“En el show yo rockeo”, asegura Luana Persíncula al referirse a las críticas que recibió en redes sociales cuando anunció que el 22 de abril participará en la edición uruguaya del Cosquín Rock. La cantante de 21 años, bautizada por su primera productora “la princesita de la plena”, se ríe de quienes se oponen a que forme parte del festival sin estar vinculada al género que le da nombre, y sostiene: “el rock es eso que te hace liberar” y “la plena te hace gozar pero también te libera”.
Antes de rockear la plena, Luana se dedicó a la música cristiana, el folclore y la cumbia charanga, por influencia de su familia. Comenzó a cantar en la iglesia, a los cuatro años, junto a su padre. Luego, durante su adolescencia, se convirtió en la representante de folclore de Colonia, su departamento, y concursó en muchos de los escenarios en los que hoy trabaja.
Según cuenta, desde que se presentó en el Montevideo Late el 17 de diciembre de 2022, ella y su equipo recibieron “un cachetazo de festivales, uno atrás del otro”, y hasta el momento no han parado. Aunque no brindó un espectáculo porque ese día tenía previsto participar en el Festival del Río y la Convivencia –suspendido por lluvias y pospuesto para este viernes–, la joven estuvo en el escenario de Acá Estamos, donde Daniela Mercury la confundió con Lali, una de sus ídolas. “No tenía retorno, entonces nunca supe yo tampoco que Dani pensaba que era Lali, sólo estaba disfrutando y viendo cómo cantaba con estas mujeres que escuchaba desde pequeña y hoy hasta son mis amigas”, explicó en su cuenta de Twitter.
Datos: No tenia retorno entonces nunca supe yo tampoco que dani pensaba que era lali, solo estaba disfrutando y viendo cómo cantaba con estas mujeres que escuchaba desde pequeña y hoy hasta son mis amigas pd: ya dani me siguió en tw seguro pregunto quien era JAJAJJAJAJJ
— LUANA (@PersinculaLuana) March 20, 2023
Moviendo las manos de forma ágil y firme, como queriendo acentuar la gravedad de su voz, habla de sí misma en tercera persona: Luana es un “producto” sostenido por alrededor de 30 hombres y mujeres. Además de su banda, conformada por siete músicos, la acompañan un vestuarista, un maquillador, un fonoaudiólogo, una profesora de canto, representantes, vendedores y utileros, entre otros.
La apuesta por el trabajo en colectivo no atañe sólo a este grupo, sino que también se extiende a sus colegas, especialmente a los de su generación. “El uruguayo es egoísta a morir” porque el mercado es pequeño y “hoy en día son todo números”, afirma, pero aun así la coloniense celebra y promueve el apoyo entre artistas porque lo considera fundamental para el desarrollo de la industria. “Solos es imposible crecer; si no nos unimos, va a ser imposible. Siempre nos vamos a quedar acá”, explica.
Luana quiere salir, llegar a otras partes del mundo y romper barreras. Dice que Tao, su hijo de tres años, fue el principal motor para enfocarse en sus metas y que luego de que el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) le quitara el permiso para trabajar siendo menor de edad por incumplimiento de las condiciones laborales, aprendió que para crecer hay que comprender la estructura de negocios que se encuentra detrás de la música.
Ahora que ha comenzado a dominarla, quiere perfeccionar el espectáculo que brinda y, pese a que “está todo bien con la humildad”, cuida su imagen porque “la primera visión impacta”. Inspirada por los principales artistas del pop, su género preferido, sueña con exportar la plena y ser escuchada por públicos masivos. Sobre la forma de lograrlo, el camino que transitó y lo que queda por construir, conversó con la diaria.
¿Cuándo apareció la plena en tu vida?
