“Vanthra tenía que suceder y Catupecu Machu tenía que entrar en stand by”. Así explica el músico argentino Fernando Ruiz Díaz el nacimiento de Vanthra, su nuevo proyecto musical, con el que pone en pausa a la banda con la que toca desde 1994. Hace cuatro años, dice, experimentó algo que lo hizo darse cuenta de que tenía que “parar” con Catupecu Machu: “Estaba con unos amigos en Mendoza, en la casa del enólogo Marcelo Pelleriti [con quien hace su propio vino], y cuando se fueron todos me senté en su piscina, desde la que se ven los Andes, y al mirar las nubes me dije: ‘Tengo que parar, no doy más’”.
Fue así que decidió enfocarse en Vanthra, su nuevo proyecto musical, donde toca junto con su manager Charlie Noguera (que se encarga del bajo, los controladores y los teclados) y Pape Fioravanti (que toca una percusión que incluye un bombo legüero y otros elementos electrónicos). El nombre del trío surge de la canción “Vanthra Lila”, que Ruiz Díaz le escribió a su hija cuando estaba en el vientre de su madre. “El tema fue compuesto con un tambor solar, un instrumento devocional y que sirve para hacer mantras. Como me gusta inventar palabras, creé ‘Vanthra’; me gusta mucho la V, de ‘victoria’, ‘vino’ y ‘vida’, y la H me encanta porque es como la meditación, es el mantra de las letras”, explica.
El nombre del grupo también define su búsqueda musical: según él, persigue un mantra sonoro basado en la percusión. “Con Vanthra todo fue como un fluir. Tenía en la cabeza el pulso más tribal y más primitivo para llegar al mantra. Yo quería que Pape tocara instrumentos tribales; se traía instrumentos del norte argentino y, en un momento, viéndolo a él, se fueron dando las cosas”. Primero comenzaron a tocar únicamente con el bombo legüero (una diferencia sonora con respecto al planteo de Catupecu Machu), pero luego fueron agregando otros elementos, como el Octapad, que permiten unir lo acústico y lo electrónico en un mismo pulso. “Vanthra tiene mucho de la tierra. Es una banda que tiene que ver mucho con el folclore argentino”, asegura.
Para Ruiz Díaz, el nacimiento de su hija fue “la contracara” del accidente que sufrió su hermano Gabriel –miembro de Catupecu Machu– en 2006. “No paramos nunca desde ese momento. A los 25 días tocamos un show en Obras: abrió tocando Diego Arnedo, de Sumo, y cerró Zeta Bossio, de Soda Stereo. Fue un show de 20.000 personas. Después vino un Pepsi Music en River y estuvimos con Zeta Bossio antes de que volviera Soda. No sólo nunca paramos de tocar, sino que no paramos de crecer. Hay muchos países que mi hermano no conoció”, cuenta, y explica que con Catupecu, “después de 23 años, no habíamos parado nunca, porque siempre surgían nuevos países para ir a tocar. Habría sido más fácil poner el stand by si nos hubiese ido mal, pero necesitábamos parar”, asegura. Plantea que con Vanthra se propuso cambiar todo respecto de su trabajo anterior. “Nos fuimos a México, de gira, sin el disco, porque queríamos hacer todo al revés, y me gustó: primero sacamos el vinilo entero, después la primera mitad del disco en digital, y la segunda mitad va a salir cuando saquemos un CD más un DVD en vivo”, cuenta.
Capítulo 1
En varias plataformas de streaming se puede escuchar el EP Capítulo 1, la primera parte del disco debut de Vanthra, que por ahora sólo se encuentra completo en la edición en vinilo, ya que el segundo EP saldrá el mes que viene. Capítulo 1, que tiene cinco canciones, abre con “Canción sola”, un tema con riffs que recuerdan al sonido de Catupecu Machu y en el que se puede apreciar el bombo de Pape. “Este fue uno de los primeros temas de Vanthra, y en realidad iba a ser a medio tiempo. Después se me ocurrió que tenía que ser para adelante, entonces agarré el bajo y deconstruí esa guitarra y el teclado e hice ese ritmo como de marcha”, comenta el músico. La letra está dedicada a su relación con Lila, su hija: “Cuando danzás vivo / y me haces creer que nunca ha existido el tiempo / que todo lo malo, las fallas y el error / son casi de un mundo etéreo / Que viniste hasta aquí a curar mi canción sola”.
Otro de los momentos destacados de este primer trabajo musical es “Desierto de Dios”, un viaje introspectivo de seis minutos en el que se hacen presentes las raíces más tribales y primitivas de la búsqueda musical de Vanthra. Basado en el pulso rítmico del bombo legüero, Ruiz Díaz se sumerge en melodías mántricas para preguntarse: “Mi sediento amor te dirá que no, / que ver no es con los ojos. / ¿Cuál será el desierto de dios, donde hace eco su voz, / donde se encuentra con sus mejores recuerdos?”.
“Voz del mar” cierra el EP con el ejemplo más claro de la influencia folclórica del grupo. Allí se unen la percusión de Pape, que va galopando para invitar al baile que se une con las guitarras eléctricas y el bajo, mientras Ruiz Díaz canta en tono esperanzador: “Corre el tiempo al revés. / Nos miro, quiero bailar, / y hoy que escribo tu voz / y escucho lo que cantás, / lo que es, lo que fue, / suspiro en vez de llorar”.
Experiencia en vivo
Con el recital de este viernes en La Trastienda da comienzo una gira que continuará por varias ciudades de Argentina. El repertorio incluye las 11 canciones del disco debut de Vanthra, tres versiones de clásicos de Catupecu Machu (“A veces vuelvo”, “Magia veneno”, “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”) y una versión de “Ella vendrá”, de Don Cornelio y La Zona (según el músico, “un temazo” de la historia del rock argentino).
Para Ruiz Díaz, cada recital en vivo es único y en cada uno espera vivir “el mejor show” de su vida. Para reafirmar esta idea, cita la frase “el pasado es historia, el futuro es un misterio, pero el presente es un regalo”, y dice que en cada presentación busca “disfrutar de ese regalo único”. “Los recitales de Vanthra son alucinantes y hay mucho de improvisación. Hay temas que duran como 15 minutos porque te metés en el viaje y no querés que terminen nunca porque entra el mantra. Espero que La Trastienda se llene para que la gente pueda sentir a la banda. Es una experiencia increíble, porque te chamanizás durante el recital. Quiero que vengan a vivir el viaje vánthrico”, concluye.