Desde 2008, el actor y comediante Zach Galifianakis, conocido por su participación en la trilogía de ¿Qué pasó ayer?, conduce el programa de entrevistas Between Two Ferns (literalmente, “entre dos helechos”) producido por el sitio de comedia Funny or Die. Con una estética similar al del más humilde canal de cable que hayan visto jamás, Galifianakis presenta a las estrellas más importantes de Hollywood y les hace las preguntas más incómodas y de peor gusto. Preguntas relacionadas con sus fracasos laborales y sentimentales, o cuestionamientos sobre sus habilidades como actores o actrices.

Esta descripción podría sonar similar a aquellas cámaras ocultas que presentó Marcelo Tinelli hasta hace pocos años, en las que famosos y famosillos de la vecina orilla eran llevados con engaños a programas desconocidos, donde sufrían accidentes o presenciaban escenas bochornosas. Sin embargo, en Between Two Ferns todas las personas sentadas entre helechos son parte del chiste. Desde Justin Bieber hasta Charlize Theron, desde Natalie Portman hasta Brad Pitt, los invitados saben que serán víctimas de la “mala onda” de su entrevistador, tratan de mantener la compostura y en ocasiones se encargan de devolverle los insultos.

Lo que podría convertirse en un programa de cable de media hora, aquí está reducido a episodios de unos cinco minutos en promedio, lo cual le agrega un componente hermoso a la burla al mundo de las celebridades: el enorme desperdicio de talentos. Tienen a Ben Stiller o Steve Carell y apenas somos testigos de una fracción de la conversación.

Existen poco más de 20 episodios de esta serie web, que incluyó la presencia de Barack Obama cuando todavía era presidente de Estados Unidos y aprovechó la popularidad del envío para anunciar su sistema de salud. Hillary Clinton fue invitada durante su campaña electoral y ninguno de los dos se salvó del humor por momentos a contramano de su conductor.

Menos de dos horas alcanzan para ponerse al día con esta serie. Un atracón podría parecer excesivo, pero sirve para confirmar el gran timing de comedia de Galifianakis así como el buen humor impensado de figuras como Sean Penn o James Franco.

El formato funciona mejor cuando la celebridad no es un comediante, o al menos cuando no intenta plantarse desde un lugar de comediante ante el interrogatorio. Will Ferrell, uno de los dueños de Funny or Die, intenta ser más gracioso que Galifianakis y no lo consigue. Jon Hamm, mientras tanto, nos deja minutos deliciosos.

Claro que en definitiva el mérito mayor está del lado de las preguntas. “¿Sabías que algunos actores rechazan papeles?”, le pregunta a Bruce Willis. En cuanto a los puntos negativos, al ver episodios de corrido uno se siente un poco aturdido por la cantidad de chistes sobre la gordura de Zach que profieren sus invitados.

Between Two Ferns podría ser parte de Saturday Night Live, por donde pasaron sketches como “Perspectives con Lionel Osbourne”, envío cultural sobre temáticas afroamericanas emitido a altas horas de la madrugada, como el recordado “Cultura para todos” de Les Luthiers. Como ocurrió con algunos personajes y sketches del mencionado show, aquí también hubo un salto hacia el largometraje.

Adaptation

Hace pocos días se estrenó en Netflix Between Two Ferns: The Movie, con Zach Galifianakis volviendo a desdoblarse para meterse en la piel del conductor Zach Galifianakis. Al estirar una idea de cinco minutos a casi una hora y media, hubo que crear una historia de fondo. Y en la mayor parte del filme, esta historia funciona.

En el comienzo de este falso documental descubrimos que existe una explicación para que un programa tan pequeño tenga invitados tan grandes: Will Ferrell (un cocainómano interpretado a la perfección por Will Ferrell) es fanático de Between Two Ferns y obliga a sus conocidos a que aparezcan en él. Todo iba bien para los responsables de este envío hasta que un accidente los deja en deuda y se ven obligados a recorrer Estados Unidos en busca de una decena de entrevistas a celebridades en un corto plazo de tiempo.

Comienza entonces una road movie en la que Zach es acompañado por su equipo de producción, que incluye productora, camarógrafo y sonidista. Una parte de la historia contará el día a día de este grupito, sus problemas económicos y las rispideces de cuatro personas que pasan mucho tiempo juntas.

Los momentos más flojos de la película están en algunos pasajes de esta trama, que incluyen chistes de poca efectividad, y no me refiero a la respuesta más obvia (la risa), sino simplemente al humor. Los protagonistas declararon que se improvisó a partir de un guion bastante básico y en ocasiones se nota demasiado.

Por otra parte, cuando se prenden las (otras) cámaras y comienzan las entrevistas, el resultado es casi perfecto. El guion de Scott Aukerman, cocreador de todo el proyecto, incluye maravillosas preguntas a famosos de la talla de Matthew McConaughey, Keanu Reeves, Brie Larson o David Letterman.

Algunas caras se repiten y volvemos a disfrutar de Jon Hamm, Bruce Willis, Bradley Cooper y Paul Rudd, siempre dispuestos a recibir algún golpecito más de parte del conductor.

El éxito del filme está en su pequeñísima ambición y en la calidad de las preguntas. El viaje y las relaciones entre el grupito es solamente una excusa para llegar al próximo segmento, que podría hacernos llorar de la risa. Y para muestra alcanza con quedarse a ver los créditos, que están acompañados de tomas fallidas de las entrevistas y otros momentos inéditos.

Por supuesto que nos quedaremos con ganas de más y volveremos a pensar en el enorme desperdicio de escenas que jamás verán la luz (aunque algunas sí: Netflix compartió en YouTube una versión extendida de la entrevista a Paul Rudd). Al fin de cuentas, de eso se trata Between Two Ferns.