Junto a la paulatina reapertura de los museos y los teatros –la mayoría espera que se pase a una segunda fase para poder volver–, Cinemateca uruguaya será de los primeros cines en regresar.

Mañana, en paralelo a su ciclo de los viernes en TV Ciudad, la ansiada reapertura de sus salas será con tres funciones: reestrenará El faro, la cautivante película de Robert Eggers en la que un viejo farero (Willem Dafoe) sobrevive al encierro, la tormenta y el abandono junto a su joven ayudante (Robert Pattinson), en medio de un gran despliegue visual y variantes de suspenso y terror metafísico. Con la referencia cercana del cineasta húngaro Bèla Tarr, Eggers volvió a imponerse con su segundo trabajo después de La bruja (2016), con una trama concentrada a la que llegó, según contó a la revista Gatopardo, en su segundo día de investigación. Obsesionado por lo que rodea a lo oculto y sobrenatural, el director se inspiró en un suceso de principios del siglo XIX sucedido en el faro Smalls de Gales, en el que dos cuidadores llamados Thomas padecieron el aislamiento y una creciente hostilidad compartida. “Revisamos instructivos para cuidadores de faros, fotografías de barriles con queroseno, cobertizos de barcos y otras referencias visuales”, explicó Eggers a la revista, y reconoció: “Toma más tiempo inventar un mundo así que recrearlo, pero cada botón de ropa, clavo o cuchillo oxidado construye este mundo tanto como el formato 35 milímetros o la proporción visual”.

El estreno del día será con un título de ciencia ficción, Aniara, la ópera prima de los suecos Pella Kågerman y Hugo Lilja, quienes decidieron llevar por primera vez al cine el extenso poema sobre la angustia existencial que el nobel Harry Martinson publicó en 1956, en medio de la Guerra Fría, y una década después del desastre de Hiroshima, proyectando una visión posapocalíptica del futuro.

La dupla sueca, inspirada en este poema de 103 cantos, presenta una nave que, luego de la destrucción de la Tierra, es la encargada de llevar emigrantes a Marte. Pero un accidente la desvía de su camino, generando que todos tomen conciencia de su lugar en el mundo, mientras se enfrentan a una deriva eterna.

Mañana también comenzará un largo ciclo con evocaciones onettianas, “Los adioses”, dedicado a todos los directores, las actrices y los actores que fallecieron en los últimos meses. La inauguración del ciclo se hará con un ícono, Belle de Jour (1967, Luis Buñuel, que se exhibe mañana y el miércoles), un homenaje a Michel Piccoli que se proyectará en 35 milímetros. Como evidenció a la diaria María José Santacreu, directora de Cinemateca, el título también es un guiño a la Cinemateca Francesa, que reabrió sus puertas con esta película.

Luego, el ciclo continuará con Silvia Prieto (1999, Martín Rejtman) y La idea de un lago (2016, Milagros Mumenthaler), en honor a Rosario Bléfari; La religiosa (1966, Jacques Rivette) y Vivir su vida (1962, Jean-Luc Godard), por Anna Karina; Los caballeros de la mesa cuadrada (1975, Terry Gilliam, Terry Jones) y La vida de Brian (1979, Jones), evocando, justamente, a Jones.

Además habrá títulos como Wetherby (1985, David Hare) por Ian Holm, y El vientre del arquitecto (1990, Peter Greenaway) evocando a Brian Dennehy; Vampiros en La Habana (1987, Juan Padrón) en memoria de su director; y Asterix el Galo (1967, Ray Goossens), por Albert Uderzo, entre otros.

Protocolo

Con un aforo reducido a 30%, Cinemateca realizará una función diaria por sala con horarios escalonados para evitar que coincida el público que entra y con el que sale de una u otra función. La sala principal, de 174 butacas, tendrá habilitadas entre 36 y 43 (dependiendo de si asisten integrantes de un mismo núcleo familiar, etcétera); la segunda, de 117, entre 20 y 31, y el aforo de la más chica, que cuenta con 110 localidades, oscilará entre diez y 29.

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