En el coro del liceo, donde experimenté el lado del tango. La profesora me escuchó y me dijo: “Con esa voz grave tenés que cantar un tango”. Desde ahí se incrementó mi hambre musical y apareció el boom de la plena. En ese entonces sonaban Los Negroni, La Sandonga, Marcos da Costa, Vanesa Britos, Mariano Bermúdez. Cuando empecé a consumir plena, las únicas que conocía eran “Horas vacías”, “Polvo de estrellas” y “No te creas tan importante”. Ahora que hace poco falleció Carlos Goberna, al “Elena, Elena” lo conocía por los cumpleaños de 15, pero no decía “esto es Sonora Borinquen”. No sabía todo el camino que había hecho Sonora Borinquen ni nada de eso. Justamente, la plena en el interior es muy complicada, por eso los pocos artistas que logran llegar y ser consumidos son muy valorados.
¿Qué es lo complicado?
La música que suena en el interior es la cumbia y el folclore. Ahora hay una influencia argentina y, para el lado de la frontera, brasileña. Los lugares más difíciles son Cerro Largo, Treinta y Tres, Rivera y Artigas, porque el mercado que tenés al lado, el de los gigantes Argentina y Brasil, lo consumen mucho. Uno viene acá a Montevideo y es otro mundo. Cuando llegué, había muchos cantantes que no conocía de cara, no al nivel de registro que tiene el público montevideano. Me acuerdo, totalmente irrespetuosa, que la primera vez que conocí a Yesty Prieto fue en un baile, él vino a saludar. Yo tenía 16 y les dije a los músicos: “¿Quién es este señor?”, porque todos empezaron a decir: “Mirá quién te vino a saludar”, pero no me decían el nombre. Me decían: “¿Cómo no vas a saber quién es Yesty Prieto, el de la Karibe con K”, y yo: “¿Pero el de la Karibe con K no es Gerardo Nieto?”. Ahí dije: estoy en un cumpleaños, necesito investigar y estudiar ya esta universidad increíble que es la plena, porque hay mucha historia en la música tropical más allá de Chacho Ramos, Lucas Sugo, Sonido Profesional y Sonido Caracol. Así empecé a inundarme de música tropical uruguaya, y hoy reconozco que han hecho un camino hermoso, que es el que ha dado frutos para que nosotros, los jóvenes, podamos entrar y sobrevivir de esto.
¿Identificás valores de la plena que te gustaría reivindicar incluso si en algún momento no te dedicás a ella? ¿Cómo describirías el género?
Siento que es una alegría. La plena es alegría. Es increíble que en un género puedas cantar con tristeza pero a la misma vez estar bailando. El género tiene esa energía alegre que hace que uno baile y disfrute, que me gusta mucho y que combina muy bien con mi manera de ser. Es algo que la gente siempre me dice y que me gustaría mantener en un futuro, que me ha dado mucha escuela para lo que es el transmitir al público. Lo principal sería eso.
¿Te interesa seguir haciendo plena? Tengo entendido que te gustaría probar otras cosas.
Como dijo el novio de esta actriz: “Si te defino, te limito”. No me gusta definirme en la música. Yo soy música, me da lo mismo si es un rock, un folclore, un tango o un heavy metal. ¡El heavy metal me queda bien!, para que sepan. Creo que la plena sería una buena identidad como para mostrar al mundo. Estamos en un camino de mucho trabajo, mucha profesionalización. Reconozco que a mí, que venía de un mundo de la charanga y el folclore, que es mucho más recto, más estructurado, algo que al principio me chocó de esta movida es que, más que nada en estas nuevas generaciones, falta un poco de profesionalismo, de estudio. Es por lo que opino que el género no logra avanzar, de alguna manera, porque falta profesionalidad. Creo que la vieja escuela tenía mucho más presente eso. Las nuevas no lo tenemos, y me incluyo en eso porque hace muy poco que empecé a estudiar mi área: la voz, la presencia escénica, el baile, la vestimenta. Si se lograra desarrollar, podría llegar a ser algo muy bueno para exportar al mundo.
