La última comedia romántica de HBO Max es una reversión latina de un clásico del cine El padre de la novia. Andy García en el rol del personaje principal se une así a sus predecesores Spencer Tracy (1950) y Steve Martin (1991) como el obstinado y sobreprotector padre que lleva a su hija al altar. Esta elegante remake está dirigida por el mexicano Gary Alazraki y escrita por Matt López (sobre la novela homónima de Edward Streeter), quienes le aportan certeros toques de estereotipos de género y nuevas masculinidades. El elenco se completa con los reconocidos Gloria Estefan, Adria Arjona (hija de Ricardo Arjona, con un papel en la serie Irma Vep) y Diego Boneta (famoso por su papel como Luis Miguel en la serie homónima).

En esta versión, tenemos a Billy Herrera (García), el exiliado cubano en Miami que se abrió camino desde abajo para convertirse en un exitoso arquitecto. Sin embargo, su esposa Ingrid (Estefan) siente que su él no la valora y su matrimonio se ha derrumbado. Cuando su hija Sofía (Arjona) los visita sorpresivamente, deciden comunicar su inminente divorcio. Pero antes de que puedan hacerlo, se asombran con otra noticia: Sofía se casará con Adán, su novio mexicano (Diego Boneta), en solo un mes. Los padres acuerdan posponer el anuncio y jugar a continuar siendo una pareja amorosa.

Billy representa al tradicional patriarca que se inventó a sí mismo y su relato se construye rememorando una y otra vez cómo logró salir adelante como inmigrante pobre en Estados Unidos. Es el personaje que compone Andy García con toda su experiencia y calidad (son inevitables las comparaciones con los anteriores, pero él le aporta una necesaria frescura), el que experimenta los mayores cambios: pasa de estar rígidamente convencido de que Adán no es buen candidato para su hija, simplemente porque trabaja para una ONG y no se ajusta a los estándares de masculinidad robusta y anticuada que él defiende, a aceptar que lo que importa es que su hija sea feliz. Primero se muestra intransigentemente orgulloso, luego enojado por ser poco tenido en cuenta, y después melancólico, permitiendo que su vulnerabilidad fluya.

Es Andy García quien se lleva todo el mérito, con un papel hecho a su medida que juega con el tono correcto para que el humor funcione. Personificación del hombre jefe, tradicional en sus visiones sobre el matrimonio y la ética de trabajo, a este padre del título le cuesta entender que sus hijas toman decisiones propias, que su esposa se quiere separar o que no puede controlar todo lo que pasa.

La brecha generacional, con padres desconcertados frente a los nuevos roles sociales y de género, se narra con humor e ingenio. Es ese el mayor acierto de la película: mostrar que los vínculos familiares han cambiado irreversiblemente, por más que algunos intenten aferrarse a un pasado conservador.

Esta tercera versión de El padre de la novia hace además una inteligente revisión de la vida de los inmigrantes en Estados Unidos y una acertada crítica al propio egocentrismo estadounidense (y a lo poco de la cultura latina que allí se sabe). Con una combinación de humor, conflicto generacional y sentimientos encontrados de orgullo y pérdida, resulta una disfrutable comedia clásica que se renueva de una manera fresca e inclusiva. Un gran sí.

El padre de la novia. Con Andy García. 118 minutos. En HBO.