Había una vez, hace cinco años, un grupo que interpretaba tangos clásicos y un día fue contratado para tocar en el cumpleaños de un senador de la República, en un lugar bien bacán. Obviamente, se tenían que presentar con buena pilcha, y el pianista, Andrés Antúnez, consiguió unos sacos de la Orquesta Matos Rodríguez.

“Los gurises se pusieron los sacos, yo me puse un vestido espantoso también, y nos quedaba anacrónico. No sabíamos llevar esa ropa, daba para reírse. Nos miramos al espejo y parecíamos gente que vendía helados, y ahí empezamos a jugar con el nombre”, cuenta la cantante del grupo, que en su cédula dice que se llama Virginia Núñez pero arriba del escenario es Juana, y los demás músicos, los heladeros.

Pero recién dos años después de aquella anécdota Juana y los Heladeros del Tango empezaron a armar su repertorio y a interpretar lo que hacían puertas adentro y todavía no se habían animado a plasmar en público, como “tocar tangos divertidos, cambiarles las letras”, recuerda Juana.

El grupo es un quinteto que tiene, además de la cantante y el pianista, a Ramiro Hernández (bandoneón), Julia Nudelman (flauta) y Juan Chilindrón (contrabajo), y forja un sonido bastante clásico. Juana comenta que lo clásico siempre aparece en la música del grupo, de una forma o de otra, ya sea en una letra, en los arreglos o en la melodía, porque fue lo que los enamoró del género. “Solamente que nos dan gracia algunas cosas que están vencidas, son muy acartonadas, entonces, eso no nos llega y nos reímos”, acota la cantante.

Subraya que el tango cómico es igual de viejo que el más melancólico, nacido a principios del siglo pasado, y como tal, también reflejaba la sociedad machista de aquella época. Por lo tanto, al interpretar aquellos tangos les dan alguna pequeña vuelta de tuerca. Por ejemplo, “Justo el 31”, compuesto por Enrique Santos Discépolo (y cantado por Julio Sosa, entre otros), cuenta la historia desde la perspectiva de un hombre que conoció a una muchacha poco agraciada que pensaba amurarlo –abandonarlo– el primero, y justo el 31 la madrugó: “Era un mono loco / que encontré en un árbol, / una noche de hambre / que me vio pasar. / Me tiró un coquito / y yo, que soy chicato, / me ensarté al oscuro / y la llevé al bulín”.

La versión de Juana y los Heladeros está cantada como si fuera una historia entre dos mujeres. “Viene toda la historia y te imaginás que es una pareja heteronormativa, con lo clásico del varón siendo violento con una mujer, y de repente cambia y son dos mujeres; te pone frente a otras situación. El tango dice que se va el 31 para no estar el primero, cuando cobra. Es todo lo que está mal”, dice Juana.

“No me da la menta”

Siguiendo el chascarrillo del nombre, el primer disco del grupo se llama Crema, fue editado en 2019 –está disponible en Spotify– e incluye diez canciones, como la ya mencionada “Justo el 31” e “Higiene de arrabal”, del argentino Hugo Varela, que versa sobre un tipo que no es muy afín al aseo (la letra está pasada al uruguayo: cambia Olavarría por Euskalerría). “El disco vino a culminar nuestros primeros dos años de rodaje, en los que estuvimos haciendo distintos espectáculos pero trabajando sobre el mismo repertorio. De hecho, hay canciones que grabamos a los seis meses de empezar a tocar, y otras a los dos años. Se nota la diferencia porque no fue pensado como un disco, fuimos registrando el repertorio y quedó eso que a nosotros nos encanta. Es como un corte cronológico, y podés escuchar la evolución que fuimos haciendo”, dice la cantante.

Juana canta desde niña y estudió canto lírico, además pasó por el Instituto de Profesores Artigas y por la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático. Acota que no terminó ninguna de las dos carreras, pero en el tango encontró un camino que estaba en el medio entre cantar y actuar, y le encontró el “gustito”.

Hace mucho tiempo que en Uruguay se destacan varias mujeres cantando tango, pero Juana subraya que las mujeres desde los albores del tango fueron destinadas únicamente a bailar o cantar, y en la actualidad, con una mirada feminista, se ve que la brecha es “todavía más honda”. “Si te ponés a mirar instrumentistas de tango, no hay mujeres. En general, todas las personas que acompañan a las mujeres cantantes son varones. Para un varón es mucho más fácil trabajar tocando tango que para una mujer. Venimos a defender ese lugar del canto que nos han dejado, pero yo también formo parte de la Orquesta Las Señoras: nos pusimos las pilas y nos juntamos 11 mujeres para hacer una orquesta”, cuenta.

Mañana a las 21.00 en Sala del Museo, Juana y los Heladeros del Tango presentarán su nuevo espectáculo, No me da la menta, que, entre otras cosas, contará el con estreno de canciones propias. Juana dice que dar el salto para componer fue difícil porque se puede crear para cualquier género, pero “si te sentás a componer un tango hay una solemnidad que, de alguna manera tenés que saltar”. La cantante agrega: “Nosotros teníamos muchas cosas para decir y muchas cosas de las que reírnos. Dimos el salto y empezamos a componer. Fue gracias a la pandemia, porque si hubiéramos seguido con el trajín de toques no hubiésemos tenido el impasse necesario”.