Pongo siempre dos ejemplos. El reggaeton que se comercializó no es el de la mata, que nace del barrio, de lo más bajo; es el que hicieron medio pop y logró funcionar y expandirse. Lo mismo pasa con Anitta, que es una mujer que ha llevado el funky a todo el mundo. El funky nace en medio de las favelas. El sonido más fuerte y más puro nace en los barrios más bajos, donde el vecino prende la radio todo el día y se canta en las esquinas. Creo que ahí es donde está la mayor esencia. En el caso de la plena y el candombe, surge así. Vas a la esquina y están con los tambores. Pasás por la casa y están con los timbales y unas congas. Es una esencia que deberíamos valorar, cuidar y trabajar, porque podría darnos muy lindos frutos. Yo, por lo menos, tengo esa proyección. Vamos a ver si la gente de Uruguay nos apoya y si el mundo lo recibe.
¿Por qué querrías exportar tu música si eso implica que pierda parte de su esencia?
Porque la ventaja de hacerlo es que serías único. Ahí es cuando uno logra lucirse ante el universo. La autenticidad siempre es mucho más valorada. También lo diferente choca un poco y cuesta mucho más, pero si uno logra meterlo, termina siendo único.
Entonces lo que querés es hacer algo que sea único.
Exacto. En verdad, la plena no es única porque tiene raíces centroamericanas, cubanas. El candombe es completamente autóctono, obviamente tiene raíces africanas, pero es algo que quedó acá, es 100% uruguayo y eso tiene que quedar clarísimo. Hay una fusión muy linda que se podría llegar a crear desde ahí. Hubo varios resultados muy positivos, como por ejemplo, en los 2000, lo que hicieron Los Fatales al mezclar plena con candombe, o Bola 8 con candombe y rap, que logró llegar a Argentina. Yo tengo fe, hay que trabajar para ver qué onda. Estos nuevos artistas, como Letan y La Nueva Escuela, traen cosas muy lindas y nuevas. Siempre doy la derecha a que hay que escuchar a las generaciones nuevas y reconozco que están trayendo cosas a las que hay que prestarles atención. En mi caso, que me rodeo de personas de excelencia musical como Artigas Leal, el mejor trombón de nuestro país, o Miguel, su hijo, a veces chocamos con el tema de que una plena no es así o no se toca así. Por ejemplo, cuando les mostré a los pleneros “Tumbao”, un tema de Letan con Franux y Mesita, que son traperos que dijeron “vamos a hacer una plena trap”, dijeron: “Esa plena está mal tocada”. Yo les dije: “¿Cómo que está mal tocada? Si te hace bailar”. Funciona o no funciona. Ahí hice la reflexión de que Los Negroni, La Sandonga y Marcos da Costa retiraron el montuno, que era una parte de la musicalidad en la que la gente hacía agachadita. Todo se transforma, pero siempre termina manteniendo esa esencia que es la clave del baile. Te tiene que hacer bailar; si no te mueve, no funciona. Esa es la esencia de la plena.
Hablás de las nuevas generaciones. ¿Por qué te gustaría que los recuerden?
Lo importante es dejar una huella. Como mujer es algo que cuesta mucho, somos muy pocas en la música tropical, contadas con los dedos de una mano, y siempre hay que marcar algo nuevo. En mi caso, los músicos me dicen que fui la que trajo lo romántico a la plena nueva. En la época de Karibe lo hacía Alejandro Jasa con Javier López y Óscar Gómez. Estas generaciones nuevas traen la modernización. Esa es nuestra huella: modernizar esta esencia y este ritmo tan antiguo, tropicalero y conservado. Las nuevas generaciones lo sacan del eje, del límite. Dicen: “Me gusta tu ritmo, pero yo traigo esto”. Y esto es la tecnología. Les insisto mucho a mis músicos con que tenemos que adaptarnos porque es algo que no van a poder evitar.
Imagino que también hay mucha más influencia de otras partes del mundo.
