones estéticas en general y, por otro, que se empezara a debatir más públicamente sobre los riesgos implícitos, pero también este conjunto de síntomas inespecíficos que muchas mujeres experimentan y que, luego de recorrer doctores que no pueden ofrecerles un diagnóstico, descubren en la explantación una posible vía de mejora.

Un caso público también es el de Laura Pugah, la influencer española de bienestar, quien contó recientemente que luego de un largo período de diagnósticos errados e incomprensión médica, llegó a la explantación y una posterior recuperación. Pugah cuenta que durante años sufrió dolores articulares y musculares que llegaban a ser invalidantes, caída del cabello, infecciones de repetición, alteraciones digestivas y menstruales (todos datos que no estaban en ningún consentimiento informado), hasta que decidió sacarse las prótesis. Y aunque su caso no debe generalizarse, es interesante como posible guía para mujeres que pueden estar sufriendo lo mismo sin saberlo.

Mayor conciencia y cambios culturales

También están aquellas que, aunque no hayan tenido ninguna complicación, al informarse y conocer en detalle los trastornos que pueden llegar a producir las siliconas, se asustan y deciden explantarse por prevención o porque simplemente no creen necesario correr riesgos poniendo en juego su salud. En este sentido, lo que parece que estamos viviendo, de la mano de una mayor circulación de información y las advertencias sobre la respuesta a un cuerpo extraño y los posibles efectos secundarios, es también un cambio cultural en relación a las cirugías y las expectativas con los resultados.

“Hoy la cirugía mamaria atraviesa un cambio profundo. Veo que cada vez más mujeres se acercan con un deseo distinto: no buscan solamente volumen, buscan bienestar. La tendencia actual está muy vinculada al wellness, a resultados naturales y elegantes, en armonía con el cuerpo y con la vida cotidiana. Muchas pacientes, luego de una lactancia o un descenso de peso, deciden levantarse las mamas utilizando su propia grasa; otras optan por una reducción para sentirse más livianas y cómodas. También hay quienes eligen retirar sus implantes, especialmente si en el pasado llevaron grandes volúmenes con los que ya no se sienten identificadas. Y, por supuesto, siguen existiendo mujeres que eligen los implantes, pero con un concepto diferente: prótesis más pequeñas, discretas, que acompañen un estilo de vida moderno”, explica Federico Flaherty, especialista en cirugía plástica, estética y reparadora, y en microcirugía reconstructiva (N.N. 105228).

A su vez, existen cada vez más médicos que se dedican sólo a la explantación, y también crecen las consultas por intervenciones donde no se requiere el uso de prótesis, como la mastopexia (una cirugía estética para elevar los senos caídos y mejorar su forma). “Hace seis años que me dedico en exclusividad a esto y veo cómo muchas pacientes se curan al remover los implantes. De hecho, yo me las saqué y no pongo más prótesis. Las pacientes se sienten liberadas y saludables”, advierte la doctora Juan de Val.

“Pero no todas las razones son médicas. Existe una clara tendencia hacia un cambio en la sociedad, con un mayor enfoque en la salud y el deporte, donde los implantes grandes de generaciones anteriores pueden resultar incómodos para actividades deportivas. También se incluye a pacientes que, por la edad, ya no desean tener implantes, así como aquellas que se cansan de tener un implante o sienten que ya cumplió su propósito”, detalla por su lado Serén, creador del protocolo ERABAS de cirugía mamaria, que permite una recuperación en menos de 48 horas en el 95% de los casos.

Eso sí, cuando una paciente decide colocarse implantes, debe comprender que estos requieren cuidados. “Hay que controlarlos, porque, como todo en la vida, pueden presentar problemas a futuro. No se trata de generar miedo, sino de transmitir responsabilidad: elegir un implante puede brindar bienestar y seguridad en la imagen corporal, pero también implica asumir que ese camino debe acompañarse con seguimiento médico. Para mí, la verdadera tendencia en cirugía mamaria no está en un procedimiento específico, sino en esta nueva manera de pensar: resultados más armónicos, más conscientes y más coherentes con una mujer que quiere vivir y disfrutar de su cuerpo las 24 horas del día”, cierra Flaherty.