Cuando dimos rienda suelta a esta sección en abril, comentábamos que era difícil repetir un año como 2016, con juegos como Uncharted 4, The Last Guardian, Doom, Inside, Final Fantasy XV, Overwatch y unos cuantos más. Parecía un oasis atípico en una industria que tiene la irregularidad como característica. Pero 2017 empezó muy fuerte, dispuesto a ilusionarnos con esa idea loca de que los videojuegos están mutando en calidad y creciendo en diversidad de propuestas. Aunque los Games Awards –un símil enclenque de los Oscars en los videojuegos– premió como mejor del año a Zelda: Breath of the Wild, desde este espacio queremos ampliar las recomendaciones, obviando algunos juegos y dejando de lado cualquier tipo de objetividad posible.

Es casi una obviedad decir que este año fue de Nintendo; los japoneses se despacharon con la Nintendo Switch, una consola híbrida única e innovadora, que le aporta una infinidad de posibilidades a los creadores y que, a su vez, vino acompañada con dos juegos que son de lo más exquisito del año: el aclamado Zelda y Super Mario Odissey. El primero reinventa una fórmula con más de 30 años en uno de los mejores mundos abiertos jamás vistos, una estética espectacular y horas para perderse en la reivindicación más pura del sentido de aventura que hizo nacer la saga. El segundo sigue la línea de los Mario Galaxy, los Sunshine o del mismo Mario 64, pero lo lleva a otro nivel; aprovechando todo lo que la Switch tiene para dar, Odissey ratifica que los juegos de Nintendo tienen ese no sé qué, ese dejo de infantilidad mezclado con un estilo artístico que respira despreocupación y calidad.

Es posible ampliar el abanico y admitir que la industria japonesa en general estuvo inspirada con títulos como Yakuza O, Gravity Rush 2, Nier: Automata y Persona 5. A destacar, los últimos dos: Nier es una de las sorpresas del año, al que la palabra innovación le queda corta. Abrazado al eterno retorno de Nietzsche, cuenta con una de las narrativas más interesantes de 2017. Una banda sonora difícil de superar –premiada a la mejor del año– y un intento de fusionar al jugador con el personaje para romper la cuarta pared.

Por otro lado, Persona 5 es un juego de rol japonés –JRPG– cansado de recibir elogios. Esta entrega de la saga Persona arrasa con todo un género, al punto de ser considerado uno de los mejores juegos que jamás se hayan creado en el universo del rol. Basado en los conceptos de Carl Gustav Jung, Persona 5 tiene una estética anime cargada de simbología, junto a una gran narrativa, que incluye el atractivo de ser protagonizado por un joven que divide su día en ser estudiante de colegio en la mañana y un ladrón de deseos corruptos por la noche.

Los indies son juegos creados por empresas independientes que suelen estar faltos de recursos económicos, pero sobrados de creatividad. Este año no fue diferente a 2016 si tenemos en cuenta que nos dio títulos como What Remains of Edith Finch, Little Nightmares, Night in the Woods, Hellblade: Senua’s Sacrifice, Cuphead, Hollow Knight y Pyre. Todos son absolutamente recomendables, pero destacamos What Remains... por ser un videojuego que, oficiando de novela narrativa, explota todos los recursos disponibles en el medio para contar una historia de realismo mágico que ganó el galardón a mejor narrativa de 2017.

Otro indispensable es Senua’s Sacrifice, un título que utiliza un aspecto fundamental de los videojuegos como la inmersión para ponernos en la mente de una persona que sufre un trastorno psicótico grave. Mitología nórdica como analogía e hilo conductor de una historia llena de empatía, demonios internos y muchas alucinaciones. Este año merece la misma valoración que el anterior, muy difícil de igualar: con que 2018 sea la mitad de grandioso que 2017, ya nos encontraremos en diciembre diciendo que fue otro gran año para los videojuegos.