Claro. Yo escuchaba pop: Beyoncé, Lady Gaga, Prince, Madonna, Michael Jackson, Britney. Eso también me influencia mucho y es lo que estoy tratando de demostrar ahora. Tenemos que ponernos trajes, cantar y bailar bien, hacer arreglos diferentes. Es lo que me pasa cuando me encuentro con amigos nuevos que escuchaban rap y reggaeton y ahora hacen esto que se llama plena RKT.
Dijiste que cuesta ser mujer en la movida tropical. ¿Fue difícil ingresar?
En mi caso, saqué el tema “A ella” y funcionó. Es entendible que es otra época para la mujer, entonces lo digo: no me fue muy difícil. Lo más difícil lo estoy viviendo ahora como mujer empresaria. Sacar la canción y entrar no es difícil, el tema es caminar por este camino como mujer empresaria, música, cantante, comunicadora, porque una en el escenario comunica. Se me está haciendo difícil el respeto como empresaria, como una trabajadora más, también como música. Hay muchas mujeres muy talentosas como músicas y no están siendo visibles.
¿Cómo te convertiste en empresaria? ¿Fue a partir del cese del INAU?
No me tatúo nada en el cuerpo, pero si me tuviera que tatuar algo, sería: “Todo pasa por algo”. Todo lo que pasó con el INAU fue el clic que me hizo decir: “Si no vas a aprender de negocios, no vas a poder manejar esto”. Yo llegué diciendo “quiero cantar” pero después me di cuenta de que no es sólo cantar. Si tuviera que darle un consejo a alguien que quiere empezar en la música, le diría que estudie el instrumento pero, de costado, estudie administración de empresas. No sólo por la ganancia autónoma, sino por saber cómo manejar esa ganancia y distribuirla para las demás personas con las que una trabaja. Porque otra cosa que aprendí es que uno puede beneficiarse solo, pero ¿y las demás personas? ¿Cómo podés lograr tener un producto sostenible si sólo te estás beneficiando vos? Aprender sobre administración para poder distribuir con todo el equipo es lo más difícil y es lo que estuve haciendo el año pasado. Mi hermana, que estudió administración de empresas, me ayudó muchísimo y me enseñó sobre la poca información que hay sobre regularización de la música. Estoy luchando por que por lo menos se pueda informar, porque así está la gente, hasta los 70 años cantando, buscando para comer. No tiene que pasar eso. Obviamente, yo tengo un hijo, quiero comer y darle de comer, pero también quiero que los míos coman y estén tranquilos. Estamos en esa búsqueda.
Antes de terminar, vos empezaste haciendo covers. ¿Ahora componés? ¿Quiénes componen?
La composición se distribuye de varias maneras. Está lo melódico y está lo lírico. A mí me va muy bien en lo melódico. Por ahora –se ve que es el tema de no ir al psicólogo todavía, tengo que ir– me cuesta mucho expresarme en lo textual. Por eso tengo amigos y colegas increíbles, como Mariana Zunino y Maxi Porciúncula, a los que yo les digo “che, tengo esta melodía” y ellos me ayudan con lo textual. Volvemos a caer en la misma situación: es un equipo. Siempre hay que trabajar en equipo. Es muy icónico componer todo uno solo, ahí es cuando sos Michael Jackson. Los artistas de estos últimos tiempos, como Karol G y Emilia, tienen sus grupos de composición. Eso es algo a lo que apunto este año, a conformar mi equipo de composición y tratar de apuntar a lo inédito, que es lo que hace que sobresalgas y que puedas pararte al lado de alguien de nivel A. Si vos hacés covers de Tini, no vas a estar con Tini cantando, mi amor. Aunque los gocemos. Te lo digo yo, hice un cover de Karol G que tiene 20 millones de reproducciones. Ella no sabe ni que existo. Es por ahí. Alguien me dijo que si no, no voy a poder competir. Es una competencia sana, decir: “Yo soy compositor, tengo mi identidad”. Como Lucas Sugo y sus cinco minutos.
¿Qué identidad querés tener?
Y... Yo soy alegre. Otra mujer más que dejó una huella y dejó alegrías en la música. Es lo que soy, ¿no?